El Obispo, D. Casimiro, preside el Corpus Christi en la Catedral de Segorbe: “Sin la Eucaristía no podemos vivir”
Nuestro Obispo, D. Casimiro, ha presidido esta tarde la Eucaristía en la Solemnidad del Corpus Christi en la Catedral, en Segorbe. Además de los sacerdotes concelebrantes ha participado un gran número de fieles, los niños y niñas de Primera Comunión de la ciudad junto a sus catequistas, así como una representación de la corporación municipal.
Tras la proclamación de la Palabra de Dios, el Obispo ha resaltado tres palabras en su homilía: Memorial, Banquete y Presencia. “La Eucaristía es memorial del sacrificio redentor de Jesús en la cruz, que actualizamos cada vez que celebramos la Santa Misa”, ha explicado.
Este sacramento, indicaba, “nos descubre el verdadero rostro de Dios”, que es amor, un amor “hasta el extremo de entregar a su propio Hijo por nosotros y por nuestros pecados”. Toda su vida, decía de Jesús, “no tuvo otro fin que darnos a conocer y comunicarnos” este amor.
La Eucaristía es también banquete, ha continuado, ya que “Jesús mismo se nos da en comida”. “Es el centro de la vida de cada cristiano y de toda la Iglesia”, y sin ella “no podemos vivir”, porque “cuando falta la Eucaristía nuestra fe y nuestra vida cristiana languidece y termina muriendo”.
D. Casimiro ha mostrado su preocupación por “tantos niños que hacen la Primera Comunión siendo la última”, y por “tantos bautizados que menosprecian la participación en la Eucaristía”. «Sine dominico non possumus», ha dicho citando a los Santos mártires de Abitinia, es decir, sin reunirnos el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir.
Además, en este Día de la Caridad también ha explicado que de ella “brota el mandamiento nuevo del amor: Amaos unos a otros como yo os he amado”, que este año vivimos bajo el lema `Tiende tu mano y comprométete”, para que el amor de Dios “llegue a todos, en especial a los más pobres y excluidos de nuestra sociedad”, más aún hoy ante “las consecuencias de la pandemia”.
Por último, la Eucaristía es presencia, pues “Jesús se queda en medio de nosotros como fuente inagotable de amor para que nos acerquemos a Él”, y nos “dejemos empapar de su amor para llevarlo a los demás”.
Tras la celebración solemne ha tenido lugar la procesión claustral con el Santísimo, que sostenido por el Obispo se ha detenido en la puerta que da a la calle Santa María para bendecir a la ciudad y a toda la Diócesis.
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