El Obispo, D. Casimiro, preside la celebración por la Festividad de Ntra. Sra. de Lourdes
Ayer por la tarde, la parroquia de La Asunción de Onda, municipio que se encuentra celebrando el Año Mariano de Ntra. Sra. de la Esperanza, acogió la celebración de la Festividad de la Virgen de Lourdes. Comenzó con el rezo del Santo Rosario, y posteriormente tuvo lugar la Eucaristía que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el párroco, Domingo José Galindo, y por el Secretario Particular, Ángel Cumbicos.
Pudieron acudir numerosos fieles, dentro de las restricciones, así como visitadores de enfermos y miembros de la Hospitaldidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes, también su presidente, Pascual Aznar.
En el inicio de la homilía, D. Casimiro invitó a los fieles a unirse “como comunidad diocesana en la oración”, viviendo estos momentos trágicos “desde la fe”. El coronavirus “nos ha mostrado que somos frágiles, que somos vulnerables, que somos finitos, que somos limitados, que somos mortales, que no lo podemos todo”, indicaba, y que “nos necesitamos los unos a los otros”, tal y como indica el lema de este año en España para la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo, “cuídemonos los unos a los otros”.
Ante esta situación, invitó a vivirla, no desde el miedo que nos paraliza, desde la desesperanza, desde el desconcierto o desde la incertidumbre, sino “dejándonos llevar por la Palabra del Señor, desde el Evangelio, desde la fe”. Ante el pasaje evangélico proclamado de las Bodas de Caná, nos habla de “la presencia de la madre de Dios y madre nuestra” en primer lugar, y “de la presencia del Señor en nuestro caminar y en nuestro peregrinaje en esta vida”.
Esta presencia de la Virgen, recordaba el Obispo, es “la presencia de una madre preocupada, solícita”, y “ella ve hoy nuestra necesidad, nuestros miedos, nuestras angustias, y como madre solícita está también atenta a cada uno de nosotros, no le es indiferente nuestro sufrimiento”, ni el de “tantos enfermos y sus angustias”. Ante ello, «la Virgen se dirige a su Hijo, que es la fuente de la vida, la fuente de la esperanza, el Salvador, aquel que tiene la potestad de sanar, de curar, de aliviar, de darnos vida, no solo tras la muerte sino también en el presente”.
Lo que nos dice Jesús esta tarde, exhortaba, es “no tengáis miedo”, “creed de verdad, dejad que se avive en vosotros la llama de la fe porque no estáis solos, Él navega con nosotros”, “Él está acompañando a los enfermos, a los sanitarios, a las familias, a nuestra Iglesia, a toda la humanidad, Dios no nos abandona, nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, ni tan siquiera la enfermedad ni la muerte”. D. Casimiro también realizó una petición a las familias, “que no priven a los enfermos de la atención espiritual”, sería “una falta de respeto y de caridad”, pero “tampoco los podemos privar de la atención espiritual en los hospitales”.
“Nos hemos trasladado a Lourdes mentalmente», expresaba al final, «como si estuviéramos a los pies de la Virgen en la gruta”, pero hoy, desde aquí “le pedimos por los enfermos, por los sanitarios, por las familias que han perdido a sus seres queridos, para que ella también consuele y de esperanza a tantas personas que están dolorodidas”, y “le pedimos también que nos ilumine a todos para trabajar unidos por la vida, que ilumine a nuestros políticos para que sepan trabajar de verdad, para que ilumine a los científicos para que encuentren el remedio necesario para combatir esta enfermedad, y para que no olvidemos nunca a los más desfavorecidos, no pensemos solo en nosotros”.
Tras la Santa Misa se realizó una emotiva procesión claustral con la imagen de Ntra. Sra. de Lourdes.
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