El obispo invita, en la fiesta de la Virgen de la Cueva Santa de Segorbe, a salir de nosotros mismos y fiarnos de Dios
Don Casimiro López Llorente celebró el pasdo domingo 8 de septiembre la Santa Misa en honor a la Virgen de la Cueva Santa, patrona de Segorbe, y presidió la procesión que se celebró a continuación en la capital del Alto Palancia.
El obispo de nuestra diócesis resumió los tres momentos que han contemplado los segorbinos en estos días dedicados a la madre de Dios. El miércoles, a la Virgen de la Esperanza “para que en manos de María se avive también en nosotros dicha virtud”. El viernes, a la Virgen de Loreto, “que nos habla de la fe de María gracias a la cual, según san Agustín, concibió al hijo de Dios; y hoy en la caridad de María. Son como las tres flores que más le gustarían a la Virgen: la flor de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestra caridad”, resumió.
Grande la fe de María, continuó Don Casimiro. “Ella creyó en Dios y creyó a Dios. Él estaba en ella y ella confiaba totalmente en Él. Puso su vida en sus manos y nos enseña a creer, a fiarnos de Dios, que es amor y que nos ama a cada uno de nosotros, que nos ha creado y nos ha llamado a la vida por amor y para el amor, que nos dio parte de esa vida divina en nuestro bautismo y que nos sigue amando a través de la Virgen, que es compasivo, que es misericordioso y que nos salva”.
Asimismo, el obispo de Segorbe- Castellón advirtió que nuestra fe se va debilitando y vivimos como si Dios no existiera y solo nos acordamos de Él cuando lo necesitamos. “Tenemos -por tanto, recordó- que a través de la Virgen salir de nosotros mismos y fiarnos de Dios. Poder así también transmitir la fe a nuestros hijos. Junto con la devoción a la Virgen de la Cueva Santa, vayamos de sus manos a Dios, que es una asignatura pendiente en toda nuestra Diócesis. Que nuestras comunidades parroquiales se conviertan en verdaderas comunidades creyentes, evangelizadas para evangelizar y vivir con mayor intensidad nuestra vida cristiana, implicándonos para que Dios llegue a todos. Para que toda persona viva con la dignidad que le corresponde. Para que la justicia de Dios, que es también justicia humana, se haga realidad”, concluyó.
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