La Asunción de la Vall d’Uixó peregrina a Vannes
La parroquia de la Asunción de la Vall d’Uixó peregrinó el pasado mes de Agosto a la ciudad de Vannes (Francia), para ponerse a los pies de la tumba de San Vicente Ferrer en su catedral. El Santo dominico valenciano, patrón de la ciudad de la Vall d’Uixó, murió la tarde del 5 de abril de 1419 en una pequeña habitación de dicha ciudad bretona donde se había trasladado, invitado por su Obispo, para predicar el Evangelio. Allí, a diario, no sin dificultad, bajaba del segundo piso de su posada para su predicación, hasta que la fiebre y los dolores le hicieron quedar postrado en cama, muriendo poco tiempo después.
«Sednos padre y defensor, Santo Apóstol Valenciano». Así rezan los gozos de San Vicente Ferrer, y con el canto de estos gozos concluyó la Eucaristía que los peregrinos de la Asunción pudieron celebrar con fe y emoción en la capilla gótica de la tumba de San Vicente, pidiendo su intercesión y su ejemplo para vivir la vida cristiana siguiendo a Cristo. Los peregrinos pudieron visitar también diversas localidades bretonas donde predicó San Vicente Ferrer, como Dinan, en cuya parroquia un precioso ventanal conserva el testimonio de vida y predicación del santo patrón por tierras francesas. Los peregrinos concluyeron su peregrinación en el santuario de Sainte Anne d’Auray que visitó San Juan Pablo II en 1996 y en cuyo altar mayor celebraron la Eucaristía.
Santa Ana, madre de la Virgen María es patrona de Bretaña y se venera en ese lugar desde el siglo V. Las peregrinaciones comenzaron en el S. XVII, tras darse a conocer las apariciones de Santa Ana a Yves Nicolazic, un piadoso labriego, lo que dio lugar a la construcción de una capilla que a mediados del siglo XIX fue reemplazada por la actual basílica. Santa Ana de Auray acoge desde entonces a peregrinos durante todo el año, procedentes de todas las diócesis y parroquias de Bretaña. A los pies de María, hija de Santa Ana y Madre de Jesús, los peregrinos de la parroquia de la Vall d’Uixó pusieron sus deseos de seguir anunciando con sus vidas la alegría del Evangelio que vivió San Vicente Ferrer.
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