La Peregrinación Diocesana a Roma concluye con una Eucaristía en la Basílica de San Pablo Extramuros
Tras la emotiva jornada vivida ayer junto al Papa Francisco, nuestros peregrinos encaran hoy la última jornada de su peregrinación a Roma. Y lo han hecho esta mañana con la celebración de una Eucaristía en la Basílica de San Pablo Extramuros que es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma. Surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo.
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En la homilía, D. Casimiro, ha hablado de la personificación de la fe en los apóstoles Pedro y Pablo, así como San Mateo, en el día de su festividad. “Hemos recibido gratis la fe, gratis la debemos dar”, ha dicho.
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“La iglesia está llamada a evangelizar, lo que sólo posible si está fortalecida”, ha continuado nuestro Obispo, hablando del encuentro que Mateo y Pablo tuvieron con el Señor, y de la llamada a la misión. Se trata de un “encuentro personal, y luego en la comunidad, que está compuesta por los que necesitan de médico, es decir, por pecadores”. “No podemos vivir una fe tradicional sino personal”.
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También ha explicado que “la llamada nos hace discípulos”, de modo que podamos “hacer propia la vida de Dios acogiendo la gracia según la vocación a la que estamos llamados”. “Hemos sido llamados para ser apóstoles – ha recalcado – es decir, testigos de la Resurrección del Señor”.
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Y, por último, al hilo del objetivo de este nuevo curso pastoral, “el Primer Anuncio es mostrar el kerygma, el amor de Dios – ha indicado – a los de fuera y a los de dentro de la Iglesia”. Para ello, el Obispo ha pedido la intercesión del “Apóstol de los Gentiles, ya que muchos de nuestro entorno no conocen realmente a Cristo, o vivimos en la vida de la Iglesia como si no lo conociéramos, sin conversión”. “Pidamos a San Pablo que nos muestre el camino a Jesús, el Hijo de Dios vivo, para vivirlo en coherencia en nuestra vida, para que lo que decimos sea acorde con nuestra vida personal”. “Pidamos a San Pablo que nos dé la vida eterna de Dios, porque todo el que cree en Él tiene vida eterna”.
Para concluir la Peregrinación, antes de su regreso han podido visitar también la Basílica de San Juan de Letrán, que es la Catedral de Roma, donde se encuentra la sede episcopal del Obispo de Roma, y que está dedicada a Cristo Salvador.
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