Monseñor López Llorente: “La Cuaresma tiene un sentido penitencial que nos prepara para la Pascua”
Don Casimiro López Llorente ha celebrado la Santa Misa del Miércoles de Ceniza en la Catedral de Segorbe, que ha congregado a numerosos fieles entre los que se encontraban los alumnos de los colegios diocesanos de La Milagrosa y el Seminario Menor, así como el equipo docente de ambos centros educativos. El Obispo de Segorbe-Castellón ha reflexionado en la homilía de dicha celebración eucarística sobre el sentido del Tiempo de Cuaresma que se inicia hoy –ha explicado- y que “posee un sentido penitencial que nos introduce y prepara para la Pascua”.
Monseñor López Llorente ha resaltado tres elementos importantes de este tiempo litúrgico que no conviene olvidar, “porque ahí es donde se demuestra que convertimos el Evangelio en nuestra vida”. Son la oración, el ayuno y la limosna. Orar –ha continuado nuestro Obispo- es estar con Jesús, “dejar que nos hable para que nos modele y nos forme según su imagen. Por eso, en este tiempo, hemos de intensificar la oración”. “Yo os propongo una cosa”, ha afirmado: “que no pase ningún día sin que hagamos un rato de oración, sea al comienzo de la mañana, o al final del día. Todos tenéis seguro las Sagradas Escrituras en casa. Leed un fragmento cada día y meditad qué os quiere decir Jesús; o, si queréis, más fácil: rezad todos los días el Padrenuestro, pensando en lo que le decís. No nos puede faltar hablar con Dios un ratito cada día de la Cuaresma”.
Sobre la importancia del ayuno, Don Casimiro ha explicado a los presentes que se trata de “abstenerse de algo porque no solo de pan vive el hombre, sino de toda la palabra que sale de la boca de Dios. No pensar tanto en nosotros mismos como en Dios y en los demás. Podemos ayunar renunciando un rato al videojuego, al móvil, a la tele, o a las chucherías. Tantas cosas de las que podemos prescindir y, eso que ahorramos, dárselo a los pobres”. Y ahí viene la limosna, ha manifestado; es decir, “cuando ponemos a Dios en el centro podemos, por tanto, abstenernos de cosas, de comer, incluso de elementos necesarios para dárselos a los demás. Este es el verdadero sentido de la Cuaresma”, ha concluido.
Camino hacia la Pascua
Previamente, el Obispo de Segorbe-Castellón ha explicado que la Cuaresma recuerda los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto antes de comenzar su vida pública, preparándose, como también hemos de hacer nosotros. “No para la Semana Santa, sin más, ha observado, que la identificamos o con días de vacaciones o con las procesiones. No, para la celebración en la noche pascual de la Resurrección del Señor, que se entrega por nosotros, muere y resucita para que en Él tengamos vida. Eso es la Cuaresma”.
“¿Cómo la comenzamos?, ha continuado. Con el rito de la imposición de la ceniza. Y ahí hay dos frases que se pueden decir. Una es, ‘recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir’ y otra es, ‘conviértete y cree en el Evangelio’. Mirad, la Pascua definitiva es cuando nos encontremos al final de nuestra vida con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos da la vida ya para siempre. Y hemos de ir poco a poco, caminando hacia nuestro destino final, Pascua tras Pascua. Cuando se dice ‘recuerda que polvo eres…’ se nos recuerda que la vida es breve y que es un tiempo que Dios nos da para vivir como cristianos, para que la vida nueva que recibimos el día de nuestro Bautismo, vaya tomando forma en nosotros y vayamos creciendo cara a Dios y a los hombres”.
¿Y qué significa eso de convertirse?, se ha preguntado. “
«Tantas veces vivimos como si Dios no existiera; no lo tenemos presente en nuestras vidas y es bueno, en este tiempo fuerte, volver nuestra mirada, nuestra mente y nuestro corazón a Jesús, a Dios; y, así, creer en el Evangelio, en la palabra que Jesús nos dice y, antes que nada, creer en Él, como aquel que es nuestro amigo de verdad, que nos da aliento en nuestro caminar, que es nuestra esperanza. Ponerlo, en definitiva, en el centro de nuestra vida”, ha reflexionado.
“De nada serviría que hoy nos reuniéramos aquí para recibir la ceniza si después esto no tiene consecuencias en nuestra vida. Hay que convertirse, es decir, que nuestro corazón, nuestra mirada, se fije en Jesús. Recuperar ese encuentro con El Señor para dejarnos encontrar por Él. El otro día estuve con un grupo de vosotros en el oratorio –ha recordado- y me encantó esa forma que teníais de hablar con Jesús, de escuchar su palabra, de dejar que fuera calando en vuestro corazón. Pues digamos que la Cuaresma es como un oratorio intensificado para que seamos cristianos de verdad, es decir, amigos de Dios. Si vemos que hay algo que no está en orden, dejarnos reconciliar por Dios. Para eso tenemos el sacramento de la Penitencia, donde Jesús nos perdona y, además, nos da la fuerza para vivir mejor como hijos e hijas suyos”.
La celebración eucarística ha continuado tras la homilía de Don Casimiro con el tradicional rito de la ceniza y la distribución entre los fieles de la Sagrada Comunión.
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