Monseñor López Llorente: “No hay Eucaristía sin Iglesia ni Iglesia sin Eucaristía”
El Obispo de Segorbe-Castellón ha celebrado la Santa Misa “in Coena Domini” en la Catedral de Segorbe y ha centrado su homilía en la Eucaristía, que es el objetivo pastoral fijado por Monseñor López Llorente para el presente curso. Don Casimiro ha afirmado que “la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia, de nuestra Iglesia diocesana, de cada comunidad cristiana, de toda familia cristiana y de todo cristiano. No hay Eucaristía sin Iglesia, pero, antes aún, no hay Iglesia, ni comunidad cristiana, ni familia cristiana ni cristiano sin Eucaristía”.
Asimismo, ha manifestado que “ser cristiano sólo es posible permaneciendo vitalmente unidos a Cristo, como el sarmiento a la vid, participando con frecuencia en la Eucaristía y acercándose a la comunión” (…) “Este Sacramento perpetúa por todos los siglos la ofrenda libre, total y amorosa de Cristo en la Cruz para la vida del mundo. Una memoria que es actualización del sacrificio redentor, presencia real del Señor y banquete de comunión con Él y los hermanos en la espera de su venida al final de los tiempos” (…) “Aquel pan queda milagrosamente transformado en el Cuerpo de Cristo, y aquel cáliz que ya no contiene vino, sino la sangre de Cristo; son el anuncio y anticipo de la entrega de su cuerpo y el derramamiento de su sangre en la Cruz. Jesús instituye así el sacramento de la Eucaristía y del Sacerdocio para perpetuar por todos los tiempos la ofrenda de sí mismo por amor en la Cruz”, ha resaltado.
Don Casimiro ha preguntado si “tenemos verdaderamente deseo de él; si sentimos en nuestro interior el impulso de ir a su encuentro en la Eucaristía; si anhelamos su cercanía, ese ser uno con él, que se nos regala en la Eucaristía, o si somos, más bien, indiferentes, distraídos, ocupados totalmente en otras cosas”.
Por otra parte, Monseñor López Llorente también ha significado que “Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, Dios mismo, se acerca a sus criaturas, los hombres, porque los ama hasta el extremo de entregar su vida por ellos. Los ama también en su caída, en su pecado, y no los abandona a sí mismos. Antes de la Cena, Jesús baja de su gloria divina. Se desprende de las vestiduras de su gloria divina y se viste con ropa de esclavo. Se arrodilla ante sus discípulos, se arrodilla ante nosotros y desempeña el servicio del esclavo; lava sus pies y nuestros pies sucios, para que puedan y podamos ser admitidos a la mesa de Dios, para hacerles y hacernos dignos de sentarnos a su mesa, algo que por nosotros mismos no podríamos hacer jamás”.
Puedes leer la homilía completa en este enlace: Jueves Santo – 2019
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