El Obispo visita Arañuel y bendecirá el campanario restaurado
Arañuel no existe hasta que prácticamente te das de bruces con la entrada del pueblo. Hay que encontrarlo como un tesoro escondido en la carretera paisajística del Mijares, porque hasta tres kilómetros antes no está el primer cartel anunciador en la CV-20 de Onda a Montanejos. Sin embargo esta población, que pasa de los 100 habitantes de invierno a 3.000 en verano, alberga una comunidad católica muy viva. Este domingo de Pentecostés a las 12h, el Obispo los acompañará con motivo de la bendición de campanario restaurado.
El origen de esta parroquia data de la época de Jaime I (s. XIII), cuando la antigua mezquita se convirtió en templo cristiano. El edificio actual, dedicado a San Miguel Arcángel, es del XVIII, como el campanario que ha necesitado una intervención urgente para evitar una situación de riesgo. Pero junto a la historia, el Espíritu sigue soplando con dinamismo.
La semana pasada Reciplana, la fundación de reciclaje de Cáritas, recogió 40 bolsas de ropa. Las fiestas religiosas, como Sta. Quiteria el 22 de mayo, atraen a los arañuelenses que se marcharon a Castellón, Valencia o Barcelona, y manifiestan una piedad popular arraigada en una fe sincera. Las familias de toda la vida siguen sosteniendo y aportando para la parroquia, como el altar de la Virgen de los Dolores o la participación en la restauración, a razón de 100 euros mensuales durante seis años.
El párroco, D. Alberto Sanahuja, asegura que “aunque se ponga en el cepillo cinco céntimos, nos dan la alegría de ver cómo la gente colabora en lo que puede”. Su labor está marcada por la cercanía a las personas: “Creo que todo es bueno a nivel pastoral y aporta un grano de arena para que poco a poco la gente venga al encuentro del Señor”. La puerta abierta, y una iglesia que se perciba como parte del pueblo y su casa. Esa es la clave, defiende Sanahuja.
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