Homilía en la apertura del curso académico en el CEU
Homilía en la apertura del curso académico 2024-2025 en el campus del CEU en Castellón
Capilla del Centro en Castellón – 17 de octubre de 2024
(Fip 3,17-4,1; Sal 33; Jn 12,24-26)
Hermanos y hermanas, amados todos en el Señor
1. Con esta Eucaristía comenzamos la apertura oficial de un nuevo curso académico en este Campus Universitario del CEU-Cardenal Herrera en Castellón. Y no podría ser de otra manera. Aquí está el centro, la fuente y la cima de la vida y misión de la Iglesia y todo cristiano. Vuestro Campus, por su identidad católica, se inserta también en la vida y misión de la Iglesia. Y ésta no es otra sino anunciar, ofrecer y hacer presente a Jesucristo y su Evangelio a los hombres y mujeres de hoy en las actividades cotidianas. En la Eucaristía, Dios nos ofrece su Palabra, la Palabra de la verdad; en la Eucaristía, se hace realmente presente y se nos da Cristo vivo: Él es Logos de Dios, la Verdad sobre Dios, sobre el ser humano y sobre toda la creación. Sin esta Verdad andaremos a tientas en la búsqueda de la verdad en la investigación y en la educación de las personas. En la Eucaristía y por ella, Él mismo Señor nos une a sí mismo, hace de nosotros un solo cuerpo, una comunidad educativa; nos da el alimento y la fuerza necesaria para la misión diaria.
Como creyentes invocamos al Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría y de inteligencia. Pedimos que el Espíritu de Dios guíe vuestras mentes y vuestros corazones al servicio de la investigación y de la formación de los alumnos.
2. La Palabra de Dios es lámpara que ilumina nuestra existencia, y también vuestra actividad académica e investigadora, vuestra tarea docente y discente. Esta palabra arroja luz sobre la actividad de todos los aquí presentes, especialmente de los profesores y alumnos de este Centro. Estáis llamados a hacer de Jesucristo y su Evangelio el centro vertebrador de la formación integral de los alumnos, según el carisma propio y la singular vocación del CEU.
En la base de vuestro proyecto educativo habéis puesto la promoción de la formación cristiana, humana y profesional de los futuros profesionales. Queréis hacerlo con exigencia intelectual, con excelencia académica y con una visión trascendente del hombre. Vosotros mismos os proponéis como los valores más significativos de vuestro centro la educación católica de los jóvenes desde la búsqueda de la verdad, basada en la apertura intelectual, humilde y amorosa hacia la verdad, en el respeto del otro y en la cercanía humana entre profesores y alumnos. La concepción integral del hombre es la dimensión esencial de vuestro proyecto educativo, basado en el rigor, la exigencia y la excelencia académica de toda la comunidad educativa.
El quehacer diario de toda la comunidad educativa –alumnos, profesores, administrativos y personal de servicio-, basado en estos principios y valores, será el mejor servicio que vuestro Centro puede prestar a la sociedad actual y a nuestra Iglesia. No se trata tan sólo de formar buenos y eficaces profesionales, médicos, enfermeros o maestros; se trata ante todo y antes de nada de formar en el ser médicos, enfermeros o maestros, con una visión trascendente de la vida, con una concepción cristiana de la persona, con una visión de la dignidad sagrada e inviolable de toda persona desde su concepción hasta su muerte natural.
3. San Pablo, en la lectura de hoy, nos previene ante una comprensión de la existencia cerrada a Dios y a Cristo, raíz de la falta de esperanza y de la paz: “Porque… hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas… Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. … Antes no teníais un Mesías… no tenías ni esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús… Él es nuestra Paz”, escribe Pablo a los filipenses.
Bien sabemos que uno de los mayores problemas de nuestro tiempo es el olvido y el rechazo de Dios. El secularismo, el materialismo, el nihilismo y el relativismo excluyen a Dios de la vida humana, personal, familiar o social, así como de la educación y de la ordenación de sociedad. Ello conduce a la ruptura de la armonía entre fe y razón, reduce lo real a lo material, lo experimentable y mensurable, excluye la ética del uso de la técnica o de la vida política, y eleva el deseo a única norma de comportamiento.
La antropología que de aquí se deriva es la de un hombre totalmente autónomo, que se convierte en criterio y norma del bien y del mal; se trata de un hombre cerrado a Dios, a la trascendencia, de un hombre cerrado en su yo y en su inmanencia, y en sus deseos y en su voluntad de dominio y de poder.
Pero la marginación de Dios abre el camino a una vida humana sin rumbo, sin sentido y sin esperanza, a proyectos que acortan el horizonte y se cierran en intereses inmediatos, y el camino a idolatrías de distinto tipo. La ausencia de Dios en la vida intelectual, educativa, tecnológica, cultural y social trae consigo consecuencias que deshumanizan al ser humano y a la sociedad. Ahí están la pérdida progresiva del respeto a la dignidad de toda persona humana, el aumento del odio y los intentos de eliminar al diferente, la absolutización de la ley política desvinculada de la justicia, de la naturaleza del ser humano y de todo fundamento pre-jurídico.
Cuando se reduce al hombre a su dimensión material e intramundana, cuando se excluye a Dios de la vida se expolia al hombre de su profundidad espiritual. Cuando se elimina su referencia a Dios, se inicia la muerte del hombre y comienza el ocaso de su dignidad. Recuperar por el contrario a Dios en nuestra vida lleva a la defensa de todo ser humano, de su dignidad, de su verdadero ser y de sus derechos inalienables, y de su derecho a una verdadera educación integral. Recuperar a Dios en nuestra vida lleva a cuidar de toda la creación.
En el Evangelio de san Juan de este día, Jesús enseña que la actitud propia del discípulo es servirle a Él, el Camino, la Verdad y la Vda. En vuestro caso, queridos profesores y personal administrativo, servir Cristo se traduce y se concreta en el servicio a los alumnos, gastándoos y desgastándoos, para ser fecundos en vuestra tarea.
4. La Universidad es el lugar de búsqueda de la verdad por excelencia. Sin Dios, como “fundamento de la verdad”, sin Cristo, el Logos encarnado, el Camino, la Verdad y la Vida, los valores y las virtudes, la educación y los derechos fundamentales tienden a quedarse en grandes palabras. El reino de Dios, reino de la verdad, de la justicia y de la paz, ha sido ya instaurado por Cristo y camina hacia su consumación plena.
Por eso, pedimos al Señor que el Espíritu de la Verdad ilumine y fortalezca a toda vuestra comunidad educativa para que seáis testigos del ‘esplendor de la verdad’.
Fieles al espíritu apostólico de vuestro Patrono, San Pablo, estáis llamados a ofrecer el Evangelio de Cristo a cada persona en particular y llevarlo a todos los ambientes de nuestra sociedad en los que se juega el destino de los hombres. Que sólo os mueva la certeza de que Cristo es la Verdad que salva al hombre y le lleva a su plenitud. Amén
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe- Castellón