La Iglesia diocesana: Comunidad de discípulos misioneros
Queridos diocesanos:
Este Domingo celebramos el Día de Iglesia diocesana. Esta Jornada quiere ayudarnos a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a la Iglesia diocesana, en nuestro caso a la Diócesis de Segorbe-Castellón, para conocerla mejor, para sentirla como propia y para amarla como nuestra gran familia. Este día nos llama también a implicarnos en su vida y en su misión evangelizadora y colaborar con generosidad en su financiación económica. Con la colaboración de todos podremos llevar a cabo la misión evangelizadora que el Señor nos ha encomendado.
Nuestra diócesis de Segorbe-Castellón no es un territorio ni una estructura administrativa. Es la comunidad de hombres y mujeres formada por los cristianos católicos que vivimos en el territorio diocesano en sus distintas comunidades parroquiales y eclesiales. Como nos enseñó el Concilio Vaticano II somos una porción del Pueblo de Dios, extendido por toda la tierra, en la que se hace presente y actúa la Iglesia de Jesús. Somos el pueblo elegido por Dios para anunciar el Evangelio y hacer presente en esta nuestra tierra la cercanía amorosa de Dios y su salvación en Cristo para todos.
Nuestra razón de ser y nuestra misión es llevar a todos al encuentro personal, transformador, sanador y salvador con Cristo vivo. Jesús ha muerto y ha resucitado para que nadie perezca, sino para que todo el que crea en Él, tenga Vida eterna y feliz. Jesús es el Camino para ir a Dios y al encuentro con los hermanos; es la Verdad sobre nuestro origen y destino; y es la Vida que perdura para siempre y colma el deseo innato de felicidad de todo ser humano. Cristo es la Esperanza que no defrauda.
Por el bautismo hemos renacido a la Vida misma de Dios. Dios mismo nos ha hecho sus hijos amados en su Hijo Jesús, nos ha unido a Cristo y nos ha incorporado a su familia, la comunidad de la Iglesia. Este es el don gratuito que hemos recibido de Dios en nuestro bautismo. Un don que contiene una llamada o vocación, una tarea y una misión: Jesús nos llama a vivir unidos a Él formando una comunidad, a seguirle en su comunidad, y nos envía a todos a anunciar el Evangelio. Somos y estamos llamados a ser una comunidad de discípulos misioneros.
Por esta razón es decisivo mantener vivo el don de nuestro bautismo mediante el encuentro o el reencuentro de cada uno de nosotros con Cristo vivo; un encuentro que nos lleve a creer de corazón en Jesús, a adherirnos a Él, a entrar en una relación personal con Él y a orientar toda nuestra vida según el Evangelio, integrados en la comunidad de su Iglesia, participando de su vida y misión.
Este encuentro personal con el Señor pide, a su vez, un camino de crecimiento en la fe y en la vida cristiana, que nos ayude a descubrir el proyecto que Dios tiene sobre cada uno de nosotros. Para este fin se ofrece el acompañamiento personal espiritual, objetivo de este curso pastoral. Todos y cada uno estamos invitados a plantearnos la propia existencia como vocación, como llamada de Dios, y a descubrir el plan de Dios para cada uno de nosotros. A esto se refiere el lema elegido para la Jornada de este año: ¿Y si lo que buscas está en tu interior? Es una invitación a cada uno a buscar “en tu interior” para descubrir el plan que Dios tiene para ti. Todos queremos encontrar la felicidad en nuestra vida, pero a veces buscamos en el lugar o por el camino equivocado. La encontramos cuando dejamos a Dios ir por delante y nos dejamos guiar por Él.
Nuestra vida tiene sentido porque Dios nos ha llamado a esta vida por amor (nos ha creado), nos ha llamado a la vida nueva (nos ha recreado) en el bautismo y nos llama para una misión. Dios nos crea por amor, para que viviendo tras las huellas de Jesús y unidos a Él en la comunidad de la Iglesia, lleguemos a la perfección del amor, a la santidad, a la felicidad eterna. Los caminos son diversos: el matrimonio, el sacerdocio, la vida consagrada, la vida laical… Cada uno deberá preguntarse por la vocación, la entrega y la misión a que Dios le llama en la comunidad de su Iglesia. Porque todos somos discípulos misioneros del Señor.
Acojamos la invitación que nos hace el Día de la Iglesia diocesana. A todos nos urge descubrir nuestra identidad cristiana y nuestra pertenencia a nuestra Iglesia diocesana, para vivirlas con amor, alegría y fidelidad. Todos estamos llamados a participar en su vida, en su misión y en sus actividades, según la vocación que cada uno ha recibido de Dios. Para cumplir la misión que Jesús nos ha encomendado a todos, nuestra Iglesia necesita de medios personales y económicos. Sin la colaboración y la aportación generosa de todos, nuestra Iglesia no puede atender tantas peticiones que le llegan para seguir ayudando y haciendo el bien. Seamos generosos en la colecta de este día.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón