Nuestro Obispo D. Casimiro recibió ayer la visita de la familia Tortosa Rubert, quienes están en misión ad gentes en Budapest, Hungría, desde el año 2012. La familia, formada por Daniel, Ana y sus diez hijos – Daniel, María, Pablo, Andrés, Lucas, Miguel, Ana, Isabel, Ester y Raquel – pertenece al Camino Neocatecumenal de la parroquia de Nuestra Señora de la Merced de Burriana.
Además, es una de las cinco familias en misión ad gentes de la Diócesis de Segorbe-Castellón, que incluye dos en Estados Unidos, una que partirá a Taiwán en septiembre y otra que se dirigirá a Camboya. Estas familias dejan atrás sus países, trabajos y vidas para responder a la llamada de evangelizar en un mundo cada vez más secularizado. Tal como señala el decreto Ad Gentes de la Iglesia: «En el presente orden de cosas, que da lugar a una nueva condición de la humanidad, la Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5, 13-14), se siente llamada con mayor urgencia a salvar y renovar a toda criatura para que todo se instaure en Cristo y todos los hombres constituyan en Él una única familia y un solo Pueblo de Dios.»
Es fundamental destacar que el término Missio Ad Gentes se refiere a la evangelización en lugares donde la enseñanza del Evangelio es escasa o enfrenta desafíos significativos. Las familias misioneras no están solas en esta labor; cada comunidad ad gentes está formada por 3 o 4 familias y un sacerdote, que juntos establecen una comunidad cristiana en zonas de gran secularización. Estas familias son solicitadas por obispos locales y, con el apoyo y las oraciones de sus comunidades de origen y de la Iglesia universal, llevan a cabo la misión de anunciar la Buena Nueva del Evangelio.
Daniel Tortosa y Ana Rubert, junto a sus nueve hijos (Daniel, María, Pablo, Andrés, Lucas, Miguel, Ana, Isabel y Ester), son una de las familias que forman la Missio ad gentes en Budapest (Hungría), donde están en misión desde el año 2012. Él es arquitecto técnico y ella es pedagoga, y pertenecen a una comunidad neocatecumenal de la parroquia de Nuestra Señora de la Merced de Burriana.
El próximo domingo, día 24 de octubre, celebraremos el Domund con el lema “Cuenta lo que has visto y oído”. Por ello, la familia Tortosa Rubert nos hace llegar, a través de la Delegación diocesana de Misiones, un video en el que nos cuentan su experiencia en la misión.
Daniel explica como “el Señor en la misión me ha ayudado a conocerme”. Aquí tenían dos buenos trabajos, pero ha sido la misión lo que “me ha hecho ver como realmente soy, ver que necesito de Jesucristo todos los días y acogerme a Él”. También se siente agradecido al Señor porque “ha provisto siempre con nosotros, material y espiritualmente”.
Ana dice que la precariedad “te hace estar pendiente del Señor, te hace unirte a Él, y no porque nosotros seamos mejores ni peores, pero eso la gente de nuestro alrededor lo percibe” y se cuestiona.
Un caso concreto que explica Daniel es el de varias compañeras de trabajo. “No están bautizadas, de familia totalmente alejada de la Iglesia”, y “sin yo hacer nada, el Señor también les habla” por “el simple hecho de ver a una familia que intenta ser una familia cristiana”. Esto les cuestiona y les acerca a Dios. “El Señor va por delante y llega a tanta gente”.
Daniel Tortosa y Ana Rubert, junto a sus nueve hijos (Daniel, María, Pablo, Andrés, Lucas, Miguel, Ana, Isabel y Ester), son una familia en misión ad gentes en Budapest (Hungría) desde hace 8 años. Él tiene 38 años y es arquitecto técnico, ella tiene 40 años y es pedagoga. Pertenecen a una comunidad neocatecumenal de la parroquia de Nuestra Señora de la Merced de Burriana.
¿Cómo vivís las noticias que os llegan desde España?
Por una parte con mucha preocupación, sobre todo por las personas mayores, y la distancia siempre nos hace vivir con incertidumbre, además hemos sufrido por familiares ingresados por coronavirus, que lo han pasado mal. Pero por otro lado sabemos que Dios es nuestro Padre, y que como tal nos cuida y ayuda, estamos en sus manos.
¿Cómo es la situación actual en Hungría?
Es bastante más tranquila que en España. Supongo que es porque se actuó con mucha antelación, en parte por la forma que tienen los húngaros de enfrentarse a la enfermedad, por ejemplo, si un niño en el colegio tiene un poco de fiebre, enseguida el médico le da la baja y le envía una semana a casa.
Aquí, ante los primeros casos se cerraron los colegios, y a mi -contesta Daniel- me dieron la oportunidad de realizar teletrabajo. Actualmente hay alrededor de 3000 contagiados y 350 fallecidos.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia húngara?
La Iglesia húngara ha obedecido en todo momento a las autoridades. En el momento que el presidente de Hungría prohibió las reuniones, el cardenal de Budapest tomó las medidas oportunas y la dolorosa decisión de cerrar los templos.
Nosotros, como misión ad gentes, suspendimos inmediatamente todas las celebraciones y reuniones. La comunidad comenzamos a reunirnos virtualmente para rezar juntos. La fortuna que tenemos es poder vivir toda esta situación perteneciendo a la Iglesia, lo que nos permite y ayuda a vivir este acontecimiento con esperanza.
¿Cómo estáis viviendo vuestra fe durante este tiempo?
Evidentemente, nuestro deseo y oraciones se dirigen, sobre todo, por el fin de la enfermedad y los que sufren, pero este tiempo de convivencia y de vida en familia lo estamos viviendo como una gracia. Los niños se están portando muy bien y pueden ir haciendo las clases online. Para el matrimonio está siendo un tiempo maravilloso, y el Señor nos está regalando el poder disfrutar de la familia, estar juntos, comer todos juntos.
Nos están ayudando mucho las misas online de varios sacerdotes que conocemos, a través de Youtube, Instagram, de la televisión… Las vemos todos los días, participamos junto a nuestros hijos y hacemos la comunión espiritual, lo que nos reconforta a todos. Tenemos muchísimo tiempo para hablar, sobre todo de esta situación que estamos viviendo desde la visión cristiana, y sabemos que no es casualidad que nos haya tocado vivirla en medio de la Cuaresma y de la Pascua.
La Pascua la hemos preparado en casa con mucha ilusión. Preparamos un Vía Crucis con los niños, en el que cada estación tenía un dibujo que colorearon ellos, y se las explicamos. Además, todos los días sobre las 12h realizamos una videollamada con la familia, rezamos el Ángelus y el Rosario, oraciones a las que se unieron nuestros hijos sin tener que animarles a ello. Estoy muy agradecido y el Señor nos ayuda a vivir este tiempo en familia como un regalo.
¿Un mensaje de esperanza?
La Iglesia es la única que puede dar esperanza a todas las personas ante este sufrimiento, que vivido con el Señor tiene un sentido, permitiendo descansar y esperar en Él, siendo testigos de su amor, que nos perdona los pecados y que quiere ser uno con nosotros. La muerte ha sido vencida. Este es el mensaje de esperanza que nos ha transmitido la Iglesia a nosotros y es lo que podemos transmitir a los demás.
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