Retiro de Adviento para sacerdotes: Mons. José Vilaplana realiza dos meditaciones centradas en la esperanza y en la motivación pastoral
Los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón, junto a nuestro Obispo, D. Casimiro, han participado esta mañana en el retiro de Adviento, organizado por la Vicaría para el Clero. Celebrado en el Centro Sagrada Familia de Castellnovo, en esta ocasión ha predicado Mons. José Vilaplana Blasco, obispo emérito de la Diócesis de Huelva, que ha realizado dos meditaciones centradas en la esperanza y en la motivación pastoral.
D. José ha advertido a los sacerdotes presentes sobre la crisis de la esperanza, la acedia espiritual y sobre la superficialidad al no ir al fondo de las cuestiones. Ante ello, ha exhortado a meditar sobre el lugar en el que ubicamos el cimiento de nuestra esperanza, indicado que éste no debe ser uno mismo, sino Dios, pues Él es el protagonista y fundamento de nuestra esperanza. “El Señor no defrauda a quienes ponen en Él su esperanza”, ha dicho recordando lo que nos dice el Señor en Ez. 37, «Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis». “El auténtico creyente sabe que Dios siempre lleva adelante su historia de salvación”, ha recordado, y debemos estar agradecidos al Señor “porque nos ha elegido en nuestra debilidad para hacerle presente a Él en medio de este mundo”.
También ha animado a dejarse sorprender por el Señor. “No sé si nosotros esperamos mucho o poco del Señor – ha dicho –, pero Él si que espera de nosotros”, porque “se fía de ti y te hace capaz”. Ha puesto como ejemplo a Zaqueo, que al conocer a Jesús se deja sorprender por su persona y decide cambiar de vida, y a San Pedro, “que mete la pata hasta el fondo, pero se deja sorprender por la mirada del Señor”.
En este Adviento, D. José ha exhortado a los sacerdotes a preparar el corazón para acoger al Señor, que “debe estar limpio, ordenado y habitado por el Señor, el más fuerte”, pues “el que tiene la casa defendida por el más fuerte es el que gana”. Para ello ha citado una homilía de San Macario: «¡Ay del alma por la que no transita el Señor ni ahuyenta de ella con su voz a las bestias espirituales de la maldad! ¡Ay de la casa en la que no habita su dueño! ¡Ay del alma en la que no habita Cristo, su Señor!».
En la segunda meditación ha tratado el tema de la falta de motivación pastoral, consecuencia de la falta de esperanza. Ha citado como ayuda a la Primera Carta de San Pedro: «Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad; no como dictadores, sino como modelos para el rebaño.»
Ha destacado también tres puntos como apoyo a la reflexión sobre la motivación pastoral. En primer lugar, ha indicado la necesidad de “tomar conciencia siempre de quien nos envía”, sabiendo “que somos enviados”. Para ello es necesario huir de la tentación de encerrarse, de centrarse en la propia debilidad y en la complejidad de la situación, pues a pesar de ello el Señor sigue sosteniendo, se hace presente y sigue enviando a la misión, enviando su Espíritu Santo, que capacita.
En segundo lugar, una motivación muy importante es la necesidad de las personas, ya que “el mundo está tan necesitado porque le falta el fundamento”, y “aunque el hombre no lo sepa nos está pidiendo ver a Jesús”. Como ha explicado, existen dos anhelos fundamentales en el corazón de todo hombre: “el amor infinito, que es el que puede curar un sufrimiento infinito”, y “la comunión fraterna, de sentirnos acogidos, acompañados y queridos por los hermanos”.
Y la tercera motivación es la comunión con los hermanos y con la Iglesia, pues “no hay misión sin comunión”. “Debemos tener pasión por la unidad, reconociendo los diferentes carismas”, no como elementos destrucción, sino de construcción y de complementariedad, que nos enriquezcan mutuamente. En este sentido ha recordado el Proceso Sinodal que estamos viviendo en la Iglesia, como “una oportunidad más que el Señor nos da, un camino que nos abre para caminar juntos”, porque “estamos llamados a ser guías en una sociedad desorientada, desvinculada y dispersa”, a ser “generadores de comunión”, y a ser “testigos de misericordia en una sociedad herida, necesitada de iconos de la misericordia del Padre”, y para ello “tenemos un mensaje precioso que ofrecer”.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!