El Obispo de Segorbe-Castellón anima a los miembros de los GOA a ser «hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo» en el cincuenta aniversario de su fundación
Monseñor López Llorente presidió la Santa Misa con motivo del quincuagésimo aniversario de los Grupos de Oración y Amistad (GOA), que se celebró ayer domingo en la Concatedral de Santa María en Castellón. El Obispo animó a los presentes a ser hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, «que no significa distanciarse de la vida cotidiana, o de olvidarse de los problemas que nos afligen en nuestra sociedad, ya que cuando vamos a la oración los llevamos en nuestro corazón. Ser hombres y mujeres de espíritu -manifestó- significa abrir nuestra realidad personal y los grupos a su acción y dejarse guiar por él. Hombres y mujeres del espíritu son aquellos que perseveran en la oración, porque nadie puede orar si el Espíritu Santo no viene en su ayuda».
Don Casimiro dio las gracias a Dios en primer lugar por el misterio pascual y por esa nueva efusión del espíritu de Dios sobre su Iglesia, sobre cada realidad para renovarla, purificarla y reenviarla a la misión. Hoy, declaró, «elevamos nuestra acción de gracias a Dios de manera especial por vosotros, por los GOA, este carisma con el que hace cincuenta años el Espíritu Santo enriqueció a la Iglesia a través de nuestro querido predecesor, el doctor José María Cases Deordal. A él, cuyos restos descansan en la cripta de esta concatedral, le recordamos hoy de manera especial. Por él damos gracias a Dios, por su persona, por su labor pastoral, y por los Grupos de Oración y Amistad que con tanto ahínco e ilusión puso en marcha en 1969″.
La historia de los GOA -relató- no es muy larga, «pero sí podemos afirmar que es rica en frutos, con grupos en nuestra diócesis, en otras diócesis españolas -casi hasta veinte- así como en Chile, Bolivia y México. Fieles al deseo de don José María habéis llevado a muchas partes la práctica de la oración personal y en grupos. Habéis difundido la necesidad de la oración para abrirse por el amor a Dios, a la amistad, a la fraternidad, a la comunidad cristiana y a la entera humanidad. Por todo ello alabamos a Dios y le damos gracias», señaló.
Asimismo, el Obispo advirtió de que el ser humano «no puede por sí mismo convertir su grito en oración. Orar entraña conocer a Dios como Dios y ese reconocimiento es fruto del Paráclito. La oración es, esencialmente, entrar en comunión con Dios y con su voluntad, como hizo Jesús en Getsemaní. Es el que nos guía interiormente, suple nuestras insuficiencias y remedia nuestra capacidad de orar, a la que le otorga una dimensión divina. Si se paraliza la oración en la Iglesia, se paralizaría hasta el extremo su vitalidad. Orar es una manera de abrirse por el amor a Dios, a la fraternidad cristiana y a la entera humanidad.
En este Domingo de Pentecostés, finalizó dirigiéndose a los miembros de los GOA, el Señor nos llama a «abrir nuestros corazones de nuevo a la acción del espíritu para que renueve y fortalezca ese carisma de oración en todos los grupos y en todos sus miembros. El Espíritu Santo sigue presente en la Iglesia. Es como el subsuelo que nutre y refresca el suelo de la Iglesia, de vuestras comunidades y de vuestros grupos. La Iglesia ora y evangeliza guiada por el Espíritu Santo. San Lucas nos describe una serie de acontecimientos pentecostales a través de ese primer Pentecostés. El Espíritu Santo sostiene a los discípulos en su vida y en su misión: personalmente, como grupo y como comunidad. Esa conciencia hecha de lucidez, humildad y de espíritu orante debería acompañarnos como una vivencia habitual. Abramos hoy nuestro corazón a su acción para recibir una nueva efusión».
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