Fr. Joaquín de Albocácer, testigo de la fe entre La Pobla y Villafamés
En la carretera que va de la Pobla Tornesa a Villafamés, fr. Joaquín de Albocácer, padre capuchino, dio testimonio de su fe entregando la vida el 30 de agosto de 1936. Ese mismo día había sido arrestado en Rafelbuñol, donde se había refugiado después de poner a salvo los seminaristas de Massamagrell, donde era rector. Conducido a su población natal, se despidió de su familia diciendo “si no nos vemos ya en la tierra, adiós hasta la gloria”.
José Ferrer Adell nació en Albocácer en 1879. Ingresó en el Seminario seráfico de los capuchinos en Massamagrell. Tomó el hábito en 1896, y el año siguiente profesó tomando el nombre de fr. Joaquín. Tras los estudios de filosofía en Murcia y teología en Orihuela, fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre por el Obispo de Segorbe, mons. Manuel María Cerrero y Soler.
En 1913 fue enviado como misionero a Colombia, siendo nombrado Superior regular de la Custodia de Bogotá en 1925. De regreso a España, quiso transmitir esta experiencia misionera a los candidatos del Seminario Seráfico, del que fue rector. Sus pupilos dieron testimonio después de cómo “era infatigable en el trabajo y la formación de los alumnos, tratándolos como un buen padre”.
Los testigos de la causa de beatificación también certifican su intensa vida interior, muy vinculada a la Eucaristía: fundó la revista “Vita Eucarística”, y promovió con gran dedicación la adoración, las Horas Santas y los Jueves Eucarísticos.
San Juan Pablo II lo beatificó en 2001
Consagrado a la salvación de todos, los testigos explican que las pocas horas en que estuvo detenido animaba y ayudaba a sus compañeros. A las diez de la mañana del 30 de agosto de 1936 fue llevado ante el presidente del Comité de Rafalbuñol, y a las cuatro de la tarde lo condujeron al km 4 de la carretera de La Pobla a Villafamés, donde fue ejecutado. Sus restos se llevaron al cementerio de Villafamés, pero no han podido ser identificados. San Juan Pablo II lo beatificó el 11 de marzo de 2001 junto con 232 mártires más de la persecución religiosa.
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