Jornada por los afectados por la pandemia
Queridos diocesanos:
Como Iglesia diocesana hemos recordado ya de modo especial a todos los fallecidos en nuestra diócesis a causa de la pandemia del Covid-19 con sendos funerales. Fueron celebraciones de oración al Padre Dios por el eterno descanso de los fallecidos y por el consuelo de los familiares, aún doloridos por las circunstancias en que murieron y tuvieron que ser enterrados muchos de sus seres queridos. Durante todo este tiempo toda la Diócesis ha rezado por ellos y lo seguirá haciendo.
Acogiendo ahora la propuesta de la Conferencia Episcopal y unidos a la Iglesia en España, nos disponemos a celebrar la Jornada por los afectados por la pandemia. Lo haremos en todas las parroquias e iglesias el domingo, día 26 de julio, fiesta de san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María. Queremos así recordar a todos a los afectados de algún modo por la pandemia, no sólo a los fallecidos. En verdad, todos la hemos sufrido de alguna manera, aunque algunos de modo más dramático.
En este día ofreceremos la Eucaristía por el eterno descanso de todos los difuntos, y por el consuelo y la esperanza de sus familiares. Rezaremos también por la salud de los contagiados: por los que, recibida el alta hospitalaria, sufren aún las secuelas de la pandemia, y por los nuevos contagiados. No olvidemos que el virus sigue presente también entre nosotros. ¡Que la Jornada nos ayude a tomar más conciencia de que todos somos personalmente responsables de evitar el contagio, observando todos y cada uno la medidas de prevención que establecen las autoridades sanitarias! La vida es el don más precioso que Dios nos ha dado; Él nos llama a cuidarla, la ajena y la propia.
En la Eucaristía de este día queremos también dar gracias por todo el trabajo y el sacrificio realizado por tantas personas durante el tiempo de la pandemia: profesionales y voluntarios, gobernantes, laicos, religiosos y sacerdotes, padres, catequistas y profesores. Daremos gracias especiales a Dios por la entrega heroica del personal sanitario, que hizo frente a la pandemia en algunos momentos con medios precarios; muchos pusieron en peligro e incluso dieron su propia vida para salvar la de otros con una profesionalidad, generosidad y caridad cristiana encomiables. No podemos olvidar a los capellanes de hospitales, a los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado y del Ejército, a los transportistas, a los empleados de servicios y supermercados, a los responsables y personal de las residencias de ancianos, y un largo etcétera. En nombre propio y de nuestra Iglesia muchísimas gracias de corazón a todos.
Y en este día, fiesta de San Joaquín y de Santa Ana, patrono de los abuelos, rezaremos de una manera especial por nuestros mayores y por las residencias de ancianos, a los que tanto ha afectado la pandemia. Nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido la soledad y la distancia de sus seres queridos, en las residencias o en sus domicilios. Agradezco a los responsables y trabajadores de nuestras residencias su trabajo y su trato a nuestros mayores para poder sobrellevar estos momentos de especial dificultad; y también a los sacerdotes, padres y voluntarios por la atención espiritual cercana y la ayuda solidaria que les han prestado en sus domicilios. Como Iglesia y como sociedad, hemos visto que una emergencia como la del Covid es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad, de la caridad cristiana y de la caridad pastoral. La experiencia vivida nos debería ayudar a cambiar nuestra forma de pensar y de actuar respecto de nuestros mayores. Hemos de respetar de un modo exquisito su dignidad y valorar sus aportaciones a la estabilidad familiar y al bien común de la sociedad; y hemos de ofrecerles una atención y unos cuidados ricos en verdaderos valores humanos y cristianos. En la atención hospitalaria, la edad no puede ser nunca considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se caería en un comportamiento injusto y discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles.
En esta Jornada pediremos finalmente a Dios luz, comunión, entrega fraterna y generosa ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento. Se acercan tiempos difíciles. Todos estamos llamados a reconstruir el tejido económico, laboral y social, tan castigado y debilitado por la pandemia. Os recuerdo que sigue abierto a nuestras aportaciones el Fondo diocesano ante el Covid-19. La caridad cristiana en la verdad nos urge a construir un orden social y político, basado en la verdad, en el encuentro y en el diálogo constructivo.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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