La Diócesis concluye la peregrinación al Sagrado Corazón de Jesús en Getafe
Monseñor López Llorente ha encabezado la peregrinación que la Diócesis de Segorbe-Castellón ha realizado al Cerro de los Ángeles de Getafe (Madrid), con motivo de la celebración del centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Más de 200 fieles procedentes de nuestras parroquias han acompañado al obispo en estos dos días -8 y 9 de octubre- en los que los peregrinos han obtenido la indulgencia plenaria, siguiendo las disposiciones que para ello establece la Santa Madre Iglesia.
Don Casimiro ha insistido en la homilía de la Santa Misa celebrada en el santuario getafense que lo importante de esta peregrinación es la interpelación que el corazón de Jesús nos hace a cada uno de nosotros: que nos dejemos amar por Dios. ¡Nos cuesta tanto!, ha lamentado el obispo, porque “anteponemos nuestros intereses al amor de Dios. Él es el único capaz de colmar nuestros deseos de felicidad; el único capaz de darnos esa alegría, esa paz y esa esperanza que brota de saberse amados siempre y nunca abandonados”.
El obispo ha centrado su intervención en tres palabras: mirar, acoger y amar. El lema de este centenario –ha afirmado- es “mirar al que traspasaron”. Hemos, por tanto, de fijar nuestra mirada en el corazón de Cristo Jesús, “porque es en ese corazón donde se nos revela el amor infinito de Dios”. Contemplar en el rosto de Cristo, el rostro mismo del Dios en que creemos. Al clavar la lanzada aquel soldado, de su corazón brotó sangre y agua; es decir, que Cristo se da hasta el final. “En eso nos ha mostrado Dios que nos ama, en que nos ha dado a su hijo para que, muriendo, quedáramos reconciliados con él, redimidos y salvados. Y de ahí brota la Iglesia, los sacramentos, para que ese amor manifestado en el corazón de Cristo dure y perdure durante los siglos; para que aquello que aconteció en el calvario sea una realidad permanente y el amor de Dios siga llegando a todos”, ha reflexionado.
Acoger el amor de Dios totalmente gratuito. Dios es amor y, como dice san Juan de Ávila, desea ser amado, es decir, que desea que su amor sea acogido. Este año, ha continuado don Casimiro, nuestra diócesis de Segorbe-Castellón está centrada en la caridad. “El amor, antes que nada, es un don que nos precede. Es el amar de Dios, que quiere empapar lo más profundo de nuestro ser para transformarnos en Él, y en Él a los hermanos. Como Iglesia no tenemos otra misión que ser portadores del amor de Dios, manifestado en el corazón de Jesús, a la sociedad, para que las personas vayan cambiando (…). En un mundo que se empecina en vivir alejado de Dios. Es necesario volver la mirada a Cristo”, ha proclamado.
Es bueno que lo contemplemos en la oración, en la eucaristía. “Ayer tuvimos la dicha de celebrar esa vigilia de oración para, fijándonos en la eucaristía, contemplar el corazón de Jesús, fuente permanente de amor y de vida, de perdón y de reconciliación; puente permanente de gracia, de donde emanan todos los dones que el Señor tiene a bien concedernos”. Hoy hemos contemplado en las lecturas la figura del buen pastor, que va detrás de la única oveja perdida porque la ama, la busca, la quiere. “Es el buen pastor que sana y cura y a través de cuya figura se nos manifiesta el Dios que es compasivo y misericordioso, rico en clemencia y piedad, que sufre por aquellos que no acogen su amor y se alejan; que se abaja por los que padecen cualquier tipo de miseria. Ese amor que es paciente, como nos lo muestra el padre del hijo pródigo. Ese es el rostro del amor de Dios. Contemplarlo en Cristo, que pasó por esta vida haciendo el bien, curando las enfermedades, perdonando los pecados y entregando su vida para que el amor infinito de Dios llegue a todos”, ha finalizado.
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