EL REPORTAJE DEL DOMINGO: Todos los Santos y conmemoración de los Fieles Difuntos
“Solamente el bien y el amor que sembramos mientras vivimos permanecen”
Como cada año, el 1 y el 2 de noviembre, los cristianos celebramos la festividad de Todos los Santos y la
conmemoración de los Fieles Difuntos.
Por una parte,la primera de ellas es una fiesta en la que tenemos presente a todos los santos, tanto a los que conocemos, porque han sido canonizados y están en los altares, como a los que no conocemos, y que son tantos y tantos cristianos que después de vivir una vida según el Evangelio disfrutan de la felicidad eterna del cielo intercediendo por todos nosotros.
También es un buen día para entrar en la alegría, ya que todos estamos llamados a ser santos, aunque nos pueda parecer imposible, porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió “para ser santos e irreprochables ante Él por el amor” (Ef. 1, 4). Y este es el mensaje que nos da el Papa Francisco en la exhortación apostólica “Gaudete et exsultate” sobre la llamada a la santidad en el mundo actual.
«Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas
veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes
tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar
mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con
amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada
uno se encuentra.»
(Francisco – “Gaudete et exsultate”)
Y por otra parte, en el día de los Fieles Difuntos todos recordamos de una manera muy especial a aquellos seres queridos que nos han dejado. Son nuestros familiares, amigos, compañeros… Celebrando sus vidas, es el momento de recordar el amor mutuo, lo que vivimos y aprendimos junto a ellos, todo lo
bueno que nos dieron y mostraron, quizás su testimonio de vida nos ha llevado hacia Dios. Y también rezamos por ellos acudiendo a la misericordia divina, sabiendo que la muerte no es el final.
Es normal que junto al recuerdo aflore el dolor, sobre todo si la muerte ha sido reciente. Más si cabe este año a causa de la pandemia que estamos viviendo, por las decenas de miles de fallecidos en tan poco tiempo. Eran nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros hermanos de comunidad cristiana, nuestros
vecinos y conocidos. Aunque, incluso en estas circunstancias, nuestra fe nos asegura que la oscuridad, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra.
“La fe nos dice que la muerte no la ha inventado
Dios. Dios es el Dios de la vida, es un Dios de
vivos y no de muertos. Y así lo ha mostrado resucitando
a su Hijo, Jesús.”
(D. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón,
en el funeral por los fallecidos en la pandemia)
Rezar a Dios por los difuntos
“Rezar a Dios por los difuntos” es una de las obras de misericordia espirituales que podemos y debemos poner en práctica. Podemos orar por el alma de todos aquellos difuntos que están en el Purgatorio, ya que es una buena obra rezar para que sean libres de sus pecados.
«Pero creyendo firmemente que está reservada
una gran recompensa a los que mueren
piadosamente, idea santa y piadosa, por eso
ofreció el sacrificio por los difuntos, para que
Dios les perdonase sus pecados.»
(2 Mac. 12, 45-46)
Pero no solo por aquellos que conocemos y amamos y que ya no están entre nosotros, sino también por todas esas almas olvidadas por las que quizás nunca nadie ha rezado una oración por ellas. Es una obra de amor y de misericordia dirigir nuestras oraciones por las personas que tal vez nunca creyeron, o que
nunca nadie les habló del amor de Dios y no pudieron conocer los sacramentos.
Pastoral del Duelo
Daniel Castro, diácono permanente de nuestra diócesis, recibió hace unos meses el encargo del Obispo, D. Casimiro, de preparar una pastoral del duelo, vinculada con la pastoral de la salud.
Se trata de ayudar, desde la fe cristiana, a los enfermos terminales y a sus familiares después de la muerte. Tal y como ha explicado Daniel, “es necesario acercar a Cristo Resucitado a aquellos que se encuentran sufriendo en estas circunstancias, ya que Él es quien les va a dar la paz”.
Y es que el tiempo del duelo requiere de un apoyo familiar, social y psicológico adecuado para ayudar a superar esa etapa, pero también el alivio, el consuelo y la esperanza que aporta la fe, y de ahí la trascendencia del acompañamiento espiritual en todo ese proceso.
“Nuestra civilización moderna trata de suprimir y disimular la muerte, hasta el punto de que cuando llega nadie está preparado, ni tiene tampoco los medios para darle un sentido. La muerte es un misterio, manifiesta la fugacidad de la vida, nos enseña que nuestro orgullo, ira y odio, son sólo vanidad; que no amamos lo suficiente, que no buscamos lo esencial. Pero también nos indica que solamente el bien y el amor que sembramos mientras vivimos permanecen».
(Papa Francisco – Audiencia General 18/10/17)
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