Nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dispuesto a través de un Decreto el trasladado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, al sábado 10 de septiembre.
Tal y como indica en el documento, la Fiesta de nuestra Patrona es el día 11 de septiembre, pero se ha trasladado considerando que este año cae en Domingo, «que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas». El fin, explica el Obispo, es que todos podamos celebrarla y vivirla. Además, recuerda que a la Virgen le hemos encomendado la celebración del Año Jubilar diocesano, albergando el deseo de «favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Del mismo modo, el Decreto dispone que en todas las iglesias se celebre «la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa», teniendo en cuenta que «las Misas vespertinas del sábado, así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario».
También que en la monición de entrada de las Misas se haga referencia «al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa», que en las preces se pida «su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar», y que en la homilía se explique «el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis».
DECRETO POR EL QUE SE TRASLADA LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA FIESTA DE LA VIRGEN DE LA CUEVA SANTA, PATRONA DE LA DIÓCESIS
CASIMIRO LÓPEZ LLORENTE,
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA,
OBISPO DE SEGORBE-CASTELLÓN
Según nuestro calendario litúrgico diocesano, aprobado por la Santa Sede, la celebración litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, es el 11 de septiembre y tiene el rango de Fiesta. Considerando que el presente año la fecha asignada cae en Domingo, que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas, y con el fin de que nuestra Iglesia diocesana pueda celebrar y vivir la Fiesta de su Patrona, bajo cuyo patrocinio hemos puesto el Año Jubilar Diocesano con motivo del 775º Aniversario de la creación real de la sede episcopal en Segorbe y con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales, por el presente
DISPONGO
1º. El traslado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa este año del día 11 de septiembre, al día anterior, sábado 10 de septiembre.
2º. En todas las iglesias, parroquiales y no parroquiales, abiertas al culto en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, se celebrará la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa. Con este fin, el Delegado Diocesano para la Liturgia y la Espiritualidad enviará los textos propios para la santa Misa y para el Oficio divino. Las Misas vespertinas del sábado así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario.
3º. En las Misas con participación de fieles hágase referencia en la monición de entrada al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa, en las preces pídase por su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar y, en la homilía, si la hubiere, explíquese el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis.
Dado en Castellón de la Plana, a 1 de septiembre de dos mil veintidós.
Mons. Casimiro López Llorente sigue la evolución en contacto con el Arcipreste y los párrocos de la zona
El incendio declarado en Bejís desde esta semana sigue activo, según las fuentes oficiales, con una «potencialidad extrema y un comportamiento muy agresivo». Las condiciones climatológicas tampoco favorecen la extinción de forma que la pasada tarde noche llegó a alcanzar el entorno del Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Monseñor Casimiro López Llorente, sigue en contacto con el Arcipreste y los párrocos de la zona afectada y, en oración, «por los heridos, afectados y personal que trabaja en las tareas de extinción». La pasada tarde-noche, el párroco de Altura y Rector del Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa, Juan Manuel Gallent, puso a disposición de los servicios de extinción del incendio el pozo del Santuario.
En cualquier caso las circunstancias climatológicas son cambiantes y los últimos datos facilitados por el Consorcio Provincial de Bomberos confirman que el fuego está muy próximo al Santuario de la Cueva Santa. Por ello los esfuerzos del equipo de extinción se centran en intentar frenar este avance y evitar que las llamas continúen hacia el sur por la carreta que une el municipio de Altura con la Cueva Santa. De hecho tal como ha confirmado Juan Manuel Gallent «el complejo ha estado delimitado en todo momento para salvaguardarlo de las llamas».
Desde la tarde de ayer jueves, durante toda la noche y la jornada de hoy «han sido horas muy complicadas» porque el fuego cruzó la carretera del barranco y el término de La Redonda quedó afectado. El pozo del Santuario «ha supuesto un foco de agua viva para sofocar las llamas del perímetro de la Cueva Santa», ha dicho Juan Manuel Gallent.
Por otra parte, la Virgen de la Cueva Santa, que coincidiendo con la celebración del Año Jubilar Diocesano, se encuentra durante este mes de agosto de peregrinación por los Conventos de Clausura de nuestra Diócesis, está esta semana en la Capilla de las Hermanas Agustinas de Montornés (Benicàssim).
Ante la Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, tal como ha confirmado Sor Cecilia, Madre Superiora del Convento, se está elevando oración pidiendo su intercesión por la mejoría de los heridos, así como por todas las personas evacuadas y, especialmente, como pidió nuestro Obispo, por todo el personal que está trabajando en las tareas de extinción.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa es, anualmente, epicentro de una de las peregrinaciones más arraigadas de nuestra Diócesis, donde cada 11 de septiembre, coincidiendo con la celebración de su conmemoración acuden cientos de peregrinos. El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa se encuentra en un precioso paraje natural próximo al Alto de Montmayor, a unos 820 metros de altitud sobre el nivel del mar en el término municipal de Altura. El interior es una gruta de origen kárstico de 20 metros de profundidad donde, descendiendo a través de unas escalinatas, se llega hasta la capilla donde descansa la Virgen de la Cueva Santa. Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de ellos colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores. Pasados cien años fue encontrada por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto. Allí fue y la encontró.
Con el paso de los años, éste y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, como ocurre cada 11 de septiembre, se busca el silencio que contribuye a la meditación.
Fiesta Litúrgica de la Patrona de Segorbe-Castellón, Nuestra Señora de la Cueva Santa
Esta mañana, el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa ha sido epicentro de la celebración de la fiesta Litúrgica en honor a la Patrona de Segorbe-Castellón. En una Solemne Eucaristía presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici, el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela, y el párroco de Altura y Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, se ha venerado a Nuestra Señora de la Cueva Santa siendo un acto marcado por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana. En la ceremonia litúrgica también han estado presentes una representación de los sacerdotes de la Diócesis, así como los seminaristas del Seminario Diocesano Mater Dei, y del Redemptoris Mater de Betxí.
Tras la liturgia de la Palabra, el Obispo de la Diócesis ha puesto a los pies de la Patrona «las peticiones e intenciones que llevamos en nuestro corazón y, especialmente, en este tiempo de pandemia y de dificultad personal, las intenciones de las familias, los enfermos y los afligidos, sin olvidar lo que nos une a todos: que somos la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón y que la formamos por don y gracia de Dios». De esta forma ha sido solícito pidiendo «el amparo, protección y patrocinio de la Virgen en este nuevo curso pastoral que comenzamos, en el que nos disponemos a celebrar un año de Gracia del Señor», pues este año se cumplirá el 775 aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe y, por tanto también, de nuestra Iglesia Diocesana.
«Proclama mi alma la grandeza del Señor»
En su homilía, D. Casimiro se ha referido a la Carta Pastoral que, con motivo de tan significativo aniversario, ha dirigido a la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón en la que, se nos invita a la comunión implicándonos, como porción del Pueblo de Dios, «en este año de Gracia del Señor, para que la memoria lo sea de agradecimiento, nos lleve a vivir la comunión y nos impulse a todos en el compromiso de la misión». Una misión que, como ha señalado nuestro Obispo recordando la Palabra proclamada, ha de ser reflejo «de lo que nos enseña la Virgen, reconociéndose humilde agraciada por Dios por tantos dones que le ha concedido el Señor como elegida para ser la Madre del Salvador». Igual que la Santísima Virgen «agradece de corazón al Señor el contemplar la humildad de su esclava – ha resaltado D. Casimiro – del mismo modo nosotros hemos de dar gracias por el don de nuestra Iglesia diocesana y la vocación a la fe, siendo esa porción del Pueblo de Dios que Él ha elegido para que siga siendo presencia del Señor Resucitado, de su Palabra y de su Evangelio en medio del mundo».
Necesaria renovación espiritual
La Santísima Virgen creyó y confió en la palabra dada y desde esa confianza en Dios, ha resaltado D. Casimiro, «vivió el don recibido para ser Madre de Dios manteniéndose unida a Dios a través de su hijo Jesús». María, «fue fermento de comunión con los hombres y contribuyó a servir y a llevar la alegría de la fe, ejemplo a seguir para la comunión con los hermanos en este Año Jubilar Diocesano que nos disponemos a preparar y entrar en el proceso de renovación espiritual, de renovación comunitaria y de conversión al Señor para que nos purifique de nuestras infidelidades».
El Obispo ha implorado la protección de Nuestra Señora de la Cueva Santa para que este año todos «abran su corazón a la gracia de Dios que significa este Año Jubilar, volviendo la mirada a Dios y cumplir con nuestra misión de vivir el don en esa unión con Dios para llevarlo a los demás posibilitando un encuentro transformador y salvador con Jesús». Solo así, ha concluido D. Casimiro, «podrán percibir la alegría que supone recibir el amor de Dios, una alegría que no es de este mundo y que brota de sentirse amados y nunca abandonados tal como le ocurrió a la Virgen María».
La parte musical de la celebración litúrgica ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el teclado de Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María en Castellón. La selección de los temas interpretados (Hija de Sion (Deiss), Misa de Angelis, Aleluya Irlandais, Ave María, Magnifícat y Anima Christi) han merecido los elogios de los presentes. Para concluir la ceremonia se han cantado los Gozos de la Virgen de la Cueva Santa.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa se encuentra en un precioso paraje natural próximo al Alto de Montmayor, a unos 820 metros de altitud sobre el nivel del mar en el término municipal de Altura. El interior es una gruta de origen kárstico de 20 metros de profundidad donde, descendiendo a través de unas escalinatas, se llega hasta la capilla donde descansa la Virgen de la Cueva Santa. Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de ellos colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores. Pasados cien años fue encontrada por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto. Allí fue y la encontró.
Con el paso de los años, éste y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, como ha ocurrido en la celebración de hoy, se busca el silencio que contribuye a la meditación.
Las celebraciones con motivo de las fiestas patronales de Segorbe continuaron ayer, día dedicado a la Virgen de la Cueva Santa, con una Eucaristía que presidió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y que congregó por la tarde a una gran cantidad de segorbinos en la S.I. Catedral.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, dio gracias a Dios por la Virgen, porque “nos ha dado a tan dulce Madre, a María, la Virgen de la Cueva Santa”, y a ella le confió “la vida de nuestro pueblo y de sus habitantes, de nuestras familias y de nuestras parroquias, y también de nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón, de la que también es Patrona”.
Es nuestra Patrona, dijo en la homilía, “porque guía nuestros pasos con sus palabras y con su ejemplo de fe viva y vivida”, también “los de cada una de nuestras familias cristianas, los de nuestras parroquias y asociaciones, y los de nuestra Iglesia diocesana”.
Explicó que son cuatro las palabras que sintetizan la actitud y el comportamiento de María: escuchar, creer, seguir y llevar. La Virgen escucha a Dios y su Palabra; cree en Dios y se fía de Él; sigue la llamada de Dios, y sigue en todo momento a su Hijo, hasta el pie de la cruz; y actúa, se pone en camino y lleva a su Hijo a su prima Isabel.
Esas actitudes y comportamientos, dijo, “indican nuestro camino, para los bautizados, el que nos pide el Señor seguir en nuestra vida personal, y el camino que han de seguir nuestras parroquias y nuestra Iglesia diocesana”. Siguiendo el ejemplo de María, el Obispo exhortó a “saber escuchar a Dios, a dejarse interpelar por Él”, y a “saber escuchar los acontecimientos de cada día, prestar atención a las personas y a los hechos”.
Todo cristiano debe ponerse en camino para “llevar a Cristo a los demás”, lo que se concreta en “amar al prójimo”. Esta es nuestra tarea, la de nuestra Iglesia y la de nuestras parroquias, “ofrecer a los demás a Cristo Jesús”, y como María “hemos de salir a prisa, para mostrar a tantos niños, jóvenes, tantas personas alejadas…, lo más grande que tenemos, que es Cristo Jesús muerto y resucitado”.
Año Jubilar diocesano
Al finalizar la homilía, D. Casimiro anunció el Año Jubilar diocesano que comenzaremos en abril con motivo del 775 aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, “y por lo tanto de la Diócesis, donde brota toda la vida diocesana”.
En las inmediaciones de Montmayor, Altura, encontramos el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, cuya festividad acabamos de celebrar (11 de septiembre).
Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de estos pastores colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores.
Olvidada en una cavidad, fue encontrada pasados cien años por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto.
Y efectivamente, allí fue y la encontró. Pasados los años, estos y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, lo que mucha gente busca es el silencio y un lugar en el que descansar las cosas del peso la vida.
Hoy entrevistamos a Juan Manuel Gallent, Rector del Santuario:
La Virgen de la Cueva Santa, además de ser Patrona de la Diócesis también lo es de Beniarrés (Alicante), de Santa María de Dota (Costa Rica), de Piacoa (Venezuela), de Bochalema (Colombia) y de los espeleólogos. ¿Qué relación hay con estas comunidades?
La Virgen de la Cueva Santa, desde su santuario ha ido irradiando a lo largo de su historia, durante seis siglos, su amor a cada uno de los peregrinos que se acercan a este lugar santo. Esto ha provocado que no solamente la lleven en su corazón sino que también la lleven a los lugares donde viven habitualmente, otros países, otras provincias, otros pueblos. La relación que tienen todos estos lugares es el Santuario de la Cueva Santa como lugar sagrado, como espacio de encuentro entre María y sus hijos e hijas. La Virgen de la Cueva Santa ha ido quedando en cada una de las casas de los pueblos que le han abierto sus puertas: “haremos morada en él”. Cada año estas poblaciones vuelven al hogar de la Madre para renovar su fe y pedir bendición.
En el Santuario podemos vivir la Eucaristía y la Palabra a los pies de la Virgen, ¿qué más podemos encontrar?
El Santuario de la Cueva Santa es un lugar de encuentro, y se dan por tanto varios aspectos: peregrinar desde mi hogar al hogar de la Madre, mirarla y contemplarla desde el silencio de cada uno de los corazones, contarle cada una de las alegrías y desgarros que acontecen en la vida de los hombres y mujeres que peregrinan en el día a día. Escuchar la Palabra consoladora que acaricia mi vida, devuelve luz a los corazones y a cada una de los pasos que damos en nuestra vida. Alimentarme del pan de la Eucaristía que hace levantarme, devolverme el ánimo y poder comprometerme en el día a día de mi vida y de mi historia para ser yo también una palabra de consuelo, una caricia para aquellos que sufren y una sonrisa de Dios para aquellos con los que comparto la vida. Peregrinar, mirar, contar, escuchar, alimentarme, para ser testigo del Amor. Y todo ello se vive desde el camino que cada uno realiza, la oración personal y comunitaria en la Cueva, la Eucaristía celebrada, la confesión, la unción de enfermos entre tantos otros.
¿Tiene alguna cifra de visitas al Santurio?
Las personas devotas de la Virgen de la Cueva Santa en el año 2018, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, peregrinaron 618.000 personas a este santuario. En el 2019 superaron a 620.000. Esta cifra sorprende por su volumen y las pocas instalaciones que tiene, sin embargo la hondura de la fe sencilla de las gentes que se allegan desde kilómetros de distancia te hablan del tesoro escondido en las grutas de la Tierra y el valor sagrado que le dan a la Virgen de la Cueva Santa. Se han acercado peregrinando a pie, en coches, autobuses, carros de caballos, bicicletas. Grupos muy diversos de colegios, parroquias, universidades, poblaciones, cofradías, hombres y mujeres de diversos lugares y edades. Campos de trabajo, encuentros, romerías, celebraciones, fiestas, espiritualidad, unción, intimidad y fe sencilla.
¿Cómo se ha vivido y se está viviendo en el Santuario la situación de pandemia del Covid-19?
El confinamiento iniciado el 14 de marzo ha provocado en cada una de las personas un desgarro y dolor nunca vistos. No poder encontrarnos con las personas queridas, no poder contar y descansarnos con las personas queridas, No poder abrazar, no poder mirar, no poder en definitiva tener una relación humana, entrañable y cercana supone una gran mutilación de nuestra manera de vivir. Esta misma experiencia humana es la que también se vive en relación con la Virgen de la Cueva Santa. No pudiendo peregrinar a este lugar santo, no poder mirarla, no poder descansarnos en ella, no poder besarla, no poder celebrarla, ha sido un dolor para cada uno de los hombres y mujeres que desde tiempo inmemorial se han acercado para pedirle consuelo, luz, frescor y ante todo la mano tendida de la Madre de Dios que nos ayuda a cada uno de nosotros a crecer teniéndola como presencia de amor. Al abrir el santuario el 1 de julio no ha faltado las visitas continuadas a la Virgen de la Cueva. Era vital para todo ser humano encontrarnos con la Madre que devuelve la confianza y paz en tiempo de incertidumbre y zozobra.
En los gozos se canta: “se nuestra madre piadosa, Virgen de la Cueva Santa”. Ante este tiempo tan revuelto en el que vivimos, ¿tenemos a una madre que nos cuida?
Esta es la fe profunda de las personas que peregrinan a este lugar sagrado, la certeza y la verdad de que la Virgen de la Cueva Santa es su madre, que acompaña, sostiene, y alienta en el camino de la vida de sus hijos e hijas. Del mismo modo el pueblo que se ha acercado al Santuario de la Cueva Santa desde tiempo inmemorial, siguen cantando los gozos, son “los cojos calenturientos y tullidos”. Por eso las personas que peregrinan en las procesiones de dolor en la vida real de este mundo, se acercan para ser acariciados en sus heridas, consolados por la palabra que le llega al corazón y sienten que son levantados y curados por el amor que la Virgen de la Cueva Santa derrocha como agua fresca en sus vidas.
¿Qué petición especial le hace a la Patrona de la Diócesis?
Una Iglesia que no es servidora de los hombres y mujeres con los que compartimos la vida, no sirve para nada. Estamos llamados a vivir en una Iglesia Samaritana y cada una de estas personas tienen necesidad urgente de encontrar un verdadero oasis de acogida, respeto y ternura en nuestros espacios parroquiales, colegios, santuarios y como no también en las encrucijadas de nuestras calles y plazas. ¿Consentiremos ser una sonrisa de Dios, como María, en nuestro mundo?, ¿seremos la mano tendida que acaricia la herida y devuelve la esperanza a las personas con las que nos encontramos cada día?, ¿comprenderemos y viviremos en nuestra vidas que cualquier cosa que hagamos a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hacéis?. A la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, le pido que toque nuestro corazón y lo convierta al Señor para que seamos de Él y que Él sea para nosotros la Única Suficiencia y Entera Bienaventuranza.
El año pasado se tuvo que suspender, por inclemencias meteorológicas, la Misa en el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis. No ha sido así en esta ocasión, y a pesar del Covid-19, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, si que ha podido presidir la Eucaristía, a la que han asistido fieles de diversas parroquias y poblaciones, además de algunos sacerdotes, así como todos los seminaristas diocesanos.
Tras la proclamación del Evangelio de la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel, D. Casimiro ha hecho mención en la homilía “a la situación actual de pandemia que nos toca vivir”, aunque también ha recordado que existe otra pandemia, “la moral y espiritual”. Ante todo ello, “venimos aquí con el deseo de pedir protección, cuidado y guía a la Madre, a nuestra Patrona”, decía al inicio.
Como Obispo “llevo en el corazón a todos los sacerdotes, porque necesitamos ir a la raíz que nos muestra la Virgen de la Cueva Santa, que es Cristo Jesús y su obra salvífica, redentora y humanizadora”, ha recordado. A continuación se ha dirigido a los seminaristas y a los rectores de los seminarios, “ahora comenzáis un nuevo curso, incierto pero con ilusión”, y ha pedido a todos oración “para que el Señor nos siga enviando vocaciones al Ministerio Ordenado”.
Ha recordado que este año, “todos nosotros, como Iglesia diocesana, estamos llamados a vivir de forma especial la caridad y el compromiso por la justicia, y la Virgen – ha continuado – en el Evangelio que hemos proclamado nos muestra como hacerlo”. Y lo hace “a través de dos palabras: acoger y ofrecer”.
“Como ella, estamos llamados a acoger el amor de Dios, o a Dios, que es amor en nuestra vida” ha explicado, “nadie da lo que no tiene, porque de lo contrario nuestra caridad y nuestro trabajo por la justicia no tendrán la raíz que perdura y que busca el bien de todo ser humano, desde la verdad que viene dada por Dios”.
La Virgen “había creído, se había dejado llenar de Dios” y va a visitar a su prima santa Isabel “para ofrecer a aquel que lleva en su seno, y también para ofrecer su servicio”, “se vio impulsada por el Espíritu para ir a servir, para ofrecer, llevando en su seno, a Jesucristo”.
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