La parroquia de la Natividad de Ntra. Sra. de Villahermosa del Río acogió, el pasado fin de semana, el Encuentro de final de curso de los catequistas del Arciprestazgo de Lucena del Cid, en el que también participaron los sacerdotes. Para concluir y realizar una valoración del curso, pero también para empezar a organizar el próximo, del 2022-23.
Tras la oración en la capilla de la Comunión, los participantes se reunieron en los salones parroquiales para conocerse mejor e intercambiar las experiencias relativas a la catequesis desarrollada en cada una de las respectivas parroquias, especialmente en lo relativo a la Primera Comunión, tratando también sus preocupaciones.
Entre los problemas se abordó la cuestión de que en varios pueblos no existen niños de Primera Comunión ni jóvenes de Confirmación, la necesidad que tienen muchos de ellos de una transmisión de la fe en casa, así como de la participación familiar en los sacramentos y en la vida de la Iglesia, y el problema de que muchas veces la Primera Comunión se convierte en la última. Frente a estas dificultades, los asistentes al Encuentro propusieron diferentes soluciones para facilitarse la tarea de catequizar.
Una vez finalizado el intercambio de las experiencias de la vida catequética, realizaron una visita guiada al templo parroquial. El párroco, D. Héctor Gozalbo, acompañado por el Arcipreste, D. Pepe Aparici, explicó la historia de la parroquia, los retablos góticos y las piezas del museo parroquial. El Encuentro concluyó con una comida fraternal en un restaurante del municipio.
«Cumple, Señor, en nosotros tu promesa: derrama tu Espíritu Santo para que nos haga ante el mundo testigos valientes del Evangelio de Jesucristo».
Mediante la imposición de las manos de nuestro Obispo, D. Casimiro, y con la unción del crisma, 10 jóvenes y 48 adultos pertenecientes a 16 parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón han recibido esta tarde el sacramento de la Confirmación.
La celebración, organizada por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado, ha dado comienzo a las 19 h. en la Concatedral de Santa María, Castellón, acompañando a estas 58 personas sus párrocos, padrinos y madrinas, catequistas y familiares. Con la recepción del sacramento, enriquecidos estos jóvenes y adultos con la efusión del Espíritu Santo, han completado su Iniciación Cristiana, para lo que han estado preparándose durante un tiempo en sus respectivas parroquias.
Concretamente, son de San Juan Bautista de Cabanes (1); de San Mateo de Figueroles (2); de la Asunción de Nuestra Señora de l´Alcora (6); de San Bartolomé de Alfondeguilla (1); de Virgen del Carmen de Onda (3); de Nuestra Señora de la Asunción de Lucena del Cid (3); de San Jaime Apóstol de Oropesa (4); de San Miguel Arcángel de Altura (3); de San Vicente Ferrer (3) y de la Natividad de Nuestra Señora (3) de Almassora; de la Arciprestal San Jaime de Vila-real (5); de la Sagrada Familia (3), del Seminario Mater Dei (6), de San Vicente Ferrer (2), de San Miguel Arcángel (4), de Santa María (3), de San Pedro del Grao (1), y de San Francisco (5) de Castellón.
El Obispo ha recordado en la homilía las palabras pronunciadas en la oración colecta. «Cumple, Señor, en nosotros tu promesa: derrama tu Espíritu Santo para que nos haga ante el mundo testigos valientes del Evangelio de Jesucristo».
El Señor es quien hoy “viene a nuestro encuentro para iluminar nuestra vida, para alimentarnos en nuestro peregrinaje, para donaros la plenitud del Espíritu Santo”, “si Cristo Jesús no hubiera resucitado nuestra celebración no tendría sentido, nuestra condición de cristianos tampoco, y seríamos los más desgraciados del mundo”, ha dicho.
El Señor resucitado “nos va a llenar hoy de su Espíritu, del amor de Dios, de la fuerza de Dios”, y para ello es importante “creer personalmente que ha resucitado por ti y por mí, porque de lo contrario recibiréis el Espíritu Santo, pero no calará en vuestro corazón, no quedaréis transformados, iluminados, fortalecidos…”, ha señalado.
«Se llenaron todos de Espíritu Santo»
Cercanos a la solemnidad de Pentecostés, el Obispo ha indicado como hoy se hace presente lo que vivieron los apóstoles, que estando encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos reciben la paz del Señor, la alegría y el Espíritu Santo, desvaneciéndose las preocupaciones, los miedos y creyendo de verdad que Jesús había resucitado. El Obispo, sucesor de los apóstoles, es el eslabón que une un acontecimiento y otro.
El Señor cumple su promesa de enviarnos el Espíritu Santo, ha recordado D. Casimiro, y lo recibimos “para que nos haga a todos testigos valientes del Evangelio de Jesucristo, para que quedéis fortalecidos en vuestra condición de cristianos y no os avergoncéis nunca de decir que creéis en Cristo Jesús, que sois miembros de la Iglesia”, y “para que donde os encontréis, con vuestras palabras y con vuestras obras, deis testimonio de la gran noticia de Dios para toda la humanidad, que no es otra que Cristo Jesús”.
El servicio del catequista dentro de la Iglesia es muy antiguo. Ya en el Nuevo Testamento encontramos que se llama maestros a los encargados de enseñar la vida cristiana a los que van a recibir el bautismo y el mismo evangelista Lucas escribe su evangelio con afán de transmitir las cosas que se han vivido en su tiempo para dar una enseñanza sólida y segura y fuerza a cuantos han recibido el Bautismo.
Desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha ido generando nuevos ministerios para el desarrollo de su misión. Unos ayudan en la celebración de la eucaristía, otros sirven a los necesitados, otros colaboran en el anuncio del Evangelio, entre los más lejanos, como los misioneros, y entre los más cercanos.
Son los catequistas, más de 85.000 en la Iglesia en España los que han recibido el encargo de la Iglesia de acompañar en la fe, por medio de la formación, a quienes se preparan para dar un paso más en la vivencia de esa fe. Es el Espíritu Santo el que mueve el corazón de los cristianos para servir a la Iglesia en cualquiera de sus servicios, también en el de catequista.
Catequistas son los bautizados que ejercen en la comunidad el servicio de transmitir la enseñanza de los apóstoles, de los evangelistas y de toda la Iglesia de manera organizada, en estrecha relación con las circunstancias del tiempo presente y de las circunstancias en que viven los catecúmenos. La Iglesia reconoce este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ayuda notablemente al crecimiento de la misión evangelizadora.
La historia de la evangelización de estos dos milenios muestra la eficacia de la misión de los catequistas. Laicos, hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida al servicio de la catequesis, a fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia de cada persona.
Algunos, además, reunieron en torno a sí a otros hermanos y hermanas que, compartiendo el mismo carisma, constituyeron órdenes religiosas dedicadas completamente al servicio de la catequesis.
También en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe. Para continuar esa misión, el Espíritu llama a nuevos catequistas que salgan al encuentro de todos los que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana.
Este mes de abril se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por el personal sanitario:“Recemos para que el compromiso del personal sanitario de atender a los enfermos y a los ancianos, especialmente en los países más pobres, sea apoyado por los gobiernos y las comunidades locales”.
El Papa, en su Mensaje para la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo, decía lo siguiente: «Queridos agentes sanitarios: Cada intervención de diagnóstico, preventiva, terapéutica, de investigación, cada tratamiento o rehabilitación se dirige a la persona enferma, donde el sustantivo “persona” siempre está antes del adjetivo “enferma”. Por lo tanto, que vuestra acción tenga constantemente presente la dignidad y la vida de la persona, sin ceder a actos que lleven a la eutanasia, al suicidio asistido o a poner fin a la vida, ni siquiera cuando el estado de la enfermedad sea irreversible».
«En la experiencia del límite y del posible fracaso de la ciencia médica frente a casos clínicos cada vez más problemáticos y a diagnósticos infaustos, estáis llamados a abriros a la dimensión trascendente, que puede daros el sentido pleno de vuestra profesión. Recordemos que la vida es sagrada y pertenece a Dios, por lo tanto, es inviolable y no se puede disponer de ella. La vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida. En ciertos casos, la objeción de conciencia es para vosotros una elección necesaria para ser coherentes con este “sí” a la vida y a la persona. En cualquier caso, vuestra profesionalidad, animada por la caridad cristiana, será el mejor servicio al verdadero derecho humano, el derecho a la vida. Aunque a veces no podáis curar al enfermo, sí que podéis siempre cuidar de él con gestos y procedimientos que le den alivio y consuelo».
«Lamentablemente, en algunos contextos de guerra y de conflicto violento, el personal sanitario y los centros que se ocupan de dar acogida y asistencia a los enfermos están en el punto de mira. En algunas zonas, el poder político también pretende manipular la asistencia médica a su favor, limitando la justa autonomía de la profesión sanitaria. En realidad, atacar a aquellos que se dedican al servicio de los miembros del cuerpo social que sufren no beneficia a nadie».
«En esta XXVIII Jornada Mundial del Enfermo, pienso en los numerosos hermanos y hermanas que, en todo el mundo, no tienen la posibilidad de acceder a los tratamientos, porque viven en la pobreza. Me dirijo, por lo tanto, a las instituciones sanitarias y a los Gobiernos de todos los países del mundo, a fin de que no desatiendan la justicia social, considerando solamente el aspecto económico. Deseo que, aunando los principios de solidaridad y subsidiariedad, se coopere para que todos tengan acceso a los cuidados adecuados para la salvaguardia y la recuperación de la salud. Agradezco de corazón a los voluntarios que se ponen al servicio de los enfermos, que suplen en muchos casos carencias estructurales y reflejan, con gestos de ternura y de cercanía, la imagen de Cristo Buen Samaritano».
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por todos los que reciben el sacramento de la Iniciación Cristiana, para que, configurados con Cristo, sacerdote, profeta y rey, lleguen a la madurez de la fe confesada, celebrada, vivida, orada y testimoniada”.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, en su carta del 3 de junio de 2012, nos decía que «La Iniciación cristiana es, antes de nada y, en primer lugar, un don de Dios: sólo Él puede hacer que el ser humano renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar vida eterna. Suya es la iniciativa y suya la capacidad de santificar al ser humano por su gracia. Ésta se comunica eficazmente en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, que divinizan al hombre. Ahora bien, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana: el hombre, auxiliado por la gracia divina, responde libre y generosamente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe. La gracia santificante comunicada en los sacramentos es un don al que se puede y se ha de responder libremente con la ayuda del Espíritu Santo para que dé sus frutos; esa gracia incide y ha de incidir en todas las dimensiones que configuran la existencia humana. Y, en tercer lugar, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia. La Iglesia recibe la vida de Cristo para engendrar, por mandato suyo y por la acción del Espíritu Santo, nuevos hijos para Dios de todos los pueblos de la tierra».
Bajo el lema “Caminar juntos en el anuncio de Jesucristo” hoy ha tenido lugar el Encuentro Diocesano de catequistas y profesores de Religión, organizado por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado en el Seminario Mater Dei.
Palabra y Eucaristía, fuente y centro del cristiano y de la Iglesia
La Jornada ha comenzado con la acogida, y a continuación se han reunido para escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía, que ha sido presidida por el Obispo de la Diócesis. En la homilía, D. Casimiro ha recordado que lo más importante del Encuentro es “Cristo Jesús, muerto y resucitado, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”, es “la fuente de nuestra vida personal y comunitaria”.
Tiempo de gracia, Jesús sale a nuestro encuentro
Este “es un tiempo de gracia que nos concede el Señor”, ha indicado, más aún este año en el que vamos a iniciar el Jubileo Diocesano, el día 12 de abril. “Jesús sale a nuestro encuentro porque quiere que avivemos nuestra fe, que le sigamos para ser sus discípulos misioneros, evangelizados y evangelizadores”. Ha recalcado que “para ser misioneros primero hay que seguir a Jesús, y para ser evangelizadores en la Catequesis, en la clase de Religión, en nuestro ministerio…, primero hemos de ser evangelizados”.
Tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión
Y el tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio para ello, “para nuestra conversión, para nuestra purificación, renovación y reconciliación – decía nuestro Obispo – todos necesitamos convertirnos al Señor”. Ha exhortado también a “escrutar nuestro corazón para volver nuestra mirada a Dios”, porque “sin esa conversión personal y comunitaria no podremos anunciar al Señor como Él desea”, sino le ponemos a Él “en el centro de nuestra vida y de nuestra misión poco podemos hacer”.
Tiempo de Jubileo Diocesano, para crecer en comunión y salir juntos a la misión
El Jubileo también es un tiempo “para crecer en comunión y salir juntos a la misión desde la oración, desde la Eucaristía, con una vida coherente con la fe que profesamos en el seguimiento del Señor”, porque “atrae la persona que es coherente con la fe y que vive con alegría su misión”.
Nuestra misión es, ha recordado D. Casimiro, llevar a otros la Buena Noticia del Señor, también a los alejados, para que todos se encuentren con Él, para que el catequizado pueda ser también un misionero del Señor. Eso “se cuida y se potencia cuando uno está enamorado del Señor, sabiendo que Él es el mayor bien que se nos ha dado y que es lo más grande que podemos comunicar a otros”.
Fano habla de cómo catequizar a niños con el dibujo
Tras la celebración de la Eucaristía, los catequistas y docentes se han reunido para escuchar a Patxi Velasco, más conocido como Fano, que con sus dibujos y su testimonio de cristiano comprometido ha ayudado a los asistentes en la tarea de educar en la fe con una ponencia que llevaba por título “Educar para la felicidad”.
Fano es ilustrador y maestro en el “CEIP María de la O”, en la barriada malagueña de Los Asperones. Pertenece a la comunidad cristiana “María de Nazaret” de la Parroquia de Santa María de la Amargura, y su labor pastoral la desarrolla como catequista en el barrio donde está enclavado su colegio. Vive su faceta de dibujante como una vocación al servicio de la comunidad y reconoce que sus dibujos son su manera de expresarse y compartir la fe.
Acompañado de sus dibujos y de su elocuencia, ha entusiasmado y emocionado a todos los presentes, arrancando de todos los asistentes un vivo y entusiasmado aplauso. De manera didáctica y simpática ha recordado que es el encuentro personal con Jesús lo que cambia la vida y te llena de color, que Él es el gancho que lleva a los niños a conocer al Padre y su amor. También ha señalado que el Señor es la luz que, pasando por la Iglesia, nos hace ser luz para los demás, y que Él es también agua de la que todos nos podemos llenar, para posteriormente regar y servir a los demás. Ya por la tarde ha desarrollado un taller de recursos creativos para el proceso de Iniciación Cristiana.
El próximo sábado, día 5 de marzo, el Seminario Mater Dei acogerá la celebración del Encuentro Diocesano de catequistas y profesores de religión, al que también pueden unirse todas aquellas personas que lo deseen, de las parroquias o colegios de la Diócesis.
La Jornada, organizada por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado, comenzará a las 9:30 h con la acogida, y a continuación se celebrará la Eucaristía, que estará presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
Además, se contará con la asistencia de Patxi Velasco, más conocido como Fano, que con sus dibujos y su testimonio de cristiano comprometido ayudará a los asistentes en la tarea de educar en la fe.
Es posible comer en el Seminario, lo que deberá comunicarse antes de mañana, día 2 de marzo, al correo electrónico catequesis@obsegorbecastellon.org
Mañana comienza en Segorbe la escuela de catequistas, tras haber finalizado en Castellón. Como ya indicó el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Carlos Asensi, este curso es especialmente importante, ya que está “marcado por la Reflexión Diocesana, que también nos remite al Sínodo sobre la sinodalidad del año 2023, y por el Año Jubilar diocesano por el 775º aniversario de la sede episcopal segorbina”.
Así, mañana sábado día 12 de febrero comenzará el segundo módulo del curso de catequistas en Segorbe, en el Seminario Menor Diocesano. En total serán cuatro sábados de formación: 12 y 19 de febrero, 26 de marzo y 2 de abril. Cabe recordar que el curso completo consta de tres módulos que se imparten durante tres años consecutivos: el ser, el saber y el hacer del catequista.
Las sesiones son presenciales y la metodología es activa, participativa y expositiva, para lo cual se entrega el material necesario, así como la documentación complementaria con el fin de ofrecer la posibilidad de ahondar en los contenidos.
Durante estos días, los ganadores del II Concurso Fotográfico de Belenes Familiares de la Diócesis han recogido muy agradecidos su merecido premio, consistente en un diploma acreditativo y un lote de películas con valores y temática católica.
Cabe indicar que esta nueva edición también ha estado organizada por la Delegación de Medios de Comunicación Social junto a la Delegaciones para la Catequesis y el Catecumenado.
Primer premio: Javier Rubert Cándido, de Vila-real.
Segundo premio: Eduardo Delgado García, de Almenara.
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