Dos nuevos sacerdotes para la Iglesia de Segorbe-Castellón
SÁBADO 20 DE JUNIO A LAS 12:00 H.
Este sábado próximo, la Concatedral de Santa María de Castellón acogerá la ordenación de dos nuevos sacerdotes. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidirá la celebración a la que acudirán familiares y amigos, además de sacerdotes desde todos los puntos de la diócesis para acompañar a los diáconos a su paso definitivo hacia el sacerdocio.
Será una celebración cargada de emotividad en la que, con la gracia del Espíritu Santo, César Igual Coll y Jon Solozabal Iglesias, recibirán el sacramento del Orden, consagrándose al ministerio del servicio a la Iglesia y a Dios, y servirán al Pueblo de Dios como colaboradores del Obispo.
Fueron ordenados diáconos el 7 de diciembre del año pasado, y desde entonces llevan realizando tareas pastorales en diferentes parroquias de la diócesis. Han sido, pues, siete meses de preparación, con el drama de la pandemia del coronavirus por medio, en los que según afirma César Igual “la acción como diáconos se ha visto muy restringida, por lo que yo decidí desarrollarla mediante la atención telefónica a todos cuantos pude, sintiéndome muy gratificado por esta acción”.
Las ordenaciones podrán seguirse en directo por varios canales locales de televisión, como son Televisió de Castelló, TV4 Segorbe, TV4 La Vall, L’Alcora TEVE, TV Onda, Medi TV, así como a través del canal de YouTube del Obispado: Diócesis Segorbe-Castellón.
CÉSAR IGUAL COLL
“Estoy convencido de la vocación, y afirmo que estoy deseoso de seguirla”
César tiene 56 años, nacido en Valencia, en una familia con varios referentes de personas consagradas. Cuenta que tras un periodo alejado de la Iglesia y con una vida muy activa, trabajando en su profesión de Ingeniero de Caminos, inició sus estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos Mater Dei, entrando en el Seminario en el año 2002.
Por motivos personales se suspendió el camino hacia del sacerdocio, hasta que en el 2017, “nuestro Obispo, D. Casimiro, me animó en mi deseo de ser sacerdote si ésta era mi vocación, pues en el seguimiento de la vocación está la plenitud de la felicidad y del sentido de la vida”. Así, en septiembre de 2018 se reincorporó al Seminario Mater Dei y, “como ya tenía terminados mis estudios de Filosofía y Teología, proseguí los estudios de Derecho Canónico suspendidos en 2007, viviendo en la parroquia de Benicàssim, donde he realizado mi pastoral”.
Sobre la vocación a la que el Señor le llama, “en 1997, en un proceso de interiorización y conversión, comprendí que cuando tenía 13 ó 14 años había recibido la vocación al sacerdocio, que entonces no atendí”. Y todo desde entonces, “incluso la suspensión en 2007 del camino al sacerdocio, me ha confirmado la vocación sacerdotal, particularmente como sacerdote diocesano”. “Estoy convencido de la vocación divina, y si hace algunos años decía que no me atrevía a no seguirla, ahora afirmo que estoy deseoso de seguirla”, afirma con entusiasmo y alegría.
Estos últimos meses ha estado leyendo mucho sobre el sacerdocio, “particularmente los escritos de Benedicto XVI -que trata ampliamente al Santo Cura de Ars-, y lo que espero es simplemente ser un buen sacerdote, conforme a la identidad sacerdotal propia y la acción in persona Christi”.
JON SOLOZABAL IGLESIAS
“En la llamada al sacerdocio reconozco la forma que Dios ha dispuesto para que yo pueda amar”
Jon tiene 29 años y es de Elorrio (Vizcaya), nacido en el seno de una familia cristiana. Cuenta que la primera vez que sintió la llamada fue durante la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en 2008, con Benedicto XVI, “en aquella época me encontraba en una situación de crisis existencial, tenía 17 años y no entendía mi vida. Estaba en rebeldía conmigo mismo, con mi historia, no aceptaba a mi familia, y había fracasado en todo”. Abandonó los estudios y estaba trabajando, “y aunque seguía en la Iglesia y tenía mi comunidad, llevaba una vida pagana”.
Gracias a esa peregrinación, “vi que Dios me llamaba a cambiar de vida, concretamente fue en el encuentro vocacional al final de la peregrinación, con los iniciadores del Camino Neocatecumenal, en el que el Señor tocó mi corazón por el anuncio del kerygma con una catequesis sobre Zaqueo, en la que yo me vi muy reflejado en la pobreza de este recaudador de impuestos”. Cuando se pidieron vocaciones para el presbiterado se levantó, “mejor dicho: el Señor me levantó, porque yo estaba totalmente incapacitado para levantarme, y un año después entré en el Seminario Redemptoris Mater de Segorbe-Castellón”. Esa llamada se ha ido confirmando “gracias a la ayuda y el discernimiento de la Iglesia durante más de 10 años de formación”.
Durante todos estos años el Señor le ha regalado “el poder conocerme a mí mismo, mi pobreza profunda, y a partir de aquí, poco a poco, el Señor me ha regalado ir aceptándome y amarme como soy”. La relación con los compañeros y la obediencia a los formadores, “me han ayudado a salir de mí mismo”. También la vida de oración “me ha ayudado a vivir de cara a Jesucristo y a sentirme amado por Él en mis pecados”. “Durante estos años también he podido reconciliarme con mi familia, recuperando la relación que estaba dañada por el pecado”, añade. “En definitiva – concluye – el Seminario me ha hecho persona, me ha devuelto la dignidad que yo había perdido.
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