La Iglesia revive el misterio de la Presentación de Jesús en el templo y celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada
La Iglesia celebraba ayer la Presentación del Señor y la Jornada de la Vida Consagrada, en esta ocasión bajo el lema «Caminando juntos». Los consagrados se unen al camino sinodal que se inició en octubre de 2021. La Diócesis de Segorbe-Castellón festejó este día tan importante con una Eucaristía, que se celebró por la tarde en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón.
Presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, acudieron diferentes órdenes religiosas de la Diócesis, y todas juntas comenzaron la celebración con la procesión de las candelas. Además, concelebró D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada, D. Juan Gregorio Señor, D. Florencio Roselló y D. Ángel Cumbicos.
El Obispo, en la homilía quiso destacar dos palabras: encuentro y consagración. Partiendo del lema de esta Jornada explicó que los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada invitan en su mensaje “a caminar juntos desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión”.
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Destacó el valor que tiene el encuentro con el Señor. Se comienza a ser de verdad cristiano a través de un encuentro personal y transformador, “de un acontecimiento, del encuentro con una persona que cambia el corazón, que cambia el horizonte de nuestra vida, que le da sentido, que no es otro sino Cristo Jesús”. Además, tanto los bautizados, como los consagrados y los ordenados estamos llamados “a dejarnos encontrar por el Señor”, porque este encuentro “es algo que ha de cultivarse día a día, con la oración, en la Eucaristía, en el encuentro con los pobres y con los necesitados, con los enfermos, es ahí donde el Señor sale a nuestro encuentro para mantener viva la llama de la fe”, indicó.
En esta fiesta de las candelas recordamos que Jesús es presentado, ofrecido y consagrado al Padre, explicó D. Casimiro, “para que cumpla la misión para la cual el Padre le ha enviado a este mundo”. En este sentido, exhortó a todos a seguir el ejemplo de Jesucristo, que actuó “con una entrega total, desde la obediencia filial hasta el final, hasta la muerte”. “Todo cristiano está consagrado por su Bautismo – continuó – para que su vida sea una ofrenda al Padre”, “los consagrados para seguir a Jesús, pobre, casto y humilde, según el carisma de cada uno”. Todo ello desde la Reflexión Diocesana en el Proceso Sinodal y desde Año Jubilar que nos disponemos a celebrar, “poniendo siempre a Cristo Jesús en el centro de nuestra vida”.
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