«Los cristianos no perdemos la esperanza, porque la tenemos puesta en Dios y estamos llamados a la vida eterna»
Entrevista a David Rubio, tras regresar de misión en Ucrania
3.200 kilómetros separan la ciudad de Zhytomyr (Ucrania) con Castellón. Allí, la familia Rubio Millán fue enviada a misión por la Iglesia, ahora hace doce años, primero en la Diócesis de Odessa, y desde el pasado año al norte del país. Se acostaron el jueves 24 de febrero tras una jornada en la que todo transcurrió con normalidad, y se despertaron la madrugada del viernes 25 tras estallar dos bombas muy cerca de su hogar.
La entrevista se realizó en El Espejo de COPE CASTELLÓN, el espacio informativo de la actualidad de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
David, lo primero de todo, ¿cómo os encontráis emocionalmente?
Estamos agradecidos a Dios por encontrarnos ya en Castellón y haber podido salir del país, agradecidos también por la acogida de la parroquia, de nuestra comunidad, del párroco, pero es verdad que nos dejamos el corazón en Ucrania, y tenemos una sensación de desgarro y pena de haber dejado allí muchas cosas y muchos años de trabajo y de misión.
¿Cómo ha sido recorrer esos 3.200km que separan Zhytomyr de Castellón? Suponemos que los primeros 1000 kilómetros fueron los más difíciles….
Así es. La madrugada del jueves 24 al viernes 25 de febrero escuchamos caer dos bombas en nuestra ciudad. Nos despertaron las bombas. El día anterior los niños habían ido al colegio, yo había estado en el proyecto de construcción que estábamos haciendo allí…, había sido un día normal, y de madrugada nos despertaron las bombas. Nos levantamos, recogimos lo que pudimos y salimos corriendo, porque también habían llamado algunos hermanos de Kiev que habían caído bombas allí, y entendimos que había empezado la invasión. Salimos corriendo con los coches y fue muy difícil, porque uno de los dos coches solo tenía gasolina para hacer 100km y todas las gasolineras estaban colapsadas… Cuando se acabó el gasoil nos paramos en la gasolinera a esperar… Gracias a Dios, porque los ucranianos son muy buena gente, y al vernos con niños nos dejaron pasar y pudimos llenar el depósito. Así, directamente hicimos los 1000km hasta la frontera, sin parar a dormir, porque sabíamos que cuanto más tiempo nos retuviéramos más tapón habría en la frontera… Cuando llegamos las colas ya colapsaban las fronteras… y también nuestros hijos nos abrieron el camino porque los militares abrían el paso a las familias con niños menores de un año, y en tres/cuatro horas pudimos cruzar la frontera gracias a Dios, porque sabemos de otros hermanos que han estado más de dos días haciendo cola… Es verdad que fueron los 1000 km más difíciles, con mucha tensión, una rueda pinchada…en fin mucho lío.
Tras 12 años de misión en Ucrania, primero en la Diócesis de Odessa y desde 2021 en Zhytomyr… ¿qué habéis dejado allí?
Ciertamente hemos dejado muchos hermanos… mi esposa y yo éramos catequistas de tres comunidades, así que hemos dejado muchos catecúmenos, muchas personas a las que ayudábamos en la fe… muchos hermanos con los que hemos estado durante 12 años juntos, muchos proyectos como la construcción de una casa de convivencias … hemos dejado muchísimas cosas porque hemos dejado 12 años de nuestra vida… y lo peor es que lo hemos dejado de golpe… porque nuestra vida era continuar allí… nuestros hijos han dejado amigos de la infancia, de la escuela…
¿En qué ha consistido la misión que os encomendó la Iglesia? ¿Por qué Ucrania?
Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal, a la 4ª Comunidad de Santo Tomas de Villanueva de Castellón, que es el lugar donde tuvimos un encuentro con Dios, y en agradecimiento nos ofrecimos a la Iglesia para ir en misión a cualquier parte del mundo, pero en una convivencia que organizan los responsables del Camino Neocatecumenal (Kiko, el Padre Mario y todavía Carmen), nos invitaron y por sorteo nos tocó Ucrania. Al preguntarnos si estábamos dispuestos, pues en Ucrania había esta necesidad, dijimos que sí. La misión abarcaba muchísimas cosas…, en primer lugar hacer presente a Jesucristo resucitado con nuestra vida, porque una persona cree que Cristo ha resucitado y que le quiere cuando se encuentra con otro cristiano, es mostrar cómo vive una familia cristiana, abierta a la vida…, evangelizando… Nosotros salíamos a la plazas anunciando Kerygma, la Buena Noticia, que Dios ama a esta gente… pero sobre todo en el día a día, formando una comunidad de familias, como los primeros cristianos, anunciando que Jesucristo ha resucitado. Además teníamos otros proyectos, como la construcción para una casa de convivencias, la pastoral de la post confirmación de los chicos, con 38 jóvenes, catequizando en las parroquias…
¿Hay tiempo para la esperanza? ¿piensas que podréis volver?
Los cristianos no pierden la esperanza porque nuestra esperanza está puesta en Dios y estamos llamados a la vida eterna … esa es nuestra esperanza. No te puedo decir si vamos a volver, el cristiano vive el hoy, porque el futuro nadie lo sabe, lo que sí puedo decir es que el Señor me invita a vivir en la historia, hoy… y hoy debemos empezar aquí… matricular a los niños, buscar un trabajo… nos gustaría mucho volver, pero tenemos que ver si es voluntad de Dios o no… De momento la voluntad de Dios es que estemos aquí.
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