Rito de Admisión a Órdenes sagradas de un seminarista y de institución de dos lectores
Ayer, día 8 de noviembre, el Seminario Diocesano Redemptoris Mater, en Betxí, acogió el rito de Admisión a las órdenes sagradas de un seminarista y el rito de institución de dos lectores. La celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
La recepción por parte de la Iglesia del compromiso público del candidato al presbiterado, Juan Manuel García-Cervigón, del Mater Dei; y de la asunción del ministerio de servicio a la Palabra de Dios por parte de otros dos, Pablo Durán y José Salas, del Redemptoris Mater; es motivo para dar muchas gracias a Dios, que actúa en los corazones y los empuja al servicio de la Iglesia de Cristo y del mundo.
En la homilía, el Obispo expresó este agradecimiento al Señor, “porque es un don que viene de lo alto, pero también es motivo de fiesta porque después de años vamos viendo como la tarea formativa en el seminario va dando sus frutos”, más si cabe “en tiempos de desierto vocacional”.
“La Palabra de Dios ha estado muy en el centro de vuestra vida, en el escrute, en la oración y en el estudio de la misma, pero no olvidemos que es siempre viva y eficaz, siempre va cambiando nuestra mente y nuestro corazón para que, en vuestro caso, os configuréis cada vez más a Cristo Jesús el Buen Pastor, con el cual quedaréis configurados el día de vuestra ordenación sacerdotal”, les dijo.
En estos tiempos de exaltación del ego y de individualismo, “San Pablo nos dice que a nadie debéis otra cosa sino amor mutuo, como Cristo nos ha amado – continuó D. Casimiro – pongámonos siempre en la piel del otro, porque solo así seremos capaces de salir de nuestro egoísmo y de buscar el bien del otro sin interés”.
“Los años de seminario y de vida en comunidad deben ayudaros a crecer en fraternidad, a sentirse hermano con el otro, que será en el futuro un hermano sacerdote – advirtió – porque un sacerdote solo no existe, somos copresbíteros, y una vez ordenados seréis participes de un único sacerdocio y de una única misión”, y “formaréis parte de un presbiterio en el que estamos llamados a darnos”, lo que “será un signo de credibilidad y de amor cristiano”.
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