Hace casi un año entrevistamos a Lucas Blanch Queral, un sacerdote de Castellón que lleva más de 15 años como misionero en Colombia, anunciando el Evangelio y asistiendo a los más pobres de la capital, concretamente en la parroquia de Santa Teresa de los Andes.
Hoy volvemos a hablar con él, pues las cifras de pobreza en Colombia son preocupantes, un país que además vive una gran oleada de protestas y de violencia, y los datos de fallecidos y de contagios a causa del Covid-19 son alarmantes (a día de hoy registra un total de 88.282 fallecidos). Ante ello, Lucas afirma sentirse “muy contento de estar en misión entre los más pobres”.
La violencia desatada a causa de la reforma tributaria deja centenares de heridos y decenas de muertos, ¿cuál es la situación a día de hoy?
Como bien han podido seguir en las noticias, la situación en Colombia estos días ha sido bastante difícil. La reforma tributaria se ha paralizado, pero con estas manifestaciones siempre hay personas que usan de la violencia, sobre todo contra entidades públicas. Han sido varias las estaciones de policía en la ciudad y muchas las de transmilenio (el bus urbano) que han sido totalmente destruidas en Bogotá, por ejemplo.
Pese a que se envía un mensaje a la nación de que la violencia no es el camino para construir un mejor porvenir, y pese a que muchos son los que buscan las vías pacíficas de diálogo, lamentablemente los que usan de la violencia hacen más ruido.
En relación a la pandemia, ¿cómo está hoy Colombia?
En los meses de abril y mayo ha habido fuertes rebrotes de COVID en diferentes zonas del país. En este momento, las UCIS en Bogotá están al 95% de su capacidad, y pese a que se ha decretado cuarentena estricta durante los fines de semana en varias ciudades del país ha sido muy difícil hacer descender el número de los contagios y los enfermos de gravedad.
A través de una carta dirigida a los participantes de la XXVII Cumbre Iberoamericana, el Papa Francisco reitera que la inmunización extensiva contra el Covid-19 debería ser considerada un “bien común universal”, y pide más solidaridad entre los países para garantizar una distribución equitativa de las vacunas, «no basada en criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, especialmente los más vulnerables». ¿Están llegando las vacunas?
Pensamos que las naciones han escuchado al Papa Francisco en esta palabra que ha dado al mundo. En Colombia la vacunación va adelante, de forma lenta pero constante. En este momento están recibiendo la vacuna las personas en el rango de edad de los 60 a los 65 años, y ya todos los que trabajan en el ámbito de la salud ya la han recibido.
Ante la pobreza, la violencia y el coronavirus, ¿cuál está siendo el papel de la Iglesia colombiana?
La Iglesia ha sido de un apoyo importante para el país en cuanto a ayudas sociales a las familias que por las cuarentenas y la misma situación de inseguridad frente al virus han quedado sin empleo. En Colombia las familias no cuentan como en España con la ayuda del “paro” a modo de subsidio económico del estado, por eso cuando quedan desempleadas la situación para ellas es crítica.
La Iglesia ha predicado la llamada del Señor a poner nuestra vida y nuestra confianza en Él, que es lo que verdaderamente permanece, y ha dado consuelo y apoyo a los más necesitados.
Estás anunciando el Evangelio entre los más pobres, ¿cuál es exactamente tu misión allí?
Estoy muy contento de estar en misión entre los más pobres, no solo económicamente hablando, sino también cultural y socialmente. “De ellos es el Reino de los Cielos”, dice el Señor. Mi misión consiste en las celebraciones litúrgicas en la parroquia, que nació hace poco más de 4 años, acompañar espiritualmente a las familias, jóvenes y niños, y en realizar labores sociales de formación y sostenimiento de estas personas que encuentran en nosotros un gran apoyo.
Concretamente, hacemos jornadas de oración en aquella zonas más apartadas y vulnerables del sector, distribuimos alimentos, impartimos clases de música, de inglés y lecto-escritura en la parroquia, hacemos convivencias dinámicas con niños y jóvenes, encuentros artísticos, cineforos, teatro… con el trasfondo en todo del amor de Dios.
¿Algún mensaje o petición para la gente que nos lea?
En primer lugar, me gustaría dar las gracias a aquellos que nos han apoyado económicamente desde la Diócesis de Segorbe-Castellón para que nuestra parroquia pueda ayudar a los más necesitados. También estamos construyendo nuestra parroquia, que nació hace 4 años, y les agradecemos su apoyo.
Como petición dos cosas: oración por nosotros, y si alguno deseara apoyarnos en nuestra labor lo puede hacer a través de la oficina de las misiones diocesanas.
Hace poco más de un año entrevistamos a Álex Díaz, sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ordenado hace once años. En su ministerio ha servido como vicario en las parroquias de Santa María y de El Carmen de Castellón, y su último nombramiento en la Diócesis fue párroco de Nuestra Señora de los Ángeles de Betxí.
Desde hace cuatro años está acompañando a las Misioneras de la Caridad, conocidas por su fundadora, Santa Teresa de Calcuta, en su servicio a los más pobres de los pobres en Calcuta (India).
India está atravesando un brote de coronavirus descontrolado, y suma más de la mitad de los casos diarios de todo el mundo. Ante este drama, el Papa Francisco envió un extenso mensaje la semana pasada al cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y presidente de los obispos indios, expresándole su cercanía y su oración por las víctimas de la pandemia, que ya supera la escalofriante cifra de 4.000 fallecidos diarios.
Por ello hemos vuelto a entrevistar a Álex, para que pueda informarnos de cómo está viviendo está situación.
Las imágenes que nos llegan de India superan a cualquier película de terror, ¿cómo es la situación allí, más concretamente en Calcuta?
Los casos de gente afectada por coronavirus han crecido de modo exponencial desde principios de abril. Si bien es cierto que mucha gente lo ha pasado de forma leve, como es mi caso; la situación se convierte en alarmante con personas con otras enfermedades o afectadas gravemente por el virus.
Esta segunda ola está afectando a mucha gente, también a sacerdotes, religiosas, fieles laicos y familias pobres. Diariamente, llegan noticias de defunciones o gente en estado grave. Desde el punto de vista religioso es duro para los cristianos tener que incinerar a sus familiares, ya que en India esto es propio sólo de los hindúes. Se añade la imposibilidad de atender a los fieles enfermos por las restricciones.
El primer viernes de mayo se celebró una jornada de oración y ayuno en toda la India para pedir por el fin de la pandemia.
¿Cómo estás tú?
Yo he pasado el Covid durante el mes de abril. Gracias a Dios no he tenido complicaciones y he tenido síntomas leves. He estado en aislamiento durante dos semanas, desde que salió el test positivo. He podido vivir estos días con serenidad y oración. Además, me he sentido acompañado por la oración de mucha gente, tanto aquí como en España.
En estos momentos y en esta situación, ¿qué puedes hacer por ellos?
En misión, aquello que más ayuda a la gente no es tanto lo que hacemos, como la cercanía y presencia. La gente no espera de nosotros que les solucionemos los problemas, sino que estemos con ellos en su dolor. Aquellos que buscan de nosotros es más sencillo de lo que parece: no quieren recetas para sus problemas, quieren nuestra cercanía.
¿Qué hacen ellos por ti?
Aprendo constantemente de nuestra gente: su entereza, paciencia, alegría en medio del dolor son una lección de vida. Si lo que ocurre aquí pasará en nuestras ciudades no me imagino cómo lo afrontaríamos. Llama la atención su capacidad de vivir con naturalidad la enfermedad y la muerte.
¿Te has planteado volver a casa en algún momento?
Ante la enfermedad o defunción de familiares y amigos uno siente el deseo de estar cerca de ellos, como es lógico. Sólo la oración nos hace sobrellevar esas circunstancias. Por otra parte, el sufrimiento de la gente de aquí nos mueve a permanecer junto a ellos y nos recuerda que estamos aquí, porque Alguien nos llama y lleva.
¿Algún mensaje o alguna petición para la gente que nos lea?
Como mensaje, repetir lo que el Papa Francisco ha insistido durante la pandemia: necesitamos los unos de los otros para afrontar esta situación y sus consecuencias, ya que estamos todos en el mismo barco. Como petición, pedir oraciones por este pueblo de India, gente marcada por el sufrimiento y la pobreza.
Con este lema tendrá lugar, mañana sábado, el Encuentro Misionero de Jóvenes, que organizan online las Obras Misionales Pontificias. Se realiza con el mismo lema que el previsto para el año pasado, que no pudo celebrarse a causa del confinamiento.
En la exhortación apostólica “Christus vivit” del Papa Francisco, tras el sínodo dedicado a los jóvenes, les decía: “Queridos jóvenes, la Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta!”. Este encuentro misionero quiere hacerse eco de este grito que el Papa Francisco lanza a los jóvenes alentando a su participación más entusiasta en la vida y misión de la Iglesia.
El encuentro quiere ser una invitación a profundizar en el compromiso misionero de los jóvenes. Se reflexionará acerca del hecho de que son muchos los jóvenes que participan en experiencias misioneras, de mayor o menor duración temporal, con mayor o menor compromiso personal, unas estrictamente misioneras otras de voluntariado de inspiración cristiana, etc.
Esto da pie para profundizar en esas intuiciones de fe, de las que hablaba el Papa, que hacen posible su compromiso misionero, cómo profundizar en él, cómo hacerlo vital.
De hecho, el punto de partida es que los jóvenes ya tienen un compromiso misionero que viene de su bautismo y que ellos concretan de muchas maneras. Esta experiencia es fundamental en la vida del joven y está llamada a crecer, a no estancarse. No puede ser una experiencia pasajera, que deja huella pero no marca para siempre. La experiencia misionera y solidaria tiene que crecer, seguir progresando para que sea estable y marque la vida como un rasgo de su vida cristiana y social.
En el programa está prevista, por la mañana, una dinámica de título “Entregarse compensa”, para percibir cómo la entrega es lo que llena una vida; para ello se considerará el testimonio de personas que han hecho de la entrega el centro de su vida.
La tarde lleva por título “Cristo, nuestro compromiso”. Contará con una conferencia titulada “La Iglesia me envía” que dará Mons. Joseba Segura, Obispo auxiliar de Bilbao, seguida de un coloquio y una mesa redonda de testimonios sobre la entrega misionera de jóvenes y mayores.
Pueden participar jóvenes menores de 35 años interesados por la actividad misionera de la Iglesia y grupos de jóvenes que participan en experiencias misioneras temporales. Para inscribirse hay que dirigirse a las Delegaciones Diocesanas de Misiones y remitirles el boletín de inscripción, para que ellas puedan organizar la participación online individual y de los grupos.
Un año más nos disponemos a celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Convocada por el Papa, es un día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y organiza una colecta para colaborar con ellos. Se celebra sin interrupción desde 1926 en todo el mundo, siempre el penúltimo domingo de octubre, el mes de las misiones.
Este año, la coronación del Mes Misionero será el próximo domingo, 18 de octubre, Jornada que lleva por lema «Aquí estoy, envíame» (Is. 6,8). La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo, y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren, también durante estos tiempos de pandemia.
“La Iglesia continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
OMP y los Territorios de Misión:
El DOmingoMUNDial de las misiones está organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), el instrumento oficial de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los Territorios de Misión. Es la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacernos conscientes a todos los bautizados de que todos somos misioneros.
Los Territorios de Misión, son aquellas zonas del mundo donde la misión de la Iglesia se encuentra con serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos:
Hay 1.115 Territorios de Misión.
Representan un tercio de las diócesis del mundo.
Casi la mitad de la población mundial vive en los Territorios de Misión (44,82%).
En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
Un sacerdote en un Territorio de Misión atiende a más del doble de habitantes que otro sacerdote de la Iglesia Universal.
La Iglesia tiene una gran capilaridad: llega a las aldeas más remotas.
Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en las misiones: allí hay 119.200 escuelas.
El 26% del trabajo social de la Iglesia universal se desarrolla en los Territorios de Misión: allí hay 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…).
En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto de media 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día en las misiones.
“Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Misioneros en tiempos de coronavirus
Sabiendo que son muchos más, desde aquí queremos recordar a aquellos misioneros que pertenecen o tienen relación con nuestra diócesis, y de los que nos hemos hecho eco, sobre todo durante el confinamiento, para dar a conocer su situación y para que nos dieran una palabra de luz y de esperanza desde la fe. Han sido:
Luisa Herrera, misionera en Israel; Álex Díaz, sacerdote misionero en India; Magdalena Vicent, misionera en Japón; Lucas Blanch, sacerdote en Colombia; María Castell, misionera en Estonia; Constancia Silvestre, misionera en Burkina Faso; Mons. D. Luis Capilla, en Suiza; la familia Tortosa Rubert, misioneros en Hungría; y la familia Rubio Millán, misioneros en Ucrania.
También nos gustaría recordar a José Miguel Celma, misionero en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay, fallecido el mes pasado a causa del Covid-19.
¿Qué tienen todos ellos en común?, una llamada de Dios, a la que todos respondieron: “Aquí estoy, envíame”.
Que el Covid-19 no frene tu donativo
El Domund se enfrenta este año a una situación difícil por la pandemia, y desde Obras Misionales Pontificias se anima a que la situación sanitaria no obstaculice el donativo de aquellos que quieran participar en la misión de la Iglesia. Se puede colaborar de muchas formas:
Por Bizum: 00500
Por transferencia: Destinatario. Obras Misionales Pontificias – ES32 0049 5117 2821 1009 4950
“La celebración del Domund significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Lee AQUÍ el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones 2020
Lucas Blanch Queral es de Castellón, tiene 36 años y nació en el seno de una familia cristiana, es el cuarto de ocho hermanos. Cuenta que “como fruto de la fe de mis padres, y de vivir la fe en la parroquia de la Santísima Trinidad un camino de iniciación cristiana a través del Camino Neocatecumenal, a los 22 años partí para Colombia”, donde se ha formado como sacerdote en el Seminario Redemptoris Mater de Bogotá.
Fue ordenado el 12 de noviembre de 2016, y actualmente está de administrador parroquial en la parroquia de Santa Teresa de los Andes, en un sector pobre de la ciudad llamado Ciudad Bolívar, trabajando también como capellán del colegio Instituto Tecnológico del Sur, ubicado en el barrio de El Carmen. Lleva, como misionero, más de 14 años en Colombia “y por gracia de Dios y el amor que me ha dado a este hermoso país, también soy colombiano”.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Desde Colombia tenemos la mirada puesta en Europa y en España, pues en esta situación de pandemia que vivimos, a Colombia ha llegado más tarde que a Europa, y tratamos, como país, de evitar el nivel de contagio que se ha dado allí.
Desde aquí hemos contemplado con gran dolor las noticias de contagios y muertes que han asolado España, comprendiendo que Dios, que permite que esto suceda, nos llama a conversión y a poner nuestros ojos fijos en Él. Para mí, en particular, no ha sido fácil escuchar estas noticias sabiendo que toda mi familia está allí, y que el temor de que mis padres se pudieran contagiar ha sido grande. Pero el Señor también me ha confortado y me ha dado mucha paz.
¿Cuál es la situación actual en Colombia?
A principios del mes de abril, con pocos más de 100 contagiados de Covid-19, el Estado colombiano promulgó la cuarentena obligatoria, y desde ese momento toda actividad pública quedó suspendida, incluido el culto religioso en los templos. Desde entonces y hasta el día de hoy nuestras parroquias están cerradas. El número de contagios ha ido, pese a las medidas de aislamiento, aumentando. Hoy, 12 de junio, el reporte en Colombia es el siguiente, según los datos oficiales:
45.212 casos confirmados
1.488 fallecidos
17.790 recuperados
458.324 muestras procesadas
La enfermedad se ha extendido en los 32 departamentos del país y en el Distrito capital de Bogotá, siendo éste último el lugar de mayor número de contagios.
La problemática en el país por la toma de medidas de aislamiento ha derivado en la crisis económica de tantas familias que vivían al día con sus trabajos, especialmente en los barrios ubicados al sur de la ciudad, donde los sectores son más pobres. Desde entonces hemos transcurrido los días viviendo en aislamiento en nuestros hogares, y hasta hace pocos días hemos pasado del aislamiento a una cuarentena donde ya se han retomado algunas actividades laborales, aunque sectores enteros de la ciudad de Bogotá siguen en aislamiento absoluto a causa del aumento de los contagios en ellos.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo?
Dios, a través de esta situación, saca también lo mejor de las personas. La fe en este tiempo no puede ir desligada de la caridad. Yo he experimentado más que nunca en mi vida y en mi ministerio que la caridad para con los necesitados es una oración agradable a Dios.
Por un lado, en la parroquia hemos estado celebrando la liturgia de la Iglesia a través de los medios virtuales para poder llegar a las familias en sus hogares. También hemos orientado a las familias a poder realizar liturgias domésticas, y hemos animado al rezo de Rosario.
Además, hemos invitado a los fieles a que escuchasen la voz del Santo Padre, el Papa Francisco, y a nuestro pastor, el Cardenal Rubén Salazar Gómez, que en estos días ha entregado la diócesis a un nuevo arzobispo, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, que el 11 de junio tomará posesión.
Por último, con la entrega de alimentos, cada semana desde el inicio de la cuarentena, hemos ido apoyando cada vez más a un número mayor de familias que lo están pasando verdaderamente mal. Aquí hemos podido sostener las ayudas gracias a donaciones llegadas desde España, desde la delegación de Misiones de la diócesis de Segorbe-Castellón, desde la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, y desde la Basílica de la Mare de Déu del Lledó. Ahora, a través de la policía nacional colombiana y de la alcaldía, hemos incrementado aún más el número de familias auxiliadas. El pasado jueves, 4 de junio, por ejemplo, pudimos hacer una entrega de alimentos a 450 familias del sector de la parroquia.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia colombiana?
La Iglesia colombiana está preocupada de la fe de los fieles que no pueden asistir al culto en los templos parroquiales, pero somos conscientes como Iglesia de que Dios se sirve de este acontecimiento para valorar aquello que antes teníamos y no apreciábamos: el podernos reunir en asamblea para la oración en nuestras parroquias. Ahora muchas personas queriendo reunirse en los templos parroquiales a orar no lo pueden hacer, queriendo participar de la Eucaristía y comulgar no es posible aún. Jamás habíamos vivido algo así, pero el pueblo colombiano siempre se ha caracterizado por su fe en el Dios Altísimo y con la tradición del rezo de las novenas, característico de los colombianos, y del Rosario, nuestras casas se han convertido más que nunca en lugar de oración.
¿Un mensaje de esperanza?
Las tristezas y angustias, las esperanzas y las alegrías de los hombres son también las de los cristianos (Gaudium et Spes). Por eso los cristianos tenemos la misión, en medio de esta pandemia, de irradiar con nuestra esperanza en la Vida Eterna y de que Dios es nuestra riqueza, a tantas personas que viven desconsoladas y desesperanzadas. Animamos a los cristianos más que nunca a no esconder nuestro tesoro e irradiarlo.
Álex Díaz es sacerdote de nuestra diócesis de Segorbe-Castellón, ordenado hace diez años. En su ministerio ha servido como vicario en las parroquias de Santa María y de El Carmen de Castellón, y su último nombramiento en la diócesis fue párroco de Nuestra Señora de los Ángeles de Betxí.
Desde hace tres años está acompañando a las Misioneras de la Caridad -conocidas por su fundadora, Madre Teresa de Calcuta- en su servicio a los más pobres de los pobres en Calcuta (India).
Esta ciudad es la capital del estado indio de Bengala Occidental, donde la población mayoritaria es bengalí, tanto de lengua como de origen. Además, hay gente de Bangladesh, Nepal, y otras procedencias y tribus. Calcuta es un icono de la pobreza en el mundo por las dificultades que sufrió la ciudad durante la guerra de Independencia. Pero también es conocida por ser la ciudad de la alegría, por lo que se juntan en ella estas dos realidades, pobreza y alegría.
Actualmente, Álex se encuentra confinado en una casa con más de trescientos pacientes de diferentes procedencias y confesiones religiosas. Está situada en el “slum” -barriada de chabolas- de Tijhala y se llama Prem Dan, que significa, Don de Amor.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Al tener familiares afectados que han estado en la UCI, incluso desde antes del confinamiento, he vivido con mucha intensidad todo lo que llegaba de la familia, sacerdotes, amigos, feligreses y de la gente desde allí. La oración me ha permitido acortar distancias y estar cerca de familiares y amigos.
Asimismo, aquí, al haber voluntarios y hermanas procedentes de todo el mundo llegan noticias de muchos lugares. Mi corazón se apena con la gente al descubrir rostros de dolor de tan diversos procedencias y condiciones.
También he vivido mucha gratitud al sentir la cercanía de la Iglesia, desde nuestro obispo, D. Casimiro, a tantos hermanos sacerdotes, tantos feligreses amigos y religiosas.
Una sensación también de extrañeza se ha despertado en mi corazón, el hecho de tener que estar lejos de la familia en los momentos de dolor, el sufrimiento de los fieles al no poder participar de las celebraciones litúrgicas, tanta incertidumbre, tantas noticias dolorosas…
¿Cómo es la situación actual en India?
Es difícil hacerse una idea general de la situación de India en esta pandemia, por su extensión y complejidad. Las noticias que llegan por la prensa e internet son confusas y contradictorias, algo que también percibo en las noticias que llegan de España.
Llevamos ya un mes de confinamiento. Con la suspensión de los transportes regulares se ha vaciado la ciudad y un gran silencio ha inundado todo. Las avenidas y calles de Calcuta han estado vacías gran parte del tiempo, aunque los últimos días empieza a haber algo más de movimiento. En los slums, llenos de callejuelas y chabolas de no más de dos metros cuadrados, la gente ha seguido haciendo vida en la calle, algo muy propio de nuestra gente.
Por otro lado, hay algo muy conmovedor de estos días en nuestra India: la religiosidad de la gente. Hindúes, cristianos, musulmanes… todos rezan. Aunque los templos, mezquitas e iglesias permanecen cerradas, nuestra gente no deja de rezar y confiar en el auxilio divino.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo? ¿cómo estás viviendo este tiempo pascual?
Justo antes del confinamiento por la cuarentena estuve atendiendo un curso de formación y unos ejercicios espirituales en Uzbekistán; donde pude ver una Iglesia pequeña, con solo cinco parroquias en todo un país, y prácticamente el mismo número de sacerdotes.
Me conmovió, pues pude descubrir la grandeza de la misión de la Iglesia, tan insignificante a los ojos del mundo. Ver al único obispo del país hacer varias horas de viaje para atender una Misa dominical de unos pocos fieles me ayudó a reconocer la llamada a la fidelidad, más allá del número de personas o actividades. Es la Iglesia que hace presente el Reino de Dios, el pequeño grano de mostaza. Esta experiencia me ayuda a entender este tiempo de confinamiento con todos sus condicionantes. La Iglesia sigue vive y presente.
Asimismo, la tensión oculta que se percibe en los corazones ante esta situación tan extraña me invita a la comprensión, a saber descubrir a Cristo en una humanidad herida, llagada, frágil y débil. Doy gracias a Dios por la Cruz, por ese padecer que nos abre a la gloria de Dios.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia en India?
La Iglesia ha querido manifestar su disponibilidad ante las decisiones sanitarias del gobierno y ha acogido con prontitud las indicaciones. Asimismo, nos hemos unido a nuestros hermanos musulmanes e hindúes en volver la mirada al Cielo e invocar la protección divina.
Respecto a la vida de fe, vivir la Semana Santa sin poder acudir a las celebraciones litúrgicas y manifestar la alegría pascual en comunidad nos ha desgarrado interiormente.
Respecto a las necesidades de nuestros pobres, la situación de la pandemia está suponiendo otras dificultades, especialmente el acceso a la comida de nuestra gente, pero la Iglesia se ha puesto a la cabeza en muchas iniciativas para salir al encuentro de nuestros hermanos y vecinos, independientemente de su raza, credo y condición.
¿Un mensaje de esperanza?
La Resurrección de Cristo nos llena el corazón de esperanza y alegría. La oración de Cristo al Padre en su Pasión fue escuchada -dice la Epístola a los Hebreos-, porque Cristo venció la muerte y el pecado.
Ese Misterio -del grano de trigo que muere para dar fruto- se hace presente hoy en nuestra historia y la traspasa, la transfigura, la transforma. Decía el Papa en estos días, que Cristo no elimina el sufrimiento, sino que su amor traspasa todo dolor.
El fundamento de la esperanza no es una victoria donde seamos capaces de eliminar el dolor o anestesiarlo -aunque sea necesario mitigarlo en la medida de nuestras capacidades- sino dejar que el Señor lo unja y transforme en fuente de paz y perdón.
María Castell Falomir tiene 37 años y es de Castellón. Nació en el seno de una familia cristiana, que le ha transmitido la fe desde pequeña, y es la cuarta de seis hermanos, uno de ellos ya en el Cielo. Pertenece al Camino Neocatecumenal en la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, y desde el 7 abril del 2019 es misionera en Tallin (Estonia).
La población de Estonia es mayoritariamente no practicante. Según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el último censo de población (2011), sólo el 29% de la encuestados se declararon practicantes religiosos, y el 54% de las personas señalaron expresamente que no practican ninguna religión. Se estima que hay alrededor de 7.000 católicos en todo el país.
El pasado 25 de enero, la castellonense Marta Iturralde, 36 años, pronunció sus votos perpetuos en la parroquia Nuestra Señora de La Anunciación de Medellín (Colombia), junto a otra compañera colombiana, Leydi Cuéllar.
Marta pertenece a la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, compañía en la que inició como aspirante en abril del 2008, para lo que se trasladó hasta Perú, aunque los primeros votos los pronunció en octubre del 2011 en Madrid. La hermana del Gobierno General, la peruana Carmen Cardoza es quien recibió los votos perpetuos de ambas hermanas.
Como misionera está destinada en la selva amazónica peruana, concretamente en Huampami (río Cenepa), lugar en el que la compañía tiene una comunidad, y actualmente se encuentra en Medellín para completar sus estudios de 4 años de Teología en la Universidad Católica Luis Amigó.
Sobre su vida en la misión comenta que, « no se puede describir con mucha concreción, pero lo que sí he descubierto es que es una vida en que te vacías de ti completamente, dejas de mirarte a ti para mirar a tu alrededor, con una actitud disponible, viviendo el día a día, compartiendo las alegrías y también los sufrimientos, y con una alegría que inunda tu ser, por sentir a Dios que acompaña, que guía, que se hace presente en medio de la vida».
En las zonas en las que tienen presencia, las hermanas de la Compañía realizan una pastoral misionera, visitando, acompañando y evangelizando a las diferentes comunidades cristianas de la zona. Pero también apoyan con materiales y orientaciones a los profesores de los centros educativos, acompañan a los enfermos y forman a las mujeres, entre muchas otras acciones.
«Para mí lo más grande ha sido descubrir el sentido de la vida, de mi vida, en esta vida sencilla, a disposición de, al servicio de; descubrir la llamada del Señor a esta vida, de una manera concreta, haciéndomela vivir y gustar, y descubrir cómo es posible, cómo Él da su Espíritu para vivirlo, y se hace presente en cada persona, en la vida. ¡Te doy gracias, Señor!», concluye.
La hermana Marta Iturralde creció en su vida cristiana gracias a la fe que le transmitieron sus padres, al amparo de la parroquia de la Santísima Trinidad, en una comunidad del Camino Neocatecumenal.
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