Mañana, sábado, a las 18.00h en la Concatedral de Santa María, en Castellón
La Diócesis de Segorbe-Castellón conmemorará la «Pascua del enfermo» este sábado 8 de mayo, con una celebración litúrgica que presidirá nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, en la Concatedral de Santa María, en Castellón, a las 18.00 horas donde se impartirá la Unción de Enfermos, siguiendo todas las medidas higiénico-sanitarias.
Tal como recoge el Catecismo de la Iglesia católica: «con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios (LG 11)». (cf.c 1499 CIC).
El óleo utilizado en este rito es conocido como óleo de los enfermos, y es bendecido cada año por el obispo en la Misa Crismal que, este año en nuestra Diócesis, se celebró el pasado 29 de marzo en la S.I. Catedral de Segorbe.
¿Quien puede recibir la Unción de Enfermos?
El sacramento de la Unción de Enfermos es así denominado porque la señal principal es la unción con aceite consagrado por el Obispo. La gracia principal es fortalecer la virtud de la esperanza para ayudar a la persona enferma a no desesperarse y fortalecerla contra cualquier temor a la muerte. También ayuda a soportar cualquier sufrimiento causado por su enfermedad o lesiones y los une a Cristo sufriente que se acerca a ellos y les brinda consuelo espiritual.
Hasta el Concilio Vaticano II, al sacramento se lo conocía con el nombre de extremaunción, puesto que solo se administraba in extremis, es decir, ante la inminencia de la muerte. Sin embargo el Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Sagrada Liturgia, explicita que «[…] no es solo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida […]». De hecho, el cambio de sentido impuesto al sacramento por el Concilio responde a la necesidad e importancia de asistir a los enfermos para que el Espíritu Santo los acompañe y reconforte, de conformidad con el mandato de Jesucristo a través de San Marcos (16, 17-18).
El Catecismo de la Iglesia (cf.f 1514-1515) también explicita que la Unción de Enfermos «no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir», así como «si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan».
Sacram Unctionem Infirmorum
«Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad».
A todos los sacerdotes en la Diócesis de Segorbe-Castellón
Mis queridos sacerdotes, diáconos y religiosos: Ya se acerca la fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español. Gracias a Dios, este año la podremos celebrar presencialmente, aunque perdure la pandemia, y debamos hacerlo con las medidas y restricciones debidas. Por esta razón la celebraremos, D.m., el próximo lunes, 10 de Mayo, con una Jornada Sacerdotal en la Concatedral de Santa María de Castellón. Comenzará directamente -sin café- a las 10:30 con la oración de la Intermedia y la Charla y concluirá con la Santa Misa concelebrada a las 12:30.
Os invito de corazón a todos a la Jornada y os animo a participar en ella haciendo un pequeño esfuerzo. Estos encuentros fraternales y sacerdotales hemos de cuidarlos con esmero y ayudarnos a vivirlos en comunión sacerdotal. La Eucaristía, que juntos celebraremos, es la verdadera fuente de la unidad y de la comunión entre todos nosotros, promesa y fruto de orar juntos, trabajar unidos, sufrir y gozar al unísono en nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón.
Contemplando el ardor evangelizador de nuestro patrono queremos reflexionar sobre nuestro ministerio sacerdotal en la actualidad. Lo haremos bajo la experta batuta de Mons. Toni Vadell, Obispo Auxiliar de Barcelona, que nos hablará sobre “La vocación del presbítero y del laico en una parroquia evangelizadora”, de enorme actualidad al concluir nuestro Plan diocesano de Pastoral sobre la parroquia evangelizada y evangelizadora y en la aplicación diocesana del Congreso nacional laicos “Iglesia en salida”.
Será también un día para felicitar y rendir homenaje de gratitud pública a nuestros hermanos sacerdotes en sus Bodas sacerdotales de Diamante (D. Fernando Moreno, D. Rafael Torres y D. Fco. Javier Iturralde), de Oro (D. Miguel Alepuz) y de Plata (D. José Aparici) y unirnos a su canto de Acción de gracias por el don recibido y por su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. ¡Cuánta gracia derramada en sus vidas a lo largo de estos 60, 50 y 25 años de sacerdocio! En este sencillo y merecido homenaje, levantamos nuestras manos con las suyas para dar gracias a Dios por tantos beneficios recibidos. Nuestra Iglesia diocesana les agradece la entrega de su vida en el ejercicio del ministerio sacerdotal. Ante la próxima ordenación de tres diáconos transitorios, el 15 de mayo, rezaremos especialmente por ellos.
Os ruego que anunciéis la celebración de esta Jornada en vuestras parroquias, para que los fieles que así lo deseen se puedan unir a la Santa Misa y, en cualquier caso, a nuestra oración,
Confío a la Virgen María, Madre de los sacerdotes, el tesoro del sacerdocio, para que lo guarde con amor materno y nos conceda la gracia de dejarnos ganar por el amor de Dios. Que como a San Juan de Ávila nos abrase el celo ardiente por predicar a Cristo y anunciar su Evangelio.
Con un cordial saludo en el Señor Resucitado,
+Casimiro López Llorente Obispo de Segorbe-Castellón
Este primer domingo de mayo, por concesión del Papa Pío XI, Castellón, como Pueblo de Dios, ha celebrado con toda solemnidad el día de su Patrona, la Mare de Déu del Lledó. A las 11.00h ha comenzado la Misa Pontifical, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, en la Basílica del Lledó, donde, con devoción mariana se ha completado el aforo, al igual que ha venido ocurriendo con la celebración del Triduo de preparación y el importante elenco de actos culturales, tanto literarios como musicales, que se han celebrado en la semana previa a este día.
El Obispo de la diócesis ha sido recibido por el Presidente de la Real Cofradía del Lledó y por la Presidenta de la Junta de Camareras y ha saludado a los fieles que se congregaban a las puertas de la Basílica y que, debido al aforo no han podido acceder al Templo.
La Santa Misa ha estado concelebrada por el Prior de la real Cofradía de Lledó, Miguel Abril; el Prior de la Basílica, Josep Miquel Francés; el Prior emérito, Ignacio Perez Heredia; por el secretario, Ángel Cumbicos; por Francisco Martí; y el diácono Francisco Roig, asistidos por dos seminaritas del Seminario Mayor Diocesano Mater Dei, Isaac Huget Escrihuela y Juanma García-Cervigon Simón.
Debido a las especiales circunstancias de esta pandemia, la Misa ha sido retransmitida en directo por la 8 Televisión, TV Castellón y Mediterráneo Televisión, de forma que los devotos de Nuestra Señora del Lledó también han podido participar en la Eucaristía desde sus casas. También, en el exterior de la Basílica, se han congregado los fieles que no han podido acceder al templo y siguiendo la liturgia a través de los megáfonos.
En la homilía, D. Casimiro ha destacado que «hemos de mirar con más fe y devoción a nuestra Madre y Señora, Mare de Déu del Lledó que bendice a todos los devotos unidos en esta Eucaristía» y ha deseado a todos los presentes y a quienes han seguido la retransmisión en directo «la gracia y la paz de Jesús resucitado en medio de nosotros, porque ha resucitado para que tengamos vida en abundancia, luz en la oscuridad y esperanza en el dolor».
Nuestro Obispo, a la luz de la Palabra proclamada, ha resaltado tres palabras: creer, orar y servir, pues representan, ha dicho, «lo que se nos pide a los cristianos en este momento de crisis a todos los niveles».
Creer en Dios y a Dios, «confiar siempre en él porque es comprensivo, misericordioso y nunca abandona a su pueblo y a la humanidad». En este sentido se ha referido a la Virgen María como signo de Dios para que no dejemos de creer y confiar. María, Mare del Déu del Lledó, ha afirmado D. Casimiro, «nos ofrece a su hijo y su deseo ferviente es que abramos nuestra mirada y nuestro corazón a Dios, más en estos momentos difíciles, y nos señala el camino para hacerlo: la humildad».
La Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, «nos enseña a ser humildes y eso solo se descubre en Dios, porque nos acecha siempre la tentación de endiosarnos y no vivir en la verdad, creyéndonos dueños y señores de nuestra vida y de la ajena», y frente a esto llega el coronavirus «y nos damos cuenta que somos frágiles, limitados y mortales, aunque nos cueste reconocerlo». Por ello, ha exhortado el Obispo, «miremos a la Madre de Dios porque su humildad nos hará vivir en la verdad».
Orar, ha continuado el Obispo, porque como en la lectura de los Hechos de los Apóstoles, «todos perseveraban unidos en la oración». María, ha dicho D. Casimiro, «nos une en la oración frente al dolor, la angustia y el sufrimiento, intercediendo por nosotros ante su Hijo». Así, ha invitado a los fieles a seguir el ejemplo de, «que meditaba en su corazón todos los acontecimientos de su vida para conocer la voluntad de Dios». Hagamos una lectura, sobre todo los creyentes, ha aconsejado el Obispo, «a hacer una lectura y repensar en nuestro modelo de vida, aprendiendo, a través de María, a ser humildes para reconocer nuestra fragilidad».
«Amar es servir», ha concluido D. Casimiro, y «en María encontraremos la fe para salir de nosotros mismos y de nuestros egoísmos, para servir a los demás, al necesitado, al prójimo». Esa es la prueba, ha finalizado el Obispo, «de nuestro amor y nuestra fe».
En la parte musical, esta solemne celebración ha estado acompañada por las voces de la Coral «Veus de Lledó» que ha interpretado magistralmente «Jesús Bleibet» de Bach en la entrada; la «Misa Te Deum Laudamus», de Perosi; el Salmo ha sido interpretado desde el Ambon por el Clavario Luis Román que es miembro de la Coral; el «Al.leluia» de Matilde Salvador; el «Ave María» de Caccini, en el ofertorio; y la «Salve Bressolera» de Miquel Peris y Paco Puig, durante la Comunión. La ceremonia ha finalizado con los Gozos y la Salve a la Mare de Déu del Lledó.
Devoción a la Mare de Déu del Lledó
Lamentablemente este año, y a pesar de haberse relajado la situación por la pandemia, no se va a poder celebrar la solemne procesión con la imagen de la Virgen como expresión pública de Fe. No obstante, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, con el fin de engrandecer la devoción a Nuestra Señora y Patrona, ha encomendado a la Real Cofradía de la Virgen del Lledó la organización de un acto de veneración a la Virgen, que se encontrará en su paso procesional en el Altar mayor. Se realizará esta misma tarde, de 18:00h a 20:00h en la misma Basílica del Lledó, tras el rezo del Rosario y la Sabatina.
Para este acto de manifestación de fervor y de amor que el pueblo de Castellón siente por la Virgen, se han previsto todas las medidas sanitarias oportunas. Para tal fin, los fieles devotos podrán acceder de manera espaciada y organizada al interior del templo y realizar un gesto reverencial, en señal de devoción y amor a la Patrona, y abandonar el templo de manera continuada por la puerta lateral.
97 aniversario de la Coronación y Consagración
Los actos que rinden homenaje a la patrona de la capital se prolongarán en los primeros días de esta semana. De hecho, mañana lunes, a las 19.30h de la tarde, la Real Cofradía ha organizado la «Misa de difuntos». Del mismo modo, el próximo martes, día 4 de mayo, se conmemorará el 97 aniversario de la Coronación y la Consagración de la Virgen del Lledó. Será en un acto, presidido por D. Casimiro, que tendrá lugar, a partir de las 13.00h, en la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón. Se procederá al traslado de la imagen de la Virgen de Lledó desde el camarín ubicado en una capilla lateral del templo, hasta el Altar Mayor, donde se cantarán los «Gozos» de D. Luis Revest de 1917, con música del canónigo Vicente Ripollés, y el Magníficat.
Este mediodía, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente ha recibido en audiencia a la Junta Local de Semana Santa. De manos de su presidente, Joaquín Borrás, han hecho entrega de la Medalla de cofrade de la Junta a nuestro Obispo, quien ha mostrado su agradecimiento.
La medalla simboliza la Pasión de Jesucristo, a través de la cruz de Israel y la corona de espinas, así como a la Junta Local de Semana Santa a través del escudo de la ciudad y el anagrama de la misma.
En el transcurso de la reunión, la Junta ha dado detalle de la celebración de la pasada Semana Santa que, a pesar de las limitaciones por la pandemia, «se ha podido celebrar dentro de los templos, acudiendo los fieles con una asistencia más que notable» ha asegurado Joaquín Borrás, a quien acompañaba, D. Miguel Simón, Consiliario de la Junta Local de Semana Santa, así como otros miembros de la propia Junta.
Retransmisión en directo por «La 8 Televisión, TV Castellón y Mediterráneo TV»
El próximo domingo, 2 de mayo, festividad de la Mare de Déu de Lledó, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón presidirá la Solemne Eucaristía que se celebrará en la Basílica del Lledó a las 11.00h. Debido a las limitaciones de aforo y a la gran manifestación de fervor y devoción que supone para todos los castelloneros, la celebración del día de la Patrona, la celebración Eucarística será retransmitida en directo por la 8 Televisión, TV Castellón y por Mediterráneo TV.
Del mismo modo, con el fin de engrandecer la devoción a Nuestra Patrona y Señora, la Virgen del Lledó, el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo, D. Casimiro López, ha encomendado a la Real Cofradía de la Virgen del Lledó la organización de un acto de veneración a la Virgen, que se encontrará en su paso procesional en el Altar mayor. Se realizará el mismo domingo, 2 de mayo, de 18:00h a 20:00h en la Basílica del Lledó, tras el rezo del Rosario y la Sabatina.
Dicho acto celebrará con fervor el amor que el pueblo de Castellón siente por la Virgen y contará con todas las medidas sanitarias oportunas en relación a la pandemia actual. Para tal fin, los fieles devotos podrán acceder de manera espaciada y organizada al interior del templo y realizar un gesto reverencial en señal de devoción y amor a la Patrona y, tras ello, abandonar el templo de manera continuada por la puerta lateral.
A las 20.00h de esta tarde, en la Santa Iglesia Catedral, en Segorbe, el Obispo de la Diócesis ha presidido la Solemne conmemoración litúrgica de la Resurrección del Señor. Tras una noche en vela en honor del Señor, en esta antiquísima tradición se celebra la noche santa en la que el Señor resucitó, considerándose la madre de todas las santas liturgias.
La celebración ha comenzado con las luces del templo apagadas, mientras que la bendición del fuego, los ritos de preparación y el encendido del cirio pascual que representa la «Luz de Cristo» se ha realizado fuera del templo al que han accedido el Obispo y los Ministros por el pasillo central, proveyendo de luz a los feligreses que, sin moverse de sus bancos ya habían sido provistos previamente de sus cirios. Así, tras el inicio de la Vigilia o lucernario, se ha cantado el Pregón Pascual y tal como ha anunciado nuestro Obispo «hemos entrado en la Noche Santa de la Resurrección del Señor» y ha dado inicio, en silencio meditativo a la lectura de la Palabra de Dios.
Liturgia de la Palabra
La liturgia de la Palabra se ha celebrado con las lecturas del Libro del Génesis (1 y 2), y del Libro del Éxodo 14, intercaladas por el Salmo 103, precioso poema que se convierte en un verdadero himno a Dios, creador y conservador del universo y de todo lo que en él hay, todas las maravillas y esplendores de la creación, en su diversa y rica manifestación; así como el salmo 15 y el del Éxodo, dando paso a la Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos y a la Proclamación del santo Evangelio según San Mateo (28:1-10). Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de Cristo e iluminan la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales produciéndose un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo a través de las lecturas y el Pueblo que responde a través de los Salmos.
La homilía del Obispo se ha centrado en esta buena noticia, «antigua y siempre nueva» ha remarcado D. Casimiro, que resuena de nuevo en esta Vigilia Pascual: ¡Cristo vive. Ha resucitado!, «este es el centro de nuestra fe cristiana». En esta Noche Santa se cumplen las Escrituras proclamadas durante la liturgia como «manifestación del amor de Dios y de su voluntad salvífica universal» ha dicho el Obispo, recuperándose así todo el sentido de la creación pues el hombre, «creado por Dios a su imagen y semejanza, en comunión con Dios, con sus semejantes y la creación, está llamado a esa comunión en Cristo».
El mensaje de esta noche está cargado de esperanza pues, como ha resaltado D. Casimiro, «la muerte ha sido vencida, el pecado ha sido borrado, la humanidad ha quedado reconciliada». A través de la Resurrección de Jesucristo «todo está revestido de una nueva vida, y, en Cristo la humanidad es rescatada por Dios, y recobra la esperanza».
Renovación del Bautismo
En esta noche también renace el pueblo de Dios, la Iglesia, «con quien Dios ha sellado una alianza eterna y toda la tierra exulta y glorifica al Señor». En el transcurso de la Vigilia Pascual se renuevan las promesas del Bautismo, «renunciando a Satanás para creer firmemente en Dios y en sus planes de salvación». Y es modo nuevo de vida, ha dicho el Obispo, «no es temporal, sino inmortal y eterna, supone una vida en libertad de la esclavitud del pecado para ser libres y vivir en servicio constante del Dios vivo».
A través del bautismo, recibimos el don inicial de «ser cristianos y participar de la misma vida de Cristo», y esta noche a través de la renovación bautismal renovamos nuestra participación en la misma vida de Dios, creciendo y madurando a través del resto de sacramentos, de la oración y del compromiso de caridad en la Iglesia. En este sentido, el Obispo ha resaltado que vivir esta vida divina, supone «no vivir para sí mismo, porque egoísmo y Dios se excluyen; quien vive la vida divina vive para los demás ya que en los ellos descubre la presencia del Resucitado». Quien vive para Dios, ha enfatizado D. Casimiro, «transpira amor y perdón, alegría y paz, felicidad y esperanza; se convierte así en verdadero apóstol, testigo de la resurrección, despertando en cuantos encuentra a su paso el deseo de Dios».
Para terminar, ha invocado a María como testigo gozosa de la Resurrección para que «nos ayude a todos a caminar en una vida nueva» saliendo de ese hombre viejo que cada uno de nosotros hemos dejado crucificado con Cristo y «comportarnos como hombres nuevos que viven para Dios en Jesucristo». Tras la homilía D. Casimiro ha procedido de la bendición del agua bautismal dando paso al rito de la renovación del bautismo, la renuncia a Satanás y la profesión de la fe en el que han participado fervorosamente los feligreses segorbinos que han seguido la celebración de forma presencial.
En la celebración de esta tarde-noche la liturgia Eucaristíca cobra un especial sentido pues es la culminación de la noche Pascual pues Cristo, el Señor Resucitado, nos hace participar de su Cuerpo y de su Sangre, como memorial de su Pascua. La ceremonia ha concluido con la Bendición Papal con «Indulgencia Plenaria a todos los presentes que estén verdaderamente arrepentidos, se hayan confesado y hayan recibido la comunión».
Al igual que el resto de celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual, la Vigilia ha sido retransmitida en directo por televisión de Castellón, así como otras televisiones locales y también por el canal diocesano de YouTube.
Presidida por el Obispo en la S.I. Catedral Basílica de Segorbe
A la hora aproximada en que ocurrió el acontecimiento que trajo la salvación al mundo, desde la Santa Iglesia Catedral Basílica en Segorbe, siendo las 17,00h de la tarde, se ha conmemorado, presidida por el Obispo de la Diócesis, «la hora del combate supremo y de la victoria definitiva, de la humillación y de la glorificación, la hora de pasar de este mundo al Padre». En la contemplación de esta tarde de Pasión, todos los cristianos han puesto sus ojos ante la Pasión del Señor. Desde la Catedral de Segorbe, con ayuda de las lecturas, los fieles han podido contemplar los pasos de Jesucristo y la salvación de la cruz que se adora hoy. La celebración ha sido retransmitida por Televisión de Castellón, seguida también por otras televisiones y por el canal diocesano de YouTube.
La Liturgia ha comenzado con el Obispo de la Diócesis postrado en el suelo del altar para adorar en silencio la Muerte del Señor. Los fieles que han seguido presencialmente la celebración lo han hecho de rodillas. Tras la lectura del Profeta Isaías (52, 13-53,12), los cristianos hemos podido acompañar a Jesús en su maltrato siendo «voluntariamente humillado y no abría la boca, como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron». También, antes de la proclamación del Evangelio, a través de la Carta a los Hebreos (4, 14-16; 5-7-9), se nos invitaba a «mantenernos firmes en la fe que profesamos» pues Cristo, dice la Carta, «con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen».
Tras las lecturas se ha dado paso al relato de la Pasión de Jesucristo según San Juan (Ju 18,1-19,42) que constituye uno de los elementos centrales la celebración de este Viernes Santo. A lo largo de este relato, desde la oración en el huerto de los Olivos hasta la crucifixión, Jesucristo no deja indiferente a nadie, se muestra como rey en todo momento y obediente a la voluntad de Dios Padre. Cristo cumple así las profecías antiguas sobre el Mesías prometido y exclama desde la cruz: “Todo está cumplido”. Obediente al Padre cumple con el plan que Él tenía preparado: salvar a la humanidad a través de la entrega voluntaria de su vida.
El verdadero sentido del Viernes Santo
En la homilía el Obispo ha recordado que el verdadero sentido del Viernes Santo «es el Misterio de nuestra salvación porque en la cruz, Cristo Jesús nos ha arrancado del pecado y de la muerte; con su cruz nos ha redimido y nos ha abierto las puertas de la dicha eterna». En la conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo, «contemplamos con fe el Misterio de amor, contemplamos a Dios que ha entregado a su Hijo por la salvación del mundo, contemplamos a Cristo, que obediente a la voluntad del Padre, entrega su vida por amor».
Retomando la lectura del profeta Isaías, D. Casimiro ha remarcado que Jesús «no es un héroe glorioso ni triunfante como había sido aclamado el Domingo de Ramos, sino el siervo desfigurado que no parece un Dios, no responde a los insultos, ni a las torturas ni a los desprecios, no abre la boca, sino para orar y perdonar». Lo que más impresiona, ha resaltado el Obispo, «es la profundidad de la entrega de Cristo, de su sacrificio en la cruz, pues, aún inocente y libre de todo pecado carga con los sufrimientos de todos los hombres».
«No ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate»
Con esta cita de Mateo, la meditación del Obispo de la Diócesis, ha recordado que Jesús, en la cruz, «carga con la tragedia de nuestros egoísmos, mentiras, envidias, traiciones y maldades que se echaron sobre él para condenarlo por una muerte injusta». Carga con todo pecado e injusticia humana, «los de entonces y los de ahora», ha enfatizado D. Casimiro, pues el pecado «no es otra cosa que el rechazo al amor de Dios fruto de nuestra soberbia y ese sueño imposible de suplantar a Dios y ser dioses al margen de Dios».
«Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
En la contemplación del Misterio de la Pasión y Muerte de Jesús en la cruz, el Obispo también ha reflexionado sobre el mayor dolor de Jesús que fue «sufrir la experiencia espantosa de la soledad que produce el pecado», porque, ha dicho, «si el sufrimiento es proporcional al mal sufrido podemos entender el grado y la medida de este mal que Cristo cargó sobre sí». Y esa experiencia de abandono se convierte en oblación amorosa al encomendar al Padre su espíritu, solidarizándose con todos aquellos que por su culpa padecen el exilio de la patria del amor. Cristo, ha remarcado D. Casimiro en su meditación, «aniquila el mal en el ámbito espiritual de las relaciones entre Dios y la humanidad y llena ese espacio con el bien inmenso de un amor entregado hasta el extremo».
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»
En la cruz se encuentran la miseria del hombre y la misericordia de Dios para siempre, ha dicho el Obispo. «La cruz muestra el verdadero rostro de Dios pues nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos». Dios, como espectador del mundo, «no se regodea del sufrimiento de los hombres, en su hijo asume el dolor del sufrimiento humano y lo redime viviéndolo como don y ofrenda de los que brota la vida nueva para el mundo».
En este momento de dolor y de sufrimiento por la pandemia, D. Casimiro ha querido resaltar que la historia del sufrimiento humano «es también la historia de Dios con nosotros, pues en este momento de incertidumbre y de angustia, Dios está presente en el dolor humano y sufre con nosotros para contagiarnos del valor inmenso del sufrimiento ofrecido por amor a Dios». Acogiendo su amor, su misericordia y su presencia, «Dios no nos abandona, porque ha hecho suya la muerte para que el mundo hiciese suya la vida que brota del árbol de la cruz».
Unidos a Cristo en su Cruz como María
Antes de finalizar, el Obispo nos ha invitado a contemplar y a adorar la cruz de Cristo, junto a María, su Madre, «contemplando a todos cuantos hoy están crucificados, a los que sufren, a las víctimas de leyes injustas y que tienen que cargar con su cruz; contemplemos el pecado del mundo, nuestros propios pecados con los que Cristo hoy carga y unámonos a Cristo con su cruz, para dar nosotros también la vida por amor, al pie de la cruz como María, que unida a su Hijo, compartió su dolor y el amor de su entrega».
Tras la liturgia de la Palabra, se ha celebrado, tal como estaba previsto en las disposiciones especiales decretadas por el Obispo para esta Semana Santa de pandemia, la contemplación y adoración de la cruz a través de la genuflexión o de una inclinación con la cabeza al estar prohibido besarla como es tradición. Al mismo tiempo se ha recogido también la colecta para los Santos Lugares, para lo que D. Casimiro ha solicitado generosidad «con aquellos que mantienen viva la presencia de la fe cristiana a través de la conservación de templos y lugares santos que ayudan a mantener viva la fe de quienes los visitan, más en estos tiempos de pandemia que el turismo religioso, como el resto, están sufriendo ante las restricciones por la pandemia.
Vía Crucis meditado por el Obispo en la Concatedral de Santa María, en Castellón
A las 11 de esta mañana se ha celebrado, en la Concatedral de Santa María, en Castellón, el Vía Crucis de nuestro Señor Jesucristo recorriendo espiritualmente las calles de Jerusalén hasta el Santo Sepulcro. En la Monición inicial, Miguel Simón, párroco de Santa María ha recordado que el Vía Crucis está históricamente vinculado a los sitios que Jesús recorrió, sin embargo, ha dicho «hoy día ha sido trasladado también a muchos otros lugares, donde los fieles del Divino Maestro quieren seguirle en espíritu por las calles de Jerusalén». Habitualmente en nuestras iglesias las estaciones son catorce, como en Jerusalén entre el pretorio y la Basílica del Santo Sepulcro y, en este recorrido hoy, ha pedido, «tengamos presentes de modo especial a cuantos cayeron bajo la cruz del dolor, de la marginación y de esta pandemia que sufrimos».
En el Vía Crucis han participado también los vicarios parroquiales, Ángel Cumbicos y David Barrios, así como el Diácono, Daniel Cortesi y el acólito Raúl Engonga, además de los numerosos fieles que, desde sus bancos (tal como decretó el Obispo en las disposiciones generales para las celebraciones de esta Semana Santa) han meditado y rezado junto a D. Casimiro. Al órgano, entre estación y estación, Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María.
1ª. Estación: Jesús es condenado a muerte – Evangelio según san Mateo. Mt 27, 22-23
La meditación del Obispo ha resaltado la condena a muerte de Jesús «porque el miedo al qué dirán ha sofocado la voz de la conciencia». Sucede así a lo largo de la historia donde los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. D. Casimiro ha interpelado a las veces que «hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia» y ha pedido «fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz, para que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida».
En esta primera estación se ha pedido por los médicos y los sanitarios que también entregan su vida al servicio de los enfermos.
2ª Estación: Jesús carga con la cruz a cuestas – Evangelio según san Mateo. Mt 27, 27-31
Habiéndose dejado escarnecer y ultrajar, el Obispo ha instado a «no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles y a reconocer el rostro de Jesús en los humillados y marginados; a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a la voluntad de Dios». «Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla – ha enfatizado D. Casimiro- ante las dificultades de la vida y anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría».
En esta segunda estación se ha pedido por los niños y los jóvenes, para que les sepamos acompañar en estos días y sepan vivir en esta situación de emergencia sanitaria.
3ª. Estación: Jesús cae por primera vez – Del libro del profeta Isaías. Is 53, 4-6
Ante el peso de la cruz que hizo caer a Jesús, está «nuestro pecado y nuestra soberbia que no hace más que mancillar cada vez más profundamente la dignidad humana pensando que podemos transformar al hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y vendida, una reserva de material para nuestros experimentos, con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte». «Ayúdanos Señor a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo».
En esta tercera estación, Jesús carga con nuestros sufrimientos, nuestro dolor y nuestro pecado, por ello el Obispo ha pedido «perdón por nuestra maldad» y que nos ayude «a levantarnos».
4ª. Estación: Jesús se encuentra con su madre – Del Evangelio según san Lucas. Lc 2, 34-35. 51b
D. Casimiro ha reflexionado sobre la fidelidad de Santa María, Madre del Señor que habiendo creído ante el anuncio del Ángel aquello que parecía increíble – ser la madre del Altísimo – «también has creído en el momento de su mayor humillación» convirtiéndose en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia.
En esta estación se ha pedido la protección de María, como madre, de todos aquellos a los que en su trabajo se arriesgan por estar al servicio de los demás.
5ª. Estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 32; 16, 24
Habiendo abierto los ojos y el corazón al Cirineo, y la gracia de la fe al compartir la cruz, «ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre y danos la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar que así caminamos contigo».
En esta quinta estación, el Obispo ha pedido «por las religiosas y religiosos que, fieles a su vocación, están al servicio de los demás, especialmente en estos momentos».
6ª. Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús – Del libro del profeta Isaías. Is 53, 2b-3 y del libro de los Salmos. Sal 26, 8-9
El Obispo ha pedido «la inquietud del corazón que busca tu rostro» y la protección «ante la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas» para obtener «la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo».
D. Casimiro ha pedido «que la iglesia sea imagen pura» de Jesús, «en medio del mundo estando al lado de los pobres y los que sufren».
7ª. Estación: Jesús cae por segunda vez – Del libro de las Lamentaciones. Lam 3, 1-2. 9
Jesús cae por nuestro peso y continúa llevándolo. «En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver, no permitas que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo. Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de los demás», ha meditado el Obispo, que en esta estación ha pedido fortaleza ante la pandemia, la enfermedad y las dificultades económicas, laborales y sociales.
8ª. Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén – Del Evangelio según san Lucas. Lc 23, 28-31
Jesús nos llama a superar una concepción del mal como algo banal, con la cual nos tranquilizamos para poder continuar nuestra vida de siempre. «Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte solo palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna» (cf. Jn 15, 1-10). A Jesús, que al ver a la gente como ovejas sin pastor, sintió pena y salió a su encuentro, «te pedimos por los que en estos días están alejados de sus familias».
9ª. Estación: Jesús cae por tercera vez – Del libro de las Lamentaciones. Lam 3, 27-32
D. Casimiro ha meditado respecto a la Iglesia que, «frecuentemente nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes, ten piedad de tu Iglesia». Al caer, ha dicho el Obispo, «quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podamos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia».
Habiéndose quedado siempre entre nosotros, en esta estación se ha pedido que el Señor fortalezca a los que cuidan de nuestros mayores en las residencias.
10ª. Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 33-36
Habiendo sido despojado de sus vestiduras, expuesto a la deshonra y expulsado de la sociedad Jesús carga con los sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están excluidos del mundo, pero así «como nos haces reconocer que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo. Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo encontramos. Danos el traje de la luz de tu gracia».
Siendo Jesús modelo de servicio a la humanidad, en esta estación se ha pedido al Señor que «ilumine a los gobernantes para que estén siempre al servicio de los demás y tomen las decisiones más adecuadas en cada momento. Protege a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad y del ejército en su servicio en estos días de pandemia».
11ª. Estación: Jesús es clavado en la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 37-42
Al dejarse clavar en la cruz, aceptó la crueldad de ese dolor, la destrucción de su cuerpo y de su dignidad, «ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer, a unirnos estrechamente a ti, a desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti».
Se ha pedido «por nuestras comunidades parroquiales que estos días no pueden reunirse para los actos litúrgicos. Que cada hogar sea espacio donde se viva y celebre la fe en comunión los unos con los otros».
12ª. Estación: Jesús muere en la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 45-50. 54
Con la muerte de Jesús «se oscureció el sol», ha dicho el Obispo. Jesús «es clavado en la cruz constantemente, también en este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios». Aunque por el sufrimiento y por la maldad de los hombres el rostro de Dios aparece difuminado e irreconocible, «en la cruz te has hecho reconocer, porque eres el que sufre y el que ama, eres el que ha sido ensalzado, precisamente desde allí has triunfado».
«Al contemplarte muerto en la cruz – ha dicho D. Casimiro – te encomendamos a nuestros hermanos difuntos, a los moribundos y a los que en estos días no pueden acompañar en la muerte a sus seres queridos».
13ª. Estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 54-56
El cuerpo de Jesús es recibido por unas manos piadosas y envuelto en una sábana limpia (cf. Mt 27, 59). «Qué fácil es que nosotros, los hombres, nos alejemos y nos digamos a nosotros mismos: Dios ha muerto. Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que resista en el extravío y un amor que te acoja en el momento de tu necesidad más extrema, como tu Madre, que te arropa de nuevo en su seno».
Con la misma ternura que Jesús fue acogido por su Madre, «enséñanos a estar al lado de nuestro prójimo, de nuestros familiares y de nuestros amigos, sobre todo cuando nos envuelven situaciones de tensión, violencia o de exclusión», ha pedido D. Casimiro.
14ª. Estación: Jesús es colocado en el sepulcro – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 59-61
Desde el sepulcro Jesús «ilumina para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo».
«Te pedimos – ha concluido el Obispo – por intercesión de tu madre, esperanza nuestra, fortalécenos en este tiempo de prueba y ayúdanos a ser fieles a lo que nos pides en cada momento».
Al finalizar D. Casimiro ha resaltado que en el centro de esta contemplación y de nuestra meditación del Vía Crucis está la cruz, «que es fuente de vida y de salvación», pero para llegar a ella «hemos de purificarnos de todo aquello que causa dolor a Dios y a los demás». En la cruz, ha recordado el Obispo, «Jesús nos muestra su misericordia y que muere por cada uno de nosotros, acogiendo y soportando sobre sus hombros toda la maldad y el rechazo del amor de Dios, convirtiéndose en vida y salvación». También ha invitado a los fieles a mantenerse, durante el día de hoy, en contemplación y recogimiento, «que nos lleve a la Gloria de la Resurrección».
D. Casimiro ha agradecido a las catequistas y feligresas de la parroquia que han participado como lectoras durante la celebración.
Hoy nuestra Diócesis está de celebración pues se cumple el 20 aniversario de la Ordenación Episcopal de nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. El 2 de febrero de 2001 fue nombrado Obispo de Zamora y recibió la Ordenación episcopal el 25 de marzo de 2001. Cinco años más tarde, concretamente el 25 de abril de 2006 se hizo público su nombramiento como Obispo de Segorbe-Castellón, cargo del que tomó posesión el 23 de junio de ese mismo año.
Mons. Casimiro López Llorente, nacido en Burgo de Osma, cursó los estudios clásicos y de filosofía en el Seminario Diocesano de Osma-Soria. En 1973 se licenció en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, siendo ordenado sacerdote en la Catedral de Burgo de Osma el 5 de abril de 1975. Su ministerio sacerdotal comenzó en Alemania, donde cursó estudios en Derecho Canónico en el Kanonistisches Institut de la Ludwig-Maximilians Universitä de Munich, licenciándose en esta materia y cursando el doctorado en esta misma materia. Durante esta etapa en la que concluía su brillante formación académica fue capellán de Religiosas y encargado de la pastoral de emigrantes en Alemania.
En su Diócesis de origen desempeñó diversos cargos pastorales hasta que en febrero de 2001 fue nombrado Obispo de Zamora. Actualmente, además de ser el Obispo de nuestra Diócesis es el presidente del Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos desde 2020 de la Conferencia Episcopal Española, donde, entre otros cargos, ha sido miembro de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos, miembro de las Comisiones Episcopales de Apostolado Seglar, y de Enseñanza y catequesis, habiendo sido Presidente de esta Comisión desde 2008 a 2014.
Este próximo mes de junio se cumplirá el 15 aniversario de su nombramiento como Obispo de nuestra Diócesis, siendo obispo número 71 de la sede segorbina, y el 4º desde la configuración de la diócesis como Segorbe-Castellón. Tomó posesión en la Catedral de Segorbe con la celebración de una Eucaristía, coincidiendo con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, y sus primeras palabras fueron “quiero ser obispo para todos, y también anunciar el Evangelio a todos”.
La apertura del Año de la Familia ha tenido lugar este mediodía en la Concatedral de Santa María en Castellón con una Eucaristía presidida por D. Casimiro, a la que se han sumado numerosas familias de nuestra Diócesis, tal como había dispuesto el Obispo en la carta publicada la semana pasada. Ha sido organizada por la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar y de la Vida, y ha podido seguirse en directo por varios canales locales de televisión y a través del canal diocesano en YouTube.
Este «Año de la Familia» es una iniciativa del Papa Francisco con motivo del 5º Aniversario de la publicación de su Exhortación Apostólica “Amoris laetitia”, sobre el amor en la familia. Este será todo un año para reflexionar sobre la alegría y la belleza del amor en el matrimonio y en la familia, pero también para profundizar, acoger y vivir el Evangelio del matrimonio y de la familia, para transmitirlo a los demás.
Nuestra Diócesis, ha manifestado el Obispo, comienza «con esta Eucaristía el año especial dedicado a la familia», como es el deseo del Papa. La pandemia «está generando mucho sufrimiento, incertidumbre y temor entre todos nosotros y en nuestras familias», pero ante ello, «los cristianos estamos llamados, quizás más que nunca, a ser testigos de la esperanza que no defrauda, que es Cristo Jesús muerto y resucitado para que en Él tengamos vida, participación del amor de Dios».
«El anuncio cristiano sobre la familia – ha continuado en el comienzo de la homilía – es verdaderamente una buena noticia», «es fuente de alegría y de esperanza». Para ello ha sido providencial que estemos celebrando este año de San José, «esposo y padre, el hombre justo, tan amado que fue elegido por Dios para cuidar de la Sagrada Familia». Como él, «todo matrimonio debe sentirse amado y elegido por Dios», y es «precisamente la familia, castigada en muchos aspectos, la que ha mostrado una vez más su rostro de custodia de la vida», como lo fue San José.
El ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret
D. Casimiro ha exhortado a fijarse en la Sagrada Familia. «En este hogar Jesús pudo educarse, formarse y prepararse para la misión recibida de Dios», es «una escuela de amor recíproco, de donación mutua, de acogida y de respeto entre sus miembros, de dialogo y de comprensión recíproca, y es una escuela de oración y de escucha constante de la voluntad de Dios», es, en definitiva, «el modelo donde todas las familias cristianas podéis encontrar la luz para vivir de acuerdo con el designio de Dios para cada uno de vosotros».
«Todos estamos llamados al amor»
“Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios los creó: varón y hembra los creó” (Gn 1,27). Dios es amor, y estamos creados a su imagen y semejanza, «nuestra identidad más profunda es la vocación al amor», somos creados «para amar y para ser amados en esta vida y llegar a la plenitud del amor de Dios en la eterna, este es el proyecto de Dios para cada uno». «Por eso, no hay nada más triste en este mundo que no amar ni ser amados», ha añadido el Obispo.
La vocación al amor toma formas diferentes según el estado de vida. De la misma forma, «en el seguimiento a Jesús, muchos sacerdotes hemos dado la vida para que vosotros, los fieles, podáis vivir del amor de Cristo», también «las personas consagradas son un signo elocuente del amor de Dios para el mundo y de la vocación de amar a Dios sobre todas las cosas». Y el matrimonio y la familia, ha resaltado, es «una llamada específica a vivir el amor conyugal siendo signo y lugar del amor de Dios manifestado en el amor entre Cristo y la Iglesia». Por todo ello es tan importante animar a todos, en especial a los jóvenes, «a buscar y descubrir su vocación al amor».
El Matrimonio y la familiacomo vocación al amor
Nuestro Obispo ha invitado a vivir el matrimonio «como una llamada de Dios al amor», pues «la relación entre un hombre y la mujer refleja el amor divino de manera completamente especial por la donación plena del uno al otro, en cuerpo, en alma y en corazón». El vínculo de los esposos «tiene una dignidad, tiene una belleza y tiene una grandeza inigualables», y mediante el sacramento del matrimonio, «estáis unidos por Dios, y con vuestra relación manifestáis el amor de Cristo».
En un contexto como el actual, «en el que muchas personas consideran al matrimonio como un contrato temporal que se puede romper, es de vital importancia comprender que el verdadero amor es fiel, es don de si mismo para siempre». «Es posible vivir el anuncio cristiano del matrimonio», porque Cristo mismo «se compromete con ellos para siempre», pero sabiendo que es necesario que se de «la gratitud, el respeto y el perdón mutuo».
En alusión a la vida cotidiana y de pareja, el Obispo ha puesto de relieve que es «donde los esposos aprenden a amar como Cristo ama, a ser familia cristiana, a ser una Iglesia doméstica donde se vive, se celebra, se transmite y se testimonia la fe».
Pastoral Familiar y de la Vida
«El matrimonio y la familia están afectados hoy por un contexto cultural poco favorable», decía D. Casimiro mencionando la dificultad de muchas familias en encontrar una vivienda digna, en «conciliar la vida laboral y la familiar, o disponer de tiempo para escucharse y dialogar los esposos y los hijos», falta también «aprecio social por la fidelidad esponsal, para la estabilidad matrimonial y para la natalidad». Por todo ello, ha invitado a convertir todo este contexto en una oportunidad nueva, en «un estímulo para fortalecerse y crecer como comunidad de vida y de amor , que engendra vida y esperanza en la sociedad».
Los matrimonios y las familias necesitan, por parte de la Iglesia, «una atención pastoral, una dedicación mayor y un acompañamiento personalizado». También es necesario un acompañamiento a aquellas familias que se encuentran atravesando alguna crisis, a los que se quedan solos, a las familias pobres y a las desestructuradas. «Este año es una oportunidad para acercarse a las familias, para que no se sientan solas ante las dificultades, para caminar con ellas, para escucharlas, y emprender iniciativas que les ayuden a cultivar su amor».
Para ello es necesario un cambio de mentalidad, tal y como ha indicado D. Casimiro, «porque los matrimonios y las familias no solo sois destinatarios de la acción pastoral de nuestra Iglesia, si no que estáis llamados a ser protagonistas, sujetos activos en la pastoral», pues las familias «podéis aportar mucho a toda la sociedad y a nuestra Iglesia, por lo que debéis ser reconocidas e involucradas activamente en la pastoral ordinaria de las parroquias y de la Diócesis».
El compromiso de la Iglesia con esta importante tarea se ha materializado a través de esta homilía, que D. Casimiro ha concluido manteniéndose firme en la necesidad de crear una «cultura de la familia y de la vida que recree un verdadero ambiente familiar». Esa es la misión de la Iglesia y de las familias, «anunciar la alegría del amor y la belleza del matrimonio y de la familia, generar espacios y un ambiente favorable para que la familia pueda crecer y vivir en plenitud su vocación al amor». En este sentido, ha afirmado nuestro Obispo, «la alegría del Evangelio se refleja en la alegría del amor que se vive y se aprende eminentemente en la familia, la fuerza para amar nace, crece y se fortalece en la familia, y es fuente de alegría y de esperanza para todo ser humano y la sociedad».
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