A continuación la carta que nos hace llegar Francisco Javier Abril ocd, religioso Carmelita Descalzo de Castellón de la Plana, Misionero en África desde hace 27 años (21 años en Burkina Faso y 6 en Togo).
FUNDACIÓN DE UNA NUEVA COMUNIDAD DE CARMELITAS DESCALZOS EN EL BARRIO DE KOGNITO (LOMÉ – TOGO)
Estamos comenzando estos días la segunda fundación del Carmelo Teresiano masculino, aquí en Lomé (Togo), en el barrio de Kognito, a unos 10 kilómetros del la frontera Togo – Ghana.
Les recordamos que los Carmelitas estábamos ya aquí en Lomé desde 2011, en el barrio de Akodésséwa, donde tenemos una casa de formación (el postulantado).
Esta nueva presencia de los Carmelitas Descalzos en la archidiócesis de Lomé tiene dos objetivos: a) la pastoral en la casi-parroquia “Santa Teresa de Ávila” y b) la construcción de un pequeño convento y un centro de espiritualidad para ejercicios espirituales, retiros, formaciones, etc … en el terreno vallado de tres hectáreas que la Orden tiene aquí, en el mismo barrio.
Con estos objetivos nuestros superiores mayores han destinado a tres frailes, Víctor, Joël y Francisco Javier, dos togoleses y un español, para empezar de esta aventura si bella para la gloria de Dios y el bien y la salvación de nuestros hermanos y hermanas, compartiendo la Buena Noticia y los tesoros del Carmelo, con el Pueblo de Dios que está en camino en este barrio apartado de la ciudad de Lomé. Y para que los frailes carmelitas africanos lo puedan hacer en el futuro, con todos aquellos que vendrán de todos los horizontes, cuando el centro espiritual sea construido e inaugurado.
Ha habido toda una preparación, antes de la llegada de los tres hermanos carmelitas a Kognito. Durante el año pastoral 2022-2023, los carmelitas descalzos de la comunidad del postulantado del barrio de Akodésséwa, venían los fines de semana a Kognito para colaborar con el padre Lucas, párroco de la parroquia “madre” “Santa Magdalena de Canosa” de Kobé, a la que pertenecía la comunidad cristiana de Kognito. Y esta colaboración era el fruto de la voluntad del arzobispo de Lomé de confiar en un futuro muy próximo la comunidad cristiana de Kognito a los religiosos carmelitas descalzos. Y de hecho, el decreto de erección de esta comunidad cristiana en cuasi-parroquia, tuvo lugar en Pascua 2023.
He aquí ya la nueva comunidad reunida en una casa de alquiler, que está situada al otro lado de la carretera. Estamos a apenas un kilómetro de la casi-parroquia y del terreno vallado de nuestra Orden, donde se construirán el convento y el centro de espiritualidad.
Estos días esperamos también con gran alegría la visita del definidor general para África, Filiberto Namphande, aquí a nuestra comunidad naciente, el 5 y 6 octubre y la del padre general de la Orden, Miguel Márquez, el 17 y 18 de octubre.
Nuestra vida comienza a organizarse, en nuestra pequeña comunidad carmelita apostólica, a medida que pasan los días. Las primeras comidas, las primeras reuniones, nuestros encuentros de oración (Liturgia de las Horas, eucaristía, oración personal), los trabajos domésticos y la gestión de la casa, el compartir las alegrías y las novedades que estamos descubriendo en la vida pastoral.
El domingo 15 de octubre 2023, en la solemnidad de santa Teresa de Jesús, tendrá lugar la instalación del párroco (padre Víctor) y del equipo pastoral y la inauguración del año pastoral 2023-2024 en la casi-parroquia de santa Teresa de Ávila.
Y en estos 15 primeros días del mes de octubre, estamos comenzando las diversas actividades en la casi-parroquia, con la ayuda y la colaboración preciosas de un buen número de cristianos laicos comprometidos en las diversas realidades pastorales: catequesis, liturgia, economato, grupos de oración y asociaciones de adultos, jóvenes y niños.
En comunión con toda la Iglesia, nosotros estamos viviendo este mes de octubre, mes del rosario, mes misionero. Lo hemos comenzado con la fiesta de santa Teresa del Niño Jesús, carmelita, patrona de las Misiones de la Iglesia con san Francisco Javier y Doctora de la Iglesia. Este año su fiesta ha caído en domingo y en el marco del Jubileo de los 150 años de su nacimiento (2 enero 1873) y del centenario de su beatificación. Hemos aprovechado, pues, para comenzar a dar a conocer su persona y su mensaje a los cristianos del barrio.
También con los cristianos de Kognito nos reunimos todas las tardes, durante este mes de octubre, para rezar el rosario. Rezamos a la Virgen María, en comunión con el Papa Francisco y todos los que están reunidos con él durante estos días en el sínodo de la sinodalidad.
Que la Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, nuestra hermana santa Teresa del Niño Jesús y nuestra “Santa Madre”, Teresa de Ávila, nos ayuden con su intercesión, para que nosotros nos convirtamos cada vez más en instrumentos y colaboradores del Señor Jesús y que el Evangelio que nos salva y que nos da la Vida, pueda echar raíces y llevar mucho fruto en la vida de las familias, de los niños, jóvenes, adultos y ancianos de este barrio y en la vida de todas las personas que en el futuro podrán venir al centro de espiritualidad del Carmelo de Kognito, aquí en Togo.
Primer 5 aniversario de nuestra misión en España (de muchos más)
Han pasado 5 años desde la fundación de nuestra misión en Benicasim, ¡5 maravillosos años! ¿Os acordáis?
Llegamos cuatro de nosotras, sin conocer el idioma ni creernos del todo estar aquí. Hoy en día, mirando hacia atrás, aun nos sorprende el giro inesperado que dieron nuestras vidas y como estos cinco años nos han llenado de gratitud por lo vivido. Voy a mencionar algunos aspectos por los que estamos más agradecidas a Dios:
TIEMPO DE POBREZA
Invitadas a una cultura tan diferente de la polaca, llegamos con un conocimiento muy básico de la historia de este país y nulo del idioma. Este simple hecho nos impidió establecer un diálogo cotidiano con la gente, con el mundo que nos rodeaba. Aprendimos a escuchar y a conocer de otra manera: observando, escuchando con el corazón, callando.
No podíamos proponer nada, ningún apostolado, no sólo por las limitaciones lingüísticas, sino sobre todo porque no conocíamos a la gente, sus necesidades y sus experiencias. Lo único que podíamos hacer era amar y dejar que nos amaran y se entregaran de tantas maneras… ¡Oh, sí! Los feligreses nos acogieron con un gran corazón, con generosidad, con alegría, con un cariño inmediato que expresaron diariamente de mil maneras.
Dios nos trajo de una vida ajetreada y acelerada en Polonia al desierto, detuvo el ritmo de la vida y quiso hablar a nuestros corazones. Era como si nos llamara de nuevo, preparándonos lentamente para una nueva misión. Nos quitó toda sensación de poder y fuerza, nuestras herramientas más básicas, nos hizo pequeñas e indefensas en tantos ámbitos. Teníamos a Dios y sólo Él nos bastaba. Esto despertó en la gente mucho amor por nosotras y a nosotras nos dio una gran lección de humildad.
TIEMPO DE COMUNIDAD
Desde el principio, también ha sido una época especial de consolidación de relaciones en nuestra comunidad. Nos teníamos al principio solo las unas a las otras y pasábamos días enteros juntas. Cuatro caracteres y personalidades tan diferentes, cuatro historias de vida tan distintas. Ha sido un tiempo de conocernos, un tiempo de escuchar y un tiempo de compartir de la manera más sincera y profunda que sólo estas circunstancias podían fomentar.
Puesto que Dios nos ha conducido al desierto, queríamos vivir este tiempo juntas de manera fructífera. Aprovechamos para leer juntas nuestras Constituciones, los documentos de la Iglesia sobre la vida religiosa (Vitae consecrata), nos interesamos y pedimos lecciones sobre la historia de la Iglesia en España. Comenzamos un interesante e intenso programa de formación, con la ayuda de nuestros nuevos directores espirituales y de nuestro infalible tutor, Don Luís Oliver.
Rezamos y hablamos mucho: ¿cómo vivir en este mundo postcristiano? ¿Qué espera Dios de nosotras? Nos hicimos preguntas sobre nuestra identidad en el contexto de la desaparición de la vida consagrada en Occidente. Lo bueno de empezar de cero es poder asentar unas bases sólidas y meditadas.
ESPERA
Desde el principio no hemos tenido ninguna duda de que era Dios quien guía esta historia, esta misión. Parece que a Él no le interesaba demasiado nuestra creatividad o iniciativa en esta aventura, sino que buscaba nuestra docilidad y obediencia. Dios nos hizo comprender que debíamos esperar, rezar y seguir esperando, sin impacientarnos, él nos mostraría sus planes a su debido tiempo. Le preguntamos muchas veces: ¿qué esperas de nosotras aquí? …A veces su respuesta venía con una suave sonrisa, a veces con silencios, a veces a través de las palabras de los directores espirituales: «vivid el carisma, sed santas, lo demás vendrá con el tiempo».
Esta gracia de la espera purificó nuestras intenciones, nuestras ambiciones apostólicas, nuestro celo polaco… Si soy santa, eso le basta a Él. ¡Cuánta luz y libertad da esto!
LA ALEGRÍA DE LOS PRIMEROS PASOS
Después de las primeras semanas y meses, Dios nos fue invitando poco a poco a participar en sus planes para la Diócesis de Segorbe-Castellón. Dimos nuestros primeros pasos en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Benicàssim – fuimos participando en las catequesis, en Cáritas, en los hogares de ancianos y personas que viven en soledad. Con el tiempo, cuando fuimos cogiendo cierta base lingüística y cultural que nos hizo sentirnos un poco más seguras a cada una de nosotras, se nos fueron abriendo diversos caminos: algunas fueron llamadas a participar más en el Colegio católico Mater Dei, otras en el COF (Centro de Orientación Familiar). Y cuando ya habíamos iniciado nuestro camino, Dios lentamente empezó a soltarnos la mano, como si dijera: adelante, pruébalo, continúa tú misma.
Y así comenzaron nuestras iniciativas como los encuentros de Lectio Divina, los Encuentros Matrimoniales, las convivencias para niños y jóvenes, los retiros familiares. En todo ello nos sentimos todavía hoy con esa alegría fresca y el entusiasmo de un niño que sabe que El Padre amoroso le mira constantemente, le protege y le sonríe. Y le anima a seguir avanzando y cada vez andar con más seguridad.
Nos hemos enamorado mucho de esta gente, rezamos mucho por ellos y le preguntamos a Jesús: «Señor, ¿qué podríamos hacer nosotras junto a ti por ellos?». Porque sabemos que esto no es más que el comienzo de nuestra misión en España.
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Esta misión nos ha cambiado a cada una de nosotras. Nos sentimos llenas de libertad interior, felicidad y entusiasmo: éste es Su don, el fruto de Su amor.
Hace poco alguien me preguntó: «¿No te priva este mundo secularizado de la esperanza y del celo apostólico?». Le contesté rápidamente: «¡No! Este es Su mundo, Su Iglesia y Su misión a la que nos ha invitado. Como decía Santa Teresa de Jesús: «Dios y yo somos mayoría». ¡Estamos en Su equipo! Y cuando uno se sabe amado y salvado, es capaz de hacer más de lo que puede por sí mismo.
Las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim han organizado para este curso unos nuevos encuentros mensuales basados en la Lectio Divina, la lectura orante de la Palabra de Dios, un encuentro personal e íntimo con Dios, que sale a nuestro encuentro a través de un diálogo con Él, que nos habla y nos escucha.
“Las montañas de Dios”
Serán un sábado al mes, en dos grupos, a las 11.00 y a las 19.00 h., a través de las montañas de Dios. El primero de ellos tendrá lugar el próximo sábado, día 30 de septiembre, bajo el título “Ararat – La montaña de la primera alianza”.
Los encuentros serán en la Casa de las Hermanas los días: 30 de septiembre, 21 de octubre, 18 de noviembre, 9 de diciembre, 20 de enero, 17 de febrero, 23 de marzo, 20 de abril, 25 de mayo y 15 de junio.
Redes Sociales en el mundo actual, ¿cuál debe ser el estilo cristiano?.
Carta del Obispo, D. Casimiro: “La participación de los cristianos en las redes sociales”.
El papel de los abuelos en las familias y su aportación a la sociedad centran el mensaje del Papa Francisco de la Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores.
Bodas de Oro de la priora del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, en Alquerías.
Jóvenes solidarios: campo de trabajo de verano de Cáritas Diocesana.
Reunión de la Provincia Eclesiástica Valentina, en Benicàssim.
Entrevista a Leticia Silva, participará en la Jornada Mundial de la Juventud.
El Papa de cerca: «La oración de los abuelos es un don para la Iglesia».
Las 10 hermanas que forman la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, en Alquerías del Niño Perdido, se reunieron ayer junto al Obispo, D. Casimiro, para celebrar las Bodas de Oro de la Priora, la Hermana Mª Rosa de la Eucaristía.
La Eucaristía estuvo concelebrada por una docena de sacerdotes, entre ellos el párroco de Alquerías, D. Manuel Martín; el capellán de la comunidad, D. Héctor Samuel Calvo; y los que residen en la Residencia Mosén Sol, así como Monseñor Rutilio, operario diocesano y obispo emérito de la diócesis estadunidense de San Bernardino.
También estuvo presente el Alcalde del municipio, D. Antonio Gil, así como los familiares de la Hermana Mª Rosa, que lleva 50 años como monja y 52 en el Monasterio, y que afirma sentirse agradecida con el Señor por todos estos años.
Según ha explicado, la celebración ha tenido lugar en el marco de la festividad de la Virgen del Carmen, un día especial para los carmelitas y para todos aquellos que veneran a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Además, la Orden de Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús están celebrando un Año Jubilar por el Centenario de su Fundación.
En estos momentos de celebración, indica la Hermana Mª Rosa, se fija en la Virgen, porque es “sencilla, humilde, servicial, y nunca quiso ser protagonista”. Del mismo modo nosotras, “estamos aquí al servicio unas de otras, al servicio de la Iglesia y para orar por los sacerdotes”. “Aquí nos sentimos necesarias, útiles, y cumplimos con nuestra misión”. Además, ha querido pedir a los fieles “oración por todas las vocaciones, pero en especial a la vida consagrada”.
Con el lema “Generar esperanza”, la Iglesia celebra mañana, día 4 de junio, la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a todas las mujeres y hombres que un día decidieron entregarle su vida al Señor, sirviendo a la Iglesia en la dimensión contemplativa de la vida religiosa.
Para celebrar esta fiesta, esta mañana se han reunido las monjas contemplativas de las ocho comunidades de la Diócesis de Segorbe-Castellón junto a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Lo han hecho en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón, para celebrar juntas la Eucaristía, y ha concelebrado D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y prior.
En la Diócesis de Segorbe-Castellón hay ocho comunidades:
– Las Agustinas de Benicàssim.
– Las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada de Castellón.
– Las Carmelitas Descalzas de Alquerías del Niño Perdido, de Castellón y de Caudiel.
– Las Clarisas de La Vall d´Uixó y de Vila-real.
– Y la Fraternidad Monástica de la Paz de Castellón.
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Celebración de la Eucaristía
En el inicio de la homilía, D. Casimiro ha recordado que estamos celebrando el Año Jubilar del Lledó para prepararnos al Centenario de su Coronación pontificia, “que tiene como objetivo crecer en amor a la Virgen para que, de sus manos, podamos encontrarnos con el Señor”, dejando que “Él avive en nosotros, en la vocación o carisma concreto, que por puro don y gracia hemos recibido, porque solo así se podrá general esperanza”. La única esperanza que no defrauda, decía, “es Dios manifestado en su Hijo, Cristo Jesús”.
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El Obispo ha destaco cuatro palabras de la Virgen que nos pueden ayudar: escuchar, creer, acoger y actuar. En primer lugar, “María es la mujer de la escucha”, ha explicado, porque “escucha la Palabra, escucha a Dios”. Ella “es la mujer que cree y se fía plenamente de Dios, acoge su voluntad y, fruto de ello, sale a la misión”, ha explicado, “saliendo a servir a Isabel, llevando al Señor en su seno”.
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Ha exhortado también a estar atentos a la voluntad de Dios, que “nos habla a través de los acontecimientos, incluso de los acontecimientos duros”, como pueden ser “la falta de vocaciones o el cierre de los monasterios”. También a través “de las personas con las que nos encontramos en el día a día”, o de la Palabra, “que nos interpela y siempre tiene algo que decirnos”.
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Sois “la lámpara encendida que presenta ante el Señor todas las necesidades de nuestra Iglesia, de nuestro mundo y de la sociedad”, les decía a las hermanas, “fiémonos de Dios, Él nunca nos abandona, sabe lo que quiere para cada uno de nosotros y para vuestros conventos”, ha exhortado, “acojamos su voluntad para llevarle a Él a los demás, con la forma de vida, siendo faros luminosos en este mundo necesitado de Dios y de esperanza”. “Sois indispensables para la Iglesia y para la sociedad”.
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Felicita a las monjas contemplativas de la Diócesis por la Jornada Pro Orantibus
Desde la Delegación diocesana para la Vida Consagrada, junto a la Vicaria de Pastoral, se ha animado a los fieles a agradecer la labor de las monjas contemplativas de la Diócesis, enviándoles un mensaje de agradecimiento por sus continuas oraciones en nuestro beneficio, porque, como dice Francisco, «con el silencio orante y el sacrificio escondido, sostienen maternalmente la vida de la Iglesia».
Muchos han sido los mensajes que han enviado los fieles, y no solo de agradecimiento, sino también de ánimo y de oración ante la escasez de vocaciones.
Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada resaltan que en el “luminoso horizonte” de la vida contemplativa “está «generar esperanza». Un lema que pone el foco en la esperanza ante una realidad en la que “no es difícil encontrar motivos para la tristeza y la desazón: amanecemos cada día con noticias de violencia, injusticia, egoísmo, exclusión, pobreza y sinsentido”. También, a una escala más personal, “al mirar con sinceridad nuestro interior y el conjunto de nuestras relaciones, nos topamos con heridas y sinsabores que pueden ir sumiéndonos poco a poco en un desaliento paralizante”.
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Además, lamentan que “esta percepción amarga” parece haber contagiado incluso a los más jóvenes, “entre quienes también se detectan altas dosis de desmoralización y abatimiento, e incluso un preocupante aumento de suicidios”. A ellos, recuerdan, se dirige con frecuencia el papa Francisco para “instarlos vivamente a la esperanza”.
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Así lo hizo en su mensaje a los jóvenes cubanos en 2015: Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor”. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna».
La vida contemplativa alienta nuestra esperanza
Estas palabras -recogidas años después en la encíclica Fratelli tutti– “pueden ayudarnos a reconocer, celebrar y orar por aquellos hermanos y hermanas que, abrazando la vida contemplativa, alientan nuestra esperanza y la requieren”. Ellos y ellas, matizan los obispos en su mensaje, “al renunciar al espíritu mundano y entregar radicalmente la vida «a querer tocar lo grande […], la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor», se convierten en parábola de la esperanza última para la Iglesia y para toda la humanidad”.
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En cada convento y monasterio “la esperanza que brota de la fe en la realidad última de Dios se hace carne cotidiana” al cultivar la oración y la celebración; la fraternidad y la reconciliación; la hospitalidad y la caridad; el trabajo y el descanso. Así, “cuantos caminamos tratando de dar respuesta a la sed de una vida lograda en medio de tantas desdichas agradecemos el testimonio de la vocación contemplativa, que se goza en buscar y esperar cada día al Señor que viene para que todos tengamos vida, y vida en abundancia; para que tengamos esperanza”.
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Los contemplativos “también lanzan su mirada al resto del pueblo de Dios, deseando recibir los dolores y las alegrías de este mundo para poder esperar por todos y con todos”. Por eso, en esta Jornada Pro Orantibus “no dejemos de acercarnos, si tenemos ocasión, a nuestros hermanos y hermanas contemplativos, con el fin de compartir entre todos los consuelos y las fatigas de los hombres y mujeres de esta tierra. Comprometámonos juntos en la misión de generar esperanza donde haga más falta, donde más urgente sea el anuncio del Señor resucitado. Y recemos también por ellos, para que puedan recibir el sostén de nuestra plegaria sincera ante Dios y se vean apoyados en su deseo de peregrinar sin desfallecer a la luz del rostro del Señor”.
Este domingo, 4 de junio, Fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos también la Jornada ‘Pro orantibus’, es decir, por lo que oran. Es un día dedicado a los monjes y monjas de vida contemplativa. Nuestra Diócesis cuenta aún con ocho monasterios de monjas de vida contemplativa, que oran por nosotros todos los días del año. En esta Jornada les mostramos nuestra gratitud por lo que representan para la Iglesia y para la sociedad. Oremos por ellos y por las vocaciones a la vida contemplativa. Nos urge hacerlo. Varios conventos o monasterios de clausura han tenido que ser suprimidos en nuestra Diócesis en los últimos años ante la edad avanzada de las monjas y la falta de vocaciones.
Para muchos, las monjas y los monjes de clausura son los grandes desconocidos. Además no se reconoce su necesidad para la vida de la Iglesia y de la sociedad. Llevados por el secularismo ambiental y por los criterios de la eficiencia y la utilidad, muchos piensan que no tiene sentido que haya personas –y más aún si son jóvenes- que se retiren del mundo para dedicarse de por vida a Dios y a la oración contemplativa, cuando hay tantas urgencias y necesidades en el mundo y en la Iglesia. Se expresa de este modo un escaso aprecio del valor y de la necesidad de vida contemplativa en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
Sin embargo, las monjas y los monjes son ‘faros luminosos’ en medio de un mundo que ha perdido la luz de Dios y, en consecuencia, la verdadera esperanza. Es un hecho que a los hombres y mujeres ‘liberados y acomodados’ de nuestro tiempo, les falta la verdadera esperanza. Es la esperanza, que despierta en nosotros cuando somos capaces de mirar la realidad más allá de la hojarasca de la historia, en su raíz primera y su horizonte último, que son los de Dios.
Los hermanos y hermanas que abrazan la vida contemplativa nos alientan a descubrir esta esperanza. En su luminoso horizonte está ‘generar esperanza’, como reza el lema de la Jornada de este año. A ellos solo los impulsa haber comprendido, como enseña el evangelio, que el reino de los cielos es ‘un tesoro’ por el cual vale de verdad la pena abandonarlo todo (cf. Mt 13,44). En efecto, estos hermanos y hermanas nuestros testimonian silenciosamente que, en medio de los acontecimientos diarios, y a veces turbulentos, el único apoyo que no vacila jamás es Dios, roca inquebrantable de fidelidad y de amor.
“Desde su vocación particular, los contemplativos encarnan y dan a conocer esa esperanza que, más allá de optimismos y pesimismos, asienta nuestra historia en lo más profundo de la realidad, en el corazón de Dios Trinidad que ha creado este mundo por pura liberalidad, lo acompaña con suave providencia, lo salva a través de la entrega amorosa de Jesucristo, lo ilumina y alimenta por medio de la Iglesia y lo recreará al final de los tiempos en la gloria de los santos” (Mensaje de los Obispos españoles).
En nuestro desierto y en nuestras evasiones, los monjes y monjas nos dan el más precioso testimonio de su encuentro con Dios en Cristo Jesús, nuestra única esperanza para que nos sea devuelta la luz a los ojos y vuelva a latir el corazón con el fuego del amor de Dios. El verdadero contemplativo no se desentiende de nadie ni es ajeno a nada de cuanto el mundo vive; siempre está abierto a Dios y a cada hijo de Dios. Mediante su vida orante, retirada y oculta recibe el amor divino y lo transforma en ofrenda permanente por nuestro mundo y por cada ser humano. Los contemplativos, monjes y monjas, viven la comunión con Dios para comulgar también con los padecimientos de cada hombre. Con su donación y su oración continua, los contemplativos hablan a Dios de los hombres y habla a los hombres del mucho amor que Dios les tiene.
Por tanto, los monasterios de vida contemplativa, aparentemente inútiles, son en realidad indispensables, como los ‘pulmones’ verdes de una ciudad: hacen bien a todos, incluso a quienes no los frecuentan y tal vez ignoran su existencia. Demos gracias al Señor, que en su providencia ha querido las comunidades de clausura. No les privemos de nuestro apoyo espiritual y también material, para que puedan cumplir su misión de mantener viva en la Iglesia y en el mundo la llama de la esperanza.
Con el lema “Generar esperanza”, la Iglesia celebra el 4 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a la vida contemplativa.
Por ello, te proponemos enviar un mensaje de agradecimiento y tu felicitación a las comunidades contemplativas que, como dice Francisco, «con el silencio orante y el sacrificio escondido, sostienen maternalmente la vida de la Iglesia».
Las ocho comunidades contemplativas de la Diócesis de Segorbe-Castellón son:
– Agustinas de Benicàssim.
– Esclavas del Stmo. y de la Inmaculada de Castellón.
– Carmelitas Descalzas de Alquerías del Niño Perdido.
Mensaje de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada
Los Obispos resaltan que en el “luminoso horizonte” de la vida contemplativa está “generar esperanza”, un lema que pone el foco en la esperanza ante una realidad en la que “no es difícil encontrar motivos para la tristeza y la desazón: amanecemos cada día con noticias de violencia, injusticia, egoísmo, exclusión, pobreza y sinsentido”. También, a una escala más personal, “al mirar con sinceridad nuestro interior y el conjunto de nuestras relaciones, nos topamos con heridas y sinsabores que pueden ir sumiéndonos poco a poco en un desaliento paralizante”.
Lamentan que “esta percepción amarga” parece haber contagiado incluso a los más jóvenes, “entre quienes también se detectan altas dosis de desmoralización y abatimiento, e incluso un preocupante aumento de suicidios”. A ellos, recuerdan, se dirige con frecuencia el Papa Francisco para “instarlos vivamente a la esperanza”.
Así lo hizo en su mensaje a los jóvenes cubanos en 2015: Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna».
La vida contemplativa alienta nuestra esperanza
Estas palabras -recogidas años después en la encíclica Fratelli tutti– “pueden ayudarnos a reconocer, celebrar y orar por aquellos hermanos y hermanas que, abrazando la vida contemplativa, alientan nuestra esperanza y la requieren”. Ellos y ellas, matizan los obispos en su mensaje, “al renunciar al espíritu mundano y entregar radicalmente la vida «a querer tocar lo grande […], la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor», se convierten en parábola de la esperanza última para la Iglesia y para toda la humanidad”.
En cada convento y monasterio “la esperanza que brota de la fe en la realidad última de Dios se hace carne cotidiana” al cultivar la oración y la celebración; la fraternidad y la reconciliación; la hospitalidad y la caridad; el trabajo y el descanso. Así, “cuantos caminamos tratando de dar respuesta a la sed de una vida lograda en medio de tantas desdichas agradecemos el testimonio de la vocación contemplativa, que se goza en buscar y esperar cada día al Señor que viene para que todos tengamos vida, y vida en abundancia; para que tengamos esperanza”.
Los contemplativos “también lanzan su mirada al resto del pueblo de Dios, deseando recibir los dolores y las alegrías de este mundo para poder esperar por todos y con todos”. Por eso, en esta Jornada Pro Orantibus “no dejemos de acercarnos, si tenemos ocasión, a nuestros hermanos y hermanas contemplativos, con el fin de compartir entre todos los consuelos y las fatigas de los hombres y mujeres de esta tierra. Comprometámonos juntos en la misión de generar esperanza donde haga más falta, donde más urgente sea el anuncio del Señor resucitado. Y recemos también por ellos, para que puedan recibir el sostén de nuestra plegaria sincera ante Dios y se vean apoyados en su deseo de peregrinar sin desfallecer a la luz del rostro del Señor”.
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