Monseñor López Llorente: «La parroquia es el signo visible de Dios en medio del barrio»
Monseñor López Llorente ha presidido este mediodía la conmemoración del cincuenta aniversario de san Francisco de Vila-real, donde ha manifestado que la parroquia es la presencia de Dios en medio de una comunidad, de un barrio, en el contexto del primer domingo de Adviento, inicio de un nuevo año litúrgico, con el telón de fondo de la espera de una nueva venida de Dios al mundo.
El obispo de la Diócesis ha definido la parroquia como una comunidad cristiana que ha de ser signo del amor de Dios, «que se nos da en Cristo Jesús, para todos aquellos que se encuentran con su Palabra». San Juan Pablo II -ha continuado don Casimiro- definía la parroquia como «la casa de Dios en medio de sus hijos e hijas. No es una estructura, sino una comunidad».
Al recordar estos cincuenta años de vida fecunda -ha continuado- «damos gracias a Dios por los pastores que ha puesto en nuestra vida -los actuales y los pasados- para que os guíen en nombre del Buen Pastor; y damos gracias por tantas personas que se han implicado en la vida y misión de vuestra parroquia, en la catequesis, en la formación, en los grupos de Sagrada Escritura, de oración, en la liturgia y en la acción caritativa y social. No podemos olvidar a aquellos que, sin hacer ruído, de forma silenciosa, han ofrecido sus vidas, sufrimientos y oraciones para que seáis una parroquia viva y evangelizadora», ha recalcado.
«Esta debería ser -siguiendo la invitación del Papa Francisco- la hoja de ruta para vuestra comunidad de hermanos y hermanas, una familia de familias que, unida a otras parroquias, formamos la iglesia diocesana, donde todos se sienten acogidos, valorados, respetados, acompañados, sanados; donde nadie se siente excluido, olvidado, pese a la gran enfermedad de este siglo que es la soledad, siempre y cuando pongamos en su centro a Cristo Jesús».
La parroquia, ha manifestado el obispo, «no es un fin en sí mismo, sino mediación, puente». La vida que ha de avivar vuestra comunidad es la que nos ofrece Cristo Jesús, con su vida, muerte y resurrección, «siempre en el centro porque, de lo contrario, degeneraría en una ONG solidaria, ya que se trata de ayudar a crecer en vida nueva de Dios».
Don Casimiro también se ha dirigido a los miembros más jóvenes de la comunidad parroquial: «Dejaos encontrar por el Señor, por su Palabra; y así irá creciendo en vosotros la vida nueva que recibísteis el día de vuestro Bautismo (…) No recibáis la Confirmación para tener un certificado, sino para comprometeros más y mejor con vuestra parroquia, lo que os llevará inexorablemente al encuentro con Él en la Eucaristía, que no puede faltar en todo aquel que quiera ser discípulo misionero del Señor. Sin la celebración de la Santa Misa, la vida de los miembros de la comunidad se debilita y deja de existir«.
Finalmente, el obispo de Segorbe-Castellón ha pedido a los presentes y -por extensión- a todos los miembros de las diferentes comunidades parroquiales de nuestra diócesis, que se pregunten sobre el estado de la vida de sus comunidades: Si hay participación asidua en la Eucaristía, si el encuentro con el Señor es realmente fructífero y si nos dejamos reconciliar con Dios. «Somos débiles, pecamos, y el Señor está ahí para darnos el abrazo del perdón». La exhortación que hemos leído hoy de san Pablo a los Tesalonicenses nos lo dice claro: No nos comportemos como aquellos que no creen. No porque seamos mejores, sino porque con nuestro comportamiento, debemos dar testimonio coherente de nuestra Fe. «Solo si vivimos desde el amor de Dios, nos dejaremos empapar por su caridad y llevaremos con nuestras obras esa cercanía del Padre a los demás«.
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