Representantes de diversos ámbitos educativos participan en el Congreso Nacional de Educación organizado por la CEE
El pasado 24 de febrero se celebró en Madrid el Congreso de Iglesia en la Educación bajo el lema «Presencia y Compromiso». Providencialmente el evento coincidía con el centenario de un primer Congreso Nacional de Educación Católica, organizado en 1924. Un siglo después, han aparecido nuevos retos a una misión perpetua de la comunidad cristiana: la de educar. Una representación diocesana, en la que también estaban los cuatro colegios diocesanos, participó en los ámbitos de Centros Católicos, Parroquia, Familia y Escuela, y Profesorado de Religión Católica.
El trabajo, en un estilo sinodal, comenzó el año pasado sobre los diversos paneles en el que se compartieron experiencias y se recopiló el sentir y preocupaciones de los agentes de pastoral directamente implicados. Estos ámbitos eran nueve: Colegios, profesorado de Religión Católica, Profesorado Cristiano, Centros de Educación Especial, Centros de Formación Profesional, Universidades y Centros Universitarios, Colegios Mayores y Residencias, Educación no formal, voluntariado y tiempo libres, y Parroquia, Familia Escuela.
Mensaje del Papa
El Congreso fue inaugurado por el presidente de la CEE, el cardenal arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella, quien afirmó que “la educación y la formación de los niños, adolescentes y jóvenes es un gran reto y una enorme preocupación en nuestra sociedad”.
Ante tal desafío la Iglesia considera que tiene que “educar a nuestros jóvenes para vivir la felicidad propuesta por Jesús en el Evangelio. Mostrarles qué es la felicidad y en qué consiste. Hacerles ver que la auténtica felicidad que ofrece Cristo no es la satisfacción de las apetencias y placeres. Enseñarles que la felicidad es un camino exigente, que implica esfuerzo y renuncias, pero que colma nuestro corazón de vida y de sentido. No podemos engañarles con sucedáneos”, concluía Mons. Omella.
El presidente de la CEE transmitió así mismo un mensaje del Papa en el que junto con la urgencia educativa para todos, explicitaba que lo propio de la educación católica es la humanización que brota de la fe y que se realiza en red. Finalmente, Francisco agradeció el hecho que la «Iglesia en España haya querido mirar a su misión educativa en toda su amplitud”.
Los participantes diocesanos regresaron confirmados en su vocación educativa y convencidos de que la oferta educativa de la Iglesia sigue siendo relevante e importante. En el acto de clausura, en el que tuvo un papel destacado la dimensión artística, se compartieron las prioridades que cada panel había discernido en el trabajo conjunto por comisiones durante la mañana.
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