La Adoración Nocturna celebrará, la noche del 8 al 9 de junio, la tradicional Vigilia Diocesana de Espigas. Será en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, y estará presidida por nuestro Obispo D. Casimiro.
Se trata ésta de una de las vigilias que celebra la Adoración Nocturna a lo largo del año, en este caso con el fin de dar gracias a Dios por las mieses prontas para la siega, que en nuestros días se amplía en dar gracias a Dios por los logros del trabajo humano – y como dice el manual – poniendo este trabajo nuestro en sus manos para que Él lo transforme en fruto de redención.
La “Vigilia de Espigas” se celebra cada año en un municipio diferente de nuestra Diócesis, en el que existe Sección de Adoración. En esta ocasión, el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna designó a Castellón para su organización.
El programa comenzará a las 20:30 h. con la concentración de Banderas en la Capilla del Colegio Ntra. Sra. de la Consolación, desde donde partirá, a las 21:30 h., la Procesión de Banderas hasta la Basílica del Lledó. A las 22:00 h. está prevista la celebración de la Eucaristía, presidida por D. Casimiro, y la Procesión Eucarística con Bendición de los Campos. De regreso a la Basílica tendrá lugar la Vigilia de Oración.
El cuerpo de bomberos de la ciudad de Castellón celebró ayer el 165º aniversario de su fundación con una Eucaristía en la Basílica de Nuestra Señora de Lledó, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente; y concelebrada por el Prior, D. Joaquín Guillamón, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
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Los bomberos estuvieron acompañados por diversas autoridades y miembros de la corporación municipal, encabezada por la alcaldesa, Begoña Carrasco, y en la celebración pidieron la protección de su santo patrono, San Juan de Dios.
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D. Casimiro les agradeció su trabajo, muy importante y necesario “para que nadie perezca en los incendios y se destruya la vegetación”, dijo haciendo mención a la tragedia ocurrida hace unas semanas en Valencia y a los incendios forestales que sufrimos el verano pasado.
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San Juan de Dios, que fue nombrado patrono de los bomberos por su heroica actuación al salvar a los enfermos de un Hospital de perecer en un incendio. Antes de ello, el Señor “le fue llevando a la conversión a Dios para ponerse al servicio de los más pobres, de los necesitados, de aquellos en los que el mismo Jesús se muestra”, hasta que fundó la Orden Hospitalaria. “Fue ese encuentro con Dios el que cambió su vida – indicó – y le hizo dedicarse a vivir el amor que había recibido de Dios en el amor y en el servicio a los hermanos”.
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Por ello les animó a fijarse en la vida del santo y a acudir a él. “Lo tenéis como patrono, y eso significa tenerlo como protector, pero sobre todo como guía, y lo que él os muestra es como seguir las huellas de Cristo Jesús, que se entregó hasta el final para ponerse al servicio de los demás, para que creyendo en Él tengan vida”. añadió el Obispo.
Miles de castellonenses de toda edad y condición veneraron con fe y devoción a la Patrona de Castellón en la ofrenda de flores a la «Madre de Dios y Reina del corazón de todos» tal como expresó Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón al finalizar, en el interior de la Basílica, uno de los actos más emotivos de las fiestas fundacionales de Castellón.
Las camareras de la Real Cofradía de Nuestra Señora del Lledó, vistieron a la Virgen para la gran ocasión luciendo el manto verde, así como la banda de Reina que, a los pies del altar fue recibiendo el cariño del pueblo de Castellón.
Desde primera hora de la tarde, representantes de asociaciones, casas regionales, colegios, corales, Cofradías de Semana Santa, collas, entes vinculados a las fiestas, festes de carrer, y de las 19 gaiatas recorrieron a pie la distancia que separa la Plaza Mayor y la Basílica de la Mare de Déu del Lledó rindiéndose a los pies de la Lledonera como signo de fe y de devoción popular.
El Centenario de la Coronación de la Virgen estuvo muy presente durante toda la tarde. El signo más visible fue el tapiz que, a los pies de la Basílica, se fue creando a partir de los ramos que los castellonenses iban ofrendado y que estaba presidido por un rosetón con el escudo del Ayuntamiento de Castellón, que es el Clavario de este año; y otro con el monograma de la Virgen y que la representa como Madre, Reina y protectora de todos.
D. Casimiro puso en valor la devoción y fervor hacia la Virgen como máxima expresión del amor del pueblo cristiano que se manifestó ayer durante toda la tarde en la explanada de la Basílica y que culminó con la ofrenda de las reinas de las fiestas, Lourdes Climent y Vega Torrejón, así como de la alcaldesa de la ciudad, Dª Begoña Carrasco que representó al Ayuntamiento de Castellón como Clavario de este Año Jubilar Mariano.
El Obispo de Segorbe-Castellón ensalzó la devoción popular a la Mare de Déu del Lledó que es expresión de la fe cristiana que se fortalece y se transmite de generación en generación como quedó demostrado ayer tarde.
Las Cofradías y Hermandades de la Diócesis se han reunido esta tarde en Castellón para rezar el Vía Crucis diocesano, en el contexto de Cuaresma y del Año Jubilar Mariano del Lledó por el Centenario de la Coronación de la Patrona de la ciudad.
Han recorrido con solemnidad sus calles, desde la capilla de la Purísima Sangre hasta la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, meditando cada una de las 14 estaciones. Ha estado presidido por nuestro Obispo.
Una vez finalizado, D. Casimiro ha dirigido unas palabras a los presentes, exhortando a aprovechar este tiempo de Cuaresma “para dejarnos purificar de todo aquello que nos separa del amor de Dios, de nuestros pecados, de nuestras heridas…”, preparándonos así para la Pascua del Señor.
Ello nos servirá también para celebrar con intensidad este Año Jubilar del Lledó, ha explicado, de modo que podamos obtener también el don de la Indulgencia plenaria.
Ayer tarde-noche, confluyendo la conclusión de los cursillos prematrimoniales y el aniversario del centenario de la Coronación de la Mare de Déu del Lledó, las parejas de novios que contraerán matrimonio en los próximos meses, fueron convocados a una Vigilia de Oración.
Organizada por la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida, se celebró en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó y estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
Los novios se unieron en oración a través de la Liturgia de la Palabra (Ef 4, 1-6; Mt 7, 21.24-27) y, así, se puso de manifiesto la llamada a la vocación matrimonial y, sobre todo, el amor de Dios.
«Así, pues, yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.»
Así lo hizo constar D. Casimiro durante la predicación, poniendo el énfasis en las palabras de San Pablo para «vivir, según la vocación a la que habéis sido llamados» y haciendo constar que al igual que el sacerdocio o la vida consagrada, «también el matrimonio responde a una llamada de Dios por puro amor gratuito», y así, «viviendo el amor por el camino al que cada uno hemos sido llamados según su voluntad, lleguemos a la plenitud del amor».
D. Casimiro, resaltó que el noviazgo, como preparación al matrimonio, «es una llamada del Señor y es Él quien os ha llevado el uno al otro para que, viviendo del amor mutuo, seáis signo del amor de Dios en vuestro matrimonio, en vuestra familia y para los demás».
El amor cristiano
El Obispo también catequizó respecto al amor cristiano poniendo el énfasis en «la presencia de Dios en el matrimonio para, con la gracia de Dios, superar las dificultades y caminar hacia la plenitud del amor». Se refirió a acoger «con un corazón dispuesto, agradecido y humilde a Dios para no perder de vista que Dios está presente en la existencia de cada uno de nosotros y lo estará también en vuestro matrimonio».
Definió el amor cristiano como «una donación de sí mismo al cónyuge, de forma desinteresada y buscando siempre el bien del otro, ayudándonos a respetarnos, amarnos y disculpar ante la dificultad, siendo signo del amor de Dios y estando siempre abiertos a la gracia».
Acoger, escuchar y vivir la voluntad de Dios
A los pies de la Mare de Déu del Lledó, D. Casimiro se refirió también a la Virgen como ejemplo para «acoger, escuchar y vivir la voluntad de Dios». Como María, quien ante el anuncio del Ángel, María entró en diálogo con Dios, exhortó a los novios «a practicar la oración como fuente que os ayudará a caminar juntos siguiendo el plan de Dios para cada uno de vosotros». La Palabra de Dios, dijo el Obispo, «es la roca firme, sobre la que se ha de construir la existencia personal de todo cristiano y también de todo matrimonio porque si está construido sobre Cristo ya pueden venir los vientos, las dificultades, las tormentas, que el matrimonio quedará firme».
La Vocación del amor
La Vigilia continuó con una breve charla de la Hna. Catalina Nowak sobre la vocación al amor, porque como dijo, «por amor nos creó Dios y espera de nosotros una libre respuesta de amor».
El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo como un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.
A través de esta cita de San Juan Pablo II, interpeló a los novios motivándolos a la reflexión respecto a la vocación del matrimonio para «alcanzar la salvación y la vida eterna» pues es, a través de la entrega al cónyuge total e incondicionalmente como nos entregamos a Dios a través del matrimonio, una donación, puntualizó, que «se comprende como una promesa de una comunión perfecta en la que Dios Trino ha puesto una específica imagen y semejanza de la comunión de Amor y Vida que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo».
La unión de amor conyugal, y la familia que engendra, continuó, «es un camino querido por Dios y una llamada divina a vivir la fe cristiana y buscar la santidad de un modo específico». Tal como explicó la Hna.Catalina, «dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida, y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo».
Del mismo modo advirtió que «la boda no es la meta, sino el comienzo de algo nuevo» y los animó a buscar la voluntad de Dios para ellos a través del matrimonio.
Dios en el centro
Los novios también pudieron conocer la historia de Marta y Benet, un matrimonio que antepuso, tal como ellos mismos explicaron, la voluntad de Dios a unirse a Él en matrimonio, alejándose de la boda que habían soñado. Se casaron, tal como explicó Marta, el día de San José en una ceremonia íntima oficiada por su hermano sacerdote, a escasos días de que se decretara el confinamiento por la pandemia del COVID.
La Vigilia de Oración finalizó con la bendición de unos rosarios que entregó personalmente D. Casimiro a cada una de las parejas.
Bajo el lema «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad» la Diócesis de Segorbe-Castellón se ha sumado a la celebración de la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que coincide cada año con la fiesta de la Presentación del Señor.
Ha sido esta tarde en una Eucaristía que ha presidido el Obispo de nuestra Diócesis, Mons. Casimiro lópez Llorente, en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, y que ha estado concelebrada por D. Joaquín Guillamón, Delegado Diocesano para la Vida Consagrada y, a la par, Prior de la Basílica; y D. Joaquín Pina, superior de la Comunidad de Mercedarios y Capellán del Centro Penitenciario de Castellón que ha sustituido a Mons. Florencio Roselló. El escenario ha sido escogido por estar celebrando este 2024 el Centenario de la Coronación de la Virgen del Lledó.
Las primeras palabras de la homilía del Obispo han sido para «dar gracias a Dios por las religiosas, religiosos, todos los consagrados y también por los carismas con que el Señor nos ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos y que todavía están presentes en medio de nosotros».
Encuentro, consagración y voluntad
En estas palabras ha puesto el acento el Obispo durante su homilía. Tres palabras – ha dicho – «que resuenan en la palabra de Dios que acabamos de escuchar y también en el lema que este año se ha elegido para este día». Respecto al «encuentro» ha recordado la lectura del Evangelio (Lucas 2,22-40) en el que se relataba como Jesús es presentado en el Templo para cumplir con la ley de Moisés, para que todo primogénito sea ofrecido y consagrado a Dios, «produciéndose el encuentro de Jesús con su pueblo, representados en las figuras de Simeón y Ana, que esperan, que confían, que esperan que se cumpla la promesa que llegue el Mesías».
Un encuentro, ha resaltado D. Casimiro, «que no sólo entonces sino también ahora debe producirse entre nosotros, para dejarnos encontrar con el Señor para que se mantenga viva la llama de la fe y fresca la consagración religiosa, la ordenación o la condición bautismal para aquellos que no sois consagrados».
«El mundo necesita la luz que viene de Cristo Jesús. Y nosotros que la hemos acogido, hemos de llevarla también a los demás, pero siempre basados en ese encuentro personal y comunitario con el Señor», ha exhortado D. Casimiro refiriéndose al Primer Anuncio, como objetivo pastoral de este curso.
Se ha referido también a la consagración de Jesús relatada en el Evangelio para poner de relieve que Jesús «es consagrado al Padre como donación total de su persona, una entrega hasta el final para llevar a cabo la misión que el Padre le ha comentado, que no es otra que devolver a la humanidad a la amistad con Dios».
La entrega total, ha continuado, «para trabajar y anunciar la llegada del Reino de Dios en su persona, hasta el final, muriendo para que, resucitando en él tengamos vida, tengamos esperanza, sentamos la presencia del Señor en medio de nosotros; y lo hizo atento a la voluntad del Padre».
Para concluir, D. Casimiro ha exhortado «a renovar los votos con alegría desde el Señor, sabiendo que nos va a acompañar en la vivencia diaria de esa entrega al Señor, cumpliendo siempre su voluntad en el camino y en el carisma que habéis recibido cada uno». En este sentido, el Obispo, ha recordado la necesidad de fomentar una «cultura vocacional que toque los corazones de jóvenes, jóvenes, chicos y chicas, que escuchen la Palabra de Dios, acojan la llamada y sepan también entregarse de por vida a la vida consagrada».
Esta Jornada recuerda, como señalan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día, el don para la Iglesia y para el mundo de las personas consagradas «en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario». En esta Jornada además, se ha querido hacer patente que la fraternidad, la alegría y la confianza en Jesús resucitado es medicina para la soledad, la tristeza y para cualquier sufrimiento.
La celebración ha sido una invitación, como ha recordado D. Casimiro. «a ponernos en camino, a ofrecer lo que somos y tenemos, para que se cumpla su voluntad».
El Obispo se ha reunido esta mañana con los sacerdotes mayores de la Diócesis.
Con ellos ha celebrado una Eucaristía, y ha mantenido un encuentro en la Casa Sacerdotal
Los sacerdotes mayores de la Diócesis han celebrado esta mañana una Eucaristía en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó para celebrar juntos una Eucaristía con motivo de la ya cercana Navidad, que ha presidido nuestro Obispo. Ha sido en el templo dedicado a la Patrona de la ciudad de Castellón con motivo de la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de su coronación.
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D. Casimiro ha exhortado a la verdadera alegría de la Navidad, “porque el Señor está cerca, está a las puertas y viene a cada uno de nosotros, a toda la humanidad, para mostrarnos y darnos el amor de Dios. Dios nos ama a cada uno en su Hijo Jesús. Y tanto nos ama que, si le acogemos con fe, nos da el poder de ser hijos de Dios y partícipes de su vida, de su amor y de su gloria”.
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“Dios nace para vencer la esterilidad, la de nuestra Iglesia y la cada uno de nosotros, para que creyendo en Él no dudemos de que el Señor puede hacer cosas nuevas”, ha dicho en relación a las lecturas del día. “Puede que nosotros, y vosotros ya mayores, os sintáis algunas veces estériles en vuestro sacerdocio, sin embargo, Dios hoy nos dice que nuestra oración será siempre escuchada. Y gracias a nuestra oración, nuestro sacerdocio será capaz de ser fecundo a pesar de la ancianidad, porque para Dios nada hay imposible”.
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“Este año queremos, sobre todo, anunciar el primer amor, el primer anuncio, es decir, que Dios nos ama sin medida, y ha muerto y ha resucitado para que viviendo en Él tengamos su vida”, ha recordado mencionando el tema en el que nos estamos centrando en este curso pastoral.
La Basílica de Ntra. Sra. del Lledó ha acogido esta mañana la Eucaristía con la que los miembros del Cuerpo Nacional de Policía han celebrado la fiesta de sus patronos, los Santos Ángeles Custodios.
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La ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y junto a los miembros del Cuerpo han participado diferentes autoridades políticas, de la Guardia Civil y militares, entre ellos el comisario provincial, D. Emilio Romero.
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“Año a año venimos a dar gracias a Dios – ha dicho el Obispo en la homilía – “cayendo en la cuenta de que lo que significa, para la Policía, tener como patronos a los Ángeles Custodios”. “No es fácil hoy creer en ellos – ha indicado – porque pensamos que solo existe lo que vemos y tocamos, pero ellos están ahí”.
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Los ángeles aparecen en la Escritura, “por lo que como creyentes no podemos dudar de su existencia, están ahí” y debemos reconocerlos por la tarea que se les encomienda, “servir de guía de cada ser humano, al Pueblo de Dios, a vuestro Cuerpo Nacional de Policía”.
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“Son enviados por Dios y nos hablan de Él”, ha explicado D. Casimiro. “Es un Dios creador, providente, y que a través de su Hijo Jesucristo se nos muestra como el Dios que es, amor, que nos ha creado por amor para que, viviendo en sus sendas, entregadas en el amor al prójimo, podamos participar para siempre de su Vida, de su Amor y de su Gloria”.
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Además, les ha exhortado a dejarse interpelar por la Palabra de Dios, “y a recuperar o fortalecer la presencia de Dios en nuestra vida”. “¡Dios nos ama!, y se han entregado hasta el final, ha muerto y ha resucitado para hacernos partícipes de su amor y de su vida”, ha recalcado.
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“Él nos acompaña, personalmente, pero también a través de sus ángeles, para que no nos desviemos del camino”. También ha invitado a no buscar el propio interés personal, sino más bien a “trabajar todos juntos por el bien común, sirviendo a los demás y a Dios”.
Comenzaron la jornada con la celebración de la Eucaristía. Tras ello recorrieron el templo junto al Prior, D. Joaquín Guillamón, que les explicó varios elementos del mismo, así como las claves de la devoción de la ciudad de Castellón a su Patrona.
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Además, asistieron por primera vez a estos encuentros los próximos seminaristas que se ordenarán, Pablo Durán y José Salas (además de Álvaro González, que no pudo asistir). También participaron en las experiencias, explicando el tiempo de misión que acaban de realizar.
A raíz de la Palabra proclamada (Zacarías 8,20-23), el Obispo les exhortó en la homilía a fortalecer su fidelidad a Dios, también en su ministerio sacerdotal, “para poder llevar a otros al encuentro con Dios, para poder llevar a cabo la misión del Primer Anuncio, de anunciar el amor de Dios”. “Este amor nos interpela, para ser discípulos y pastores suyos”. En este sentido, les explicó que “la fidelidad es estar abiertos a la novedad diaria de la Palabra de Dios”.
Les animó a seguir participando en estos encuentros, que “nos deben llevar a conocernos y a querernos, así como a que no desfallezca nuestro ardor pastoral, porque de la fraternidad sacerdotal surge un signo de la fe, del anuncio del Evangelio”.
“El Evangelio – (Lucas 9,51-56) es un aliciente para ejercitar la paciencia”, indicó. Ante “el rechazo del mensaje de Jesús, el Señor regaña a los apóstoles por su impaciencia y por no perseverar”. “La libertad es lo más grande del hombre, todos podemos rechazar por nuestros pecados el Evangelio que es Cristo Jesús”. Por ello, D. Casimiro le pidió a la Lledonera, “nuestra Madre, que nos lleve a nosotros y a todos los que Dios ha unido a nuestro ministerio al conocimiento y al amor de Cristo”.
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