Los scouts de la Diócesis reciben la Luz de la Paz de Belén: “Acoger esta luz significa acoger a Jesús que nace en Navidad”
“El resurgir de la Luz”
La Concatedral de Santa María de Castellón acogió ayer por la tarde la celebración de recepción y reparto de la Luz de la Paz de Belén, una de las actividades más importantes del curso para los scouts de la Diócesis, y que este año se celebra bajo el lema “El resurgir de la Luz” tras la oscuridad y la tristeza en la que la covid-19 ha sumido al mundo.
Como cada año, el Movimiento Scout Católico se suma a esta iniciativa que se lleva a cabo desde 1986, y que se inicia cuando un niño austriaco recoge la luz, que es prendida en la gruta de la Natividad, y se distribuye desde Viena por las diferentes diócesis de Europa en las semanas previas a la Navidad.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, fue quien repartió la luz en una emotiva ceremonia a los diferentes grupos scout presentes en la Diócesis de Segorbe-Castellón: Antares, Belcaire, Espadà, El Millars, Sant Vicent, Tramuntana, Fadrell y Sant Pere. Fue tras la llegada de la luz, que ilumina en medio de la oscuridad, y dirigirles unas palabras.
Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue cuando se recordó y se rezó por el sacerdote Domingo Galindo, que falleció la semana pasada. Cabe indicar que fue miembro fundador y scouter del Grupo Scout Belcaire.
«Vosotros sois la luz del mundo» (Mt. 5, 14)
Acoger esta luz significa acoger a Jesús que nace en Navidad, les indicó el Obispo, “porque nació hace 2001 años para traernos la luz que ilumina nuestra vida, nuestro camino, nuestras oscuridades, también en este tiempo de pandemia”.
“«Vosotros sois la luz del mundo» – dijo citando al Evangelio proclamado – y sois la luz de este mundo porque le acogéis a Él y a la luz que nos trae, el Mesías, el Señor, que es el Hijo de Dios”, que también viene “para traernos el motor de nuestra vida, que es el amor de Dios”.
Porque lo que Dios quiere “es llevarnos a la plenitud de esta vida, a lo que todos llevamos en nuestro corazón, que es amar y ser amados”, pero “a veces perdemos el sentido de nuestra vida – continuó – y no hay nada más triste que no amar ni ser amados”. Esto es lo que celebramos, “la llamada de Dios a acoger el amor de Dios”.
“Jesús se hace pobre, humilde, sencillo… y solo los humildes y los sencillos le acogen a Él, como aquellos pastores que en medio de la noche fría saben acoger el mensaje del ángel: «hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor»” (Lc. 2, 11).
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is. 9,1)
“Acojamos esta luz”, exhortó D. Casimiro, “que es la luz de Jesús, que es la Buena Noticia de Jesús para los hombres, Él os quiere ayudar a caminar por esta vida con esperanza, ante las dificultades, porque nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Rm. 8, 39).
También a ser testigos de la luz y de la esperanza “con nuestras buenas obras, con nuestra forma de ser y de actuar”, “ante tantos que se sienten abandonados, o que están enfermos, o en la cárcel, o que han perdido el sentido de su vida”.