Ante la alta cobertura vacunal y la mejora de la evolución epidemiológica de la Covid-19, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publica hoy, día 20 de abril, el real decreto por el que el uso de mascarilla deja de ser obligatorio también en interiores, con la excepción de una serie de lugares, como es el caso de los hospitales o el trasporte público. Así, su uso ya no es obligatorio en los templos.
Con todo, el Vicario General, D. Javier Aparici, ha enviado un comunicado a todas las parroquias de la Diócesis realizando «una llamada a la prudencia y a la responsabilidad de cada sacerdote en la aplicación conveniente» del real decreto, para lo que se debe tener en cuenta «el tamaño y la ventilación de los espacios, y la edad y características de las personas que se reúnan».
Cabe indicar que en el real decreto se recomienda que se siga usando mascarilla “en cualquier situación en la que se tenga contacto prolongado con personas a distancia menor de 1,5 metros”, “en los espacios cerrados de uso público en los que las personas transitan o permanecen un tiempo prolongado”, y “en celebraciones privadas, se recomienda un uso responsable en función de la vulnerabilidad de los participantes”.
Además, el Vicario General indica que «este comunicado afecta únicamente al uso de las mascarillas», por lo que «las demás disposiciones que afectan a la liturgia permanecen en vigor mientras no se dicte lo contrario».
El sacerdote Raúl López, responsable diocesano del Servicio de Pastoral del Sordo, ha colaborado con la Asociación de Implantados Cocleares de la Comunidad Valenciana (AICCV) en el reparto de mascarillas comunicativas en Castellón.
Ha sido una acción que se ha llevado a cabo ante la gran dificultad comunicativa que tienen estas personas a causa del necesario uso de la mascarilla durante esta pandemia. La presidenta de esta Asociación, Laia Zamora, ha explicado que el objetivo principal de la misma es “obtener soluciones adecuadas a las necesidades que se les plantean a los implantados cocleares, a sus familias y a los deficientes auditivos en general, para su realización como ciudadanos de pleno derecho dentro de la sociedad”.
Para ello realizan asesoramientos individualizados, trabajan con los Centros Educativos de toda la Comunidad Valenciana y fomentan la accesibilidad a la comunicación mediante el trabajo con entidades públicas y privadas. Durante estos meses de pandemia es un trabajo que han tenido que complementar con el reparto de mascarillas comunicativas (con ventana transparente), fomentando su uso entre la sociedad.
Laia ha aclarado que “no existe homologación reglada para este tipo de mascarillas en toda Europa, pero para garantizar su efectividad se han realizado las pruebas certificatorias del INSS (Instituto Nacional de Salud) y del AITEX (Laboratorio de productos de protección individual), y han sido superadas con éxito”, convirtiéndose así en las primeras mascarillas certificadas de este tipo. Para todo aquel que esté interesado o necesite adquirirlas puede hacerlo en la web www.mascarillacomunicativa.com.
También ha explicado que “en aquellas actividades que realiza la Asociación en Castellón, la Pastoral del Sordo es un apoyo importante a la hora de sensibilizar sobre la pérdida auditiva, como por ejemplo en la charla que impartimos el pasado lunes en el Centro Internacional de Estudios en Salud”.
Además, este servicio diocesano “también colabora en tareas de inclusión social, ayudando a romper barreras de accesibilidad a la comunicación en el culto religioso, para que una persona sorda no tenga cerrada nunca la puerta a ningún sitio, tampoco la de su parroquia”.
Raúl López ha recordado que para cualquier consulta o información es posible contactar con la Pastoral a través de la dirección de correo electrónico pastoraldelsordo@obsegorbecastellon.org
Las Hermanas Misioneras de Cristo de La Vall d´Uixó, a través de la Vivienda Tutelada Santa María, se dedican al cuidado de mujeres mayores de edad con discapacidad psíquica, labor que durante estas semanas han compaginado con la fabricación de mascarillas.
La directora responsable del centro, la Hermana María Soledad, y la hermana superiora, la Madre Teresa, han contado para ello con la ayuda de su voluntariado, consiguiendo elaborar más de 500 mascarillas.
Es un trabajo que realizan como un servicio a la población que sufre las consecuencias de la pandemia del coronavirus, y se han enviado alrededor de 400 unidades a los más pobres de Banguit, en La India, y alrededor de 100 unidades se han destinado a los vecinos más necesitados de La Vall d´Uixó.
Hace días que las 8 hermanas del Monasterio de Monjas Agustinas de Montornés, en Benicàssim, se pusieron manos a la obra para responder a la necesidad y confeccionar mascarillas, además de batas y otros recursos destinados a las prisiones y otros centros que los necesitan.
Por su parte, el Visitador para las comunidades contemplativas, Joaquín Guillamón, explica que “aunque durante este tiempo no es posible realizar las visitas, seguimos estando en contacto con esta y las demás comunidades, sobre todo a través del móvil y del correo electrónico, y así podemos preguntar si están bien, si tienen alguna necesidad que podamos solucionar, y les hacemos llegar las comunicaciones del obispado”.
La hermana Cecilia explica que “para nuestra comunidad, este tiempo de confinamiento aparentemente no debía suponer mucho cambio, pues nuestra vida transcurre normalmente en el Monasterio. Vida de oración, espiritualidad, convivencia, formación, trabajo…”, aunque en realidad, hasta para ellas ha supuesto un gran cambio, ya que “no vivimos aisladas del resto del mundo, sino que las preocupaciones, dificultades, necesidades, sufrimientos, esperanzas y retos de las personas nos afectan y las hacemos nuestras”.
Todo ello, como continúa explicando, se traduce en que “en este tiempo se ha intensificado nuestra oración, nuestro levantar las manos al Señor como Moisés, para que esta batalla contra la enfermedad la podamos vencer unidos a Dios y unidos entre nosotros”.
“Oramos especialmente por los difuntos y sus familias y por todos los que están más expuestos al contagio por curar a los enfermos y por servir a la sociedad con sus trabajos; por los sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral de la salud que aportan consuelo y esperanza a los enfermos y sus familias, y ayudan a mirar al cielo y creer en la vida eterna; por las Residencias de ancianos con tanto riesgo y sufrimiento. Jesucristo está ahí, en el que sufre, sosteniendo, acompañando, salvando, como en la Cruz”, añade.
Esta se trata de una Cuaresma muy distinta, también para ellas, pues “estamos viviendo un ayuno fuerte, en nuestro caso sin tener la celebración de la Eucaristía diaria, aunque tenemos el privilegio de tener el Santísimo y la reserva Eucarística para poder comulgar, y lo hacemos muy unidas a tantos que no pueden recibir al Señor sacramentalmente”.
La hermana también explica que el sufrimiento por no poder recibir las visitas que recibían, y por no poder ver a las personas que les acompañaban en los oficios y en la Santa Misa, lo aplacan con oración, “sabemos también por experiencia de la renuncia a ver y abrazar a los que queremos, pues no tenemos visitas en este tiempo y en general no son frecuentes, pero ahí podemos descubrir que el amor se alimenta con la oración y que va llenando nuestro corazón de nombres de personas concretas. Rezar por otra persona es una forma de amarla”.
De este tiempo especial para practicar la limosna indica que “la podemos vivir dándonos con pequeños gestos a los demás, dando nuestro tiempo, comprensión, escucha, consuelo, aliento… a los de cerca y a los que están más necesitados. Hoy en día hay muchos medios de hacerse presente, como estamos viendo y haciendo en esta cuarentena”.
“Impresiona y es motivo de gratitud, ver como en tiempos de dificultad sale lo más valioso de las personas, tantos gestos de generosidad, de atención y dedicación a los más necesitados, de ayuda de múltiples formas empleando la creatividad que produce el amor al otro. El amor que derrama el Espíritu de Dios en nuestros corazones”, continúa.
Y en el centro de todo este tiempo, “lo esencial desde la fe es volver la mirada a Dios, pedirle perdón por la autosuficiencia y olvido de su Amor a nivel personal y social. Pedirle que convierta nuestros corazones para reconocer que somos criaturas y que sólo en Él podemos alcanzar la plenitud, viviendo como hijos suyos y hermanos entre nosotros. Pues como dice San Agustín: «Nos has hecho Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta descansar en Ti».
Como comunidad de Vida Contemplativa nos dan una serie de sugerencias espirituales para que todas las personas y familias puedan vivir este tiempo de confinamiento:
Dedicar un tiempo a orar con la Palabra de Dios, pues Dios nos sigue hablando y nos ilumina el sentido de este acontecimiento a nivel personal, familiar y social.
Orar en familia, o sólo, pero en comunión con toda la Iglesia, con la Liturgia de las Horas, el Rosario…
Dedicar un tiempo al diálogo, en familia o comunidad, para compartir lo que somos y sentimos, miedos esperanzas y nuestra experiencia de Dios en este tiempo, compartir la fe nos la acrecienta.
Formarse espiritualmente con la lectura, charlas, profundizando los documentos de la Iglesia: las encíclicas de los últimos Papas son verdaderas joyas, y el Concilio Vaticano II para muchos es aún desconocido.
Buscar un tiempo personal de silencio para profundizar en la amistad con el Señor. San Agustín, maestro de interioridad nos dice:
Entra en ti mismo: «No salgas fuera de ti, entra en ti mismo, porque en el corazón del hombre habita la verdad, habita Cristo». (La verdadera religión 39, 72-72)
No salgas fuera de ti mismo, equivale a que no renuncies a ser tú mismo, no te distraigas con las vidas ajenas, cayendo en la frivolidad o mundanidad. Somos la tarea más importante de nuestra vida. Aceptar la vida como nuestro gran proyecto.
Vuelve al corazón, entra dentro de ti, no temas alojarte en tu mundo interior, valórate, ese es tu espacio sagrado donde construyes tu destino. Es una invitación al encuentro con la verdad de uno mismo.
Muchas personas se desconocen a sí mismas, en el libro de Las Confesiones dice S. Agustín: «Se desplaza la gente para admirar los picachos de las montañas, las gigantescas olas del mar… mientras se olvidan de sí mismos…» (Conf. X, 8, 15). «Conocerse a sí mismo no es otra cosa que escuchar lo que Dios dice de nosotros» (Conf. X, 3, 3). Este escuchar a Dios requiere silencio exterior e interior. Conocerse a sí mismo, comprenderse, nos lleva a comprender a los demás y amarlos.
Entrégate a Dios: Trasciéndete a ti mismo para no caer en un narcisismo. Trascenderse es un camino de superación y esperanza, construir nuestro ser desde el encuentro con Dios, pues somos seres habitados. «Dios es más íntimo que mi propia intimidad» (Conf. III, 6, 11).
Conocerse, aceptarse y superarse es el itinerario agustiniano de la interioridad. En el «conózcame a mí y conózcate Ti, Dios mío» hay un intercambio de luz, hay que mirarse a uno mismo en su pobreza y levantar los ojos a Dios que nos dignifica. Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre nos revela a los hombres nuestra dignidad y sentido.
Pequeña reflexión a modo de ejemplo, sobre las lecturas del oficio, fuente de riqueza espiritual que nos ofrece la liturgia de las Horas:
Meditando las lecturas del Oficio de Lectura de ayer, sábado de la IV semana de Cuaresma, podemos sacar mucha luz para este tiempo que vivimos: Núm 201-13; 21, 4-9 y Constitución pastoral Gaudium et spes (GS) del Concilio Vaticano II, n. 37-38. Y cada día la Liturgia nos regala preciosos textos para meditar y crecer en la fe, esperanza y amor.
En La lectura de los Número Moisés intercede por el pueblo que reconoce su pecado, se ha olvidado de Dios, ha adorado falsos ídolos. ¿Reconoceremos esta realidad de idolatría que vivimos y pediremos perdón al Señor por nosotros y todos nuestros hermanos?
La lectura de la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual (GS) nos habla de la necesidad de purificar la actividad humana en el misterio pascual: El progreso, que es un bien en sí mismo, puede ser un peligro cuando lleva al egoísmo, olvidando la fraternidad (es el derrotero que estábamos viviendo). El hombre redimido por Cristo ama las cosas creadas por Dios, las agradece y respeta, cree en el Amor de Dios y que el esfuerzo por restaurar la fraternidad universal no es una utopía. ¿Lo creemos, vivimos y proclamamos? Somos pecadores perdonados por la sangre de Cristo y de Él aprendemos a llevar la cruz que acompaña a los que buscan la paz y la justicia, sabiendo que si morimos con Cristo viviremos con Él. El Espíritu fortalece los deseos y acciones para humanizar la vida y abrirla a la trascendencia. Cada uno está llamado a realizar esta misión de construir el Reino de Dios, reino de paz, justicia y amor desde su propia vocación.
La necesidad de mascarillas ha puesto manos a la obra a la comunidad de Hermanas Clarisas del Monasterio de la Divina Providencia de La Vall d´Uixó. Tijera en mano, las religiosas contemplativas ya han elaborado y entregado más de 100 unidades a la prisión de Castellón.
Verónica de Jesús, la Madre Abadesa, explica que ahora mismo, y respondiendo a la petición de ayuda del ayuntamiento de la localidad, se encuentran confeccionando más unidades que irán destinadas a la protección de los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local.
«Hemos querido aportar nuestro granito de arena desde que se decretó el estado de alarma, y llevamos días cosiendo mascarillas para que los presos, el personal de prisiones, y los agentes puedan desarrollar su labor en las mejores condiciones posibles”, decía.
Explica también, que cuando todos los vecinos salen a sus balcones a las 20 h. para aplaudir, ellas se unen a estos aplausos a través de la oración, “y le pedimos a la Virgen que interceda y ayude a los enfermos de coronavirus, sus familiares, los sanitarios, así como a todas aquellas personas que están trabajando para que a los demás no nos falte de nada o por nuestra seguridad”.
Desde el inicio del confinamiento, el 15 de marzo, los capellanes y voluntarios de la Pastoral Penitenciaria no pueden entrar en las cárceles por prevención para evitar contagios. Sin embargo la actividad sigue a distancia a través de cartas, contacto con las familias y una nueva iniciativa: la «operación mascarillas», que pretende dotar de este instrumento a los 1.700 internos de Castellón y Albocácer. La iniciativa se ha lanzado esta semana y ha encontrado una generosa respuesta entre voluntarios y otras personas, como las agustinas de Montornés, que se comprometen a confeccionarlas.
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