Fiesta del Bautismo del Señor
«Soy yo quien tiene que ser bautizado por ti»
Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo del Señor Jesús. Con ella concluimos el Tiempo de Navidad, conmemorando que Jesús es bautizado en las aguas del Jordán al inicio de su ministerio público, y comenzamos el Tiempo Ordinario.
Cristo llega delante de San Juan Bautista y le pide que le bautizara. Juan duda, no sabía qué hacer, y exclama «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». El Catecismo hace referencia a esta actitud humilde del Mesías: el Bautismo de Juan es con agua, exterior, como signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados, y el de Jesús es con Espíritu Santo, signo de la renovación interior que nos hace «partícipes de la naturaleza divina” (n.536).
Por el Bautismo, los cristianos nos asimilamos sacramentalmente a Jesús, que anticipa su muerte y su resurrección. Entrando en este misterio de arrepentimiento descendemos al agua con Jesús, para subir con Él y renacer del agua y del Espíritu para convertirnos en hijos amados del Padre, viviendo «una vida nueva» (Rm. 6, 4).
Se borra el pecado original y nos hacemos hijos de Dios. San Juan Crisóstomo decía que el Bautismo no solamente limpia el vaso, sino que lo rehace completamente. La realidad que se crea es un hijo de Dios, que es introducido en la vida íntima de Dios, regalado por una vida eterna.
El Catecismo nos indica también que este sacramento «es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión» (n. 1213).
Gracias a esta puerta podemos pasar de la no vida al lugar en el que reina la vida, a la vida divina, la vida de Dios, tal y como expresa la fórmula del Bautismo: «Yo te bautizo, en el Nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo». El catecúmeno accede a la vida eterna, de la que empieza a participar, en la que hay amor, belleza y verdad.
“El Bautismo es el mayor regalo que hemos conocido”, dijo el Papa Francisco en una catequesis, destacando la importancia de volver al origen, al Bautismo, para avivar la conciencia de que este sacramento es la puerta que permite al Señor hacer su morada en cada cristiano.
Bautizar significa sumergir en el agua, simbolizando el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, para luego salir por la resurrección con Él transformado en una nueva criatura. Los Padres de la Iglesia decían que la pila bautismal es como el útero de la Iglesia, el seno del que salen los nuevos hijos de Dios. “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre”, decía San Cipriano.
A través de Jesucristo, Dios nos concede su vida, nos invita a vivir su misma vida, a vivir fundidos con Él, a ser sus hijos disfrutando de su riqueza y de su amor. La paternidad de Dios se revela de un modo asombroso en el sacramento del Bautismo, pues coge a la criatura y la introduce en su propia vida por la acción del Espíritu.
Símbolos, gestos y diálogos
- Diálogos: uno inicial en el que se le pregunta a la persona, o a los padres y padrinos, qué es lo que le pide a la Iglesia, siendo “el Bautismo” la respuesta. Conlleva la obligación de educar en la fe, de guardar los mandamientos, y de amar al Señor y al prójimo. El segundo dialogo consta de tres noes: al diablo, a sus obras y a sus seducciones. Y de tres síes: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
- Símbolos y gestos: el óleo de los catecúmenos simboliza la fortaleza en la lucha contra las tentaciones; el agua, símbolo de la vida, que limpia, purifica y salva; la unción con el santo crisma, que significa el don del Espíritu Santo y la pertenencia a la Iglesia y a Cristo; la imposición de la vestidura blanca es símbolo de la belleza del alma cuando recibe esa nueva vida, y es signo de la dignidad de cristiano; el cirio, que significa la luz de Cristo, que ilumina, y la obligación de caminar como hijo de la luz.