(Imagen de archivo de la celebración del anterior claustro)
El Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha excusado su asistencia al claustro de profesores del Centro Superior de Estudios Teológicos (CSET) Mater Dei, celebrado esta mañana, ya que debía asistir a la reunión del Consejo de Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal Española.
El CSET Mater Dei es el lugar en el que son formados los futuros sacerdotes de nuestra Diócesis, y el claustro está compuesto por una veintena de profesores, quienes han revisado las materias de estudio de los seminaristas, tanto de Filosofía como de Teología, así como de los candidatos al diaconado y de los laicos que se encuentran actualmente realizando sus estudios en el Centro.
Los seminaristas comenzaron el segundo semestre el lunes pasado, y los candidatos al diaconado lo comenzarán la semana que viene. Algunas de las materias que cursarán los alumnos de Teología en el segundo tramo del año escolar son “Escritos Paulinos” y “Escatología”, y los de Filosofía estudiarán asignaturas como “Sociología”.
El CSET permite conseguir el grado en estudios eclesiásticos, necesario para la admisión de los seminaristas a la ordenación presbiteral. Las asignaturas se reparten en ciclos cada año, y se completan con seminarios específicos. La formación y los estudios están financiados por la Diócesis, por las campañas del Día del Seminario y por donativos y aportaciones de particulares.
Cabe indicar que, actualmente, el curso está formado por doce seminaristas pertenecientes a los Seminarios diocesanos “Mater Dei” y “Redemptoris Mater”. Cuatro son los candidatos al diaconado y ocho son los laicos, hombres y mujeres.
En la tarde de ayer, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, visitó a los seminaristas diocesanos. Se trataba de la primera visita del curso, en la que presidió la celebración de la Eucaristía en el Mater Dei, y presentó el Plan de Formación de Sacerdotes. En total acudieron 26 seminaristas pertenecientes al Seminario Mayor y Menor Mater Dei, así como al Redemptoris Mater, junto a sus respectivos rectores.
En la homilía, D. Casimiro pidió la fuerza del Espíritu Santo ante el inicio de curso, “estamos comenzando un nuevo curso en el seminario, y lo hacemos pidiendo la fuerza del Espíritu para que nos acompañe a pesar de las incertidumbres que pueda haber por la pandemia”.
Un nuevo curso es un tiempo de gracia, un don, les decía, “que Dios os concede, en este caso para discernir y madurar si la vocación a la que os llama el Señor es la de ser sacerdotes, como discípulos, como pastores y como misioneros”.
“¿Qué es el seminario?”, les preguntaba, “es un tiempo para encontrarse con el Señor, para discernir si os llama a servir como pastores, y si es así para madurar y formarse para ello”, a la vez que recordaba las características del Buen Pastor, “dar la vida por las ovejas, conocerlas, amarlas, e ir en busca de aquellas que, o se han alejado o no han escuchado todavía el Evangelio del Señor”.
Todo sacerdote, todo seminarista, todo cristiano, añadía, “debe poner en el centro de su vida el amor de Dios que se nos ofrece, y que llega a nosotros en su Hijo Jesucristo, que es lo que al final queda, es lo más grande de todo”.
En este sentido, hablando de la vocación, explicaba que “es un don gratuito del amor de Dios”, recordando que “nuestra vida ha de ser una respuesta permanente al amor recibido de Dios”, y “acoger la vocación es responder con generosidad a este amor que hemos recibido”.
Plan de Formación Sacerdotal
Tras la Misa, el Obispo, D. Casimiro, les ha presentado el “Plan de Formación Sacerdotal, Normas y Orientaciones para la Iglesia en España”, con el que los seminaristas, de la mano de sus rectores y formadores, trabajarán los fundamentos de la formación: la dimensión humana, la espiritual, la intelectual y la pastoral.
Presidido por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, esta mañana se ha celebrado el claustro de profesores del Centro Superior de Estudios Teológicos (CSET) Mater Dei, lugar en el que son formados los futuros sacerdotes de nuestra Diócesis.
Dicho claustro está compuesto por una veintena de profesores, cuatro de ellos seglares, y a día de hoy, este curso, que se iniciará el próximo lunes 14 de septiembre, lo forman once alumnos de filosofía y teología. Tres de estos seminaristas pertenecen al Seminario Mater Dei y ocho al Seminario Redemptoris Mater. Por otra parte, los cuatro candidatos al diaconado permanente comenzarán el curso el 22 de septiembre.
El CSET permite conseguir el grado en estudios eclesiásticos, necesario para la admisión de los seminaristas a la ordenación presbiteral. Las asignaturas se reparten en ciclos cada año, y se completan con seminarios específicos. La formación y los estudios están financiados por la Diócesis, por las campañas del Día del Seminario y por donativos y aportaciones de particulares.
Inicio de curso en el Seminario Menor
Esta semana también han empezado sus clases y su formación los diez alumnos internos que pertenecen al Seminario Menor Mater Dei, junto a algunos externos. Cinco de ellos, la mitad, se han incorporado en este nuevo curso.
Por otra parte, el rector, José Antonio Morales, ha informado de que en breve ya se celebrará la primera de las convivencias vocacionales para chicos, así como la primera destinada a las chicas.
Se trata de una jornada en la que se les presenta el concepto de vocación, no solo sacerdotal o religiosa, sino también al matrimonio y la familia. Un encuentro en el que cabe la oración, el deporte, un poco de formación, e incluso el cine. José Antonio insiste, y nos invita a todos, a que recemos por las vocaciones.
Los seminaristas están viviendo un verano diferente al de otros años a causa de la pandemia. Así lo explican los rectores de los seminarios diocesanos. Juan Carlos Vizoso, rector del Mater Dei, ha comentado que en años anteriores, «durante el verano suelen ayudar en las parroquias o se van al santuario de Lourdes un par de semanas para colaborar en la acogida y servicio a los peregrinos, o incluso echan una mano en alguno de los campamentos diocesanos o parroquiales». En esta ocasión, debido al Covid-19, se quedarán junto a sus familias y ejercerán labores pastorales en sus respectivas parroquias, en la diócesis.
Por su parte, Pablo Vela, rector del Redemptoris Mater, ha explicado que «todos los veranos los seminaristas se van en misión fuera de España, normalmente a países de Sudamérica, pero en esta ocasión, y también a causa del coronavirus, estarán aproximadamente un mes sirviendo en varias parroquias de la diócesis, algunos, y otros en parroquias de sus respectivas diócesis de nacimiento». También, los seminaristas que son de otros países se van a quedar en España para evitar problemas con el regreso y garantizar que puedan iniciar el curso que viene con normalidad.
Este sábado próximo, la Concatedral de Santa María de Castellón acogerá la ordenación de dos nuevos sacerdotes. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidirá la celebración a la que acudirán familiares y amigos, además de sacerdotes desde todos los puntos de la diócesis para acompañar a los diáconos a su paso definitivo hacia el sacerdocio.
Será una celebración cargada de emotividad en la que, con la gracia del Espíritu Santo, César Igual Coll y Jon Solozabal Iglesias, recibirán el sacramento del Orden, consagrándose al ministerio del servicio a la Iglesia y a Dios, y servirán al Pueblo de Dios como colaboradores del Obispo.
Fueron ordenados diáconos el 7 de diciembre del año pasado, y desde entonces llevan realizando tareas pastorales en diferentes parroquias de la diócesis. Han sido, pues, siete meses de preparación, con el drama de la pandemia del coronavirus por medio, en los que según afirma César Igual “la acción como diáconos se ha visto muy restringida, por lo que yo decidí desarrollarla mediante la atención telefónica a todos cuantos pude, sintiéndome muy gratificado por esta acción”.
“Estoy convencido de la vocación, y afirmo que estoy deseoso de seguirla”
César tiene 56 años, nacido en Valencia, en una familia con varios referentes de personas consagradas. Cuenta que tras un periodo alejado de la Iglesia y con una vida muy activa, trabajando en su profesión de Ingeniero de Caminos, inició sus estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos Mater Dei, entrando en el Seminario en el año 2002.
Por motivos personales se suspendió el camino hacia del sacerdocio, hasta que en el 2017, “nuestro Obispo, D. Casimiro, me animó en mi deseo de ser sacerdote si ésta era mi vocación, pues en el seguimiento de la vocación está la plenitud de la felicidad y del sentido de la vida”. Así, en septiembre de 2018 se reincorporó al Seminario Mater Dei y, “como ya tenía terminados mis estudios de Filosofía y Teología, proseguí los estudios de Derecho Canónico suspendidos en 2007, viviendo en la parroquia de Benicàssim, donde he realizado mi pastoral”.
Sobre la vocación a la que el Señor le llama, “en 1997, en un proceso de interiorización y conversión, comprendí que cuando tenía 13 ó 14 años había recibido la vocación al sacerdocio, que entonces no atendí”. Y todo desde entonces, “incluso la suspensión en 2007 del camino al sacerdocio, me ha confirmado la vocación sacerdotal, particularmente como sacerdote diocesano”. “Estoy convencido de la vocación divina, y si hace algunos años decía que no me atrevía a no seguirla, ahora afirmo que estoy deseoso de seguirla”, afirma con entusiasmo y alegría.
Estos últimos meses ha estado leyendo mucho sobre el sacerdocio, “particularmente los escritos de Benedicto XVI -que trata ampliamente al Santo Cura de Ars-, y lo que espero es simplemente ser un buen sacerdote, conforme a la identidad sacerdotal propia y la acción in persona Christi”.
JON SOLOZABAL IGLESIAS
“En la llamada al sacerdocio reconozco la forma que Dios ha dispuesto para que yo pueda amar”
Jon tiene 29 años y es de Elorrio (Vizcaya), nacido en el seno de una familia cristiana. Cuenta que la primera vez que sintió la llamada fue durante la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en 2008, con Benedicto XVI, “en aquella época me encontraba en una situación de crisis existencial, tenía 17 años y no entendía mi vida. Estaba en rebeldía conmigo mismo, con mi historia, no aceptaba a mi familia, y había fracasado en todo”. Abandonó los estudios y estaba trabajando, “y aunque seguía en la Iglesia y tenía mi comunidad, llevaba una vida pagana”.
Gracias a esa peregrinación, “vi que Dios me llamaba a cambiar de vida, concretamente fue en el encuentro vocacional al final de la peregrinación, con los iniciadores del Camino Neocatecumenal, en el que el Señor tocó mi corazón por el anuncio del kerygma con una catequesis sobre Zaqueo, en la que yo me vi muy reflejado en la pobreza de este recaudador de impuestos”. Cuando se pidieron vocaciones para el presbiterado se levantó, “mejor dicho: el Señor me levantó, porque yo estaba totalmente incapacitado para levantarme, y un año después entré en el Seminario Redemptoris Mater de Segorbe-Castellón”. Esa llamada se ha ido confirmando “gracias a la ayuda y el discernimiento de la Iglesia durante más de 10 años de formación”.
Durante todos estos años el Señor le ha regalado “el poder conocerme a mí mismo, mi pobreza profunda, y a partir de aquí, poco a poco, el Señor me ha regalado ir aceptándome y amarme como soy”. La relación con los compañeros y la obediencia a los formadores, “me han ayudado a salir de mí mismo”. También la vida de oración “me ha ayudado a vivir de cara a Jesucristo y a sentirme amado por Él en mis pecados”. “Durante estos años también he podido reconciliarme con mi familia, recuperando la relación que estaba dañada por el pecado”, añade. “En definitiva – concluye – el Seminario me ha hecho persona, me ha devuelto la dignidad que yo había perdido.
En la tarde de ayer, el Obispo, D. Casimiro López Llorente, se reunió por primera vez después del confinamiento, con algunos seminaristas de los Seminarios Diocesanos Mayor y Menor Mater Dei, de los que ha estado muy pendiente en todo momento.
D. Casimiro celebró la Eucaristía junto a ellos y los rectores, Juan Carlos Vizoso y José Antonio Morales, en la que agradeció a Dios que los seminaristas hubieran vivido todas estas semanas como una bendición, ya que en ellos se ha dado un verdadero crecimiento humano, en la fe, en comunidad, ya que han compartido tiempo, ratos de deporte y de servicio en el seminario, y también un crecimiento académico, pues han podido mantener y aprovechar las rutinas de estudio.
Por otra parte, y a raíz de la primera lectura del día (2 Tim 1, 1-3.6-12), en la que San Pablo escribe a Timoteo, por quien ora de noche y de día, y aconsejándole que reavive el don que recibe de Dios, el Obispo también pidió para que en estos jóvenes se diese continuamente este «reavivar la vocación» con intensidad desde Dios y vinculados a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida.
Las circunstancias actuales han obligado a cambiar las formas de vida en muchos aspectos y uno de ellos ha sido el de la educación. Ha tocado “reinventarse” y adaptarse a las situaciones. Y al igual que miles de estudiantes de todo el país, así lo han hecho también los seminaristas que se preparan para dedicarse –en un futuro- al cuidado de las almas y al servicio de la Iglesia, a ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor.
Algunos de ellos siguen viviendo este tiempo de confinamiento en sus respectivos seminarios diocesanos, combinando la formación humana e intelectual, con la espiritual. “Al principio de la crisis se les ofreció la posibilidad a los seminaristas de quedarse aquí y cinco de los jóvenes del seminario mayor y cinco del menor optaron por no marchar a sus casas”, señala Juan Carlos Vizoso, rector del Seminario Mayor Diocesano “Mater Dei” de Castellón. Y añade: “hemos intentado a lo largo de estas semanas tener un horario parecido al de la rutina normal. Los jóvenes del menor han tenido momentos diferentes a los del mayor pero hemos coincido en la eucaristía de cada día”.
Juan Carlos es consciente de que “a pesar de la dureza del momento que nos ha tocado vivir ha sido una Gracia el poder estar aquí. Entre otras razones porque hemos tenido la oportunidad de vivirlo a nivel espiritual de una forma muy profunda, especialmente en lo que se refiere a la Semana Santa”. Y valora también la importancia de los momentos compartidos en fraternidad, como pequeña comunidad pero no por eso menos importante: “tanto los jóvenes del seminario menor como los del mayor hemos podido pasar más tiempo juntos y eso ha permitido que ellos hayan podido también implicarse más en las labores ordinarias”. No podemos tampoco olvidar el aspecto intelectual de los seminaristas, que gracias a un canal de Youtube ha tenido su continuidad con las explicaciones de los profesores. Y por supuesto, el deporte, plato estrella de las tardes para practicar en comunidad y desde la prudencia.
En la misma línea apunta el rector del Seminario Menor de Castellón, José Antonio Morales que define este tiempo de confinamiento como “una prolongación de la formación” y remarca que “estamos viviendo como una auténtica familia en la fe”. “Los padres han permitido y querido voluntariamente que sus hijos estuvieran aquí en el seminario menor, durante este tiempo de alarma, en vez de tenerlos en su casa, aun conscientes de que no saben cuándo volverán a verlos”, puntualiza José Antonio. Un gesto que demuestra la confianza de los padres con respecto a los formadores y que muestra que ellos ante todo “quieren que sus hijos estén cerca del Señor”. El rector de las vocaciones más jóvenes del centro está más que seguro de que “esta circunstancia también les ha ayudado a centrarse más espiritualmente, académicamente, humanamente y comunitariamente”. Y concluye: “ahora ellos tienen que encargarse de todas las actividades que realizaba el personal de limpieza. El propio aseo de la habitación e incluso tareas de cocinar y fregar platos”.
Por otra parte, Pablo Vela, rector del Seminario Mayor Diocesano Internacional y misionero “Redemptoris Mater” comenta que “nuestros seminaristas tenían unos días de descanso en sus casas, con motivo de la Magdalena y toda esta situación les pilló ya fuera de la diócesis y ha sido ahora cuando están incorporándose de nuevo”. Una situación completamente distinta a la del Seminario “Mater Dei”. Aun así desde sus respectivos lugares “han continuado con la vida espiritual y la formación requerida en este momento”, añade Pablo Vela. El también rector del Real Seminario Conciliar de la Santísima Trinidad de Segorbe manifiesta que “en el mismo no hay internos pero el alumnado del colegio está siguiendo un servicio online de formación y luego un seguimiento y acompañamiento –del que ya se informó en esta web- que se extiende también a las familias, por parte del profesorado y de la directiva”. A su vez indica que “por las dimensiones del colegio me he limitado a hacer un acompañamiento a través de los profesores y desde ellos, a los alumnos”.
SOLIDARIDAD DESDE “EL SEMILLERO” DE LA DIÓCESIS
Cabe recordar el compromiso solidario –también publicado en nuestra web- del Seminario “Mater Dei” de Castellón en la entrega de camas para el albergue suplementario del polideportivo Castalia, por iniciativa de nuestro Obispo, Casimiro López Llorente. En un gesto en el que colaboraron los seminaristas ayudando en el traslado de todo el material.
La Jornada de Oración por las Vocaciones estuvo muy presente en el sentir del seminario y de los seminaristas así como de sus formadores. Y aunque éstas son algunas de las acciones importantes también se suman otras, a considerar, como la retransmisión cada día de la eucaristía con los seminaristas a través de un canal abierto y público en Youtube, donde también se pueden seguir las clases impartidas por algunos profesores –que dicho sea de paso, tienen bastantes seguidores-. Además, también se cuelgan por el Facebook abierto del colegio y en canal público de Youtube, las oraciones tanto de secundaria como los oratorios de Primaria.
Por san José celebramos cada año el Día del Seminario. Este año será el domingo, 22 de marzo, y en las Misas vespertinas del sábado anterior. San José es patrono de la Iglesia universal y de los seminarios. Él es el hombre justo, que Dios puso al frente del hogar de Nazaret para cuidar de María y de Jesús. Allí se fue educando y formando el corazón sacerdotal de Jesús. Hoy san José sigue cuidando de los que se preparan para ser pastores misioneros al servicio de los hermanos.
En el Día del Seminario, nuestros Seminarios diocesanos mayores –Mater Dei y Redemptoris Mater- y el menor –Mater Dei-, están en el primer plano de nuestra atención y de nuestra oración. El Seminario es el corazón de nuestra Iglesia diocesana, donde germinan las semillas de las vocaciones al sacerdocio ministerial. De nuestros seminarios depende en gran medida el futuro de la vitalidad cristiana y misionera de nuestra Iglesia; en ellos se forman los futuros pastores misioneros –como reza el lema de este año- de nuestras comunidades. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, no hay Iglesia, ni comunidad cristiana como tampoco servidores del resto de los cristianos, vocaciones y carismas, que salen y alientan a salir a la misión del anuncio el Evangelio.
Todos los diocesanos debemos sentir nuestros Seminarios como algo nuestro, conocerlos, quererlos, acercarnos a ellos y apoyarlos, también en la economía. Nuestros sacerdotes gozan en general de alta estima en las comunidades cristianas; todas quieren contar con un buen sacerdote. Su renuevo, sin embargo, es cada día más difícil por la escasez de vocaciones. Decía san Juan Pablo II que “la falta de vocaciones es ciertamente la tristeza de cada Iglesia”; por ello añadía que “la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por parte de todos los miembros de la Iglesia” (PDV, n. 34d). No nos quedemos en una tristeza o queja inútil; es la hora de la fe y de la confianza en el Señor que nos envía a seguir echando las redes en la tarea de la pastoral vocacional; ésta pide de todos una implicación activa y gozosa: del Obispo y los sacerdotes, del resto de los cristianos y las familias cristianas, de catequistas y comunidades parroquiales y eclesiales en general.
Ante todo quiero resaltar la necesidad de una oración personal y comunitaria más intensa a Dios, ‘el Dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies’. Sabemos que toda vocación es un don gratuito de Dios para su Iglesia y para la humanidad; un don que hemos de saber pedir con humildad, pero con insistencia. Nuestra oración por las vocaciones sacerdotales, más intensa estos días, no puede faltar a lo largo del año.
Nuestra oración al Dueño de la mies ha de ir acompañada de obras. Entre todos hemos de crear un clima vocacional en el que pueda ser escuchada y acogida la llamada de Dios al sacerdocio ordenado. Toda vocación nace de un encuentro con el Señor; por ello lo primero que hemos de hacer es que haya familias y comunidades cristianas vivas y fervorosas, capaces de suscitar ese encuentro con Cristo que entusiasme, enamore y provoque la entrega incondicional a los demás en los más jóvenes.
Además, la principal manera de ayudar a un niño, adolescente o joven a discernir la vocación es ayudarle y acompañarle a llevar una vida de oración profunda y constante para que su corazón esté abierto a la llamada amorosa del Señor. Esto requiere espacios de soledad y silencio, porque se trata de una decisión muy personal que otros no pueden tomar por uno (Christus vivit, n. 283). A pesar del ruido que nos envuelve, los jóvenes son sensibles a momentos de silencio y de encuentro personal con Cristo, vividos en comunidad, que hacen posible que se escuche la voz interior de Aquel que nos llama siempre. Nuestras vigilias con jóvenes son una muestra de esta sensibilidad.
En la maduración de la vocación hay etapas y altibajos; pero lo importante es saber orientar un camino que, confiando en la gracia del Señor, mira siempre a una entrega más grande y total. Quien se abre al amor de Dios no se encierra en sí mismo, sino que se deja llenar de Dios, para consagrarse de por vida a Él y para entregar su vida para los demás. Toda la Iglesia es misionera. La vocación a ser pastor y a ser misionero está estrechamente entrelazada. En estos tiempos de sombras, Dios quiere seguir haciendo brillar su Rostro lleno de amor por los hombres y mujeres de esta generación y hacer oír su voz que es luz y vida. Los sacerdotes son hoy más necesarios que nunca.
Oremos y ayudemos a que la vocación al sacerdocio sea descubierta y acogida con generosidad por niños, adolescentes y jóvenes, y por sus familias.
Mañana, 19 de marzo, la Iglesia celebra la solemnidad de San José. Esta festividad está vinculada directamente con los seminarios, ya que el custodio del Hijo de Dios en la tierra es patrón de los seminarios. En la Diócesis se realizó la colecta el domingo anterior, 17 de marzo, y desde hace días los tres seminarios diocesanos están más presentes en la oración de los fieles ya que es «misión de todos», como afirma el lema de este año. El Obispo, mons. Casimiro López Llorente afirma en su carta dedicada al Día del Seminario que «nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades. Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales».
Por San José celebramos el Día del Seminario. Este año, en nuestra Diócesis lo celebraremos el Domingo, día 17, y en las Misas vespertinas del sábado anterior. Nuestros seminarios estarán estos días especialmente presentes en la oración de nuestras comunidades; algo que no debería faltar a lo largo de todo el año. Porque todos y cada uno estamos llamados a orar por la buena formación de nuestros seminaristas y pedir con insistencia y perseverancia a Dios que nos envíe vocaciones al sacerdocio ordenado. Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades. Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales.
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