Si ayer celebrábamos a Todos los Santos, hoy es la conmemoración de los Fieles Difuntos. Es una idea piadosa y santa orar por el descanso eterno de los que ya han fallecido y se encuentran todavía purificándose de sus faltas.
También, todos los que vivimos la fe entendemos que ser cristiano es estar al lado del que sufre, y acompañar a todas las personas que han sufrido una pérdida o la muerte de un ser querido. Por ello entrevistamos a D. Daniel Castro, Diácono Permanente y responsable de la Pastoral del Duelo en Nuestra Diócesis.
¿Qué es la Pastoral del Duelo?, ¿cuál es su misión?
Formando parte de una Iglesia en salida y reconociendo como principal agente evangelizador al Espíritu Santo, desde la Pastoral del duelo se pretende contener y acompañar a las personas que han perdido un ser querido y están atravesando un proceso de duelo con sufrimiento, desesperación ante la muerte que les ha tocado de cerca.
Para ello se deberá formar personas capaces de acompañar al doliente, de escucharle, con voluntad y disponibilidad, hasta conducirle al encuentro con el Resucitado. Entonces se pretende poner a disposición de cada párroco las herramientas necesarias para implementar coordinadamente en las parroquias este acompañamiento a las personas en duelo.
Sabemos que es necesario escuchar y acompañar en el duelo, ¿por qué?
Jesús es nuestro gran Maestro, y tenemos que seguir sus enseñanzas, como él hizo con los discípulos de Emaús. Él, primero salió a su encuentro, los escucho, los acompaño por el camino, los motivo para que se desahogaran, los confrontó con las escrituras y ellos fueron purificando la fe, fueron sanando las heridas emocionales, hasta llegarlo a reconocer, a tener ese encuentro con Jesús Resucitado. Quienes estén al servicio en esta pastoral, deberán seguir esa pedagogía empleada por Jesús.
¿Qué importancia tiene la fe en este proceso? Para los que no tienen fe, la muerte es el fin, la destrucción total, para ellos todo termina en el cementerio con la inhumación o la incineración. En cambio, para quienes han recibido por el bautismo ese don de la FE, ese don que nos mueve a creer en Dios, en Jesús y en su mensaje; sabrán que con la muerte no termina todo, por el contrario, comienza ese encuentro a una vida nueva en ese Reino prometido.
¿Cómo puede cuidar y acompañar la Iglesia a los dolientes? ¿Cómo se está implantando la Pastoral en nuestra Diócesis?
Desde la Diócesis, a través de la Aplicación HOZANA, se ha realizado una novena de oración para acompañar a las personas que han perdido a un ser querido, titulada ‘El camino del duelo desde la fe’. En ella encontraran cada día, una introducción, cita bíblica, reflexión, audio y oración. La misma comenzó el 25 de octubre (con 976 participantes) hasta hoy, 2 de noviembre, día de los fieles difuntos. Pero también podrá seguirse en cualquier momento que un doliente lo necesite.
Si bien el proceso del duelo puede ser largo, llevar varios meses y aún más, durante estos 9 días se pretende que quien lo sufre, reflexione sobre el tema, descubra ciertas actitudes que puede mejorar, despierte el diálogo con alguien de su parroquia especializado en el tema que le pueda acompañar.
Además, este material estará a disposición de las parroquias que lo soliciten para orarlo en encuentros parroquiales, como así también otro para orar por las almas del purgatorio. La importancia de esto último es resaltada por LG50 «porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados» (2 M 12, 46); así nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
Alguien necesita contactar con vosotros, ¿cómo puede hacerlo? Persona de contacto: Diácono permanente Daniel Castro Cortesi, móvil 607 905 835, email dp.danielcastro@gmail.com
El pasado día 16 de mayo, tres seminaristas del Seminario Diocesano Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”recibieron el Orden del Diaconado. Se trataba de David Vázquez, que tiene 27 años y es natural de Morón de la Frontera (Sevilla); de Wilson González, tiene 31 años y es de Santo Domingo (República Dominicana); y de Jae Kang Albino Hong, tiene 37 años y es de Corea del Sur. Comenzaron así una vida de servicio al Señor y a la Iglesia siendo servidores de la caridad, de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.
Mañana, día 9 de octubre a las 11:00 horas, nuestro Obispo, D. Casimiro, les administrará el sagrado Orden del Presbiterado en la S. I. Concatedral de Santa María, Castellón. Será una ceremonia cargada de emoción, y estarán acompañados de familiares, de hermanos de comunidad y de amigos, en un día que quedará grabado en la memoria de estos tres jóvenes que, a partir de mañana, en comunión con el Obispo y con la gracia de Dios, harán presente a Jesucristo sirviendo a la Iglesia, cumpliendo con la misión de ser sal de la tierra y luz del mundo entre las gentes de la Diócesis, y anunciando el Evangelio como ministros de los sacramentos y de la Eucaristía.
Estas ordenaciones sacerdotales podrán seguirse en directo por el canal diocesano en Youtube (Diócesis Segorbe-Castellón). En el siguiente enlace:
Entrevista a David Vázquez, Wilson González y Albino Hong
¿Cómo afrontáis este momento tan importante?, ¿quiénes os acompañarán?
David: Yo lo intento afrontar desde la oración. Porque en este tiempo de preparación de la ordenación es muy fácil distraerse con los preparativos y los quehaceres del día a día. Y creo que es fundamental tener más momentos de intimidad con el Señor, por eso hemos organizado alguna vigilia, retiro etc. Y también creo que es importante afrontarlo con humildad, sabiendo quién soy, siendo consciente de mis debilidades y pobrezas, para que así pueda aparecer la gracia de Dios, que es quien lleva a cabo la misión. Como dice san Pablo: “la fuerza se realiza en la debilidad”. Gracias a Dios me podrán acompañar mis familiares y amigos de Morón que, con esto de la pandemia, estaba más en el aire. Y también mi comunidad y parroquia en la que he vivido la fe estos años de Seminario.
Wilson: Con mi fuerza no, sino con la ayuda de Dios. Esto lo digo, porque viéndome a mí, que soy una persona débil que le cuesta hacer la voluntad de Dios, puedo decir que esto lo estoy afrontando con la ayuda de Dios, concretamente con la oración y con los sacramentos. Me acompañaran mis padres, mis hermanos de comunidad de Santo Domingo, mis hermanos de comunidad de Castellón, el Obispo, los presbíteros, el seminario, mis amigos y los feligreses de la parroquia de Nules. Para mí es importante que todas estas personas me acompañen en el momento más importante de mi vida, porque ahí se ve la comunión de los santos y la comunión de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Albino: Estoy muy bien, y muy contento. En este momento primero me acompaña el Señor, me ayuda y me anima para seguir su voluntad. Y me acompaña D. Manolo Agorreta, párroco de Nules, y Wilson González, el diácono que está conmigo en esta parroquia, con mucho amor y paciencia. También los fieles de Nules me acogen con mucho cariño y me ayudan a aprender sobre el amor.
Es largo el recorrido realizado para llegar al sacerdocio. ¿Cómo habéis vivido las diferentes etapas formativas, en el Seminario?
David: En mi caso han sido 10 años, pero creo que han sido necesarios. Y si lo miras bien no son tantos años para lo que vas a realizar después. Yo he vivido las etapas formativas como un regalo, porque he ido viendo la actuación de Dios en mi vida, y tengo la experiencia de que el Señor me ha ido sanando y preparando para la misión que me quiere dar. De todos estos años la conclusión que saco es que Dios siempre te da lo que necesitas.
Wilson: La verdad que, para mí, el tiempo de formación en el seminario fue y es una ayuda, porque gracias a la formación que recibí puedo decir que Dios tiene poder de sacar a una persona de la muerte y llevarlo a su Iglesia; eso es lo que ha hecho el Señor conmigo. El tiempo del seminario lo he vivido como una gracia.
Albino: Antes del tiempo del seminario yo era un chulo, un orgulloso y un gran soberbio. Pero no me conocía mucho. Por el tiempo del Seminario, el Señor me iluminó a conocerme, me bajó en la realidad y me ayudó a entender toda mi historia desde su amor. Ahora ya sé que soy soberbio y no soy nada, pero el Señor siempre me acompaña para vivir en la vida. Todo lo lleva Él, es lo mejor para mi salvación. También sé que soy incapaz de ser un pastor, hay dificultades, el idioma por ejemplo, por eso siempre le pido al Señor que me acompañe, que me mande el Espíritu Santo, que abra mi boca y mueva mi corazón. Y la oración me anima mucho a seguir la Voluntad de Dios, me ayuda a hacer las cosas por amor a Dios.
En este tiempo habéis recibido vuestro primer destinado pastoral, ¿dónde estáis?, ¿qué balance hacéis de este tiempo?
David: Mi destino es Benicàssim, donde llevo varias semanas viviendo. Ya he empezado a conocer los distintos grupos, catequistas, feligreses etc. Y veo que el trato que me dan es muy bueno, sobretodo del párroco y del vicario, que me están cuidando y ayudando mucho. Aun me tengo que asentar y conocer mejor a la gente, pero estoy contento.
Wilson: Estoy en la parroquia de San Bartolomé y San Jaime de Nules. Mi experiencia es la siguiente: estar en una parroquia es para mí algo nuevo, porque es la primera vez que estoy en una parroquia ya no como seminarista sino como diácono, y luego como presbítero. Esto para mí es un regalo porque me ayuda a salir de mi mismo. La verdad, estoy muy contento por esta misión que Dios me ha dado.
Albino: Estoy en la parroquia San Bartolomé y San Jaime de Nules. Allí estoy aprendiendo las cosas de la parroquia, conociendo a la gente de Nules, sirviendo a la Iglesia.
En el 2019, en un encuentro que tuvo el Papa Francisco con los seminaristas de Bolonia, decía que el sacerdocio no es una carrera profesional, sino una vocación de servicio. ¿A qué o a quién queréis servir en vuestro ministerio?
David: En mi ministerio quiero servir a la Iglesia y a toda la gente que el Señor me ponga delante. La vocación al sacerdocio no es una carrera profesional, pues sin una llamada de Dios no puedes entrar en ese servicio. Porque con la vocación puedes confiar en la gracia y te nacerá de forma automática el ponerte al servicio.
Wilson: Partiendo de mi experiencia, puedo decir con toda sinceridad que Dios me ha elegido para servirle a Él a través de los feligreses de la parroquia. Yo quiero servir a Cristo, porque ha sido Él quien me ha salvado y me ha sacado de la muerte en la que estaba metido.
Albino: El sacerdote no es un líder de la Iglesia y de la parroquia, sino que es un servidor de la Iglesia en el Señor. Hay que servir a la Iglesia, a la parroquia, al Papa y al Obispo, al Pueblo de Dios. Es escuchar a la gente y los que sufren, acompañarles, anunciar la Buena Noticia de que Jesucristo ha resucitado, anunciar la Resurrección y la salvación de los hombres. No es porque habla bien, porque es inteligente, porque sabe mucho, porque es santo, sino que es un servidor que está para servir al Señor y seguir la voluntad de Dios, para servir a la Iglesia, al Pueblo de Dios y para servir a todos los hombres para que se acerquen y conozcan al Señor.
¿Tenéis ya fecha para vuestras primeras misas?
David: Si, mi primera Misa será el 10 de octubre por la tarde en la parroquia de Ntra. Sra. de la Merced de Burriana, que es la parroquia donde he vivido la fe con mi comunidad los 7 últimos años de Seminario.
Wilson: Sí. Mi primera Misa será el 10 de octubre en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, a las 12h del medio día, y luego el 11 de octubre haré una primera Misa en Nules, a las 19 h.
Albino: Sí. Voy a celebrar mi primera Misa el día 10 de octubre a las 13:00 h. en el convento de Nules.
El pasado 24 de septiembre se celebró la festividad de La Merced. Por este motivo nos acercamos a la Pastoral Penitenciaria en nuestra Diócesis, una actividad de escucha y acompañamiento. «Estuve en la cárcel y vinisteis a verme» es una de las obras de misericordia, palabras de Jesús que se cumplen hoy en nuestra Iglesia gracias a la Delegación para la Pastoral Penitenciaria. Hablamos con la Delegada diocesana, Sonia Barreda.
¿Cómo han celebrado este año los presos el día de la Virgen de La Merced?
A nivel religioso que es lo que da sentido al día de la patrona y lo que compete a la Penitenciaria lo hemos hecho rezando con ellos en la eucaristía. En Castellón I, la Merced se ha celebrado como el año pasado puesto que todavía no se pueden juntar en espacios comunes como puede ser la capilla. Por tanto, hemos llevado la palabra de Dios y el pan de la eucaristía a cada uno de los módulos realizando un total de 6 misas repartidas entre el 24 y el 25. Pudiendo participar 3 voluntarios y el capellán, el P. Florencio Roselló. Al finalizar las eucaristías se les ha entregado a cada preso una estampa de la virgen de la Merced y una bolsa de bombones. Y junto con los maestros de la escuela se ha organizado un concurso de carteles con motivo de la patrona, dotado de premio económico que aporta la Pastoral.
En Castellón II, la Merced se ha celebrado en el salón de actos, obviamente aplicando las medidas de seguridad sanitarias, pero recuperando la normalidad de estar todos juntos y celebrando una única Eucaristía. Presidida por el P. Jordi Mas, capellán de esta prisión junto a un nutrido grupo de voluntarios y animada por un el coro de la cárcel, internos que ensayan semanalmente para animar las eucaristías. Con el objetivo de ambientar en los módulos y preparar la fiesta también se ha convocado un concurso de carteles cuyo tema es La Merced.
Sobre la pandemia, ¿cómo se han vivido, y se viven, sus consecuencias en las prisiones?
Sorprendentemente los presos durante la pandemia han reaccionado con mucho respeto, y han entendido todas las medidas que se han tomado para evitar contagios dentro de la cárcel. No han sido de su agrado, como no lo son para nosotros en la calle, pero entienden que el valor de la vida está por encima de cualquier cosa. Las consecuencias las tenemos en positivo y en negativo. Por poner ejemplos os diré uno con sabor amargo y otro más dulzón. Ha sido muy negativo todos los meses de aislamiento con el exterior, nadie de fuera podíamos entrar y ellos no podían salir en sus permisos. Se cortaron comunicaciones que son el punto fuerte que aguanta a muchos a seguir luchando. Pero también hemos experimentado cosas positivas como que la tecnología traspase los muros, y que se den cuenta que no pasa nada porque un interno pueda hacer una videoconferencia con la familia, y esto ha sido positivo porque todo apunta que no fue un parche y que ya se quedará.
¿Cómo trabajáis en la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis?
La P. Penitenciaria trabaja en tres áreas: prevención, prisión y la reinserción. En la prevención entran charlas coloquios con hijos de presos o familiares, trabajos de acompañamiento intentando reconducir sus estilos de vida desestructurados para evitar el delito. Y también hacemos prevención a través de testimonios en los institutos o parroquias donde la población adolescente corre el riesgo de caer en el consumo y de ahí saltar al delito.
Si ya están en prisión, el voluntariado lo coordinan los capellanes de cada prisión. Y detrás de las rejas se funciona como en una parroquia, de tal manera de se desarrollan talleres de catequesis, biblia, formación humana, valores, talleres de oración, costura, coro, manualidades, y con entusiasmo y gozo se celebra la Eucaristía a la que acuden muchos presos y presas.
En la reinserción es donde más empeño pone la Pastoral, porque pensamos que todas las personas merecen nuevas oportunidades. Por ello les facilitamos vivienda para salir de permiso y un itinerario integral y personalizado de acompañamiento para poder rehacer su vida, comenzar nuevamente y saber que en ese arduo camino no están solos.
¿Quiénes son los voluntarios?, ¿Con cuántos cuenta la Delegación?
Los voluntarios de P. Penitenciaria son personas creyentes, sin ningún afán por completar agenda en sus ratos libres. Nuestro voluntariado debe ser vocacionado y de entrega sincera. Las personas presas no merecen recibir lo que nos sobra, aunque sea nuestro tiempo. El voluntario de esta pastoral es una persona que emocionalmente tiene que estar equilibrado puesto que la realidad a la que te enfrentas y las vidas tan complejas con las que te cruzas a veces superan nuestra imaginación. Y sobre todo tienen que ser personas que no juzguen y que no hagan ninguna distinción entre personas o delitos. Dios los mira a todos con los mismos ojos de misericordia, no podemos nosotros hacer lo contrario.
La Delegación se apoya en los capellanes de los centros penitenciarios que coordinan esos voluntarios especialmente en el interior. En CSI contamos con unos 40 voluntarios y en CSII se comparte voluntariado con la Diócesis de Tortosa y entre ambas también estamos alrededor de 40.
¿Cómo acogen los presos la presencia de la Iglesia, encarnada en los capellanes y en los voluntarios?
Maravillosamente, para ellos somos la mano amiga. Para ellos somos esperanza. Para algunos nos convertimos en el abrazo que nunca les dieron, la palabra de ánimo que nunca recibieron, en un te quiero, aunque seas un desastre, somos palabra de Dios hecha vida (no entienden que vayamos sin cobrar nada), somos referentes positivos y sobre todo no somos la institución. Somos escucha.
En la tarde de ayer, nuestro Obispo, D. Casimiro, y el profesorado de Religión y Moral Católica de la Diócesis de Segorbe-Castellón, convocado por Mauro Soliva, Delegado diocesano para la Enseñanza, mantuvo un encuentro con Raquel Pérez Sanjuán, Secretaria Técnica de la Comisión de Educación y Cultura de la Comisión Episcopal Española, que habló de la educación y de la enseñanza, así como de la aplicación y el desarrollo legislativo de la nueva Ley Educativa, la LOMLOE en relación a la asignatura de Religión.
Recordando las palabras de Jesús a sus discípulos, «sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo», D. Casimiro exhortó a los docentes a no desanimarse ante las dificultades, pues “Él ha resucitado y está con nosotros, y la fuerza del Espíritu nos acompaña, nos alienta, nos consuela, nos envía una y otra vez a la misión”.
Para ello, continuó, “hay que caminar juntos y unidos en comunión para la misión, cada uno donde esté”, indicando la necesidad de alimentar constantemente nuestra fe, “para entre nosotros apoyarnos en la dificultad, son tiempos difíciles pero apasionantes si creemos de verdad que el Señor resucitado ha vencido a la muerte y al pecado, y al final triunfará el bien”.
Por otra parte, el Obispo les presentó su Carta Pastoral con motivo del Año Jubilar por los 775 años de la sede episcopal en Segorbe, incidiendo en que “hemos de mirar agradecidos a Dios, que nos ha elegido para ser Diócesis, porción del Pueblo de Dios, sin Él no seríamos nada, sin la presencia del Espíritu no podríamos llevar a cabo la misión que brota de la muerte y de la resurrección del Señor”.
Entrevista a Raquel Pérez Sanjuán, Secretaria Técnica de la Comisión de Educación y Cultura de la Comisión Episcopal Española
¿Cuál es el motivo de la visita a nuestra Diócesis? Es una invitación de D. Casimiro a través de su Delegado diocesano de Enseñanza, Mauro Soliva, para participar en la Jornada de Formación del Profesorado de Religión. Unas jornadas que, por otra parte, son habituales en todas las Diócesis, de hecho se suelen hacer una vez al trimestre, y en esta ocasión tiene especial interés dado el momento educativo que estamos viviendo con la promulgación de la nueva Ley (LOMLOE) y todo lo que implica respecto a la renovación de los currículos de Religión Católica.
Fundamentalmente, mi participación lo es para compartir el proceso vivido desde la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura, y también poder contar cuáles son los elementos clave de este nuevo currículo de Religión Católica que va a ser dado a conocer en breve.
¿Y se puede adelantar alguno de esos elementos del nuevo currículo? Sí. Lo que va a ser la estructura del currículo. Va a ser un currículo competencial porque es a lo que nos obliga la legislación y que vemos que es positivo y favorable porque nos permite hacer una aportación de la Religión Católica a ese perfil de salida del alumno y esa estructura básica la vamos a adelantar porque es conocida por cuanto se han difundido ya otros currículos de otras materias de primaria. Se puede decir que va a haber unas competencias específicas, unos descriptores de esas competencias, unos criterios de evaluación, los saberes básicos van a tener contenidos, actitudes y destrezas que van a ir intercalados, así como las situaciones de aprendizaje que están sin desarrollar.
Obviamente tendremos nuestra fuente epistemológica, que va a ser la teología, y ciertamente atenderemos al diálogo con las otras asignaturas, áreas y materias como compromiso que salió del Foro “Hacia un nuevo currículo”, junto con la sostenibilidad, la casa común a la que estamos llamados por “Laudato si” o “Frateli tutti» a través del Magisterio del Papa Francisco, así como el Pacto Educativo Global que lo tenemos como horizonte eclesial, y también el horizonte civil por lo que marca la LOMLOE hacia el desarrollo sostenible, el trabajo en la mejora y la mirada a un mundo globalizado e interdependiente, también el marco de la Unión Europea y otros documentos de UNESCO y Naciones Unidas, que son en los que nosotros también nos fijamos.
¿Cuál es el estado de ánimo del profesorado de Religión Católica? Nosotros, desde la CEE no tenemos contacto directo con el profesorado, pero es cierto que las Delegaciones de Enseñanza nos trasladan la incertidumbre del profesorado que lleva muchísimos meses viviendo esta situación. Es verdad que cada reforma legislativa o cada nueva legislación se vive con cierta preocupación, y el proceso vivido estos meses atrás ha sido un poco el mismo que en situaciones anteriores.
Si que es verdad que esta incertidumbre, en ciertos momentos, no ha estado justificada en los elementos reales que se iban promulgando, pero a día de hoy, lo único que conocemos y que está publicado es la LOMLOE, los Reales Decretos no están promulgados, de hecho lo que conocemos son borradores y pueden cambiar, por consiguiente entendemos los momentos de incertidumbre y preocupación pero desde el Secretariado tenemos esperanza y confiamos en el diálogo. De hecho hemos visto hechos reales en que ha habido diálogo en la parte técnica una vez se promulgó la LOMLOE, y habido un trabajo conjunto con la Dirección General de Ordenación Académica y de Evaluación, hemos trabajado mano a mano con el Ministerio, nos han pasado la documentación que necesitábamos para hacer unos currículos adecuados, y en ese sentido no podemos tener queja ya que el trabajo ha sido grato y de colaboración, por lo que podemos decir que estamos en una buena sintonía, expresada también por la nueva Ministra, Pilar Alegría, y expresado también por las autoridades de la CEE.
¿Cuál es la labor educativa de la Iglesia? ¿Qué no tiene dimensión formativa en la Iglesia?, el quehacer de la Iglesia es educativo, y transformador de la persona y de la realidad, y esa dimensión social y humana siempre van unidas y toda acción de la Iglesia es humanizadora por la llamada al reino de Dios. Más específicamente tenemos colegios de identidad cristiana, algunos de los cuales tienen un carisma específico porque la titularidad es de algún instituto religioso con carisma particular, las Diócesis también titulan colegios parroquiales y diocesanos.
Todo esto es una riqueza porque disponemos de una red de centros educativos donde vivimos un ideario cristiano, y esto es una gran potencialidad para la Iglesia pero lo es también para la sociedad. A nivel de educación superior hay un panorama muy parecido, pues disponemos de más de 30 escuelas de formación del profesorado en el territorio español con identidad cristiana, y tenemos universidades católicas en un número más elevado al que tienen otros países.
Mirando el conjunto la labor educativa de la Iglesia en España es enorme y con un gran potencial que ojalá podamos desarrollar más. A nivel educativo la LOMLOE da libertad a los centros para poder desarrollar líneas y materias específicas, así que nosotros invitamos a aprovechar esta oportunidad, porque ahora sí que podemos poner subrayados y tener acentos propios que nos permite la Ley y que en otros momentos no hemos tenido. Así que aprovechemos la oportunidad para hacer centros más transformadores, más implicados en la realidad, más implicados con las familias, donde los elementos de identidad cristiana a los que estamos llamados en cada contexto se puedan poner de relieve, atendiendo a la realidad concreta.
¿Cuál es el futo a corto medio plazo de la educación en Religión Católica en España? El deseo, al menos por nuestra parte, es dignificar la asignatura, trabajar para que sea una asignatura con pleno sentido en la escuela, que sea entendida en su dignidad académica, que esté dotada de un buen currículo, de unos buenos profesores, que lo están y además es un colectivo muy motivado a la innovación porque han sufrido muchos cambios y se han ido adaptando plenamente a ellos, y que sea reconocida como una asignatura más en el marco escolar que es a lo que aspiramos y que no sea una asignatura que siempre esté cuestionada o puesta en duda.
Ojalá hagamos un camino de poder demostrar con los hechos que la enseñanza religiosa escolar tiene pleno sentido en nuestra sociedad, y con esa dimensión confesional, porque la confesionalidad no quita ni pone nada más que el poder reconocer que es esa dimensión que no es meramente cultural, sino que hay una comunidad creyente que está sosteniéndola, y además es parte de la formación integral que deseamos para nuestras niñas y niños.
Mañana, sábado 18 de septiembre, nuestra Diócesis celebrará la Jornada Diocesana de inicio de Curso Pastoral, una Jornada muy importante a la que estamos invitados todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón: sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y seglares.
Es por ello que nuestro Obispo, D. Casimiro, ha sido entrevistado esta mañana en el programa “El Espejo de la Iglesia Diocesana” de COPE Castellón, hablando, entre otros temas, de este nuevo Curso Pastoral, del Año Jubilar diocesano con motivo del 775º aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe, de su Carta Pastoral, y de la necesidad de abrir un tiempo de reflexión.
Entrevista a Mauro Soliva, Delegado diocesano para la Enseñanza
En nuestra Diócesis, unos 360 profesores reciben anualmente la Missio Canonica para impartir la asignatura de Religión en los centros estatales, concertados y privados. En este inicio del nuevo curso escolar, más de la mitad del alumnado que cursa estudios en los centros ubicados en nuestra diócesis, el 51,42%, elige la asignatura de Religión y Moral Católica, sin embargo cada año, especialmente en los niveles de infantil y primaria se produce un pequeño descenso en la inscripción. Para el Delegado diocesano para la Enseñanza «es fundamental insistir a las familias que piden el bautismo o la comunión para sus hijos en la importancia de complementar la transmisión de la fe que se debe dar en el ámbito familiar y en la parroquia, con la enseñanza escolar de la Religión Católica».
Hablando de enseñanza y educación, ¿cómo percibes el momento presente?
Estamos en un momento de enorme incertidumbre por la entrada en vigor de la LOMLOE, la octava ley educativa, marcada por una falta total de consenso y de diálogo que limita su recorrido real. Sin embargo, al mismo tiempo es un momento en el que los que amamos la educación debemos ser proactivos y aprovechar el debate social que generan estos cambios para avanzar en lo que el Papa Francisco denomina “El Pacto Educativo Global”. El Santo Padre nos propone a todos los agentes educativos repensar la tarea educativa poniendo a la persona en el centro y reconstruyendo los vínculos entre la familia y la escuela, tan deteriorados en las últimas décadas. Aquí, los profesores cristianos tenemos una doble tarea y responsabilidad porque estamos llamados a ser en nuestros centros motores de este cambio.
¿Cuál es la demanda o aceptación de la clase de Religión en Segorbe-Castellón?
Más de la mitad del alumnado que cursa estudios en los centros ubicados en nuestra diócesis, el 51,42%, elige la asignatura de Religión y Moral Católica, sin embargo cada año, especialmente en los niveles de infantil y primaria se produce un pequeño descenso en la inscripción. Por lo que es fundamental insistir a las familias que piden el bautismo o la comunión para sus hijos en la importancia de complementar la transmisión de la fe que se debe dar en el ámbito familiar y en la parroquia, con la enseñanza escolar de la religión católica.
¿Nos equivocamos si ponemos en paralelo la clase de Religión y la catequesis?
La Clase de Religión y la Catequesis son complementarias pero no pueden confundirse. Ambas son parte de la tarea evangelizadora, sin embargo, cada una cumple esta misión desde objetivos, ámbitos y metodologías diferentes; además hay que tener presente que cursan la asignatura alumnos que no siempre son creyentes. El ámbito personal de la fe, adquirido en la familia y vivido en el seno de una comunidad cristiana concreta (la parroquia) necesita formarse a nivel académico y entrar en diálogo con el resto de materias escolares.
Hablamos de una asignatura crucial para la formación de la persona, ¿no es así?
Una educación integral de la persona, tiene que ayudar al alumno a madurar su dimensión espiritual y trascendente. Sin una atención específica a esta dimensión no podemos hablar de una educación integral de la persona. La asignatura de Religión y Moral católica es crucial en este sentido.
“Yo estoy contigo todos los días” (Mt. 28, 20) es el tema elegido por el Papa Francisco para la celebración de la primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, que festejamos mañana, 25 de julio.
Ellos son, sin duda, quienes más han sufrido en esta pandemia. En muchos casos, a la soledad se le ha añadido la enfermedad y la muerte. María Jesús Molina es compañera, cocinera, cuidadora y hasta confidente de unos mayores muy especiales en nuestra Diócesis, los sacerdotes mayores que viven en la Casa Sacerdotal Diocesena «Familia de Nazaret».
Ella es la gobernanta de esta Casa, en la que trabaja desde hace 8 años, y es un auténtico testimonio de servicio, de atención, de amor y de entrega al cuidado de los sacerdotes jubilados de la Diócesis. Como ella misma explica, “son 8 años, no de trabajo, sino de servicio a esta familia”. Y es que realmente son una familia. “Sufro con ellos, me alegro con ellos, rezo con ellos y hasta discuto con ellos”, indica.
Generalmente, en la Casa Sacerdotal viven los sacerdotes cuando se jubilan, personas que han entregado lo mejor de su vida al ministerio sacerdotal, “y es una casa familiar en la que cada uno tiene su propia habitación, en la que entran y salen cuando quieren”. El equipo que les atiende, formado por 4 chicas, se encarga de cocinar, de lavar la ropa, de hacer las habitaciones, de la medicación…, “pero más que eso, lo que necesitan es una atención familiar”, recalca María Jesús.
En estos momentos atienden a 14 sacerdotes, de los que 4 son jóvenes. “Hay que escucharles, en sus problemas, en sus necesidades”, indica. Pero en realidad, “la única necesidad que tienen es la atención y el cariño, que estés pendiente de ellos”, y “gracias a Dios, eso es lo que nos nace al equipo, y les queremos”, continua.
María Jesús vive allí con su marido, por lo que los sacerdotes nunca están solos, y así les puede atender a cualquier hora del día, o de la noche. Explica que esta etapa de pandemia ha “sido muy dura, sobre todo el tiempo de confinamiento”, en el que tuvo que confinarse ella sola, con la dificultad de llevar puesto un EPI durante todo el día, para que nuestros sacerdotes mayores no quedaran desatendidos“.
Además, en este último año han fallecido 4 sacerdotes en la Casa- D. José Porcar, D. Manuel López (de Madrid), D. Vicente Mestre y D. Joaquín Esteve-, y “ha sido un golpe muy duro para todos nosotros”. Pero “os digo de verdad que lo que nos ha sostenido ha sido la fe, el cariño mutuo, la oración…, se ha notado que ha habido mucha oración, que ha sido la que ha sostenido esta Casa”. Además, cuenta con emoción que ese tiempo nunca se sintió sola, ya que “tanto el Obispo, D. Casimiro, como los Vicarios y otros sacerdotes, siempre estuvieron muy pendientes, y pude desahogarme y hablar con ellos cuando lo necesitaba”.
Hoy hace justo un año que entrevistamos a la familia Rubio Millán, una familia de nuestra Diócesis que está en misión en Ucrania desde hace 10 años. Ahora hemos vuelto a hablar con ellos para que nos cuenten como están y como han vivido este año de misión allí.
Son el castellonense David Rubio (36 años) y la vallera María Millán (34 años), de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Castellón, en la que desde hace 23 años forman parte de la 4ª comunidad del Camino Neocatecumenal, “donde estamos siendo formados en un itinerario de formación cristiana”, explican, y donde “hemos descubierto a Jesucristo y el amor de Dios, viviendo la fe en comunidad”. Eso es “lo que nos ha hecho partir, abandonar todo e ir a anunciar este amor”.
David y María tienen ocho hijos: Israel (14), Josué (13), David (10), Juan (9), Pablo (7), Francisco Javier (5), que es el único nacido en la misión, en Odesa, María (3) y Cecilia (1). Además, están de enhorabuena, pues están esperando a su novena hija, “que se llama Gloria, y que está previsto que nazca en dos semanas”.
Explican que estaban “dispuestos a ir a cualquier parte del mundo”, y en el año 2010 la Iglesia les envió y les dio como destino Ucrania. Allí fueron enviados en el 2011 por el Papa Benedicto XVI, y posteriormente por el Papa Francisco. Desde entonces, 9 años, han estado en la diócesis de Odesa-Simferópol, aunque este año han cambiado de diócesis, concretamente a la de Kiev-Zhytómyr.
La última vez que hablamos, hace justo un año, nos contabais que habían fallecido 1500 personas por coronavirus en Ucrania. ¿Cómo está actualmente el país?
Ha habido un cambio, porque ahora los datos dicen que hay más de 2 millones de contagios, y cerca de los 50.000 fallecidos. También hay que tener en cuenta que Ucrania no está dentro de la Unión Europea, y a diferencia de otros países europeos tienen dificultades en la contabilización de los contagios y en la gestión de la vacunación.
Realmente, los contagios y las muertes se han empezado a contabilizar bien más tarde, y seguramente hay mucha gente que ha muerto de Covid sin saberlo, en sus casas, sobre todo gente mayor, sabemos de algún caso. Y es que Ucrania tiene un sistema sanitario más precario y la sanidad cuesta dinero. A diferencia de España, por ejemplo, allí no se ha comenzado a vacunar en masa.
La Diócesis de Kiev, donde estamos nosotros, ha estado en zona roja en dos ocasiones en este año, lo que ha supuesto el cierre de los comercios, las clases para los mayores han sido online, los colegios han estado cerrados, con el uso obligatorio de la mascarilla… Y esta ha sido un poco nuestra realidad en este curso. Gracias a Dios no han cerrado las iglesias, puesto que la ley permitía la asistencia de una persona cada 5 m2, por lo que las iglesias grandes no han tenido problema, pero sí que se ha acudido un número menor de fieles a la parroquia por temor.
Rusia y Ucrania están en guerra desde el año 2014, ¿cómo vivís este hecho?, ¿os afecta?
Ahora la situación no es la que era en el año 2014. La guerra está muy localizada en la zona del Dombás, donde están las ciudades de Donetsk y Lugansk, que hacen frontera con Rusia. Ahí sí que hay conflicto, que en estos momentos está controlado gracias a la intervención de países como Francia y Alemania. De momento es un conflicto con cese al fuego, y es una guerra más política que otra cosa.
Al final, detrás de todas las guerras están los intereses económicos, y para Ucrania este conflicto supone una crisis económica, no puede prosperar y no puede entrar en la Unión Europea, como quieren los ucranianos.
En nuestro día a día no nos afecta para nada. El país sí que está preparándose por si tuviera que entrar en combate, hay una tensión política y ves muchos tanques por la calle, pero la realidad es que en el día a día no nos afecta. Gracias a Dios no es la misma situación que en el año 2014.
En la última entrevista nos hablasteis de vuestra misión allí, ¿sigue siendo la misma?, ¿ha habido cambios?
Sí que ha habido cambios. Este año hemos cambiado de diócesis. Hemos estado en la diócesis de Odesa-Simferópol durante 9 años, y este año hemos pasado a la de Kiev-Zhytómyr, donde hay una aceptación mucho mayor a los católicos.
Nuestra misión consiste en anunciar a Jesucristo resucitado. Somos parte de la missio ad gentes, una comunidad formada por varias familias, que en este caso son dos ucranianas, una polaca, otra española, de Valencia, tres chicas, y nosotros, que somos los responsables junto a un sacerdote y un seminarista. Formamos una comunidad cristiana y vivimos allí como lo hacían las primeras comunidades cristianas, encontrándonos para celebrar la Palabra, la Eucaristía y anunciar que Cristo ha resucitado. Este año, en la medida que hemos podido, hemos salido a la calle a anunciar que Cristo ha resucitado, y que ama a los ucranianos, un pueblo que ha sufrido mucho en su ser, en su alma, a causa del comunismo.
Otra parte de nuestra misión consiste en apoyar a la parroquia, que es la catedral, como catequistas, en la formación de comunidades cristianas. Durante este año hemos hecho catequesis y ha nacido una nueva comunidad cristiana. Ha sido un regalo de Dios poder participar de esta catequización. También nos hemos dedicado a acompañar a los jóvenes de la parroquia, realizando convivencias con ellos.
Y otra parte de la misión ha sido participar de un proyecto que se está realizando en la ciudad en la que vivimos ahora, Zhytomir, con la construcción de una casa en la que poder celebrar convivencias a nivel nacional, y en la que aquellas personas que vayan puedan sentirse amadas y queridas, encontrándose con Cristo, con el amor de Dios. Cuando esté terminada podrán alojarse hasta 500 personas, pero ahora mismo ya hay una parte que está habitada por seminaristas en formación, y también por chicos que tienen problemas de adicciones (drogas, pornografía, juego…).
Allí siempre hay un presbítero y un matrimonio en misión, y nosotros, que también participamos, ayudándoles a que tengan una estructura desde la oración, con las Laudes por la mañana, desde la celebración de la Eucaristía, y después trabajan en aquellas cosas en las que pueden ayudar, acabando el día con las Vísperas. Todo este ritmo de oración y de trabajo, y de mantener un contacto diario con seminaristas y con las familias en misión, les ayuda muchísimo. En este curso hemos visto milagros con chicos que tenían problemas muy serios, y en los que ahora ha habido un cambio, recuperando la dignidad de ser hijos de Dios.
¿Cómo viven vuestros hijos la misión?
D- Cada uno la vive de una forma. Nuestros hijos más mayores son más conscientes de lo que es la misión y son más participativos. Ellos la viven de una forma en la que, al igual que el matrimonio, se sienten llamados. Viven la misión con mucha fe, creyéndose de verdad los motivos por los que estamos allí, y forman parte de ella en el mismo grado que los padres, porque el carisma es `familia en misión´, no padres en misión o hijos en misión. También la viven con sufrimiento, por la adolescencia, por la persecución de este mundo, en el que ser cristiano es muy difícil, y tienen sus combates, pero saben y tienen grabado a fuego que son parte de esta misión. Por otra parte, es una maravilla ver a los niños más pequeños, que han crecido en misión y forman parte de ella. Ellos ya saben que nosotros estamos llamados a la misión y a anunciar a Jesucristo.
M- Mi opinión como madre es que viven la misión con alegría. Hay momentos difíciles, pero están contentos cuando están en la misión. Les ayuda muchísimo el contacto con la Palabra de Dios, el poder formar parte de su comunidad, el poder formar parte de un prevocacional en el que se escruta la Palabra, en el que celebran la Eucaristía, en el que tienen contacto con otros jóvenes que también se preguntan por su vocación. Los pequeños lo asocian todo con Dios y con su providencia, y todo esto es gracias a la misión. A veces hay gente que nos pregunta por los sufrimientos de los hijos en la misión, como si fuese algo que a ellos les coarte la libertad, o les haga vivir de una forma más precaria que otros niños, cuando ellos lo viven al revés, como una riqueza, en obediencia a sus padres, con alegría y sin rebeldía.
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
La oración, sin lugar a dudas. Nosotros dos rezamos juntos todos los días, las Laudes, a primera hora de la mañana, y esto es un pilar fundamental en el que nos apoyamos. Sin esta oración no podríamos ni siquiera estar juntos como matrimonio cristiano, ni estar en misión. Con ella lo que hacemos es poner a Dios lo primero cada día, y decir que `yo no soy Dios´, que `hay Otro que es Dios, que es el que me ama y que provee´.
Otro pilar es la sinceridad, el hablar el uno con el otro y contarnos nuestros sufrimientos, apoyándonos y pidiéndonos perdón cada vez que discutimos. Otro pilar es la mesa. En ella comemos juntos todos los días, con nuestros hijos, y la bendecimos antes de comer. Este momento es muy importante, porque es ahí donde hablamos con los niños y les preguntamos como están, y ellos nos cuentas como ha ido el día, los problemas que han tenido en el colegio…, y muchos días, cuando el Señor me lo inspira sacamos la Biblia y leemos alguna lectura durante la comida, y les explicamos la Palabra. Todo esto nos lo ha transmitido nuestra madre la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal.
Creo que para que una familia pueda manifestarse cristiana tiene que habitar Cristo en ella. Para que Cristo pueda habitar en la familia primero tiene que habitar en sus miembros, de tal forma que alguien que no es creyente, viendo a una familia cristiana pueda ver a Cristo.
Mi experiencia es que Cristo puede habitar en mí si yo no me separo de la Iglesia, si voy de su mano y vivo en comunión con ella, si voy de la mano de mis catequistas, si obedezco al Obispo, en la apertura a la vida, en tener los hijos que Dios quiera, en no vivir egoístamente el acto conyugal, en la forma de vestirse, en la forma de educar a los hijos, en la relación con las redes sociales…, Ahí el mundo puede ver que existe Cristo, cuando lo primero que se pone en la familia es a Él.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
D- Es verdad que es un reto, pero es fundamental para la Iglesia, porque su futuro son los hijos, y si a ellos no les transmitimos la fe el futuro de la Iglesia está en riesgo. ¿Cómo lo hacemos nosotros?, como nos ha enseñado la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. A través de la oración, rezando con ellos las Laudes todos los domingos. Eso ha sido muy importante en mi vida, porque es como mis padres me transmitieron a mí la fe desde pequeño, y así es como ahora María y yo se la transmitimos a nuestros hijos. Todos los domingos nos reunimos alrededor de la mesa y rezamos todos juntos, y después elegimos un personaje de la Biblia o un evangelio y lo leemos, y les damos una catequesis haciéndoles ver que en la Sagrada Escritura está su vida y la sabiduría de Dios, la riqueza del cristianismo, y les preguntamos cómo les ayuda esta palabra que les damos en su vida. Es una celebración preciosa, en la que los niños participan cantando, leyendo, nos cuentan como están, los sufrimientos que tienen, le piden aquello que necesitan al Señor, nos damos la paz, también los padres nos pedimos perdón delante de ellos, les hablamos de nuestra historia y de los milagros que ha hecho Dios en nuestra vida. Vivimos el domingo de una forma distinta. Es el día del Señor, el día que nos ha dado para descansar y para transmitir la fe a los niños, poniéndole a Él lo primero y haciendo una comida especial.
M- También los hijos ven como el domingo es el día del descanso, no de la pereza y de no hacer nada, sino al contrario. Nos levantamos temprano, nos vestimos de una forma elegante para ponernos de cara a Dios en la oración de las Laudes, y lo hacemos todo en familia. La transmisión de la fe no solo son momentos concretos como estos, sino que es algo diario, que tiene mucho que ver con el modo en el que vivimos nosotros, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Creemos que una forma de transmitirles la fe es que vean que vamos a la celebración de la Palabra, a la Eucaristía, a las convivencias, poniendo siempre a Dios lo primero en nuestra vida. Eso es lo que ven y reciben, aun con precariedad y debilidad, pero poniéndole a Él lo primero todos los días. También es muy importante que ellos puedan conocer nuestra historia, porque en la historia se manifiesta Cristo resucitado, y en cada acontecimiento de muerte Él ha sacado vida.
D- Los hijos son muy inteligentes. Los padres les podemos contar, nos podemos saber muy bien la Biblia de memoria, podemos contarles la vida de los santos…, pero si ellos no ven en nosotros una coherencia y una sinceridad de lo que decimos con lo que hacemos, la fe no se transmite. Pero si ellos ven una concordancia entre lo que decimos y nuestra forma de vivir, la fe se pasa, se transmite.
Francisco Javier Abril Agost tiene 51 años y nació en el “raval” de San Félix de Castellón, en el seno de una familia de agricultores. Fue bautizado tres días después de su nacimiento, el 7 diciembre 1969, en la víspera de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Es Religioso Carmelita Descalzo y fue ordenado sacerdote hace ahora 25 años, el 23 de septiembre 1995, de manos de D. José María Cases. Además, es Misionero en África desde que llegó a Burkina Faso el 4 de octubre 1996.
¿Cuánto tiempo estuviste en Burkina Faso?, ¿Qué destacarías de todo ese tiempo?
He vivido en nuestra querida Misión Carmelita de Dédougou (Burkina Faso) durante 21 años, con el gozo de colaborar con mis hermanos carmelitas españoles en la implantación de la Orden del Carmelo Teresiano en esta parte del África Occidental, puesto que cuando llegué en 1996, hacía tan sólo 3 años que los tres primeros carmelitas españoles habían llegado para la fundación de nuestra primera comunidad en África.
Me encontré un convento en construcción a las afueras de Dédougou, pequeña ciudad de apenas 30.000 habitantes, mal comunicada con la capital, Ouagadougou, puesto que la carretera no estaba asfaltada y con aún bastantes niños y jóvenes no escolarizados. Hoy Dédougou cuenta con muchas escuelas e institutos y con una incipiente universidad y está bien comunicada con carreteras que le dan fácil acceso y con las principales calles de la ciudad asfaltadas.
En mi larga e intensa experiencia en Dédougou, aporté mi grano de arena en la formación de todas las promociones de jóvenes carmelitas africanos hasta el momento presente, puesto que nuestra comunidad allí era el noviciado.
Mi misión principal en Dédougou fue la pastoral siendo párroco, con la fundación y la animación de la parroquia de la Santísima Trinidad, confiada por el obispo a los carmelitas descalzos, cuyo territorio abarca tres barrios de la ciudad y 13 poblados; el más alejado dista 35 kilómetros de la ciudad.
En la actualidad, la presencia del Carmelo Teresiano en África Occidental cuenta con tres comunidades: Dédougou (Burkina faso), Abijan (Costa de Marfil) y Lomé (Togo). Pronto se abrirá una nueva fundación en la capital de Burkina Faso, Ouagadougou, para albergar el noviciado. Estas comunidades forman actualmente la Delegación de los Carmelitas Descalzos del África Occidental con 33 religiosos carmelitas africanos y un servidor y tenemos jóvenes en formación en las distintas etapas: Aspirantado (Dédougou), Postulantado (Lomé), Noviciado (Dédougou) y Estudiantado (Abijan).
¿Cuál es tu misión en Togo?
Llegué à Lomé (Togo) en noviembre 2017, para comenzar una nueva etapa, con la alegría de colaborar y ayudar a nuestros hermanos carmelitas africanos. Desde noviembre 2019 los superiores mayores me han pedido ser el superior de nuestra comunidad de Lomé. Nuestra comunidad tiene como misión principal la formación de nuestros jóvenes postulantes carmelitas. El postulantado dura 3 años coincidiendo con los estudios de filosofía que ellos hacen en la facultad de los Salesianos obteniendo la licenciatura. De aquí parten a Burkina Faso para el año canónico del noviciado.
Yo estoy convencido que la mejor “escuela” para ayudar a nuestros jóvenes hermanos en formación es nuestra vida de cada día compartida con ellos en nuestra comunidad: cercanía y sencillez entre nosotros, compartir con ellos nuestro entusiasmo por la persona de Jesús y por la vivencia de nuestra vocación de consagración al Señor al servicio de todos en el Carmelo, jardín de la Virgen María, nuestra madre y modelo, y comunicándoles la gozada de conocer y familiarizarse con nuestros Santos (Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad, etc.).
Tenemos varios proyectos de inserción de nuestra comunidad en la sociedad Togolesa, también con el objetivo de la auto-gestión con el trabajo de los religiosos, puesto que nuestra comunidad formativa depende económicamente aún mucho de nuestra Provincia de Carmelitas Descalzos “Ibérica” de España. Todo esto se está madurando con nuestros superiores.
Estamos también al servicio de la Evangelización con nuestra comunión y colaboración con la Iglesia Local. Yo concretamente me encargo de la visita de los enfermos a domicilio en nuestro barrio de Akodésséwa, que forma parte del territorio de la parroquia de los Salesianos, una zona pobre de la capital donde las calles no están asfaltadas. También ayudo en la parroquia en la celebración de misas dominicales y ciertas formaciones.
Cuando llegué, hace ahora tres años, inicié en nuestra comunidad un grupo de jóvenes universitarios (chicos y chicas) para compartir con ellos la espiritualidad del Carmelo, teniendo en cuenta sus inquietudes y aspiraciones. Ahora es un joven carmelita descalzo quien se encarga de este grupo de oración, de formación y de evangelización. Actualmente me encargo del grupo de jóvenes con inquietud vocacional que quieren conocer el Carmelo.
En relación a la pandemia mundial de la Covid-19, ¿Cómo se está viviendo en Togo?
La pandemia del Covid 19 gracias a Dios no ha hecho estragos aquí, concretamente en Togo, y en general en África, como en otras partes del mundo, pero ha habido repercusiones económicas: la vida es más cara. Y esto en un pequeño país rico en materias primas, pero totalmente “postrado” por la corrupción que está sostenida y alimentada por un sistema político dictatorial, con la complicidad de la antigua colonia. Son unos pocos quienes detentan el poder y la riqueza, mientras que muchas familias sufren enormemente, sin poder llegar a final de mes. Tantos jóvenes con estudios universitarios que no tienen salida. Todo esto, lo puedo percibir y constatar en el trato con las personas de todas las edades (adultos y jóvenes) aquí en nuestro barrio de Akodésséwa.
¿Algún mensaje o petición para la gente que nos lea?
Estimados hermanos y hermanas de nuestra querida diócesis de Segorbe – Castelló, os pido vuestra oración por mí y por todas las personas que comparten la vida conmigo aquí, empezando por los hermanos carmelitas. Mi comunión con todos vosotros desde este rincón de África y en el corazón de la Iglesia que es Nuestra Madre, este corazón que late gracias al amor de Cristo Jesús por cada uno / a de nosotros, el “Océano del Amor” (Teresa del Niño Jesús).
Con y como nuestra hermana santa Isabel de la Trinidad, yo querría cada vez más “estar junto a Él como un pequeño vaso cerca del manantial, de la fuente viva, para poder comunicarlo a todos” (cf. Isabel de la Trinidad, Carta 191).
A María, Madre de Jesús y Reina del Carmelo, la Mare de Déu del Lledó, bajo su manto y protección, le dirijo cada día, haciendo mías estas palabras de Teresa del Niño Jesús y de Isabel de la Trinidad, para encomendarle mi vida de cristiano, carmelita y misionero:
“O Virgen Inmaculada, Tú eres Mi Dulce Estrella, que me das Jesús y me unes a Él”
(Teresa del Niño Jesús)
“Entre tus manos, con confianza, O María, mi esperanza, yo abandono todos mis deseos, mi vocación y mi futuro”
Desde el año 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó que cada 20 de junio fuera el Día Mundial de los Refugiados. Con este motivo, los obispos de la Subcomisión para las Migraciones y movilidad humana de la Conferencia Episcopal Española han llamado la atención sobre este colectivo de población de más de 30 millones de personas, y que es uno de los más afectados por las consecuencias derivadas de la crisis del coronavirus. En cada continente millones de familias y personas se ven obligadas a huir, entre otros tantos peligros, del hambre, la guerra, la pobreza y la explotación, con el anhelo de buscar un lugar seguro donde poder construir una vida mejor para ellos y sus seres queridos.
El sacerdote Juan Crisóstomo Nangagahigo, Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, nos ha hablado de este problema:
La Iglesia nos invita a curar a quien está herido y a buscar a quien está perdido. ¿Crees que nos dejamos llevar por el miedo o los prejuicios en la acogida al refugiado?
La Iglesia, en septiembre dedica una jornada especial para recordar especialmente los migrantes y refugiados. El Papa emite un mensaje y las conferencias episcopales de todo el mundo organizan Jornadas con materiales, lo mismo que las diócesis.
Cada año la Iglesia nos invita a buscar y curar las heridas de nuestros hermanos. Es un trabajo bastante importante de sensibilización a la sociedad en general y a la comunidad cristiana en particular, para que sea consciente que son hermanos y hermanas que vienen a nuestro encuentro, como Jesucristo, como estuvo muchos años de refugiados en Egipto. Los cuatros verbos, acoger, proteger, promover e integrar, del Papa deben seguir resonando en nuestros corazones.
Entre los refugiados encontramos a víctimas de la trata, de la guerra y la violencia, de la pobreza… ¿Cómo podemos darles a conocer el amor de Dios?
El tema de las víctimas contra la trata es una preocupación para la Iglesia, porque detrás de cada víctima hay una historia de sufrimiento, una familia destrozada.
A nivel de la Conferencia Episcopal se está trabajando en comisión, que se encarga de la trata y entrega material a las diferentes diócesis. Ninguna guerra es justa, cada vez que se lleve el ser humano. No podemos quedar indiferentes ante la violencia, porque Cristo es quien sufre en la carne del hermano. Tenemos que levantar la voz y hablar por los que no tienen.
¿Cómo trabajáis desde el Secretariado con estas personas?
Desde el Secretariado de Migraciones de nuestra Diócesis trabajamos dentro de la mesa de pastoral, integrada por diferentes realidades de los grupos diocesanos.
De momento estamos en contacto con la comisión de la Conferencia Episcopal, que nos envía los materiales necesarios con el objetivo de sensibilizar a la comunidad cristiana sobre el tema de los refugiados. Trabajamos también con otras delegaciones y entidades civiles, con la que que compartimos las mismas preocupaciones. Todo para sensibilizar a la sociedad de la seriedad del tema de los refugiados, de los motivos por los que una persona decide abandonar su tierra, de los retos y problemas que se encuentran, y sobre todo de la necesidad de una buena acogida.
El Papa Francisco habla de la necesidad de una cultura del encuentro como objetivo común, ¿qué es la cultura del encuentro?, ¿por qué es tan necesaria hoy?
En muchas ocasiones, el Papa ha hablado de la cultura del encuentro como objetivo común, y nos ha animado a ser intrépidos en la forma en que miramos mas allá de nosotros mismos y a las necesidades de los demás.
Una cultura del encuentro es el hábito que cada ser humano en general, y cada cristiano en particular, debe cultivar para ir hacia su propio hermano, viendo en él a Jesucristo. Esta cultura es muy necesaria, hoy más que nunca porque los problemas de la humanidad son problemas que solucionaremos en el momento en el que empecemos a mirarnos con otros ojos. Cuando empecemos a ver al otro como Jesucristo, entonces muchas cosas cambiarán.
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