Ayer, en la parroquia de la Sagrada Familia de Castellón, los trabajadores y voluntarios de Cáritas celebraron la Eucaristía de Navidad, que presidió Sergio Mendoza, Delegado Episcopal en Cáritas.
El Director, Juan Manuel Aragonés, destacó la gran labor del personal laboral en estos meses tan intensos de pandemia, y la del voluntariado que ha dado lo mejor de su servicio y dedicación.
En la homilía, Sergio Mendoza destacó las palabras que le dice el ángel a María, `Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo´, que también “se nos dicen hoy a cada uno de nosotros, y debemos dejar que resuenen en nuestro corazón”.
“Estas palabras son para nosotros”, continuó, “Él quiere acontecer en medio de la vida concreta de cada uno, y nos dice, como le dice María al ángel, `No temas´, porque en medio de la pandemia, en medio del sufrimiento que hay en tu vida, Él siempre va a salir vencedor”.
“Estamos llamados a dejarnos vencer por aquel que nos ama y a acoger al Señor que nos da la fuerza para hacer presente su amor en medio de las personas que necesitan la ayuda de la Iglesia. Seamos mensajeros de buena noticia con nuestra manera de vivir”, explicó. “Os invito en esta celebración a decir como la Virgen y decir `Hágase en mi según tu palabra´”, dijo al final de la homilía.
Como cada año en los días previos a la Navidad, la Pastoral Penitenciaria organiza diversos actos en los centros penitenciarios de la provincia, Castellón I en la capital de la Plana, y Castellón II en Albocàsser. Aunque en esta ocasión, debido a la crisis sanitaria que estamos atravesando, D. Casimiro López Llorente no ha podido compartir con los internos estos actos.
Pero ello no ha sido motivo para que el Obispo dejase de felicitarles la Navidad, dirigiéndoles unas palabras de esperanza y de consuelo.
D. Casimiro López Llorente ha recibido esta mañana las felicitaciones de las directivas del Colegio-Seminario Menor Diocesano, del colegio La Milagrosa, así como de numerosas asociaciones y sacerdotes que se han acercado al Palacio Episcopal y a la Catedral de Segorbe.
En un momento de oración y reflexión, el Obispo les ha trasladado unas palabras de cara a la Navidad, que a pesar de las circunstancias que hemos vivido y estamos viviendo en este año, “la buena noticia que aconteció y acontece es que Dios nace para darnos su luz, para darnos su vida, para darnos su amor”.
Gracias a esta luz percibimos “lo que es central, que es Dios que nos ama, que es Cristo Jesús. Todo lo demás pasará, Él no pasará”. “Dios está con nosotros – ha continuado – se hace Emmanuel, se hace uno de los nuestros para que sintamos su presencia. Él está ahí y se ha quedado en la Eucaristía. Es la luz que ilumina al pueblo que camina en tinieblas”.
Ya llega, ya viene, ya nace el Niño Jesús. Dentro de unos días será Navidad, y en ella el Señor viene a visitarnos. Es verdad que no sólo quiere venir en estas fiestas, pues nos quiere visitar todos y cada uno de los días de nuestra vida, y se quiere encontrar con nosotros en la intimidad de nuestro corazón.
Aunque también es cierto que en el misterio de la Navidad revivimos que Dios se ha hecho visible, se ha hecho carne para que conociésemos su amor, para nuestra salvación y el perdón de los pecados, por ello recordamos y celebramos el modo en el que ha querido venir al mundo: pequeño y pobre.
No podemos olvidar la particularidad de la Navidad de este año, marcado por la pandemia. En estos días, mientras corremos para hacer los preparativos de estas fiestas, se habla mucho de salvar la Navidad, pero en realidad es la Navidad la que nos salva a nosotros.
“Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”, pronuncia Zacarías en su cántico (Benedictus), y no hay pandemia que pueda apagar esta luz. Eso es lo que ofrece esta Navidad: luz y esperanza.
Decíamos antes que el Niño Dios nace pobre. Su familia no encuentra a nadie que los reciba, tampoco hay lugar para ellos en la posada, por lo que ya, al nacer, es ignorado y despreciado, igual que hace este mundo con los pobres, los necesitados y los vulnerables.
“¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios!”, dijo el Papa Francisco (18-05-16), “la misericordia de Dios hacia nosotros está relacionada con nuestra misericordia hacia el prójimo; cuando falta esta, también aquella no encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar. Si yo no abro de par en par la puerta de mi corazón al pobre, aquella puerta permanece cerrada. También para Dios. Y esto es terrible”.
Pero los cristianos sabemos, porque así nos lo enseña la Iglesia, que Dios está en los pobres. El mismo Jesús nos dice: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25,40), y por eso en ellos se encuentra el verdadero pesebre.
Caridad y justicia social
Cabe recordar que los principales objetivos pastorales de nuestra Diócesis para este curso en el que nos encontramos son la caridad y la justicia social. Precisamente ahora, con las graves consecuencias de la pandemia como son la crisis económica, laboral y social que está arrastrando a miles de personas y familias, también suponen una doble crisis para los más pobres.
Ante esta situación, a través de la campaña «Esta Navidad, más cerca que nunca», Cáritas Diocesana tiene el objetivo “de movilizar a las comunidades cristianas y a toda la ciudadanía a actuar ante las circunstancias de precariedad y soledad de las personas más vulnerables, y a ser capaces de despertar a ese compromiso que todos llevamos dentro.
También Manos Unidas Castellón está llevando a cabo la campaña “Tus pesetas pueden salvar vidas”, con el fin de recaudar fondos para los proyectos asumidos en Camerún y Haití.
Por otra parte, la Pastoral Penitenciaria ha lanzado la campaña de Navidad «invisibles por la pandemia», con la que hacer visibles a los presos y a sus familias, ya que éstos están al final de la lista en todo tipo de ayudas. Las aportaciones pueden realizarse por transferencia bancaria a CAJAMAR ES38-3058-73-07-102720003580 o por BIZUM al 01215.
Carta apostólica `Admirabile signum ́
¿Cómo nos preparamos para el nacimiento del Hijo de Dios?, un modo sencillo es montar el Belén. El año pasado, el Papa Francisco nos explicó el significado y el valor de cada uno de sus elementos en la Carta apostólica `Admirabile signum ́, además de invitarnos a redescubrir y revitalizar esta tradición navideña.
El cielo estrellado: Jesús trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento.
La naturaleza: la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías.
Los ángeles y la estrella: son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para adorar al Señor.
Los pastores: son los más humildes y los más pobres, quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación.
El palacio de Herodes: está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de alegría.
Gente común: representa la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días.
La Virgen: no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica.
San José: un hombre justo que confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
El Niño Jesús: nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios y a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.
Los Reyes Magos: hombres ricos, sabios y sedientos de lo infinito. Emprenden un largo y peligroso viaje, y no dudan en ponerse de rodillas y adorar a Jesús.
El oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.
Navidad está a las puertas. Y muchos se preguntan cómo será este año la Navidad a causa de la pandemia del Covid-19. Porque sigue habiendo muchas personas contagiadas y fallecidas a causa del virus en todo el mundo; el futuro económico, social y político en nuestro país es incierto y provoca en muchos miedo y desesperanza; vivimos en estado de alarma y de restricción de movimientos; hemos de usar mascarillas, mantener la distancia social y esmerar la higiene; está limitado el número en las reuniones familiares y sociales. Todo esto hará que cambien también muchas cosas que han proliferado y desfigurado la auténtica Navidad, como el consumo desmesurado, las fiestas, las comilonas o las cabalgatas despilfarradoras en muchos casos.
Seguro que nuestra forma de vivir, celebrar y festejar la Navidad será distinta este año. Pero lo que no cambiará es el misterio de fe, que celebramos cada año en Navidad. Siempre, también este año, habrá Navidad. Y la situación causada por el Covid-19 nos puede ayudar a centrarnos en lo fundamental.
En Navidad resuena el anuncio del ángel a los pastores. “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2,10-11). Este es el centro y esta es la buena noticia de la Navidad, la razón más profunda de nuestra alegría navideña, que es motivo de nuestra esperanza, siempre y en estos momentos de obscuridad. Como los pastores, los creyentes escuchamos con estupor este anuncio y acudimos con gozo al belén a contemplar este misterio de salvación: el Hijo de Dios se hace carne y acampa entre nosotros. Dios mismo se hace uno de los nuestros y se queda con nosotros, porque este Niño es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Dios se hace hombre para hacernos partícipes de su misma vida divina y de su gloria eterna.
Ese Niño, que yace humilde y pobre en el portal, es el Mesías esperado, es la luz para el pueblo que camina en tinieblas (cf. Is 9, 1). Al pueblo oprimido y doliente se le apareció “una gran luz”. Es la luz de la nueva creación. En el Niño de Belén, la luz originaria vuelve a resplandecer para la humanidad y despeja las tinieblas del mal, del pecado y de la muerte. La luz radiante de Dios aparece en el horizonte de la historia para proponer a los hombres un nuevo futuro de vida y de esperanza, de amor y de fraternidad universal, basado en el perdón, la reconciliación y la solidaridad. Es la luz divina que da valor, dignidad y sentido a la vida de todo ser humano y a toda la creación; sin ella todo estaría desolado; nada tendría sentido.
El Niño-Dios no es una idea o una invención humana, sino que es el mismo Dios que por amor se hace presente entre nosotros. El viene para alumbrar nuestra noche, para orientar nuestros caminos y para llevarnos por la senda de la verdad y del bien. Él viene para sanar nuestras dolencias y perdonar nuestros pecados, para darnos la vida misma de Dios. En medio de la noche fría y oscura, nace Dios. También en estos momentos de pandemia, nace Dios, hay Navidad. Dios nunca nos abandona.
Este es el mensaje y la realidad que emanan del portal de Belén, que nos introduce en el misterio del Emmanuel, el Dios-con-nosotros, despertando nuestra capacidad de asombro y llamándonos a la caridad, la generosidad, la solidaridad con los más desfavorecidos, que sufren, que viven en el abandono y el desconsuelo, y los efectos del Covid-19. El Niño-Dios nos invita con fuerza a contemplar y acoger en Él el amor de Dios, a dejarnos transformar por él y amar a nuestros hermanos como Él. Muchos dicen que no necesitan de Dios y se empecinan en vivir de espaldas a Él. Pero el ser humano, pese a todos los cambios y progresos, permanece siempre el mismo; sufre porque le falta amor; necesita amar y ser amado, ser perdonado y perdonar; todo hombre y toda mujer reclaman consuelo en su sufrimiento y en su soledad, y piden solidaridad en la necesidad material y espiritual.
En Navidad, Dios sale a nuestro encuentro porque nos ama sin condiciones. Es preciso dejarse encontrar y amar por Él. El Amor misericordioso de Dios, que cura, sana y salva, ha venido en Jesús al mundo. Algo ha cambiado definitivamente desde entonces. Y algo puede y debe cambiar en nuestra vida, si contemplamos, adoramos y acogemos al Niño-Dios: las desgracias se tornarán en gracia, la muerte en vida, el sufrimiento en gloria, la tristeza en alegría, el odio en amor, la esclavitud en libertad, los llantos en alegría, y los rencores en fraternidad.
Mañana, 18 de diciembre, la Luz de la Paz de Belén brillará de nuevo en la Diócesis de Segorbe-Castellón. Será en una celebración que acogerá la Concatedral de Santa María de Castellón,a las 19 h., y que presidirá el Obispo, D. Casimiro, en la que los Grupos Scout Católicos recibirán esta Luz que llega a todos los rincones del mundo desde la Basílica de la Natividad de Belén.
Debido a la actual situación podrán asistir los fieles de aquellas parroquias que lo deseen, siempre respetando las medidas de seguridad y el aforo indicado, pero en esta ocasión solo asistirá un representante, junto a dos niños, de cada uno de los Grupos, quienes posteriormente distribuirán esta luz entre todos sus respectivos miembros.
Este año se realizará este gesto bajo el lema “Y la luz brilla en la tiniebla” (Jn. 1, 4-5), un símbolo de la recepción en nuestras vidas de quien es el príncipe de la paz, Jesús, y al que vamos dando a conocer con cada una de nuestras acciones cotidianas de servicio.
Juan Manuel Enrich, Consiliario Diocesano de los Scouts de Castelló, MSC, ha expresado su alegría porque, “a pesar de las circunstancias, podemos recibir también este año la Luz de la Paz de Belén, más necesaria que nunca en nuestras vidas y en nuestras familias por el momento tan difícil que estamos viviendo toda la sociedad”.
Cabe recordar que el año pasado, una delegación de nuestra Diócesis partió en coche hasta Viena para traer la Luz de la Paz de Belén a España. “Fue un privilegio que desde aquí se distribuyera por todas las diócesis de España”, ha recordado Juan Manuel Enrich. En esta ocasión, la Diócesis de Cartagena ha mantenido encendida esta Luz durante todo el año, y desde allí partirá a la de Orihuela-Alicante, Valencia y Segorbe-Castellón.
En la Diócesis hay actualmente ocho agrupaciones de Scouts Católicos, en las que participan alrededor de 700 jóvenes, aunque al acto también asistirá una representación de Guías y Scouts de Europa y otra de la Federación de Asociaciones de Scouts de España.
Distintas parroquias y entidades de Segorbe-Castellón organizan durante esta Navidad representaciones de belenes vivientes, así como la instalación de nacimientos en sus templos. Entre las representaciones que tendrán lugar durante los próximos días, destacan el de la parroquia de san Miguel Arcángel de Altura, que celebra su belén viviente el sábado 28 de diciembre a las 18:00 horas. Todo lo recaudado se destinará al proyecto solidario que Cáritas parroquial de dicha localidad, que llevan las hermanas Terciarias-Capuchinas. Leer más
HOMILÍA EN EL DÍA DE NAVIDAD ***** Castellón, S.I. Concatedral de Sta. María, 25.12.2019
(Is 52,7-10; Sal 97; Hb 1,1-6; Jn 1,1-18)
¡Amados hermanos y hermanas en el Señor!
Anuncio del ángel
1. “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis una señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,11s.). Con estas palabras anuncia el ángel a los pastores la buena Nueva de la Navidad. Nada prodigioso, nada espectacular se les da como señal a los pastores. Verán solamente un niño envuelto en pañales que, como todos los niños, necesita los cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que no está acostado en una cuna, sino en un pesebre.
La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y su pobreza. Sólo con el corazón los pastores podrán ver que en este niño se ha realizado la promesa del profeta Isaías: “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Lleva al hombro el principado” (Is 9,5). Tampoco a nosotros se nos ha dado una señal diferente. El ángel de Dios, a través del mensaje del Evangelio, nos invita también a encaminarnos con el corazón para ver al niño acostado en el pesebre.
S.I. Catedral de Segorbe – 24 de Diciembre de 2019
****** (Is 9,2-7. Sal 95; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14)
1. ‘Hoy nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor’, hemos cantado en el Salmo responsorial, evocando el anuncio del ángel a los pastores: «No temáis, os traigo una buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11).
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