La Semana Santa de Vila-real, declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial y Autonómico, es una de las más antiguas de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
La Arciprestal San Jaime es uno de los templos que, durante estos días, protagonizan la Semana Santa, pues acoge a un total de nueve imágenes procesionales de gran valor artístico, cultural y religioso, que dan a conocer y transmiten la fe en Cristo, así como la veneración y el amor a la Santísima Virgen.
Algunos de estos pasos están realizados por escultores locales. Es el caso del Ecce Homo, el Cristo Yacente, la Verónica, la Oración del Huerto o la Virgen de los Dolores, maravillosas obras artísticas del escultor vila-realense José Ortells. Por otra parte, cabe destacar la Virgen de las Angustias, obra del escultor valenciano Octavio Vicent, también autor de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados.
A los nueve pasos que se pueden contemplar en estos momentos en la parroquia Arciprestal, se añadirán esta tarde otros dos que trasladará la Cofradía de Santa María Magdalena, desde la parroquia de Santa Isabel, a las 19:30 h. A Continuación, a las 20 h. tendrá lugar el desfile procesional de las cofradías y hermandades de Semana Santa.
En nuestro pueblo existe una rica religiosidad o piedad popular con múltiples y variadas manifestaciones en torno a Jesucristo, la Virgen María y los Santos. En la Navidad celebra la fe en el misterio del Dios hecho hombre con los belenes, los villancicos o la cabalgata de reyes. La Pasión y Muerte del Señor cobra una especial relevancia en la Semana Santa con las procesiones, el viacrucis o las representaciones de la Pasión. También celebra la Resurrección en las “procesiones del encuentro” con su Madre la Virgen María en la mañana de Pascua. La devoción a la Eucaristía tiene su expresión en la fiesta y la procesión del “Corpus Christi”. Existe entre nosotros también una profunda devoción a Santa María, la “Mare de Déu”, bajo las más diversas advocaciones, a la que se dedican novenas, procesiones, gozos, himnos y representaciones. También son objeto de devoción los santos, particularmente los patronos de las poblaciones, que se expresa en imágenes, reliquias, estampas, novenas, “gozos”, procesiones y libros piadosos.
Esta religiosidad está vinculada a algunos lugares santos. La geografía diocesana está poblada de ermitas y santuarios, verdaderos centros de piedad y de peregrinación, en los que los fieles buscan el encuentro con Dios. Muchas personas viven su religiosidad con el rezo, la ofrenda de flores, el encendido de una vela o el esfuerzo de peregrinar a un lugar. Finalmente, también gozan de gran aprecio el rezo de Rosario, del Ángelus y el Vía Crucis. Para promover esta gran variedad de actividades existen numerosas cofradías, hermandades, mayordomías y asociaciones.
Estas y otras manifestaciones de religiosidad popular son un tesoro que debemos conservar. Más allá del reconocimiento de algunas como fenómenos de interés turístico, todas ellas son, ante todo, manifestaciones de la fe cristiana de un pueblo. Esta religiosidad no puede ser considerada como algo primitivo o como una manifestación menos pura de la fe. Son expresiones legítimas de la fe cristiana y son válidas para el anuncio de Jesucristo y la transmisión de la fe cristiana.
La religiosidad popular es expresión de la búsqueda de Dios y de la fe cristiana de un pueblo de acuerdo con su idiosincrasia y su historia. Pablo VI escribió que “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). Surge de la apertura a la Trascendencia, a Dios, propia de toda persona humana. En el ser humano y en los pueblos existe un hondo sentido de lo sagrado, que se expresa de diversas maneras, según las vivencias y la cultura propia del pueblo. La llamamos “popular” porque mediante ella el pueblo de Dios expresa su fe según los rasgos de la cultura propia de cada lugar; es una fe que se hecho cultura. En su origen es una expresión pública y compartida de la fe cristiana. Mediante ella el pueblo cristiano llano vive y expresa su relación con Dios, con la Virgen y con los Santos. Su fuente se encuentra en la presencia viva y activa del Espíritu de Dios en el organismo eclesial. Las formas auténticas de piedad popular son fruto del Espíritu Santo y deben ser consideradas como expresiones de la piedad de la Iglesia (Catecismo, 1674).
La religiosidad popular tiene, sin embargo, sus límites. Como todas las realidades cristianas no siempre está exenta de errores o desviaciones. A veces se puede quedar en un sentimiento pasajero o en lo superficial, y quedar vaciada de su verdadero sentido y fin. La piedad popular necesita también ser evangelizada, “para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico” (Juan Pablo II).
Entre la liturgia y la piedad popular debe existir una relación armónica, sin olvidar que la primera tiene la primacía sobre la segunda. El Concilio Vaticano II afirma que la liturgia “es la forma más perfecta de expresar el culto hacia Dios”, pero “no abarca toda la vida espiritual” (SC 12). Las distintas formas de religiosidad popular complementan la vida litúrgica, pero nunca la igualan, ni la sustituyen. Los actos de religiosidad popular son auténticos cuando tienen en cuenta la sagrada liturgia, “derivan en cierto modo de ella y conducen al pueblo a ella” (Catecismo, 1675).
La piedad popular es válida para la evangelización. Muchas personas encuentran en ella una forma sencilla y más intuitiva de expresar su fe y de acercarse a la celebración litúrgica y a la integración más plena en la Iglesia. Sus celebraciones son ocasión propicia para el primer anuncio y para catequizar explicando el sentido de cada acción de religiosidad popular. Por eso hay que cuidarla para que lleven al encuentro con Cristo, y no se queden en el mero sentimiento o caigan en la superstición.
Las Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la Diócesis se han reunido esta tarde en Segorbe para rezar un Vía Crucis diocesano, en el contexto de Cuaresma y con motivo del Año Jubilar.
Tras ello se han congregado en la S.I. Catedral para celebrar la Eucaristía, que ha presido nuestro Obispo. En la homilía, D. Casimiro se ha centrado en el Evangelio de este domingo, II de Cuaresma, de la Transfiguración del Señor (Mt. 17, 1-9), hablando de tres verbos que nos acompañan en este tiempo litúrgico que nos lleva hasta la Pascua, y también en nuestra vida cristiana.
“Jesús les invita a subir al monte”, ha indicado, lo que supone un esfuerzo para el que debemos ir ligeros de equipaje, seleccionando lo que de verdad es imprescindible. “También la Cuaresma nos invita a todos a la ascesis, al compromiso, a reconocer que hay cosas en nuestra vida de las que nos tenemos que librar si queremos llegar a la Pascua”, ha explicado el Obispo, “porque la Cuaresma no termina en la muerte de Jesús sino en la Pascua de Resurrección”.
En segundo lugar “estar en el monte, gozar de la estancia junto a Jesús en el monte”. Jesús nos invita a acercarnos a Él “para contemplarlo, para experimentar su cercanía, porque Él está vivo en medio de nosotros y quiere hacernos participes de su vida”. También a “convertirnos a Dios, poniendo en el centro a su Hijo, que es el camino que nos lleva a Dios y a los hermanos”, y “a escuchar su voz” a través de la lectura y de la meditación de su Palabra.
Y, por último, “bajar de nuevo al valle”. “Desde el encuentro con el Señor hemos de bajar a la vida, con sus dificultades, con sus alegrías y con sus penas, para llevar a otros lo que hemos experimentado en nuestro encuentro con el Señor”.
Los miembros de las Cofradías, Hermandades y Asociaciones de Semana Santa de la Diócesis de Segorbe-Castellón han acudido esta tarde a la S.I. Catedral para ganar el Jubileo en este 775º aniversario de la sede episcopal en Segorbe.
Estaban convocados a las 16,30 h. en la capilla del Seminario, donde se han preparado desde la oración y la reconciliación con el Señor y con los hermanos cofrades. De esta manera han peregrinado hacia la Catedral, pidiendo la intercesión de los santos, y han entrado por la Puerta Santa.
Han visitado la Fuente Bautismal para renovar la fe de la Iglesia que nos gloriamos en profesar en Cristo Jesús, Señor Nuestro. Y se han detenido ante el Sagrario para el encuentro personal con el Señor, presente en la Eucaristía.
Tras ello han celebrado la Eucaristía, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por D. Federico Caudé, Deán y Consiliario diocesano para la Junta; D. José Manuel, miembro del Cabildo; y D. Ángel Cumbicos, Secretario Particular.
Del mismo modo que este Jubileo, el tiempo de Adviento, ya cercana la Navidad, “nos habla del encuentro con el Señor que nace en Belén, para mostrarnos y darnos el amor y la vida de Dios”, indicaba el Obispo en la homilía.
El edificio de la Catedral “remite a la comunidad que aquí celebra, la Iglesia diocesana que está llamada a ser la morada de Dios entre los hombres, para ser signo e instrumento de Jesucristo y de su Evangelio en el mundo – ha explicado – y esa es nuestra misión como Iglesia”.
Para ello, el Año Jubilar nos llama, en primer lugar, “a la conversión de corazón a Dios, a Cristo y a nuestra Iglesia, para sentirla como propia y para amarla”, y desde ahí “dejarnos renovar y purificar en nuestra vida cristiana”, para poder ser de verdad piedras vivas. La Iglesia, como dice el lema, “está llamada a crecer en la comunión para salir a la misión, cuya fuente está en Cristo Jesús, que genera comunión entre nosotros”, también entre las Cofradías y Hermandades, ha recalcado.
Los cofrades deben proponer a los demás, y durante todo el año, “a lo mejor que tenemos, que es Cristo Jesús y la Virgen, en las diferentes advocaciones”. La procesión es “una manifestación pública de la fe, pero también una muestra de los misterios básicos de nuestra fe, que para muchos ya son desconocidos”. D. Casimiro ha exhortado a “anunciar al Señor a tiempo y a destiempo”. “El Señor y la Iglesia diocesana cuenta con vosotros para ello”.
Asamblea General Extraordinaria
Posteriormente se ha celebrado la Asamblea General Extraordinaria, teniendo entre los puntos del orden del día informar del calendario de actividades y eventos en el próximo año 2023, entre los que está el XIV Encuentro Interdiocesano (11 de febrero en Crevillente), el XXXIII Pregón Diocesano (25 de febrero en la Concatedral de Santa María, Castellón), el Via-Crucis Diocesano con motivo del Año Jubilar (4 de marzo en Segorbe), y el XXX Procesión Diocesana (26 de marzo en la Concatedral de Santa María, Castellón).
Otro de los puntos era el nombramiento del Hermano Mayor para los actos del año 2023, D. Juan Antonio Guzmán Martí.
Y se ha presentado e impuesto la medalla a la Cofradía de la Virgen de los Dolores de Almassora, que se incorpora a la Junta Diocesana.
Uno de los últimos puntos tratados ha sido la presentación y entrega del Boletín Diocesano nº 18 de la Junta.
El pasado sábado, día 29 de octubre, l´Alcora acogió la sesión de formación de la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa.
Comenzaron la sesión con la organización de la Peregrinación que, con motivo del Año Jubilar diocesano, celebrarán las Cofradías y las Hermandades de la Diócesis el día 17 de diciembre en la Catedral de Segorbe.
También trataron el próximo Encuentro Interdiocesano de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, que, tras la pasada edición celebrada en Nules, tendrá lugar en Crevillente (Alicante); así como la Procesión Diocesana que se celebrará el 26 de marzo de 2023.
Tras la celebración de la Misa en la Cena del Señor, las calles de Segorbe acogieron ayer, Jueves Santo, la Procesión Penitencial de las tres cofradías de la ciudad, en la que participó nuestro Obispo, D. Casimiro.
La Cofradía de la Sangre – Cristo de San Marcelo, que portaba la Virgen de la Soledad y el Cristo de San Marcelo, la Cofradía de la Santísima Trinidad, con las imágenes de Jesús Nazareno, la Virgen de la Soledad y Jesús atado a la columna, presidiendo el Santísimo Cristo de las Mercedes. Y la Cofradía de la Verónica, que procesionó portando en su anda la imagen de la Verónica y el Cristo de las Mercedes.
A las 20 h. de este Lunes Santo arrancaba en Vila-real la XV Procesión Infantil y Juvenil, organizada por la Cofradía de Santa María Magdalena de la Parroquia de Santa Isabel de Aragón, que se organiza desde el año 2008.
Han participado numerosos niños y jóvenes de esta y de otras parroquias de la ciudad, así como de varios colegios, sacando a la calle las imágenes de la Pasión y Resurrección del Señor.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, les ha bendecido y les ha agradecido esta hermosa expresión de fe, “que bonito es manifestar a Jesús lo que le queremos, pero Él nos quiere mucho más, y lo que hemos recordado en la procesión es que se entrega hasta el final por amor a nosotros”, les ha dicho, recordando que Él “ha resucitado para darnos vida, para que le sintamos presente en nuestra vida”. “Nunca estamos solos, Jesús nos acompaña, incluso durante este tiempo de pandemia que parece que va terminando”, ha señalado, “nunca nos ha abandonado”.
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