Esta nota doctrinal fue aprobada por los obispos miembros de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe en su reunión CCLVI de 1 de febrero de 2022 y la Comisión Permanente de la CEE autorizó su publicación en su CCLVIII reunión de los días 8-9 de marzo de 2022.
La Comisión Permanente aprobó en su reunión del 8 y 9 de marzo la publicación de una nota doctrinal sobre la objeción de conciencia de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Desde hace unas décadas estamos asistiendo a un proceso de aprobación de leyes en las que la vida humana queda gravemente desprotegida. Es un proceso que no ha terminado. A medida que estas leyes se radicalizan, porque los comportamientos que antes estaban despenalizados pasan ahora a considerarse derechos de los ciudadanos, se dificulta la objeción de conciencia de quienes se oponen a colaborar en estas prácticas.
La presente nota intenta ofrecer criterios y principios a tener en cuenta para afrontar esta problemática. Se trata de una nota doctrinal porque parte de principios de moral fundamental, como la dignidad de la conciencia, y de Doctrina Social de la Iglesia, como la libertad religiosa y de conciencia, la misión del Estado, la naturaleza de los derechos humanos, etc. El texto ofrece a los católicos el derecho y el deber que tienen de oponerse activamente a realizar aquellas acciones que atentan contra las exigencias de la fe cristiana o sus valores fundamentales.
En el marco de la antropología cristiana, el texto que se presenta parte de la doctrina sobre la libertad humana y cristiana, expresada en la encíclica Veritatis splendor. La libertad humana no se puede separar del respeto a los otros derechos humanos que son universales, inviolables y, por tanto, inseparables entre ellos; derechos que no dependen de la voluntad de los gobernantes, sino que derivan de la dignidad humana y del hecho de que el ser humano ha sido creado por Dios.
En la cultura actual, los derechos personales no son vistos límites que el Estado no puede traspasar en su relación con las personas, sino como expresión de los propios deseos subjetivos. Por ello, actualmente muchos católicos viven en conflicto entre entre lo que las leyes promueven y sus propias convicciones morales. El texto señala cómo el derecho a la libertad religiosa y de conciencia es un derecho fundamental que puede servir como indicador del verdadero respeto a todos los derechos humanos.
La dignidad de la conciencia humana exige que sus decisiones se inspiren siempre en unos principios básicos de moralidad que tienen un valor universal. Principios como la obligación que todo ser humano tiene de buscar la verdad y el bien; de hacer lo que sabe que es justo y recto; de tratar a los demás como le gustaría que lo tratasen a él; de no hacer a los otros lo que no le gustaría que no le hicieran; de hacer el bien y evitar el mal, etc.
Por su parte, la misión del Estado debe respetar la autonomía y la libertad de las personas, el principio de subsidiariedad y sus límites en el ejercicio del poder. Cuando los poderes públicos se erigen en difusores de una determinada ideología o en promotores de ciertos valores morales que son opinables, están traspasando el límite de su misión.
También la objeción de conciencia tiene sus limitaciones: no se puede objetar a cualquier ley, sino a aquellas que atentan contra elementos esenciales de la propia religión o las que minan los fundamentos de la dignidad humana y de la convivencia basada en la justicia. El deber del Estado de reconocer este derecho y no discriminar a quienes lo ejercen es paralelo a la obligación de los cristianos de evitar cualquier tipo de cooperación material o formal directa con aquellos actos que atentan contra el derecho a la vida, y cualquier acción que pueda ser interpretada como cooperación, aunque sea indirecta, o aprobación de estos actos.
El documento concluye con un apartado titulado “La libertad cristiana”. Lo que muchas veces humanamente parece imposible, por la gracia de Dios es posible para quien vive una existencia cristiana auténtica en la fe, la esperanza y la caridad, esto es en la libertad, porque quien está unido a Cristo no se deja vencer por el miedo ante la presión de una cultura que oscurece los valores que dignifican al ser humano.
La plataforma `Sí a la Vida´ convoca a la sociedad civil a la Marcha Por La Vida, el domingo 27 de marzo en Madrid, a la que se adhiere la Delegación diocesana para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida con la colaboración de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
Tras dos años celebrándose de manera telemática, este volverá a ser un acto unitario, constructivo y positivo, con el que celebrar por todo lo alto el Día Internacional de la Vida. Para ello se han movilizado todas las organizaciones que defienden la vida, tiñendo de verde las calles de la capital, alzando la voz en defensa del derecho a la vida y de la dignidad de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte. La marcha se iniciará a las 12:00 h. de la mañana de la calle Serano/Goya hasta la Plaza de Cibeles.
Para todas aquellas personas y familias de la Diócesis que deseen asistir, desde la estación de autobuses de Castellón partirá un autobús gratuito, gracias a ACdP, a las 6:00 h. Para inscribirse y más información: pastoralfamiliar@obsegorbecastellon.org .
Hace unos días informábamos de la presentación de esta nueva iniciativa en defensa de la vida en la parroquia de Almenara. Hoy te invitamos a la próxima presentación de la campaña «40 Días Por La Vida» en la Diócesis, que será el miércoles 16 de febrero, a las 19:30 h. en la parroquia de San Miguel Arcángel de Castellón (C/ dels Germans Quintero, n.º 27).
40 Días por la Vida es una campaña mundial de 40 días dirigida a acabar con el aborto a nivel local mediante la oración, el ayuno, la sensibilización de la comunidad y una vigilia pacífica, diaria y constante frente a los abortorios.
¡ÚNETE A LA MOVILIZACIÓN MÁS GRANDE DE LA HISTORIA!
Te invitamos a venir a la próxima presentación de la campaña de 40 Días Por La Vida, que será hoy, viernes 28 de enero, al finalizar la Santa Misa en el salón parroquial de Almenara (C/Iglesia, n°17).
40 Días por la Vida es una campaña mundial de 40 días dirigida a acabar con el aborto a nivel local mediante la oración, el ayuno, la sensibilización de la comunidad y una vigilia pacífica, diaria y constante frente a los abortorios.
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Como cada 17 de mes, hoy, Jornada de oración por la Vida
«Si a toda vida humana; No a la eutanasia; Si a los cuidados paliativos» es el lema de la Diócesis de Segorbe-Castellón con el que cada día 17 de mes, a petición de nuestro Obispo, D. Casimiro, celebramos la «Jornada de oración por la vida» desde la aprobación de la ley de la eutanasia.
En esta línea, hoy se ha dado a conocer que la película «Cuestión de Derechos» se va a estrenar en Castellón, concretamente a partir del día 19 de noviembre, viernes, en Cinesa Salera. Se trata de un filme que llega justo cuando el debate sobre el aborto se ha reactivado en España.
Sinopsis: Ethan conoce a Emma. Son guapos, buenos estudiantes y mejores personas. Cuando Emma queda inesperadamente embarazada se produce un terremoto familiar y emocional, que acabará con el enfrentamiento de la pareja en los tribunales y pondrá la vida humana en el centro del debate. Ethan quiere defender sus derechos y los del bebé, pero Emma está dispuesta a abortar. El juicio acaparará la atención nacional y pondrá a prueba el amor de la pareja.
La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha celebrado la jornada ‘¿Muerte digna o vida digna? Cuidados frente a la eutanasia’, organizada por el Observatorio de Bioética de la UCV y en la que se abordaron tanto los aspectos legales como los biomédicos y antropológicos de la Ley de la Eutanasia, así como la necesidad de la atención paliativa integral en el enfermo doliente y en el final de la vida.
En esta jornada participó el anestesiólogo Marcos Gómez Sancho, uno de los mayores referentes a nivel mundial en medicina paliativa, que ofreció la ponencia “Morir en paz”. También contó con la participación de Julio Tudela, Enrique Burguete y Alejandro López Oliva, expertos del Observatorio de Bioética.
El Doctor Marcos Gómez aseguró que la eutanasia “no es un clamor ni mucho menos. Hay algunas encuestas de dudosa interpretación y de dudosa realización. En España se ha aprobado una ley que legaliza la eutanasia, cuando lo que es urgente y debe hacer un país con sus ciudadanos, con sus enfermos más graves y que más están sufriendo, es cuidarlos y atenderlos”.
75.000 españoles mueren cada año con un sufrimiento intenso porque no tienen acceso a cuidados paliativos
“En España hay 75.000 españoles que se mueren cada año con un sufrimiento intenso, perfectamente evitable, porque no tienen acceso a un servicio de cuidados paliativos. Es decir, hemos empezado la casa por el tejado: en lugar de empezar por los cimientos, que es atender a los enfermos, se ha priorizado legalizar alguna forma de acabar con los enfermos”, dijo.
En este sentido, reconoció que “se debería haber empezado a desarrollar modelos de atención para esas personas que tienen tanto sufrimiento y a las que no ofrecemos el alivio a su sufrimiento porque no tienen acceso a cuidados paliativos. La propia ley dice que a quien solicite la eutanasia habrá que informarle de los recursos disponibles de cuidados paliativos, pero eso en media España no se va a poder hacer porque hay cero recursos de cuidados paliativos. No se va a poder cumplir la ley”, insistió.
“Por qué no se ponen en marcha cuidados paliativos es una pregunta que nos hacemos todos. Además, somos bastantes personas luchando desde hace casi cuarenta años con todos los partidos políticos, demostrándoles hasta la saciedad la bondad de este modelo de atención a las personas al final de la vida. Es incomprensible; creo que estamos legitimados para pensar que se trata de falta de sensibilidad”, afirmó.
“El problema es que no hemos conseguido un plan nacional de cuidados paliativos”
También aseguró que los equipos de cuidados paliativos se autofinancian la mayoría de las veces, porque se procura atender a los pacientes en sus casas, “que es mucho más barato que en hospitales terciarios, donde una cama cuesta cada día una auténtica fortuna. Siendo que ese paciente no necesita de esos recursos y está obstruyendo una cama, es un problema de sensibilidad y como hay diecisiete sensibilidades en España, nos encontramos con comunidades autónomas donde los cuidados paliativos son florecientes y están instaurándose de manera importante y otras que son un auténtico sembrado, unos desiertos de cuidados paliativos”. Por lo tanto, “el problema es que no hemos conseguido un plan nacional de cuidados paliativos, han hecho antes un plan de eutanasia que un plan de cuidados paliativos. Es escandaloso”.
“El médico va a ser el gestor de la muerte de sus enfermos”
Igualmente, el ponente afirmo que la eutanasia “va a suponer la crisis más grave en la milenaria historia de la medicina porque, por primera vez en la historia, el médico va a ser el gestor de la muerte de sus enfermos, cosa absolutamente inaudita y que está en contra de los principios más esenciales, más básicos y más enraizados en la razón de ser del médico”. Por lo tanto, “será legal si lo permite la ley, pero no podrá ser un acto médico porque no lo es: va en contra de la esencia del ejercicio de la medicina”.
Cardenal Cañizares: “Estamos llegando a una gran deshumanización a través de leyes injustas, verdaderamente antihumanas”
El cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, gran canciller de la UCV, recordó que “la fe nos da esperanza y nos abre a amar en estos momentos de trance. Lo que ha defendido Marcos Gómez Sancho es lo que la Iglesia defiende. En el fondo, es un clamor en favor de la vida, también de la vida débil, terminal, en peligro. Estamos llegando a una gran deshumanización a través de leyes injustas, verdaderamente antihumanas. Hablan de una muerte digna, pero ¿qué dignidad es esa?”.
En su opinión, la Iglesia debe apostar por la vida “con fuerza, con claridad y verdad, con amor y ternura”; y debe hacerlo siempre en defensa “del ser humano amenazado, de la vida despreciada, de la dignidad humana”. En ese sentido, remarcó que “nadie como la Iglesia, sobre todo a través de los papas, ha clamado por los inocentes, ni ha dado la cara por los indefensos con tanta energía como lo hace la Iglesia”.
“Ante situaciones duras de enfermedades de una persona, sólo podemos tener una actitud: la del buen samaritano, que se inclina y levanta al otro, y le da cobijo y calor de hogar. No se entretiene en palabras, cura las heridas. Todo esto lo aprendemos de Cristo, que murió por nosotros y como nosotros; y la esperanza del ser humano es este amor que lo trasciende. Nuestro mensaje debe ser de esperanza, no le tengamos miedo a la muerte. Con miedo a la muerte la vida se vive mal. La muerte es un tránsito a participar de lo que siempre hemos anhelado: la vida, la alegría, el estar con todos”, aseveró.
Julio Tudela: “Los criterios para acabar con una vida humana, cada vez más laxos”
Julio Tudela se ocupó de analizar los aspectos biomédicos de la eutanasia, remarcando que “quienes legislan a favor de la eutanasia hoy siguen defendiendo la licitud de terminar con las vidas llamadas indignas. Dentro de este concepto se incluyen a personas que se encuentran o no en procesos de enfermedad terminal, acompañada de sufrimiento no sólo físico sino también mental, ignorando la medicina paliativa y el acompañamiento al paciente en el respeto a su dignidad”.
“El avance de la ciencia médica en el abordaje de los llamados síntomas refractarios o de difícil control proporciona instrumentos para el tratamiento de los pacientes que sufren, respetando su vida y aliviando sus sufrimientos. La medicina paliativa funciona”, aseguró.
Por el contrario, “la vieja e indigna opción de terminar con las personas que sufren o simplemente afectadas de alguna discapacidad, parece ganar terreno en una sociedad posmoderna, incapaz de abordar la vulnerabilidad humana desde el respeto a la dignidad.
“Esta tendencia crea, además una pendiente resbaladiza donde los criterios para terminar con la vida de las personas van siendo cada vez más laxos, devaluando la vida humana y retrocediendo a los tiempos que creíamos superados, en los que un esclavo o un discapacitado eran despojados de valor y eliminados sin remordimiento alguno”, subrayó.
Alejandro López Oliva: “La eutanasia no es un derecho fundamental”
Por su parte, el abogado Alejandro López Oliva aseguró que la eutanasia no puede considerarse un “derecho fundamental”, y lamentó la situación en la que quedan, con la nueva legislación, las personas jurídicas “que tengan un ideario o carácter propio contrario a la nueva prestación”.
En ese sentido, afirmó de manera rotunda que esta ley entró en vigor “sin haber consultado a organismos médicos y comités de bioética ni tener informe alguno de organismos independientes”. En su opinión, se trata de “una norma afectante al derecho fundamental y primario de la vida, una nueva prestación sanitaria que tipifica el homicidio legal y el suicidio asistido, aunque no se desprenda del título y objeto de la norma”.
Enrique Burguete: “Los argumentos en favor de la eutanasia son contradictorios”
Enrique Burguete insistió en que “tras el concepto de eutanasia y su eufemismo, muerte digna, se encuentran argumentos contradictorios: aquellos que apelan a una emoción compasiva, refractaria a cualquier tipo de fundamentación racional; y los que apelan a una racionalidad descarnada y reduccionista que considera el cuerpo como una mera prótesis originaria o natural, deseable cuando contribuye a nuestro bienestar psicológico y a nuestros proyectos vitales, pero descartable cuando se convierte en un molesto impedimento para estos”.
En ese sentido, resaltó que ambos argumentos a favor de la eutanasia “carecen de solidez y recaen en un dualismo antropológico insostenible e infundado. No vivimos atrapados dentro de un cuerpo, de cuyas limitaciones nos liberamos con la muerte. La persona completa no se da en una sola de sus dimensiones, sino en la unión sustancial de todas ellas. Es correcto afirmar que soy mi cuerpo, aunque no sólo sea mi cuerpo. Y también que, quien mata a mi cuerpo, no me libera de una circunstancia indeseada, sino que me mata a mí. Muerte digna y suicidio asistido son términos incompatibles”.
Bajo esta premisa, el experto de la UCV apostó por una antropología “ajena a todo sesgo ideológico e irreductible al dogma de una sola confesión religiosa. La eutanasia no es una cuestión de ideologías, de opiniones particulares o de creencias religiosas, sino una cuestión de respeto o desprecio hacia la dignidad de la vida humana en todas y cada una de sus etapas”.
Hoy es un día triste. Hoy, lamentablemente, entra en vigor en España la Ley de la Eutanasia. Es de sobra conocida la postura de la Iglesia Católica ante la eutanasia, que no es otra que, ante el avance de la “cultura de la muerte”, la defensa de toda vida humana, desde el momento de su concepción hasta la muerte natural, como un don sagrado.
La Iglesia siempre nos ha exhortado a ser custodios de la vida. En su carta del domingo pasado, nuestro Obispo, D. Casimiro, nos indicaba que «La Iglesia católica considera ‘como enseñanza definitiva’ que la eutanasia es un crimen, una grave violación de la ley de Dios y un atentado a la dignidad de la persona. Toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave contra la vida humana.»
Y es que algo funciona realmente mal en una nuestra sociedad cuando en la sede de la soberanía nacional se aplaude a la muerte. Ante ello, D. Casimiro nos pedía «seguir rezando por la vida humana, de forma especial los días 17 de cada mes», además «hemos de urgir a nuestros gobernantes que legislen sobre los cuidados paliativos para todos», porque matar es lo contrario de cuidar, y el sufrimiento sí se puede aliviar. Lo que necesitan las personas, los pacientes, es que alivien su sufrimiento y que la sociedad siga preocupándose y ocupándose de ellos. Y, en tercer lugar, el Obispo nos invitaba a «formalizar personalmente el Documento de Voluntades Anticipadas (conocido como Testamento Vital) y difundirlo entre nuestros conocidos».
El portavoz de los Obispos españoles, Mons. Luis Argüello, ha manifestado su deseo de que nazca en España “un movimiento fuerte de protección de la vida”, recordando que “provocar la muerte” no puede ser “la solución a los problemas y al sufrimiento”. Pidiendo también “que se respete la objeción de conciencia de los sanitarios que no quieran participar en ese proceso. Que se respete la decisión de entidades que es ese su ideario y que desde la puerta de entrada se dice a los que entran que es un lugar donde se pone por delante la persona y los cuidados. Una zona libre de eutanasia”, subrayó.
Esta preocupación también está fundada, pues la ley contempla que se haga un registro, una especie de lista negra, de médicos objetores de conciencia. Como explica el Dr. Manuel Martínez-Sellés, presidente del Colegio de Médicos de Madrid, “a los médicos que queremos seguir actuando según nuestro código deontológico, nos obligan a significarnos, en lugar de significarse los médicos dispuestos a la eutanasia, tendremos que significarnos los que no estemos dispuestos a ello. Registrarnos con datos que son muy sensibles como de creencias, convicciones, valores… Podría ir incluso contra la ley de protección de datos y se tendrá que ver si las posibles consecuencias a nivel laboral tienen estas listas negras”.
Entrevista a Julio Tudela
Julio Tudela, investigador, profesor en la Universidad Católica de Valencia y doctor en Bioética, participó en el programa de la CADENA COPE, «El Espejo de la Iglesia», donde matizó, desde el punto de vista de la ética, respecto a la entrada en vigor de la Ley de la Eutanasia llegando a afirmar que es «paso absolutamente retrógrado pues es un atentado contra la vida pues lo último que tenemos que hacer cuando hablamos de vida es extinguirla». Igual de rotundo se manifestó respecto a aquellos que, habiendo sido formados para preservar la vida y mejorar la salud de los más débiles, ahora participen en extinguirla «es el mayor de los retrocesos». También hizo hincapié en las alternativas frente a la Ley de la Eutanasia como son los cuidados paliativos y animó a la audiencia a firmar el Documento de últimas voluntades o Testamento Vital.
Puedes escuchar la entrevista:
Documental “Human Life”
Actualmente, en algunos cines de nuestro país es posible disfrutar de “Human Life, la vida siempre merece la pena”, un documental que ilustra la verdadera belleza e importancia del don de la vida, incluso en medio del sufrimiento y las dificultades. Explora las historias de un pintor tetrapléjico, del fundador de un hogar para niños abandonados y discapacitados, de un surfista que perdió las manos en un accidente, de una ex medallista olímpica que se ofreció como voluntaria en un centro de apoyo para mujeres embarazadas, de la madre de una niña con síndrome de Down, de una sobreviviente del Holocausto y de muchas otras personas.
Carta pastoral al Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos todos: sacerdotes, diáconos, religiosos/as y seglares.
El próximo día 25 de junio entrará ya en vigor la ley de la eutanasia. Esta ley se ha tramitado por vía de urgencia, sin necesidad social para ello, sin debate ni diálogo público, sin consulta al Consejo de Estado ni al Comité de Bioética de España y aprovechando el estado de alarma a causa de la pandemia. Este hecho es especialmente grave, pues la ley instaura una ruptura moral, un cambio en los fines del Estado -que de defensor de la vida pasa a ser responsable de la muerte infligida- y un cambio en el objetivo fundamental de la profesión médica llamada a curar y nunca a provocar intencionadamente la muerte. Esta ley aplica e impone la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes hoy en el mundo.
Recordemos que la eutanasia o el suicidio asistido es siempre una forma de homicidio. En sentido propio, por eutanasia se entiende toda acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte de un ser humano con el fin de evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien porque otros consideran que su vida ya no merece ser vivida ni mantenida. La Iglesia católica considera ‘como enseñanza definitiva’ que la eutanasia es un crimen, una grave violación de la ley de Dios y un atentado a la dignidad de la persona. Toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave contra la vida humana. Cosa distinta a la eutanasia es aquella acción u omisión que no causa la muerte por si misma o por la intención, como son la administración adecuada de calmantes, aunque puedan acortar la vida, o la renuncia a terapias desproporcionadas, que retrasan indebidamente la muerte.
En la eutanasia y en el suicidio asistido están en juego la dignidad de la persona y el don de la vida. Todos tenemos la experiencia de que la vida nos ha sido dada. La vida es un don sagrado e inviolable. Desde su concepción hasta su muerte natural, toda vida humana ha de ser acogida, respetada y protegida por todos, incluido el Estado. Tampoco una mayoría de votos legitima para disponer de la vida de las personas. Las leyes que legalizan la eutanasia y el suicidio asistido son, pues, gravemente injustas. Nadie es dueño absoluto de la vida; ni existe un derecho a disponer de la propia vida.
Por todo ello no nos puede ser indiferente a nadie ni menos aún a los cristianos la entrada en vigor de esta ley. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar hemos de seguir rezando por la vida humana, de forma especial los días 17 de cada mes, para que el Señor inspire a nuestros gobernantes medidas que acojan, respeten y promuevan el cuidado de toda vida humana. Frente a una ‘cultura de la muerte’ hemos de seguir trabajando para promover en nuestra sociedad la cultura de la vida.
Además hemos de urgir a nuestros gobernantes que legislen sobre los cuidados paliativos para todos –también para los menos favorecidos- y que pongan los medios humanos y económicos para este fin. No hay enfermos ‘incuidables’. Los cuidados paliativos ayudan a vivir la enfermedad grave con un acompañamiento integral a los enfermos y a sus familias; alivian el dolor, consuelan y ofrecen la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda vida humana. No siempre se puede garantizar la curación, pero siempre debemos cuidar al enfermo. Los cuidados paliativos son la expresión más auténtica de la atención humana y cristiana de los enfermos.
Y, en tercer lugar podemos formalizar personalmente el Documento de Voluntades Anticipadas (conocido como Testamento Vital) y difundirlo entre nuestros conocidos. Nuestra Diócesis ha preparado un modelo de Documento que se ha enviado a todas las parroquias, a las que pido que se impliquen en su difusión y que ayuden a formalizarlo.
En este Documento, una persona con capacidad legal suficiente manifiesta libremente las actuaciones médicas que deben tenerse en cuenta cuando se encuentre en una situación en la que no pueda expresar su voluntad debido a la propia enfermedad, a un accidente o a la vejez. En él, el interesado manifiesta que quiere que, llegado el caso, le sean administrados los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos, pero que no se le apliquen medios desproporcionados ni menos aún la eutanasia. Además incluye la voluntad de tener una atención espiritual así como el nombramiento de un representante legal encargado de velar por el cumplimiento de lo dispuesto en el mismo.
Para que el Documento tenga valor jurídico y sea de obligado cumplimiento por todos, una vez rellenado, debe ser firmado personalmente por el interesado y por dos testigos, y ha de inscribirse en el registro de voluntades anticipadas de la Generalitat. Así se libera a los familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo en situaciones tan difíciles.
Os animo a todos, especialmente a nuestros mayores y enfermos, a hacer el Documento de Voluntades Anticipadas. Se trata de garantizar nuestra voluntad de que no se nos apliquen la eutanasia ni medios desproporcionados, y de que se respete en todo momento nuestra dignidad personal hasta la muerte natural. La vida humana es digna siempre; tiene su origen y su destino en Dios. Trabajemos por la vida.
El próximo 25 de junio entrará ya en vigor la ley de la eutanasia. Esta ley se ha tramitado por vía de urgencia y sin necesidad social para ello, sin debate ni diálogo público y aprovechando el estado de alarma. Este hecho es especialmente grave, pues instaura una ruptura moral, un cambio en los fines del Estado -que de defensor de la vida pasa a ser responsable de la muerte infligida- y un cambio en el objetivo fundamental de la profesión médica llamada a curar y nunca a provocar intencionadamente la muerte. Esta ley aplica e impone la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes hoy en el mundo.
Recordemos que la eutanasia o el suicidio asistido es siempre una forma de homicidio. En sentido propio, por eutanasia se entiende toda acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte de un ser humano con el fin de evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien porque otros consideran que su vida ya no merece ser vivida ni mantenida. La Iglesia católica considera ‘como enseñanza definitiva’ que la eutanasia es un crimen, una grave violación de la ley de Dios y un atentado a la dignidad de la persona. Toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave contra la vida humana. Cosa distinta a la eutanasia es aquella acción u omisión que no causa la muerte por si misma o por la intención, como son la administración adecuada de calmantes, aunque puedan acortar la vida, o la renuncia a terapias desproporcionadas, que retrasan indebidamente la muerte.
En la eutanasia y en el suicidio asistido están en juego la dignidad de la persona y el don de la vida. Todos tenemos la experiencia de que la vida nos ha sido dada. La vida es un don sagrado e inviolable. Desde su concepción hasta su muerte natural toda vida humana ha de ser acogida, respetada y protegida por todos, incluido el Estado. Tampoco una mayoría de votos legitima para disponer de la vida de las personas. Las leyes que legalizan la eutanasia y el suicidio asistido son, pues, gravemente injustas. Nadie es dueño absoluto de la vida; ni existe un derecho a disponer de la propia vida.
Así pues, no nos puede ser indiferente la entrada en vigor de esta ley. Por ello hemos de seguir rezando por la vida humana, de forma especial los días 17 de cada mes, para que el Señor inspire a nuestros gobernantes medidas que acojan, respeten y promuevan el cuidado de toda vida humana. Frente a una ‘cultura de la muerte’ hemos de seguir trabajando para promover en nuestra sociedad la cultura de la vida.
Además hemos de urgir a nuestros gobernantes que legislen sobre los cuidados paliativos para todos –también para los menos favorecidos- y que pongan los medios humanos y económicos para este fin. No hay enfermos ‘incuidables’. Los cuidados paliativos ayudan a vivir la enfermedad grave con un acompañamiento integral a los enfermos y a sus familias; alivian el dolor, consuelan y ofrecen la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda vida humana. No siempre se puede garantizar la curación, pero siempre debemos cuidar al enfermo. Los cuidados paliativos son la expresión más auténtica de la atención humana y cristiana de los enfermos.
En tercer lugar podemos formalizar personalmente el Documento de Voluntades Anticipadas (conocido como Testamento Vital) y difundirlo entre nuestros conocidos. Nuestra Diócesis ha preparado un modelo de Documento que se ha enviado a todas las parroquias, a las que pido que se impliquen en su difusión y que ayuden a formalizarlo.
En este Documento, una persona con capacidad legal suficiente manifiesta libremente las actuaciones médicas que deben tenerse en cuenta cuando se encuentre en una situación en la que no pueda expresar su voluntad debido a la propia enfermedad, a un accidente o a la vejez. En él se especifica que se administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos, pero que no se apliquen medios desproporcionados ni menos aún la eutanasia. Además incluye la voluntad de tener una atención espiritual así como el nombramiento de un representante legal encargado de velar por el cumplimiento de lo dispuesto en el mismo.
Para que tenga valor jurídico hay que rellenar el Documento y firmarlo personalmente ante tres testigos y ha de inscribirse en el registro de voluntades anticipadas de la Generalitat. Así se libera a los familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo en situaciones tan difíciles.
Os animo a todos, especialmente a nuestros mayores y enfermos, a hacer el Documento de Voluntades Anticipadas. Se trata de garantizar nuestra voluntad de que no se nos apliquen la eutanasia ni medios desproporcionados, y de que se respete nuestra dignidad personal hasta la muerte natural. La vida humana es digna siempre; tiene su origen y su destino en Dios. Trabajemos por la vida.
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