La Sagrada Familia de Castellón inicia una misión parroquial con 120 colaboradores
El sábado 16 de febrero la comunidad cristiana de La Sagrada Familia, en Castellón, ha iniciado una misión parroquial. Mons. Casimiro López Llorente presidió la eucaristía que dio el pistoletazo de salida a quince días de intensa actividad misionera en el barrio. El proyecto cuenta con el asesoramiento de los misioneros redentoristas, y hace un mes que se está preparando. La iniciativa ha implicado a más de cien personas de la parroquia en los diversos servicios que se necesitan.
En la misa de inauguración, Mons. Casimiro López Llorente ha afirmado que «la Iglesia ha sido convocada para ser enviada», y se ha centrado en tres palabras: confianza en la gracia más allá de los frutos o las dificultades, anuncio de Jesucristo que está en medio de nosotros, y conversión ayudando a otros a que vuelvan la mirada y el corazón en Cristo.
El párroco, Miguel Abril, conocía hace más de 20 años al redentorista Arsenio Díez. Los dos, como jóvenes sacerdotes, se encontraron en una misión popular en el Alto Palancia. Esta congregación, fundada por San Alfonso de Ligorio, está especializada en las misiones parroquiales, y cada año asesoran cinco nuevas al tiempo que hacen el seguimiento de treinta más, algunas desde hace décadas. Ahora, Abril y Díez vuelven a colaborar en la ciudad Castellón. Al equipo se ha añadido el padre Miguel Castro, que define la misión parroquial como “una acción extraordinaria allí donde a la pastoral ordinaria le cuesta llegar”.
Se comienza creando un equipo de misioneros que visitarán las casas del barrio, acogen en sus hogares o dirigen las asambleas. La siguiente etapa comienza hoy, con la misa de lanzamiento. Durante dos semanas se realizarán estos encuentros y se invitará a celebraciones en la parroquia. “Uno de los grandes objetivos es acercarnos a aquellas personas que no conocen la iglesia o se han alejado de ella por distintas circunstancias. Es salir a su encuentro sin esperar a que vengan, muy en línea de lo que Papa Francisco nos está diciendo”, argumenta el Miguel Castro.
Junto con la dimensión evangelizadora, otros dos frutos destacables de la misión parroquial son, según lo redentoristas, la implicación del laicado y la renovación espiritual de la propia comunidad: “La misión no se acaba dentro de 15 días. La parroquia sigue en proceso”. En definitiva, se busca una renovación de la comunidad parroquial, en la línea del Plan Diocesano de Pastoral: “Hacerse presente en cualquier calle o rincón del territorio parroquial a través de los fieles que salen, invitan, abren sus cases y se ofrecen para liderar”.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!