En este cuarto día podemos seguir el mensaje de la Dra. Loida Gaffaro de Valeria, orando por los niños que viven en lugares del mundo donde aún hoy persiste la violencia, y por la protección física, moral y espiritual de la infancia en todo el mundo.
Los primeros años de la vida del Señor estuvieron marcados por la violencia y la masacre bajo las órdenes del déspota Herodes: “Fortalece, oh Señor, los lazos de unidad y amor mutuo entre nuestras Iglesias y ayúdanos a cooperar y a dar testimonio de tu santo Nombre. Inculca en nosotros el deseo de trabajar sin cesar en la defensa de los oprimidos y los marginados. Aliéntanos a permanecer unidos en la búsqueda de tu Reino frente a la tiranía de los regímenes opresivos”.
Durante esta Semana, que este año celebramos bajo el lema extraído del texto bíblico del episodio de los Reyes Magos de San Mateo 2, «Hemos visto brillar su estrella y venimos a adorarlo», todos los cristianos oramos ante la necesidad de estar unidos para dar testimonio del amor de Dios.
Por ello, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, junto al Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), han preparado una serie de videos en los que participan ocho cristianos de diferentes denominaciones para dar un mensaje cada día, formado por una reflexión y un motivo de oración diaria.
En este tercer día podemos seguir el mensaje del Pastor Samuel Olson, orando por todos los refugiados y las personas desarraigadas que habitan en este mundo. La Sagrada Familia, después de la visita de los Magos, tuvo que emigrar a través del desierto y se convirtió en refugiada en la tierra de Egipto: “Llena, Señor, nuestras vidas de hospitalidad hacia quienes han sido expulsados de sus hogares, y concédenos un espíritu de acogida hacia quienes buscan refugio”.
También puedes ver el mensaje del primer día (18 de enero), de Monseñor Jorge Anibal Quintero, Obispo de Barcelona (Venezuela)
Y el mensaje del segundo día (19 de enero), del Pastor Alberto Cabeza
Desde hoy la Iglesia celebra la tradicional Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Durante este Octavario, la principal motivación debe centrarse, en palabras de los obispos españoles, en anunciar el mensaje de salvación universal que el Resucitado confío a los apóstoles y que está muy presente en el lema escogido para este año a partir del evangelio de San Mateo (2, 2): «Hemos visto brillar su estrella y venimos a adorarlo».
Esta semana es una ocasión propicia para que los cristianos de las distintas confesiones (católicos, ortodoxos, anglicanos, protestantes…) eleven su oración al Señor con una misma intención. Este año, debido a la situación de la pandemia no tendrá lugar la celebración conjunta en nuestra Diócesis, aunque desde la Delegación de Ecumenismo se ha remitido a todas las parroquias el material con el itinerario de oración preparado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de Iglesias.
Con motivo de esta celebración, hablamos con D. Nuno Vieria Carvalho, Delegado diocesano de Ecumenismo
¿Cuál es el origen del Octavario?
Surgió como una iniciativa en un momento en el que las confesiones cristianas oraban juntas para lograr la plena unidad de la Iglesia, Por ello, orar por la unidad de todos los cristianos, es comprender la oración que Jesús realizó y unirnos estrechamente a Él para suplicar este don. Tradicionalmente se celebra en esta fecha, entre las festividades de la confesión de San Pedro y de la conversión de San Pablo. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson, por su hondo significado de conversión y unidad. Sin embargo, en el hemisferio sur, las iglesias lo celebran en otro momento. Suelen hacerlo coincidir con el tiempo de Pentecostés, momento importante para nuestra Iglesia. Paul Couturier le dio un nuevo impulso en 1935.
Surgió como una iniciativa en un momento en el que las confesiones cristianas oraban juntas para lograr la plena unidad de la Iglesia, Por ello, orar por la unidad de todos los cristianos, es comprender la oración que Jesús realizó y unirnos estrechamente a Él para suplicar este don.Desde 1968, los temas de cada Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos son elaborados conjuntamente por la Comisión “Fe y Constitución” del Consejo Ecuménico de Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos de la Iglesia Católica.
¿Por qué es necesario unirnos en oración?
En primer lugar porque los cristianos sentimos una necesidad profunda de relacionarnos con Dios y eso es posible a través de la oración. Pero también para darnos cuenta que hay otros cristianos que no viven en nuestra casa, en la Iglesia Católica, que forman parte de la misma Iglesia de Jesucristo. Vivimos todos en la misma CASA que es la Iglesia pero no compartimos todos los espacios, dependencias, iniciativas, ni tradiciones. Eso sí, compartimos lo más importante: la Confesión de fe en el Dios Uno-Trino y tenemos a Jesucristo como el Único Salvador del Mundo.
¿Cuál es el estado actual de la unión de las Iglesias?
No podemos olvidar que durante siglos hemos vivido de espaldas unos a los otras. Las 3 grandes familias cristianas (católicos, ortodoxos y protestantes) tenemos que hacer una reflexión conjunta en un diálogo sereno sobre los sucesos ocurridos en el pasado, pero lo más importante es hacerlo con la mirada puesta en el presente y en el futuro. En ello estamos en la diócesis, y solamente el covid ha podido frenar este movimiento de aproximación y conocimiento mútuo tan necesario para poder entrar en diálogo entre nosotros, después de tanto tiempo sin casi reconocernos como hermanos que somos.
¿Cómo recuperar la fuerza para mantener vivo ese compromiso?
Nunca como en nuestros días, tomamos consciencia de que el mundo es mucho más que lo que nos rodea. Creo que es fundamental observar lo que desconocemos y descubrir en ello algo propio. Las expresiones de fe son distintas de las nuestras pues las comunidades están situadas en el tiempo y en el espacio y son reflejo de su propio contexto. Pero hay algo que no debemos olvidar, y es que toda esa diversidad constituye la gran riqueza de la única Iglesia de Cristo. De ahí que es fundamental el conocimiento de las realidades eclesiales distintas de la nuestra, aprendiendo a apreciarlas y a tenerlas como propias. Inevitablemente, esta actitud nos conducirá al ánimo y al compromiso con la causa de ecumenismo.
¿Qué realidades hay en nuestra Diócesis y qué iniciativas se están llevando a cabo?
Entre nosotros existen tres comunidades parroquiales ortodoxas pertenecientes al Patriarcado de Rumania (Castellón, Villareal y Segorbe) y una en Castellón del Patriarcado Ruso. Las Iglesias y Comunidades hijas de la Reforma Protestante son en número superior y de denominaciones distintas: evangélicos, bautistas, pentecostales, adventistas. El número de miembros de todas estas Iglesias es oscilante, según el movimiento de la población emigrante. En este momento la única iniciativa que estamos llevando a cabo es el acercamiento a sus líderes religiosos en miras de avanzar en el conocimiento del otro, tal como apuntaba anteriormente. Siglos de indiferencia no se solucionan con un solo café y dos pastas. Hay que dar pasos: pasar de la desconfianza para poder llegar a la amistad por lo que este proceso requiere tiempo.
Cada año, el octavario, promueve la oración y la meditación con un lema…¿cuál es el de este año y hacia qué nos motiva?
Los Magos manifiestan la unidad de todos los pueblos deseada por Dios. Viajan desde países lejanos y representan diversas culturas, impulsados por la misma hambre de ver y conocer al rey recién nacido y, juntándose en la pequeña casa de Belén, adoran con sencillez y ofrecen sus regalos. Los cristianos están llamados a ser una señal ante el mundo de la unidad que Dios trae consigo. Procedentes de diferentes culturas, razas y lenguas, los cristianos comparten una misma búsqueda de Cristo y un deseo común de adorarlo. La misión del pueblo cristiano es, por tanto, la de ser un signo, como la estrella, que guíe el anhelo de Dios de toda la humanidad hacia Cristo, y convertirse en mediación para que Dios lleve a cabo la unidad de todos los pueblos. Servir al Evangelio hoy exige el compromiso de defender la dignidad humana, especialmente en los más pobres, los más débiles y los marginados. Exige por parte de las Iglesias transparencia y responsabilidad en sus relaciones mutuas y en su relación con el mundo. Significa que las Iglesias deben cooperar para proporcionar alivio a los afligidos, para acoger a los desplazados, para confortar a los abatidos y para construir una sociedad justa y honesta. Se trata de una llamada a que las Iglesias trabajen juntas, de manera que los jóvenes puedan construir un futuro conforme al corazón de Dios, en el que todos los seres humanos puedan experimentar la vida, la paz, la justicia y el amor.
El año pasado la celebración conjunta en nuestra diócesis se suspendió por la pandemia… este año la situación es mejor pero también preocupa la velocidad de los contagios ¿Cómo ha organizado la delegación diocesana la celebración de este año?
En las circunstancias actuales, los miembros de la Delegación nos limitaremos a una reunión y a animar a las parroquias a centrar la oración de esos ocho días en la Unidad de los Cristianos. Para ello, hemos enviado material a las parroquias para que, sobre todo en la Eucaristía diária, se tenga muy presente esta intención. En breve divulgaremos un curso de Ecumenismo online para todos los interesados en el tema ecuménico. El ecumenismo es don y tarea para todos los cristianos. Todos estamos llamados a trabajar por la unidad de la única Iglesia de Cristo, es decir, aquella que constituimos, por el Bautismo, todos los católicos, ortodoxos y protestantes.
La Delegación diocesana de Ecumenismo también se encarga de las relaciones con las religiones no cristianas, ¿cómo se gestionan estas relaciones en nuestra Diócesis?
Dice Jesús en el Evangelio que tiene otras ovejas que no son de este redil. Todas las culturas del mundo están destinadas a alcanzar la Verdad en Jesucristo. La misión de la Iglesia es dar a conocer a toda la humanidad la grandeza y belleza de nuestra fe. Dios tiene sus cauces propios para llegar al corazón de todos independientemente de la raza, cultura, o nación. Las religiones contribuyen al bien de la humanidad y todos somos hermanos, Fratelli Tutti, como nos recordaba el Papa con su reciente encíclica. Así que, también es incumbencia de esta delegación la relación con las religiones no cristianas. En ello también estamos.
En un par de días comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Del 18 al 25 de enero en la Iglesia católica y en las demás Iglesias y Comunidades eclesiales oraremos al Señor por la unidad de todos los cristianos. Con esta iniciativa espiritual, obra del Espíritu Santo en su Iglesia, nos unimos al deseo de Jesús en su oración al Padre antes de su Pasión: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21). Tanto le importa al Señor la unidad de sus discípulos que, en esta oración, pide hasta cuatro veces que sean ‘uno’. Se trata de una unidad que ha de ser a imagen de la que se da entre el Padre y el Hijo; una unidad que sólo puede crecer siguiendo el ejemplo de la unión y entrega del Hijo al Padre, es decir, saliendo de sí y uniéndose a Cristo y, en Él, al Padre.
La unidad de los discípulos de Jesús es de vital importancia para hacer creíble que Jesús es el Hijo de Dios, enviado por el Padre para la salvación del mundo, y para la credibilidad de sus discípulos, es decir, de la Iglesia enviada por Jesús para anunciar la Buena Nueva de la salvación. Por dos veces alude Jesús a esta finalidad: “para que el mundo crea”. La unidad está conectada con la misión misma de la Iglesia en el mundo. Así como la unidad refuerza la misión de la Iglesia, la falta de unidad la debilita. La Iglesia debe vivir una unidad que sólo puede derivar de su unión con Cristo.
Hemos de reconocer que este Octavario ha perdido fuerza entre nosotros, después de años de viva celebración. Quizá nuestras urgencias y preocupaciones sean otras o quizá las dificultades en el diálogo ecuménico nos hayan desalentado. Pero, la oración y el compromiso por la unidad de los cristianos siguen siendo algo vital, necesario y urgente para toda la Iglesia. Hemos de intensificar la oración al Espíritu Santo por el don de la unidad de todos los cristianos en Cristo. El Espíritu recibe de Jesús lo que viene del Padre y lo da a conocer (cf. Jn 16, 13-15).
La actual división de los cristianos contradice clara y abiertamente la voluntad de Jesús y la razón de ser de la Iglesia. Es un escándalo para el mundo y debilita la tarea que el Señor nos encomendó de predicar el Evangelio a toda criatura, más si cabe en tiempos de descristianización.
Por ello, como lema y motivación para este año se han elegido las palabras de los Magos, cuando llegan a Jerusalén preguntando por el nacimiento del Rey de los judíos: “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2, 2). El resplandor del Niño-Dios nacido en Belén alcanza no sólo a María, a José y a los pastores, que representan al resto de Israel; llega también a los Magos, que constituyen las primicias de los pueblos paganos y los representan. La llegada de los Magos de Oriente a Belén para adorar al Niño muestra que Dios nace y se manifiesta en su Hijo Encarnado para toda la humanidad. Su plan de salvación es universal. En aquel Niño nacido de María en Belén, Dios ha venido para revelar su verdadero rostro y del ser humano a toda la humanidad: a todas las naciones, culturas, razas, lenguas y religiones. El Hijo de Dios se ha hecho hombre para manifestar y ofrecer a todo ser humano, sin distinciones ni excepciones de ningún tipo, el inmenso amor salvador de Dios.
Las palabras de los Magos nos devuelven a la razón de ser de toda la Iglesia, de la Iglesia católica, y del resto Iglesias y Comunidades eclesiales. Nuestra misión es anunciar el mensaje de salvación universal que Jesús confío a los apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 19-20a).
Las dificultades para mantener la unidad visible de la Iglesia y la necesidad de buscar permanentemente la unidad en la fe, no pueden hacernos olvidar que la misión de anunciar el Evangelio corresponde a toda la Iglesia, y es urgente. Es necesario trabajar por alcanzar la unidad en la fe y por superar las condenas. Pero recordar lo que nos une nos ayuda a superar lo que nos separa. El lema de este año llama a la conversión a Cristo, al encuentro de los bautizados con el Hijo de Dios y a la adhesión a la divina persona de nuestro Redentor como fundamento de la comunión deseada.
Oremos para que todos los que confesamos a Jesús como Señor y desde cada una de las confesiones cristianas le invocamos como Salvador, lleguemos a la unidad plena para que el mundo crea que Jesús es el Mesías enviado por el Padre.
“Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia”
La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero. “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (Jn. 15, 5-9), estas palabras de Jesús a sus discípulos son el lema de este año, que refleja la necesidad de oración, de reconciliación, y de unidad de los cristianos y de toda la humanidad.
Tras la muerte y resurrección de Jesucristo van surgiendo poco a poco pequeñas comunidades cristianas que aceptan el Evangelio anunciado, se bautizan y empiezan a vivir como Jesús les había pedido. Son las primeras iglesias, organizadas por los Apóstoles, entre las que sobresaldría la de Roma gracias a la predicación y al martirio de San Pedro y San Pablo, aunque el conjunto de todas ellas formó la Iglesia Católica.
Sin embargo, la comunión entre las iglesias, entre sus pastores y sus miembros no siempre ha sido fácil, y ya en el S. V surgen importantes divisiones. El Señor funda su Iglesia sobre la debilidad, pero también sobre la fidelidad de los Apóstoles, a los que promete el Espíritu Santo. Y esta desunión, los cristianos la sentimos con mucho dolor, por lo que son constantes los intentos por superarla con el objetivo de lograr la unidad en la Iglesia de Jesucristo.
La Iglesia Católica, del mismo modo que muchas confesiones cristianas, estamos empeñados en trabajar por lograr esta unidad, pero sabiendo que es algo que no se puede lograr sin un trabajo conjunto, pero sobre todo sería algo imposible sin la oración, el perdón y el amor.
Origen de esta celebración
En 1840, el sacerdote anglicano Ignatius Spencer convertido al catolicismo sugiere una «Unión de oración por la unidad». En 1894, el Papa León XIII anima a la práctica de un Octavario de Oración por la Unidad en el contexto de Pentecostés. Pero la primera celebración sería en 1908 por el Padre Paul Wattson, para quien la reconciliación de los cristianos fue el hilo conductor de su vida de fe.
Wattson era un líder episcopaliano, la rama anglicana de los Estados Unidos, que fundó la «Society of Atonement» (Comunidad de los hermanos y hermanas de la Penitencia), una comunidad religiosa bajo la inspiración de San Francisco que tenía como objetivo la unidad de los cristianos y la obra misionera. Finalmente se convirtió al catolicismo junto con los miembros de la comunidad.
En 1964 tuvo lugar un histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I en Jerusalén, en el que se dieron un abrazo y recitaron juntos, en latín y en griego, la oración de Cristo por la unidad: «que todos sean uno» (Jn. 17). Y en 1968, la Semana de Oración se celebra por primera vez sobre la base de unos textos elaborados en colaboración por la Comisión «Fe y Constitución» del Consejo Ecuménico de Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Mensaje de los Obispos
Los Obispos de la Subcomisión para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, en su mensaje nos indican que “la unidad de la Iglesia no es fruto de nuestros consensos, de los acuerdos que podamos lograr entre confesiones cristianas, aunque esta búsqueda de acuerdo sea asimismo necesaria para acercarnos a la unidad que Cristo quiere para su Iglesia”.
Para lograr la unidad es imprescindible el soplo del Espíritu Santo, “para que estos acuerdos sean eficaces y produzcan fruto es necesario que sean vividos y logrados por sus protagonistas como lo que de verdad son, obra del Espíritu Santo”.
Este es un camino lleno de dificultades, pero necesario, pues “sin esta unidad de todos los cristianos en Cristo no podemos avanzar hacia la unidad plena visible de la Iglesia”, y sin ella, los Obispos remarcan que “cometeríamos el grave error de no hacer justicia a la verdad de la fe que profesamos cada una de las confesiones cristianas”.
“Nos urge orar con intensidad – nos exhortan – y suplicar al Padre unidos, a la poderosa intercesión de Cristo, que antes de padecer oró por la unidad de sus discípulos, y proféticamente había anunciado a Pedro y los Apóstoles que el poder del abismo no podrá vencer a su Iglesia (cf. Mt 16, 18)”.
Octavario de oración
Los ocho días previos a la fiesta de la conversión de San Pablo, el 25 de enero, se celebra el octavario de oración. En esta ocasión, a causa de la pandemia, no va a ser posible la celebración diocesana de oración conjunta que siempre organiza la Delegación de Ecumenismo y Relaciones Interreligiosas, aunque tanto a modo particular como en las distintas parroquias, se propone el siguiente itinerario de oración:
Día 1 (lunes 18): Llamados por Dios: «No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros» (Jn. 15, 16a).
Día 2 (martes 19): Madurar internamente: «Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros» (Jn. 15, 4a).
Día 3 (miércoles 20): Formar un solo cuerpo: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn. 15, 12b).
Día 4 (jueves 21): Orar unidos: «Ya no os llamaré siervos… A vosotros os llamo amigos» (Jn. 15, 15).
Día 5 (viernes 22): Dejarse trasformar por la Palabra: «Vosotros ya estáis limpios por la palabra…» (Jn. 15, 3).
Día 6 (sábado 23): Acoger a los demás: «Poneos en camino y dad fruto abundante y duradero» (Jn. 15, 16b).
Día 7 (domingo 24): Crecer en unidad: «Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos» (Jn. 15, 5a).
Día 8 (lunes 25): Reconciliarse con toda la creación: «Para que participéis en mi alegría y vuestra alegría sea completa» (Jn. 15, 11).
Monseñor López Llorente ha presidido la clausura del octavario de oración por la unidad de los cristianos, que se ha celebrado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de La Vall d’Uixó, en el que ha destacado que la unidad no es algo que vamos a lograr con nuestras propias fuerzas, sino “un don que Dios nos concederá, que hemos de suplicar constantemente. Dios sabe bien lo que necesitamos, pero –como dice san Agustín- cuando se lo pedimos, va brotando y creciendo en nosotros el deseo de lo que suplicamos, que –a su vez- nos lleva a convertirnos al Señor para que Él nos purifique de todo aquello que nos separa”, ha manifestado.
En el encuentro celebrado en la localidad de la Plana Baja, también han participado el Padre Nicolae Ionita, párroco Ortodoxo de Castellón, el Padre Agustín Malita, vicario de la Parroquia Ortodoxa de Vila-real y el Pastor de la Iglesia Evangélica, Comunidad en el Camino de La Alcora, Joseph Whitaker, bajo el lema “Actúa siempre con toda justicia” (Dt 16, 18-20), elegido este año por la comunidad de cristianos de Indonesia, una sociedad mayoritariamente musulmana en la que las confesiones cristianas son minoritarias y que, sin embargo, se han unido para trabajar en momentos de desolación, de terremotos, de inundaciones, para que los más necesitados no quedaran marginados.
El Obispo de Segorbe-Castellón ha tomado como ejemplo el caso indonesio para resaltar la justicia que los cristianos de todas las confesiones e iglesias hemos de tener con los más pobres, que nos invitan a unirnos para trabajar “en la atención de aquellos que menos tienen y para que se asiente, en el corazón de nuestros fieles, ese ser justos con aquellos que más lo necesitan”. Precisamente, Don Casimiro, ha centrado su intervención en la idea de justicia, de la que ha destacado tres perspectivas. En primer lugar, la justicia con Dios, al que debemos agradecer “los dones que hemos recibido, siguiendo sus caminos que llevan a la vida, que significa devolverle con corazón agradecido una parte de todo lo que nos ha otorgado”.
Junto con la ya mencionada justicia con los pobres, Monseñor López Llorente ha destacado una tercera dimensión de esta virtud: ser justos los unos con los otros, reconociendo que la iglesia católica, la iglesia ortodoxa y las comunidades protestantes, “hemos recibido unos dones que hemos de valorar, compartir, porque nos van a enriquecer”. Asimismo, el máximo representante de la iglesia católica en la diócesis de Segorbe-Castellón ha abogado por la necesidad de pedir perdón, de conocernos. “Muchas veces –ha resaltado- los prejuicios nos impiden acercarnos al otro para valorar, respetar, acoger y compartir. Ser justos los unos con los otros para poner nuestro granito de arena en ese camino hacia la unidad”.
Otras intervenciones
Por su parte, Nuno Vieira, delegado de Ecumenismo de la diócesis, ha destacado que “nuestra vocación como miembros del cuerpo de Cristo es perseguir y encarnar la justicia”, ya que “nuestra unidad en Cristo nos da fuerza para tomar parte en la lucha más extensa para promover también la dignidad de la vida, alabando al que nos une mientras abrimos el corazón al don de la unidad”.
El Padre Nicolae Ionita, párroco ortodoxo de Castellón, ha invocado en la oración de arrepentimiento la misericordia de Dios, que nos ha enseñado a actuar con justicia y por el que somos conscientes que, en nuestro ministerio, algunas veces actuamos injustamente con las personas que nos ha encomendado, dando prioridad a los que son más cercanos e ignorando a los pobres, a los oprimidos y usando mal los recursos de la Iglesia.
Asimismo, Joseph Whitaker, Pastor de la Iglesia Evangélica, Comunidad en el Camino de La Alcora, también durante la oración de arrepentimiento, ha implorado el perdón del Dios del amor porque, pese a que nos ha enseñado a amarnos los unos a los otros como signo de que somos sus discípulos, hemos fallado a la hora de vivir este mandamiento, considerando a los miembros de las otras iglesias como rivales, excluyendo a los que no comparten nuestro punto de vista y levantando entre nosotros muros que nos dividen. El acto de clausura del octavario de oración por la unidad de los cristianos ha concluido con la bendición del Obispo de Segorbe-Castellón y un ágape que ha servido como colofón a una semana de oración que comenzó el pasado 18 de enero en Torreblanca.
El Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos ha tenido una clausura excepcional con la participación por primera vez de católicos, ortodoxos rumanos, ortodoxos rusos y protestantes. Los fieles cristianos han llenado el templo de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Benicasim. El Obispo ha invitado a que “cada cual ponga su grano de arena necesario para promover el conocimiento mutuo, el diálogo y gestos de unidad como el que estamos haciendo”.
A partir del 18 de enero comienza el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Después de la buena experiencia del año pasado, en esta ocasión la Delegación Diocesana de Ecumenismo ha vuelto a organizar tres encuentros con la iglesia ortodoxa rumana. Las sedes serán Torreblanca para la apertura, Castellón el domingo y Benicasim en la fiesta de la conversión de San Pablo.
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