Más de una treintena de jóvenes, se unen por Ucrania en Torreblanca
Fue este pasado domingo en la Iglesia de San Bartolomé, en Torreblanca, donde 35 jóvenes procedentes de diferentes parroquias de nuestra Diócesis (Vila-real, Almassora, Benicarló, Benicàssim, Castellón y Cabanes, entre otros) se citaron en la Misa dominical de las 12.00h.
Al finalizar la celebración, en hermandad, prepararon la comida, a cargo de D. David Escoín, vice-consiliario de Cursillos de Cristiandad y responsable de jóvenes.
Aprovechando la presencia del vicario de la parroquia, el padre Sergiy Znac, sacerdote greco-católico, recién llegado a Torreblanca, los jóvenes tuvieron la oportunidad de participar en una tertulia que sirvió para tomar conciencia sobre la situación eclesial, política y social de Ucrania, así como los grandes problemas y dificultades que ahora mismo sufren poblaciones enteras. El Padre Sergiy accedió con entusiasmo a contestar a las preguntas suscitadas por el tema y constató con gran satisfacción el interés que estos jóvenes demostraron por su pueblo, gente y cultura.
Igual que en muchas parroquias de la Diócesis, Torreblanca está recaudando material sanitario, necesario para atender a las víctimas de la guerra. De hecho, tras la comida, que se celebró en los salones parroquiales, los jóvenes se animaron a regresar a la Iglesia y participar en la preparación de todo el material sanitario y medicamentos que será enviado a Ucrania.
Tal como asegura el Revdo. D. Nuno Vieira, Párroco de Torreblanca, «cuando se pone en causa la capacidad de los jóvenes en adherir a los grandes ideales de humanidad y caridad, algunos nos pueden llegar a sorprender, pues gracias a su fe en Jesús, el amigo de los hombres y mujeres de todos los tiempos, no se quedan indiferentes al sufrimiento y al dolor de otros, plenamente conscientes de que mañana, nos podría ocurrir a nosotros». En este sentido, puso en valor la capacidad de las nuevas generaciones, invitando a todos los adultos a poner más confianza en los proyectos que los jóvenes llevan a cabo.
La Jornada de domingo se convirtió en evangelio vivo. Las tentaciones del diablo a Jesús, las mismas que hoy experimentamos (afirmación del ego, la búsqueda del reconocimiento público, el afán de dominio sobre los demás…) dio lugar a la participación en el banquete a la mesa de Maestro, a la confraternización en la mesa de los hombres y en el amor al servicio de los que combaten por su libertad, y por la nuestra, en el campo de batalla, y la de las mujeres y niños que huyen de los horrores de la guerra.