En un acto que se celebró ayer tarde en la S. I. Catedral Basílica de Segorbe, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ha puesto en valor el importante legado histórico de fe que representa la muestra. La Exposición «Germen y Diseño» se ha organizado por la Comisión Diocesana del 775º Aniversario de la creación de la Sede Episcopal de Segorbe y de la mano de la Delegación Diocesana de Patrimonio Cultural.
D. Casimiro presidió la inauguración, en compañía del Cabildo Catedral, de las autoridades locales y de fieles y peregrinos que se sumaron al acto.
Fue el Cabildo Fabriquero y Párroco de Altura, Rvdo. D. Juan Manuel Gallent, quien expuso que el objeto de la muestra es «exponer las obras de arte sacro más destacadas del importante patrimonio religioso diocesano con un carácter eminentemente pastoral».
De esta forma la exposición incluye diversos elementos que han ido construyendo nuestra Diócesis. Respecto al contenido de la muestra, “trata de acercar el ser, el hacer y la misión que tenemos todos los que formamos parte de la Iglesia diocesana”. De esta forma se puede ver y conocer la narración y el sentido de cómo la Palabra ha sido acogida, difundida y realizada a lo largo de la comunión diocesana durante siglos.
El recorrido de la exposición comienza a los pies del coro frente al pasillo de la nave central y se va recorriendo por cada una de las capillas laterales, estando dividida en cinco capítulos, con una introducción y un epílogo.
En el día de ayer, D. Casimiro recorrió la muestra al tiempo que D. David Montolio, miembro de la Delegación Diocesana de patrimonio Cultural, ofrecía una explicación de las obras que incluye la muestra entre las que destaca la Bula «Pie Postulatio» de Inocencio IV procedente del Archivo de Albarracín, y muchas obras que nunca han formado parte de ninguna exposición.
Es por ello que la Exposición Histórica se concibe como una oportunidad para descubrir los diferentes elementos que han ido construyendo nuestra Diócesis para vivir este Jubileo como un acontecimiento de marcado carácter y sentido pastoral, poniendo en valor la memoria histórica y mirar al presente siendo parte viva de la Iglesia que camina en Segorbe-Castellón.
Tras el recorrido, el Obispo de Segorbe-Castellón tuvo palabras de reconocimiento a la Comisión Diocesana del 775º Aniversario, así como al trabajo realizado por los responsables de la organización de la Exposición porque “expone y da a conocer a todos los visitantes y peregrinos, el importante legado a través de las piezas artísticas y documentales más destacadas del patrimonio religioso de nuestra Diócesis». También dedicó palabras de agradecimiento por la generosidad de Dª. Josefina Granell Vernia, que estuvo presente en el acto,»por la donación de algunas de las piezas que se pueden contemplar en la Exposición».
D. Casimiro resaltó que el conjunto invita a «sentirse parte de la Iglesia Diocesana». «No se ama lo que no se conoce», dijo el Obispo, y la muestra «nos ayuda a conocer la Iglesia Diocesana más allá del territorio, es decir, conocerla como una comunidad que surgió hace 775 años y se ha ido modificando a través de la historia, pero que se ha mantenido en torno a la sede episcopal como porción del Pueblo de Dios, que es lo que garantiza la eclesialidad y nuestra unión con el origen, es decir, con Jesucristo y con la Sucesión Apostólica que está reflejada en la Sede Episcopal».
Tras la inauguración de la Exposición se celebró la Eucaristía que estuvo precedida del rezo de las Vísperas y presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente.
La Exposición se puede visitar en el Museo Catedral, con la entrada del Museo, hasta la finalización del Año Jubilar, en horario de mañana, de 11 h. a 13:30 h., y con entrada libre en horarios de culto. Permanecerá cerrada los lunes, y para concertar visitas se puede escribir al correo electrónico: visitacultural@catedraldesegorbe.com.
La S.I. Catedral de Segorbe acoge, desde el próximo 24 de abril, la Exposición Histórica “Germen y Diseño” con motivo del Año Jubilar Diocesano por el 775º Aniversario de la creación de la sede Episcopal en Segorbe. Así, el acto de inauguración tendrá lugar el próximo domingo, día 24 de abril, a las 18 h., al que asistirá nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Según ha explicado D. David Montolío, de la Delegación Diocesana de Patrimonio Cultural, la exposición tiene como objetivo “exponer y dar a conocer a todos los visitantes y peregrinos, a través de las piezas artísticas y documentales más destacadas del importante patrimonio religioso diocesano, la efeméride del Año Jubilar, de los 775 años de la Sede Episcopal en Segorbe y de su Catedral”. Es este “un acontecimiento al que nos acercamos con un marcado carácter y sentido pastoral, descubriendo los diferentes elementos que han ido construyendo nuestra diócesis”, añade.
En relación al contenido de la muestra, “trata de acercar el ser, el hacer y la misión de la Iglesia que camina en Segorbe-Castellón”, y “podremos ver y conocer, a través de paneles y la mejor colección de arte sacro de la Catedral y nuestra Diócesis, la narración y el sentido de cómo la Palabra ha sido acogida, difundida y realizada a lo largo de la comunión diocesana durante siglos”.
Está dividida en cinco capítulos, con una introducción y un epílogo, y se podrá visitar en el Museo Catedral, con la entrada del Museo, hasta la finalización del Año Jubilar, en horario de mañana, de 11 h. a 13:30 h., y con entrada libre en horarios de culto. Permanecerá cerrada los lunes, y para concertar visitas se puede escribir al correo electrónico: visitacultural@catedraldesegorbe.com
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor. «Este es el día en que actuó el Señor».
Carta del Obispo, D. Casimiro: “¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!”.
La Diócesis de Segorbe-Castellón inaugura el Año Jubilar Diocesano con la apertura de la Puerta Santa de la S.I. Catedral de Segorbe.
Entrevista a D. Antonio Sanfélix, Delegado diocesano para la Liturgia y la Espiritualidad, sobre los símbolos y la concesión de gracias otorgada por la Iglesia en este Jubileo.
Segorbe, S. I. Catedral-Basílica, 12 de abril de 2022
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(Is 61,1-3ª.6ª.8b-9; Sal 88; Apo 1,5-8; Lc 4,16-21)
1. «La gracia y la paz de parte deJesucristo, el testigo fiel» (cf. Ap 1,5-6),sea con todos vosotros, hermanas y hermanos en el Señor. Os saludo con emoción y afecto a todos vosotros, queridos sacerdotes, Cabildos Catedral y Concatedral, Vicarios General y Episcopales, diáconos permanentes y seminaristas, religiosos y religiosas, consagrados en general y laicos. Mi saludo agradecido y respetuoso a las autoridades y representaciones que han tenido a bien acompañarnos en un día tan señalado para nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón. Saludo también a cuantos os habéis unido a nuestra celebración a través de la TV, en especial para los enfermos, ancianos e impedidos a salir de sus casas.
Convocados para la Misa Crismal
2. Nos encontramos reunidos en nuestra Catedral diocesana en Segorbe, la iglesia-madre de todas las demás iglesias de la diócesis. Esta es la casa de Dios, la morada visible de Dios entre los hombres; y esta es también la casa de nuestra comunidad diocesana, llamada a ser morada de Dios entre los hombres, presencia transparente de su amor, de su misericordia y de su Salvación para todos.
Hemos sido convocados por Jesucristo en torno a la mesa de la Palabra y la Eucaristía para consagrar el santo Crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Recordemos que con el Crisma, aceite perfumado que representa al Espíritu Santo, son ungidos quienes reciben el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal; y con el óleo de los catecúmenos son ungidos quienes reciben el bautismo y con el de los enfermos quienes sufren grave enfermedad o las personas mayores.
Y la apertura del Año Jubilar Diocesano
3. Y con esta Misa inauguramos el Año Jubilar diocesano para conmemorar el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en esta Ciudad por Inocencio IV tal día como hoy del año 1247, origen de nuestra Iglesia diocesana, hoy de Segorbe-Castellón.
Con profunda alegría nos unimos hoy al salmista para cantar “eternamente las misericordias del Señor” (Ps 88), porque “Dios ha estado grande con nosotros, y estamos alegres” (Ps 125). A Dios le damos gracias porque nos ha elegido para ser su Iglesia diocesana; gracias le damos por todos los dones recibidos a lo largo de estos casi ocho siglos de historia: dones y testimonios de santidad, en algunos casos hasta el martirio; dones y obras de evangelización, de santificación y de caridad hacia los más pobres y necesitados; y obras de patrimonio y de cultura, signos y frutos de la fe cristiana.
Nuestro Jubileo es un Año de gracia de Dios. En este tiempo, Dios derramará gracias especiales y abundantes sobre toda nuestra Iglesia diocesana, en especial, el perdón de nuestros pecados y la Indulgencia plenaria; gracias que Dios nos concede para impulsar nuestra conversión personal y nuestra purificación personal y la de nuestras comunidades, gracias para la renovación pastoral y de conversión a la misión de toda nuestra Iglesia. Sólo abriendo nuestro corazón a Dios y su gracia recuperaremos lo que con nuestras solas fuerzas no podemos alcanzar: la amistad de Dios y su gracia. Esta es la fuente de la que hemos de beber siempre para ser una Iglesia viva, santa y misionera, en sus miembros y comunidades.
¿Cómo vivir este Jubileo? Con fe confiada, humildad agradecida y esperanza renovada, acogiendo la Palabra de Dios que hemos proclamado y el profundo significado de esta Misa Crismal para los bautizados, las comunidades eclesiales y toda nuestra Iglesia.
En el Evangelio de hoy acabamos de escuchar. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 20,18-19). Estas palabras del profeta Isaías, proclamadas por Jesús aquel sábado en la sinagoga de Nazaret, se refieren, en primer lugar, a Jesús mismo y a su misión mesiánica. “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”, dice Jesús. Y valen también para nosotros. Cristo mismo glorificado a la derecha del Padre sigue enviando el Espíritu Santo sobre las personas, las comunidades y sobre toda la Iglesia. El “hoy” de que habla el Evangelio no pasa, es permanente y siempre actual: porque todos nosotros, los bautizados, hemos sido también ungidos y enviados; somos partícipes de la unción y misión de Cristo. Me detendré en tres palabras del Evangelio: Espíritu Santo, unción y envío.
Dóciles a la acción del Espíritu Santo.
4. En primer lugar, el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que está en Jesús de Nazaret y lo ha ungido, este mismo Espíritu desciende hoy de nuevo sobre el óleo perfumado para hacerlo sacramento de la plenitud de vida cristiana para los que serán bautizados y confirmados. El Espíritu Santo desciende así hoy de nuevo también sobre toda nuestra Iglesia diocesana.
El Espíritu Santo es el principio de vida de cada bautizado y de toda nuestra Iglesia. Él es quien nos perdona los pecados y por el que renacemos a la Vida misma de Dios por Cristo. Él es quien nos convierte, renueva y santifica; quien crea y fortalece nuestra unión con Dios y con los hermanos. El es quien nos incorpora a la Iglesia, a esta Iglesia diocesana y nos hace sentirla como propia, como nuestra familia, como la familia de los hijos e hijas de Dios que peregrina en Segorbe-Castellón. El Espíritu Santo es el creador de la unidad y de fraternidad. Distribuye ministerios y carismas distintos para el bien de todo el pueblo de Dios. El Espíritu es quien nos alienta y nos muestra los caminos en nuestra misión de evangelizar y de santificar; quien nos impele a mostrar el amor y la misericordia de Dios a todos, en especial a los más débiles y necesitados. El poder del Espíritu fecunda y alienta hoy de nuevo a esta Iglesia nuestra en su vida y su misión. Seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo en cada uno nosotros y en nuestra Iglesia diocesana.
Como bautizados: ungidos y consagrados por el Espíritu Santo.
5. En segundo lugar, la unción. Jesús de Nazaret es el Ungido por el Espíritu Santo, por excelencia y sin parangón, porque, como Hijo de Dios, está unido desde la eternidad al Padre y al Espíritu Santo. También los bautizados somos ungidos en nuestro bautismo por el Espíritu Santo con el Crisma, y consagrados como “templos del Espíritu Santo”. El Espíritu habita en nosotros. Como ungidos y consagrados, todos los cristianos estamos llamados a dejar que la fe y la nueva vida de Dios, recibidas en el Bautismo, exhalen el perfume de un vida santa por el buen olor de las buenas obras. Toda nuestra Iglesia, todos los cristianos, de cualquier estado o condición, estamos llamados a la santidad, es decir, a la plenitud de vida cristiana y a la perfección del amor (LG 40). Todos los cristianos, por el bautismo, participamos del sacerdocio del Señor y estamos llamados a ofrecernos con él, a ofrecer nuestra persona y nuestra existencia por la salvación del mundo. En nuestro bautismo hemos sido ungidos y consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales.
Si somos humildes y sinceros, reconoceremos que, de un modo u otro, todos alguna vez no hemos correspondido a esta llamada amorosa de Dios a ser sus hijos, a ser piedras vivas de su templo, de su Iglesia. El Jubileo es una ocasión para recuperar la frescura de nuestra unción bautismal y la belleza de nuestro bautismo. Estamos llamados a ser piedras vivas de este templo de Dios vivo, que es nuestra Iglesia y que el Espíritu va edificando en medio del mundo. Como criaturas nuevas, somos convocados a vivir la belleza de una vida auténtica en el seguimiento de Jesús, a dejarnos purificar de todo pecado, de toda mundanidad, de toda tibieza. Dejémonos encontrar o reencontrar por el Señor Jesús; dejémonos renovar por el Espíritu Santo; vivamos con alegría nuestra condición de cristianos y nuestra pertenencia a esta Iglesia de Jesús de Segorbe-Castellón.
Para salir a misión
6. Y, por último, el envío y la misión. Las palabras de Isaías que Jesús lee en la sinagoga de Nazaret y esta Misa tocan el corazón mismo de nuestra Iglesia diocesana, que ha sido convocada para ser enviada a la misión. El Crisma con el que somos ungidos en el bautismo nos recuerda que todos los bautizados participamos de la unción del Señor y que todos estamos enviados como él a evangelizar, a llevar al mundo la vida, el amor y la misericordia de Dios. Nuestra unción bautismal es para la misión. La consagración hoy el santo Crisma, nos ofrece la oportunidad de recordar la unción en nuestro bautismo. Le pedimos al Señor que avive en nosotros la consciencia de que hemos sido ungidos y enviados a anunciar el Evangelio a los pobres de pan, de cultura y de Dios: a abrir los ojos a los ciegos en el espíritu, a curar los corazones desgarrados, a liberar a los cautivos, a anunciar el año de gracia del Señor. Un don precioso y una tarea hermosa. Seamos discípulos misioneros del Señor; pero no en solitario, sino caminando juntos como Iglesia del Señor.
Sabemos que hoy son muchos los desafíos y las dificultades para la evangelización; el mundo actual es cada día más refractario a Dios, a Cristo y al Evangelio. Pero los desarrollos tecnológicos y sociales plantean posibilidades que no logramos aprovechar. Los destinatarios de la evangelización se multiplican dentro y fuera de nuestra Iglesia. La mies es mucha; la mies es cada vez mayor. Pero pensemos en nosotros llamados con urgencia a evangelizar. La pregunta sobre cómo evangelizar, cómo transmitir la fe hoy, se convierte en una pregunta sobre nuestra Iglesia. El Señor nos pregunta esta mañana: ¿Qué dices de ti, Iglesia de Segorbe-Castellón? ¿Cómo estás viviendo tu ser ‘morada de Dios entre los hombres? ¿Cómo te sitúas hoy en el contexto social y cultural que te toca vivir? Urge interrogarnos juntos y con sinceridad, entre otras cosas, si estamos evangelizando; si somos capaces de salir de nosotros mismos y conectar con el mundo con nuevas actitudes, con un estilo nuevo y con un renovado ardor; y si estamos convencidos de que anunciar a Jesucristo y el Evangelio es el mejor regalo que podemos hacer a los hombres y mujeres de hoy y a la sociedad. Al salir a la misión hemos de respaldar nuestra palabra con el testimonio humilde de unas comunidades fraternas y de un presbiterio fraterno; y mostrar que es posible amar con un amor verdadero y con la alegría que brota del encuentro con el Resucitado. El Espíritu del Señor está en nosotros y nos alienta y urge a salir a la misión. Dejémonos conducir por el Espíritu Santo.
Los sacerdotes: Ungidos para ser servidores del Pueblo de Dios
7. Queridos sacerdotes: las palabras que estamos meditando conciernen a todos los bautizados, pero resuenan en nuestro corazón de modo específico y personal. El día de nuestra ordenación recibimos una unción especial, para ser pastores, en nombre y representación de Jesús, el Buen Pastor. El nos llama a ser servidores del Pueblo de Dios que peregrina en Segorbe-Castellón. Estamos llamados a servir a todos los bautizados para que vivan su unción y su envío bautismal. Ellos necesitan y reclaman nuestro testimonio y apoyo para hacer de su vida una ofrenda a Dios y una entrega a los demás en la vocación concreta de cada uno; en una palabra, estamos llamados a servir para que nuestros bautizados sean discípulos misioneros del Señor, para que toda nuestra Iglesia diocesana, en sus miembros y comunidades sea misionera.
En breves momentos vamos a renovar nuestras promesas sacerdotales. Para ser servidores de la unción bautismal de los fieles, los pastores debemos dar un testimonio coherente de vida, de fraternidad sacerdotal y de comunión en la fe y la misión con toda nuestra Iglesia diocesana. Evitemos caer en el individualismo, la rutina, la mediocridad o la tibieza, que matan toda clase de amor. Estemos atentos a las necesidades de cada comunidad cristiana y seamos fieles a la misión de anunciar a todos el Evangelio.
8. Acojamos y vivamos con gratitud este Año de gracia que Dios nos concede para nuestra renovación personal y comunitaria. Que Dios nos conceda la gracia de crecer en comunión para salir a la misión. Así se lo pido al Señor por intercesión de nuestros santos Patronos, la Virgen de la Cueva Santa y San Pascual Bailón. Amén
Hoy se cumplen 775 años de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe, concedida por medio de la Bula Pie Postulatio de Inocencio IV. Así, desde primera hora de esta mañana, en los alrededores del templo, empezaban a acudir fieles procedentes de diferentes arciprestazgos, así como una importante representación política, militar, empresarial y social de nuestra Diócesis.
A las 11.00 h., Segorbe ha acogido la celebración del Rito de apertura de la Puerta Santa de la S.I. Catedral y la Santa Misa Crismal, uniendo ambas celebraciones por el profundo significado que tiene esta Misa para la Iglesia diocesana. Tal como avanzó nuestro Obispo en su carta semanal, publicada del pasado Domingo de Ramos, la Misa Crismal supone la reunión de la comunidad diocesana en la Catedral, como Iglesia Madre, haciéndolo en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, para consagrar el santo Crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que se usarán en los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del orden sacerdotal.
La Catedral de Segorbe, como sede de la cátedra del Obispo y signo de su sucesión apostólica, es la casa de toda la familia diocesana formada por todos los bautizados. En la Santa Misa Crismal, presidida por D. Casimiro, se han hecho presentes las distintas vocaciones que conformamos la Iglesia del Señor de Segorbe-Castellón: sacerdotes, diáconos, consagrados, laicos, matrimonios y las familias, estando todos llamados a «crecer en la comunión para salir a la misión«, tal como reza el lema de este Año Jubilar.
Poco antes de las 11 h. daban comienzo los prolegómenos en la Iglesia del Seminario Menor Diocesano de Segorbe. Nuestro Obispo se ha dirigido a la asamblea en el inicio – ha dicho – «de esta peregrinación a la Santa Iglesia Catedral, como lo harán a lo largo de este año los fieles de nuestras comunidades, guiados por la Palabra de Dios e invocando la intercesión de los santos». Tras la oración inicial en la que D. Casimiro ha invocado a Dios Padre que conceda a su Pueblo «la alegría del Espíritu y acoja con esperanza renovada la proclamación de este año de gracia». Se ponían así, «en camino en el nombre de Cristo», dando inicio a la solemne procesión hacia la Catedral, precedida por el turiferario, la cruz y los ciriales, fieles laicos, seminaristas, el diácono con el Evangeliario, los presbíteros y, finalmente el Obispo, mientras se cantaban las letanías de los santos hasta llegar ante la Puerta Santa.
Apertura de la Puerta Santa
Al llegar a la Puerta Santa D. Casimiro se ha dirigido al Pueblo para anunciar la inauguración del Año Jubilar Diocesano que será, para toda la Iglesia diocesana, «una experiencia particularmente profunda de gracia y de misericordia divina que se prolongará hasta su clausura el 16 de Abril de 2023».
Abridme las puertas de la salvación.
Y entraré para dar gracias al Señor.
Este es el día en que actuó el Señor.
Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Esta es la puerta del Señor.
Los vencedores entrarán por ella.
Antes de cruzar la Puerta Santa, mientras el júbilo de la celebración se hacía patente con el repicado de las campanas, el Obispo de Segorbe-Castellón, ha orado de rodillas unos minutos para, a continuación elevar el Evangeliario, tras lo que ha dado comienzo la procesión hacia el Altar mientras se interpretaba el Himno del Año Jubilar: He aquí la morada de Dios» de la mano de la Capilla Musical de la Catedral y el Coro del Santo Ángel de La Vall d´Uixó, acompañados por una orquesta creada «ad casum» y el organista de la Catedral.
Liturgia de la Palabra
El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, y darles un perfume de fiesta.
Tras la antífona de entrada se daba paso a la primera lectura. A través del profeta Isaías (61, 1-3a. 6a. 8b-9), los participantes en la celebración advertían la importancia de la celebración para los sacerdotes, a quienes el Señor «ha ungido», siendo enviados «para dar la buena noticia (…), para proclamar un año de gracia del Señor», siendo llamados «Sacerdotes del Señor», tras lo que se ha entonado el Salmo (88, 21-22. 25 y 27): «Cantaré eternamente tus misericordias, Señor».
Nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios Padre
El Libro del Apocalipsis (1,5-8) concedía «la gracia y paz de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra» (…) y ha precedido la Proclamación de la Palabra según san Lucas (4,16-21), que anticipaba la renovación de las promesas de los sacerdotes que se iba a producir a continuación en el diálogo que ha establecido nuestro Obispo con los presbíteros, uniéndose así más fuertemente a Cristo, renunciando a sí mismos y reafirmando la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptaron el día de su ordenación sacerdotal para el servicio de la Iglesia.
Convocados por Jesucristo
Con estas palabras ha dado comienzo la homilía de nuestro Obispo en este día de especial alegría para toda la Iglesia diocesana, en que reunidos «en torno a la mesa de la Palabra y la Eucaristía», acudimos a la casa de Dios, «nuestra Catedral diocesana en Segorbe, madre de todas las demás iglesias de la Diócesis» que es «presencia transparente de su amor, de su misericordia y de su Salvación para todos», ha resaltado D. Casimiro. Y hemos sido convocados para «para consagrar el santo Crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos (…) e inaugurar el Año Jubilar diocesano».
Las palabras del Obispo lo han sido para expresar el sentimiento de «profunda alegría» que se ha hecho patente al cantar «eternamente las misericordias del Señor» junto al salmista. Palabras de agradecimiento «a Dios porque nos ha elegido para ser su Iglesia diocesana», poniendo especialmente en valor, «los dones recibidos a lo largo de estos casi ocho siglos de historia». Igualmente se ha referido a «las obras de evangelización, de santificación y de caridad hacia los más pobres y necesitados».
En respuesta a todo ello, el Jubileo, ha resaltado D. Casimiro, «es un Año de gracia de Dios» y un tiempo en el que el Señor «derramará gracias especiales y abundantes sobre toda nuestra Iglesia diocesana, en especial el perdón de nuestros pecados y la Indulgencia plenaria». Un tiempo de gracia, ha dicho, «para impulsar nuestra conversión y purificación personal y de nuestras comunidades».
Vivir el Jubileo
El Obispo de Segorbe-Castellón nos ha exhortado a vivir el Año Jubilar desde «a Palabra de Dios y desde el profundo significado de esta Misa Crismal», enfatizando las palabras del Evangelio proclamado que «hoy es permanente y siempre actual: porque todos nosotros, los bautizados, hemos sido también ungidos y enviados; somos partícipes de la unción y misión de Cristo».
Tres han sido las palabras que han resonado con fuerza en la homilía de D. Casimiro: «Espíritu Santo, unción y envío». El mismo «Espíritu Santo» que ha ungido a Jesús de Nazaret, «desciende hoy de nuevo sobre el óleo perfumado para hacerlo sacramento de la plenitud de vida cristiana para los que serán bautizados y confirmados y también sobre toda nuestra Iglesia diocesana», ha dicho el Obispo. Es el Espíritu Santo, ha proseguido, «quien nos incorpora a esta Iglesia diocesana y nos hace sentirla como propia, como nuestra familia (…) y distribuye ministerios y carismas distintos para el bien de todo el pueblo de Dios (…) nos alienta y nos muestra los caminos en nuestra misión de evangelizar y de santificar». Así nos ha exhortado a «ser dóciles a la acción del Espíritu Santo» que con su poder «nos alienta a mostrar el amor y la misericordia de Dios a todos».
La «unción» del Espíritu Santo, se extiende sobre los bautizados, ha resaltado nuestro Obispo, y «consagrados como templos del Espíritu Santo que habita en nosotros» estando llamados «a dejar que la fe y la nueva vida de Dios, recibidas en el Bautismo, exhalen el perfume de un vida santa por el buen olor de las buenas obras». Porque todos los cristianos «estamos llamados a la santidad, la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor». De esta forma nos ha invitado a ser «humildes y sinceros» reconociendo nuestra falta de correspondencia a la llamada de Dios y así aprovechar el Jubileo «para recuperar la frescura de nuestra unción bautismal para ser piedras vivas de su templo (…) dejándonos encontrar o reencontrar por el Señor Jesús y renovar por el Espíritu Santo para vivir con alegría nuestra condición de cristianos y nuestra pertenencia a esta Iglesia de Jesús de Segorbe-Castellón».
Retomando las palabras del profeta Isaías, como Padre y pastor, nuestro Obispo nos ha recordado que la Iglesia diocesana ha sido convocada para ser enviada a la «misión». De esta forma, «con el Crisma con el que somos ungidos en el bautismo participamos de la unción del Señor y todos estamos enviados como él a evangelizar, a llevar al mundo el amor y la misericordia de Dios», invitándonos a ser «discípulos misioneros del Señor caminando juntos como Iglesia».
No ha sido ajeno a «los desafíos y dificultades» a las que nos enfrentamos en el tiempo actual en que los destinatarios de la evangelización se multiplican dentro y fuera de nuestra Iglesia. Y siendo «la mies cada vez mayor», nos ha interpelado sobre «cómo evangelizar y transmitir la fe hoy», invitándonos a hacerlo «juntos y con sinceridad» siendo capaces «de salir de nosotros mismos y conectar con el mundo con nuevas actitudes, con un estilo nuevo y con un renovado ardor (…) estando convencidos de que anunciar a Jesucristo y el Evangelio es el mejor regalo que podemos hacer a los demás».
También ha tenido palabras para los sacerdotes llamados «a ser servidores del Pueblo de Dios que peregrina en Segorbe-Castellón» y que, tras la homilía, han renovado sus promesas sacerdotales, estando «llamados a servir para que nuestros bautizados sean discípulos misioneros del Señor, para que toda nuestra Iglesia diocesana, en sus miembros y comunidades sea misionera», les ha anticipado D. Casimiro. También les ha exhortado a «dar un testimonio coherente de vida, de fraternidad sacerdotal y de comunión en la fe y la misión con toda nuestra Iglesia diocesana» evitando «caer en la rutina, la mediocridad o la tibieza, que matan toda clase de amor» y estando «atentos a las necesidades de la comunidad cristiana y fieles a la misión de anunciar a todos el Evangelio».
Las palabras finales de nuestro Obispo lo han sido de invitación al conjunto de los presentes y a aquellos que han seguido la ceremonia a través de los canales de televisión que la han retransmitido (Trece Tv, La 8 Mediterráneo y Medi Tv) para acoger y vivir «con gratitud este Año de gracia que Dios nos concede para nuestra renovación personal y comunitaria» pidiendo a Dios «la gracia de crecer en comunión para salir a la misión».
Liturgia Eucarística
Tras la renovación de las promesas sacerdotales se ha dado paso a la procesión de ofrendas de las vasijas del óleo de los catecúmenos, el óleo de los enfermos y el óleo del crisma, a lo que seguía el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, que han sido recibidos y bendecidos por el obispo para que «aquellos, cuyos cuerpos van a ser ungidos con él, sientan interiormente la unción de la bondad divina y sean dignos de los frutos de la redención».
La celebración ha continuado como de costumbre hasta los ritos finales en los que se ha rezado la Oración del Año Jubilar:
Señor, Padre de misericordia, te damos gracias
por el don de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo, nuestro Dios y Señor,
en nuestra diócesis de Segorbe-Castellón.
Y por todas las gracias recibidas en estos siglos de fe cristiana,
de manera singular, por tantos testimonios heroicos de santidad
y de fidelidad a la fe hasta el derramamiento de la sangre.
Te pedimos perdón
por no haber sabido responder siempre a tu Palabra
en el seguimiento de tu Hijo Jesucristo
y en el servicio a nuestros hermanos.
Envía tu Santo Espíritu sobre esta Iglesia,
para que este Año Jubilar
sea un tiempo de gracia,
de memoria agradecida del pasado,
de purificación y renovación personal y pastoral,
y de crecimiento en la comunión,
que nos anime en la esperanza
y nos aliente a salir juntos a la misión
de llevar a todos la alegría del Evangelio.
Te lo pedimos por intercesión de María,
la Virgen de la Cueva Santa, nuestra madre piadosa
y de san Pascual Bailón, nuestro patrono,
testigo vivo de amor a la Eucaristía,
fuente y cima de la vida de la Iglesia.
Que por tu misericordia lleguemos un día
a contemplarte eternamente en tu Reino. Amén.
Bendición Apostólicacon indulgencia plenaria
La ceremonia ha finalizado con la Bendición Apostólica de manos de D. Casimiro quien, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, como Obispo de la Santa Iglesia de Segorbe-Castellón, en nombre del Romano Pontífice ha impartido la bendición con indulgencia plenaria a todos los presentes que hayan manifestado verdadero arrepentimiento, se hayan confesado y hayan recibido la Sagrada Comunión.
La ceremonia ha sido retransmitida en directo por Trece Tv, La 8 Tv y Mediterráneo Tv, así como por el canal de YouTube de la Diócesis. De esta forma, tal y como está establecido los fieles, que por edad o enfermedad, no hayan podido acudir a la celebración, podrán haber alcanzado la indulgencia plenaria en su propia casa habiendo cumplido los requisitos:
están arrepentidos de los pecados cometidos y tienen sincero deseo de no pecar más;
han cumplido con las 3 condiciones generales (confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa) ;
se han unido espiritualmente a la celebración y peregrinación jubilar, ofreciendo a Dios sus oraciones y sufrimientos.
Programación del Año Jubilar Diocesano
Arranca hoy un año de júbilo y celebración. Un año de agradecimiento al importante legado histórico de fe, pero también para mirar al presente, como ha dicho nuestro Obispo, y dejarse renovar y purificar, a nivel personal, comunitario y pastoral «que nos aliente a salir a la misión, con la fuerza del Espíritu Santo, para llevar a todos la alegría del Evangelio”. Por todo ello se ha organizado una amplia programación de actividades cuya próxima cita será el próximo domingo, 24 de abril, coincidiendo con el Domingo de la Misericordia, con la inauguración oficial de la Exposición Histórica «Germen y Diseño» que se ubicará en el Museo de la misma Catedral y se podrá visitar desde el día de su inauguración hasta la finalización del Año jubilar.
Este «lunes Santo», el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón ha invitado a todos los diocesanos a participar en la apertura del Año Jubilar Diocesano que se celebrará mañana, en la S.I. Basílica Catedral de Segorbe a las 11.00 de la mañana. Lo ha hecho en el transcurso de la entrevista que ha concedido al director de la Cadena Cope de Castellón, Raul Puchol.
Mañana se cumplen 775º años de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe, concedida por medio de la Bula Pie Postulatio de Inocencio IV. D. Casimiro ha explicado que, pese a que habitualmente la Misa Crismal se celebra cada año el Lunes Santo, este año, «por la cercanía de la efeméride y por el significado de la Misa Crismal, se decidió unir ambas celebraciones». Así, mañana a las 11.00 h., la Catedral de Segorbe acogerá la celebración del Rito de apertura de la Puerta Santa de la Iglesia Catedral y la Santa Misa Crismal, durante la cual se consagra el santo Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que se usarán en los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del orden sacerdotal.
A lo largo de la entrevista, D. Casimiro, respondiendo a las preguntas de su interlocutor, ha valorado también la importancia de la participación en los actos litúrgicos que se van a celebrar a partir del próximo Jueves Santo. Estos días previos, ha dicho, «nos llevan a la celebración del Triduo Pascual» que comenzará con la Misa vespertina del Jueves santo para rememorar la institución de la Eucaristía, para celebrar la «pasión y muerte del Señor el Viernes Santo, llegar al Sábado Santo en una jornada que lo es de silencio y oración hasta la celebración de la «Vigilia Pascual en la víspera de la Pascua de Resurrección».
También ha habido tiempo para valorar la «importante labor» que está realizando la Comisión de ayuda a Ucrania creada por el propio Obispo tras la invasión de Rusia a Ucrania y que de momento ha hecho posible que se hayan hecho dos envíos considerables (uno desde la Cáritas Interparroquial de Burriana y otro desde Cáritas Diocesana) de material sanitario, alimentos de primera necesidad, ropa y calzado. Del mismo modo ha agradecido los donativos que se han hecho llegar a las cuentas bancarias que gestiona Cáritas Diocesana y que son muestra de «la caridad y humanidad de la Diócesis para socorrer a los más necesitados que, en estos momentos, están sufriendo las consecuencias de la guerra».
La entrevista completa en este enlace de Cadena Cope
El próximo 12 de abril comienza el Año Jubilar diocesano, «Un regalo del amor de Dios».
Carta del Obispo, D. Casimiro: “Comienza el Año Jubilar Diocesano”.
La Procesión Diocesana de Semana Santa recorre las calles de l’Alcora.
D. Casimiro nos exhorta a «acoger el abrazo, el perdón y la Misericordia de Dios que sale a nuestro encuentro» durante la celebración de las «24 horas para el Señor».
Entrevista a David Montolío, Miembro de la Delegación Diocesana de Patrimonio, con motivo de la Exposición «Germen y diseño» en el Año Jubilar.
Nos disponemos a inaugurar el Año Jubilar diocesano para conmemorar el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, y con ello el origen de nuestra Iglesia diocesana. La apertura tendrá lugar el próximo día 12 abril, fecha de la Bula de Inocencio IV por la que se creaba realmente la sede episcopal, y lo haremos con la celebración de la Misa Crismal en la Catedral de Segorbe. Nos ha parecido muy oportuno unir ambas celebraciones por el profundo significado que tiene la Misa crismal en la Catedral para nuestra Iglesia diocesana.
La Misa Crismal es, en efecto, la manifestación principal de nuestra Iglesia diocesana (cf. SC 41). Presidida por el Obispo, su Pastor, en nombre y representación del Buen Pastor, Jesucristo, esta Misa es concelebrada por los sacerdotes y participada por el resto de los fieles. La comunidad diocesana se reúne en su Iglesia madre- la Catedral-, en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, para consagrar el santo Crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Con el Crisma, aceite perfumado, que representa al Espíritu Santo, serán ungidos quienes reciban el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal; con el óleo de los catecúmenos serán ungidos quienes reciban el bautismo y con el de los enfermos quienes sufran grave enfermedad o las personas mayores. Todo el Pueblo de Dios está representado en la iglesia madre, la Catedral.
En la Catedral está la ‘cátedra’, la sede del Obispo y signo de su sucesión apostólica, cuya creación hace casi ocho siglos es el motivo de nuestro Jubileo. La Catedral es la casa de la familia diocesana que se edifica por la Palabra, la Eucaristía y los sacramentos; es, a la vez, su símbolo visible, porque la comunidad de bautizados que formamos esta Iglesia diocesana, está llamada a ser morada de Dios entre los hombres; es decir, un ‘templo de piedras vivas’, que, por su santidad, sea anuncio y presencia del amor de Dios, de su misericordia y de su salvación entre los hombres y mujeres de esta tierra. En esta Misa estaremos presentes las distintas vocaciones que conformamos esta Iglesia del Señor: el obispo, los sacerdotes, los diáconos, los consagrados, los laicos, los matrimonios y las familias. Todos juntos formamos la Iglesia de Segorbe-Castellón.
La Misa Crismal nos recuerda que también nosotros fuimos ungidos en nuestro bautismo, por el que renacimos a la nueva vida de los hijos e hijas de Dios y entramos a formar parte de su familia: y nos ayuda a tomar conciencia de que juntos formamos la Iglesia de Jesús de Segorbe-Castellón: cada uno según su vocación, carisma y ministerio, distintos pero complementarios; cada uno con sus dones y talentos, cada uno con una preciosa tarea y un hermoso destino: vivir la comunión con Dios y con los hermanos para salir a la misión siempre nueva de llevar el Evangelio a todas las gentes. Juntos formamos esta Iglesia que Dios ha puesto como levadura de Evangelio en la masa de la historia humana de esta tierra.
Vivimos tiempos recios para nuestra misión evangelizadora: por la indiferencia religiosa, por la increencia, por la secularización, por el peligro de la mundanidad en la Iglesia y bautizados, por nuestras tibiezas y pecados. En este contexto no podemos olvidar nuestra historia diocesana para dar gracias a Dios por los dones recibidos a lo largo de estos casi ocho siglos de historia diocesana y para volver nuestro corazón a Dios: su amor nunca nos abandona. Ayer, hoy y siempre Él está con nosotros. El Espíritu Santo continúa presente en y entre nosotros. El santo Crisma nos lo recuerda; es el óleo perfumado y consagrado, que representa al mismo Espíritu Santo. Con él somos ungidos en el bautismo, confirmación o en el orden sacerdotal. Él Espíritu Santo habita en nosotros. Fiémonos siempre de Él, de su presencia y de su fuerza en nuestra Iglesia diocesana. Seamos dóciles a sus mociones y dejémonos renovar personalmente por Él para experimentar la alegría del Evangelio mediante el encuentro o el reencuentro personal con Jesucristo.
Que este Año Jubilar nos ayude a una conversión personal, comunitaria, pastoral y misionera. Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque ‘él viene en ayuda de nuestra debilidad’ (Rom 8, 26)” (EG. 280). “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido y me ha enviado a evangelizar a los pobres”(Lc 4, 18). Estas palabras de Isaías, que proclamamos en la Misa Crismal, valen en primer lugar y ante todo para Jesús. Él es el Mesías, el Cristo, el Ungido por el Espíritu Santo. Pero valen también para todos los bautizados. La unción con el Crisma marca para siempre la persona de todo cristiano. El Espíritu del Señor está en nosotros y con nosotros. Dejémonos llevar por la fuerza y la sabiduría del Espíritu.
Que María, nuestra Madre y nuestra Patrona bajo la advocación de Cueva Santa, nos enseñe a abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo. Acojamos las gracias especiales que Dios quiere derramar sobre nuestra Iglesia diocesana y sobre cada uno de nosotros en este Jubileo.
Jesucristo, leyendo al profeta Isaías, dice que Él ha venido a proclamar el Año de Gracia del Señor: de abundancia y regalo de sus bienes. El Jubileo cristiano es un tiempo destinado a promover la santidad, animar a los creyentes para que vivan de acuerdo con el Evangelio, invitar a seguir a Jesucristo con mayor entusiasmo. Es tiempo de perdón, de reconciliación. Es tiempo de mirar la vida a Ia luz de la Palabra de Dios, que ilumina el pasado con sus luces (buenas obras) y sus sombras (pecados) y abre caminos de arrepentimiento hacia un futuro de santidad.
Durante el Jubileo la Iglesia concede la Indulgencia plenaria con el ánimo de fortalecer la fe de todos sus hijos, también de los que se encuentran alejados y quieren volver al camino del Señor.
Existen dos clases de Jubileos: los ordinarios, que se celebran en plazos de años preestablecidos, como el de Santiago de Compostela; y los extraordinarios, que conmemoran un acontecimiento puntual, como el que el Papa Francisco ha concedido a nuestra diócesis para celebrar el 775 aniversario de la sede episcopal en Segorbe.
El 12 de Abril nuestro Obispo abrirá solemnemente la Puerta Santa en nuestra Santa Iglesia Catedral Basílica en Segorbe. Por eso nuestra Catedral estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. Por la puerta Santa, cualquiera que entre, podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.
¿Qué es la Indulgencia Jubilar?
Como nos recordaba el Papa Francisco en la Carta Misericordiae vultus, la indulgencia, en el Año Santo, adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado.
La indulgencia, en efecto, nos libera de todo residuo o consecuencia del pecado y nos habilita a obrar con caridad y a crecer en el amor. Vivir entonces la indulgencia en el Año Jubilar significa acercarse a la plenitud de la misericordia del Padre con la certeza de que nos ofrece, a través de la Iglesia, por los méritos de Cristo y por los bienes espirituales de la comunión de los santos, no sólo el alivio de las penas que merecen nuestros pecados sino que también repara el desequilibrio interior y la desordenada relación con las criaturas que nos dejaron nuestros pecados.
Es, por eso, que la indulgencia ha de ser para nosotros una gracia preciosa que desearemos alcanzar, si de verdad queremos ir por el camino adecuado de nuestra vida cristiana, por el de la santidad. En realidad, la indulgencia nos encauza por el camino de la perfección.
¿Cómo alcanzar la indulgencia plenaria?
1. Para lucrar la indulgencia plenaria de este Jubileo hace falta que los fieles, movidos por un verdadero espíritu de penitencia y caridad, visiten la propia iglesia Catedral como peregrinos y participen allí devotamente en los ritos jubilares, o, al menos, dediquen un conveniente espacio de tiempo a piadosas consideraciones, concluyendo con la Oración Dominical, el Símbolo de la Fe y la invocación a la Santísima Virgen María.
2. Para conseguirla, además de la exclusión de todo afecto a cualquier pecado, incluso venial, es necesario cumplir tres condiciones:
– confesión sacramental;
– comunión eucarística;
– oración por las intenciones del Papa.
3. La indulgencia plenaria sólo se puede obtener una vez al día y se puede aplicar por tu alma o por la de los difuntos.
4. Los fieles que por edad o enfermedad no puedan salir de casa pueden alcanzar la Indulgencia plenaria en su propia casa si cumplen todo lo que sigue:
-están arrepentidos de los pecados cometidos y tienen sincero deseo de no pecar más
-tienen verdadera intención de cumplir las 3 condiciones generales (confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa) tan pronto como les sea posible;
-se unen espiritualmente a las celebraciones o peregrinaciones jubilares, ofreciendo a Dios sus oraciones y sufrimientos.
5. Todo esto entra en vigor desde el 12 de Abril de 2022 hasta el 16 de Abril 2023, ambos inclusive.
En una circular dirigida a todos los fieles de la Diócesis, así como a los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, D. Casimiro invita a participar en la Santa Misa Crismal con la que «comenzaremos el Año Jubilar diocesano para conmemorar el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe y así el origen de nuestra Iglesia diocesana».
Se celebrará el próximo 12 de abril, Martes Santo, a las 11 h. en la Catedral de Segorbe. Una celebración, indica, con un significado muy especial, pues en ella «es consagrado el santo Crisma y son bendecidos los óleos de los catecúmenos y de los enfermos», además, los sacerdotes renuevan sus promesas. Una Misa en la que se hace especialmente visible toda nuestra Iglesia diocesana, reunida «en torno a la mesa la Palabra y de la Eucaristía, de las que se alimenta sin cesar».
Además, la Santa Misa Crismal adquiere un significado especial en esta ocasión, ya que «es providencial poder comenzar con ella nuestro Año Jubilar en la Catedral». Por todo ello, nuestro Obispo nos invita «de corazón a todos a la Misa Crismal en la que además recibiremos la Bendición Apostólica y, con las condiciones establecidas, podemos ganar la Indulgencia Plenaria».
Para aquellos fieles que no puedan participar físicamente, D. Casimiro les invita a unirse a través de la televisión, mediante la retransmisión en directo por TreceTv, LaOchoTv y MediTV: «También podéis ganar la Indulgencia Plenaria, en las condiciones establecidas, si seguís la Misa con atención y recibís devotamente la Bendición Apostólica».
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