El pasado sábado, día 25 de febrero, en el transcurso del VI Encuentro Diocesano de Jóvenes, celebrado en Segorbe, un nutrido grupo de catequistas acompañantes de los jóvenes tuvieron un encuentro de oración y reflexión sobre los frutos que el Jubileo Diocesano para la catequesis.
Según explica el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Juan Agost, “esta segunda catequesis, como la celebrada en la Jornada de la Infancia Misionera el mes pasado, nos ha ayudado a comprender mejor la necesidad de avanzar en el proceso de la Iniciación Cristiana en clave catecumenal, de la acogida y acompañamiento de los adolescentes y jóvenes en el seno de nuestras comunidades parroquiales y movimientos, así como de la importancia de una adecuada propuesta del Primer Anuncio del Evangelio también en las familias de los niños y jóvenes. Porque la Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.
Fue un encuentro muy enriquecedor, “del que salimos con el aliento del Espíritu para avanzar en la gracia de la conversión personal que el Jubileo nos ofrece, intensificando nuestro anuncio y testimonio gozoso del Señor Resucitado en nuestra vida diaria”, concluye.
La Diócesis de Segorbe-Castellón ha participado, a través de la Delegación para la Catequesis, en las Jornadas anuales convocadas por la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, celebradas en Barcelona del 7 al 9 de este mes de febrero.
Según explica el Delegado diocesano, D. Juan Agost, participaron un total de 107 delegados y responsables de Catequesis, Catecumenado y primer anuncio, representando a 52 diócesis españolas, y “hemos podido compartir una intensa experiencia de fraternidad, de formación y reflexión bajo el tema: «Enviados: misión y primer anuncio»”.
Las ponencias del encuentro “nos han ayudado a entender mejor las claves del primer anuncio como reto apasionante para la evangelización que vivimos en este siglo XXI, y cómo nuestra llamada a la misión, brota, nada más y nada menos, que del mismo envío de Jesús, el Hijo de Dios”, indica el Delegado.
Además, “el testimonio precioso que compartieron varios jóvenes catecúmenos puso de relieve la importancia que tuvo para ellos la acogida personal y la vivencia del amor fraterno de la comunidad cristiana en su proceso de encuentro con el Señor: es clave sentir que cuando uno llama a la puerta de la Iglesia es como llamar a casa”.
Desde la Delegación para la Catequesis invitan a escuchar estas ponencias y testimonios, en comunidad o de manera individual. “Seguro que nos ayudarán a que, como a los discípulos de Emaús, sintamos el impulso del Espíritu Santo, que arde en nuestro corazón y nos alienta vivamente en el deseo de ¡¡¡evangelizar!!!”, concluye D. Juan.
Alrededor de 30 catequistas del Arciprestazgo “Nuestra Señora Virgen de la Misericordia” (Burriana), se han reunido esta semana para participar en un Encuentro de Formación, organizado por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado.
Han sido dos sesiones que se han celebrado en los salones parroquiales de María Auxiliadora, Burriana, dirigidas por el Delegado diocesano, D. Juan Agost, y en la que también ha participado el párroco, el salesiano D. José Gómez.
En la primera de ellas, los catequistas hablaron de los frutos que esperan del Año Jubilar diocesano para la catequesis, interrogándose por lo que el Señor les pone en el corazón, por lo que espera Él de ellos en su misión. Algunas de las respuestas fueron proponer a los niños y jóvenes un encuentro profundo del Señor, también a los padres, deseando una mayor implicación en la transmisión de la fe por parte de las familias.
Para ello realizaron una revisión del magisterio de los últimos Papas, concretamente desde San Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI, hasta Francisco. Y realizaron un análisis de un problema que D. Casimiro menciona en su Carta Pastoral con motivo del Jubileo: la existencia de cierto desaliento, desesperanza, acedia y tibieza; para lo que es necesario la urgente «conversión pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia».
En la segunda sesión se centraron en el Primer Anuncio, en su significado, contenido e importancia para el primer encuentro de las personas con Jesucristo. Para ello revisaron las palabras del papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra”.
También los nuevos métodos de evangelización, en el momento actual, y una conferencia de Mons. Fisichella sobre el Primer Anuncio, en la que, situada dentro de las Jornadas Nacionales de Apostolado Seglar, analizaba su importancia y prioridad pastoral en el actual contexto social.
En este sentido, alguna de las respuestas fue la importancia de la experiencia cristiana y del mejor testimonio de vida, tanto personal como comunitario, que hable a los demás con amor y humildad de Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, e invitando a establecer una primera o una renovada relación personal con Él.
Durante los meses de noviembre y diciembre se ha desarrollado, en los salones parroquiales de Santa María, Castellón, el curso de formación para catequistas bajo el título «Taller de discípulos misioneros».
A través de una relectura del libro de Hechos de los Apóstoles, los treinta participantes de este taller, procedentes de distintas parroquias de Castellón, Vila-real, La Vall d’Uixó y Burriana, han ido reviviendo la experiencia de fe de la primera comunidad cristiana, al tiempo que reflexionando y descubriendo claves para renovar su ministerio como catequistas al servicio de la Nueva Evangelización a la que la Iglesia les convoca.
Tanto en las seis sesiones en vivo, como a través de la conexión on-line o por YouTube, “hemos podido saborear la alegría con la que el Espíritu Santo nos impulsa y renueva nuestras vidas con su Amor”, ha explicado el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Juan Agost, “para perseverar en la oración, la enseñanza de los Apóstoles, la comunión y la vida sacramental de la Iglesia, y vivir el testimonio cristiano y el anuncio primordial del Evangelio de Jesús, Dios que nos ama y nos salva”.
Este taller se desarrollará de nuevo en Segorbe, en el Seminario Menor, en el mes de marzo de 2023: sábados 11, 18 y 25, de 10 a 12 h.
Desde la Delegación para la Catequesis “queremos agradecer el esfuerzo de los participantes en el taller, y la ayuda y exquisita acogida de la parroquia de Santa María, que nos ha facilitado enormemente el desarrollo de estas sesiones de formación”.
Los catequistas y los sacerdotes de todas las parroquias del Arciprestazgo nº 14 “San Vicente Ferrer” de Llucena celebraron, la semana pasada, una Vigilia de Oración.
Es la segunda vez que se celebra, coincidiendo con el fin del año litúrgico y el comienzo del Tiempo de Adviento, en la parroquia de La Asunción de Ntra. Sra. de Lucena del Cid, y estuvo presidida por D. Juan Agost, Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado.
Tuvieron un rato de oración ante el Santísimo Sacramento, pero también realizaron el gesto de encender velas alrededor de la paloma, símbolo muy antiguo que aparece en el libro del Génesis, representando la paz que tanto necesitamos, y la reconciliación tras el diluvio universal.
También hubo unas preces especiales, en las que se puso en manos del Señor toda la labor de transmisión de la fe de los niños y jóvenes de estas 13 parroquias que conforman el arciprestazgo. Además, las monjas de la residencia Hogar Madre Rosa Ojeda de l´Alcora se encargaron de varios cantos.
Tras ello, el Arcipreste, D. José Aparici, animó a los catequistas en la labor de ayudar a las familias de niños y jóvenes en la transmisión de la fe y del mensaje del Evangelio. La Vigilia concluyó con un ágape fraterno en el que intercambiaron experiencias y opiniones.
Ante las preguntas de si se puede tener la catequesis preparatoria de los sacramentos de Iniciación cristiana (Primera Comunión y Confirmación) en los colegios, y dada la posibilidad que ofrecen algunos centros concertados y privados de impartirla, recordamos la necesidad de intensificar la coordinación entre la familia cristiana, primera responsable de la educación en la fe, la parroquia y la escuela. La Conferencia Episcopal Española en el documento “Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe” (25 de febrero de 2013), recuerda la importancia de esta coordinación: “Una de las primeras respuestas que nuestra Iglesia debe dar es la de aunar esfuerzos, compartir experiencias, dedicar personas y priorizar recursos, con el fin de coordinar objetivos y acciones entre los diversos ámbitos: familia, parroquia y escuela, en orden a la transmisión de la fe, hoy” (nº 5).
Unida al proceso de Iniciación cristiana y la transmisión de la fe, e inseparable de ella, está la participación en la Eucaristía. Ella es “la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza…” (Sacrosanctum Concilium, 10). La Eucaristía es el centro de la vida de todo cristiano. Los cristianos “no podemos vivir sin la Palabra del Señor», “no podemos vivir sin el Sacrificio de la Cruz», «sin el banquete de la Eucaristía”, «sin la comunidad cristiana”, “sin la casa del Señor», y sin “el Domingo, día del Señor, que da luz y sentido a la sucesión de los días de trabajo y de las responsabilidades familiares y sociales» (¡Volvemos con alegría a la Eucaristía!, Congregación para el culto divino, agosto de 2020).
Para resaltar la importancia de la unión que debe existir en el proceso de Iniciación cristiana entre la catequesis, la participación en la Eucaristía y la comunidad parroquial, debemos tener en cuenta una serie de pautas a la hora de organizar la catequesis de Iniciación cristiana coordinando los esfuerzos entre la familia, la parroquia y la escuela:
La parroquia es el ámbito privilegiado para realizar la Iniciación Cristiana en todas sus facetas catequéticas y litúrgicas del nacimiento y del desarrollo de la fe, el lugar donde se vive y celebra la fe. Por lo tanto, una vez que el Párroco o el Arcipreste ha coordinado la catequesis con aquellos centros educativos que ofrezcan la posibilidad de catequesis de Iniciación (Bautismo en edad catequética, primera Comunión y Confirmación) debe hacerse en la parroquia propia, indicando que va a realizarse en el centro educativo.
Tanto las parroquias como los centros educativos utilizarán los catecismos “Los primeros pasos en la fe”, “Jesús es el Señor” y “Testigos del Señor” de la CEE, de obligado uso en nuestra diócesis. La catequesis será semanal tanto en los colegios como en las parroquias. La clase de religión no sustituye a la catequesis; ambas son complementarias.
Los padres se comprometen a participar con sus hijos catequizandos el domingo, día del Señor, en la celebración eucarística de la parroquia (preferentemente en la Misa de catequesis si se celebra). Hay que cuidar la pertenencia a la propia comunidad parroquial, que será la comunidad de referencia de los catequizandos en el presente y también cuando finalice la educación escolar.
Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos y de la transmisión de la fe. Como expresión de este compromiso adquirido en el bautismo deberán acudir a las reuniones que se programen en la parroquia para la coordinación de la catequesis, su formación cristiana personal o para ayudarles en la catequesis de sus hijos.
Los catequizandos participarán en el resto de actividades y celebraciones que se organicen en la parroquia para todos los niños, adolescentes o jóvenes de catequesis.
La parroquia, a través del sacerdote o de un catequista encargado, mantendrá un contacto fluido y permanente con los padres y el catequista que el colegio haya dispuesto para la catequesis en el centro.
Después de los dos años de preparación establecidos en la Diócesis, el director del colegio certificará por escrito que el catequizando ha participado en las catequesis y las actividades propias y, por tanto, se le considera preparado para recibir el sacramento.
Quienes hayan recibido las catequesis en los colegios recibirán la Primera Comunión o la Confirmación en la parroquia propia, junto con los demás grupos de catequesis parroquiales en una de las fechas dispuestas al efecto. No se puede realizar una celebración particular para el grupo de catequesis del colegio.
Los colegios y la parroquia deberán invitar a los niños y adolescentes a continuar la catequesis para profundizar en su fe y completar en su momento su Iniciación Cristiana con la recepción del Espíritu Santo en el Sacramento de la Confirmación.
La educación en la fe es tarea de toda la comunidad cristiana y se desarrolla en diferentes ámbitos. Todos, familia, parroquia y escuela, debemos caminar unidos, acordes y concordes en el proceso de la Iniciación cristiana de nuestros niños y adolescentes.
Espero que esta nota sirva para despejar dudas y de ayuda en la tarea de la Iniciación cristiana a las parroquias, familias y colegios de nuestra Iglesia diocesana.
Al inicio del curso pastoral, todos los años convoco como Obispo diocesano a los catequistas y profesores de religión para enviarlos a catequizar en las parroquias o comunidades eclesiales o a enseñar la religión y la moral católica en la escuela de iniciativa pública o social, concertada o no concertada. Este envío tiene lugar en una celebración de la Eucaristía, que es la fuente y cima de la vida y de la misión de toda la Iglesia. De este modo, catequistas y profesores de religión adquieren una conciencia más viva de que es Jesús mismo quien los envía a través de su Iglesia a catequizar y a enseñar en su nombre. En esta ocasión lo haremos con la celebración del Año Jubilar diocesano.
El Jubileo es un tiempo de gracia de Dios para la conversión y la renovación personal y comunitaria, pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia; es un tiempo “para crecer en comunión y salir a la misión”. Todos los cristianos, por el bautismo y la confirmación, estamos llamados por el mismo Jesus a ser discípulos misioneros suyos; es decir a creer en Él y a vivir unidos a Él, como el sarmiento a la Vid, a seguir sus huellas y sus palabras, y a anunciar el Evangelio de palabra y por el testimonio de vida, allá donde nos encontremos, como nos recuerda el Papa Francisco. Si todos los diocesanos estamos invitados a acoger la gracia jubilar, más si cabe, lo estamos quienes tenemos una vocación y misión especial en la Iglesia: los pastores para el ministerio pastoral, los catequistas para acompañar el proceso de la iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados; los profesores de religión y moral católica para la transmisión de la fe y moral de la Iglesia; y los profesores cristianos para ser discípulos misioneros del Señor y del Evangelio por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de su tarea educativa.
Los catequistas y profesores de religión participan de un modo especial del ministerio de la Palabra que Jesús confía a sus Apóstoles. Y unos y otros desempeñan su tarea en ámbitos distintos, pero complementarios y necesarios en el proceso unitario de la iniciación cristiana y de la trasmisión de la fe a niños, adolescentes y jóvenes.
El gesto del envío nos conecta y une con el mismo Jesús. Los Apóstoles recibieron un día de Cristo Jesús la misión de proclamar con su autoridad el Evangelio: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), les dijo. Esta misión específica se continúa en la Iglesia en el ministerio apostólico de los Obispos. Y los catequistas y profesores de religión son enviados para cooperar en este ministerio y misión apostólicos y hacerlo en nombre de la Iglesia.
Por ello, como en el caso de los Apóstoles, quien es enviado a la misión ha de ser, antes de nada, un discípulo incondicional del Señor Jesús, para dar testimonio de lo que ha visto, oído y vivido; es decir, ha de creer, amar y seguir a Jesucristo, a quien ha de anunciar y de quien procede toda misión en la Iglesia. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús invita a catequistas y profesores de religión a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo para ser enviados a catequizar y enseñar. Este es fundamento y la fuente toda acción catequética y toda de la clase de religión. Aquí radica la necesidad de la formación inicial y permanente de catequistas y profesores de religión. Este debe ser el alimento de su tarea diaria, de sus preocupaciones, de sus anhelos y de sus esperanzas. Esta es la fuerza para su dedicación y entrega a catequizandos y alumnos.
Todos necesitamos crecer en la comunión con el Señor y entre nosotros para sabernos y sentirnos Iglesia diocesana, para fortalecer nuestra vinculación afectiva y efectiva con nuestra Iglesia diocesana y para salir a la misión. El encuentro con el Señor con quienes compartimos la misma fe y misión nos ayuda a recuperar la alegria en la tarea y nos alienta en la misión. Celebrar juntos el Jubileo reavivará nuestra fe en la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros y abrirá nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para acometer con esperanza la tarea que Jesús a través de su Iglesia nos encomienda.
Vivimos tiempos recios, como diría Santa Teresa. Los catequistas y los profesores de religión no lo tienen fácil en su tarea ante la increencia y la indiferencia religiosa ambiental, la despreocupación de muchos padres, la falta de interés de catequizandos y alumnos o las trabas legislativas y administrativas. Ante ello puede que surja la tentación del desaliento. Pero no tengamos miedo. Jesús nos dice: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). No estamos solos: el Señor resucitado nos acompaña, conforta y alienta por la fuerza del Espíritu Santo, la protección de la Virgen de la Cueva Santa y la cercanía de la comunidad de nuestra Iglesia diocesana.
La Catedral de Segorbe se ha llenado hoy de catequistas, profesores de Religión Católica y profesores cristianos de la Diócesis de Segorbe-Castellón, que estaban convocados a participar en la celebración del Jubileo.
“Yo soy la puerta, entrad los que estáis fuera, al Padre nadie va sino por mi”
Han acudido a las 10 h. a la capilla del Seminario, donde han comenzado con la oración ante el Santísimo y se han podido confesar. Luego, junto al Obispo, han iniciado la peregrinación guiados por la cruz hasta la Puerta Santa de la Catedral; han hecho memoria del Bautismo, inicio del camino de santidad de cada creyente; y han orado ante el Sagrario, en adoración a la santísima Eucaristía.
“He aquí la morada de Dios entre los hombres”
Tras la procesión han celebrado la Santa Misa, que ha presidido D. Casimiro, ganado así el Jubileo, la Indulgencia Plenaria concedida en este Año Jubilar por el 775º aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
Este es un Año de gracia que nos concede el Señor, explicaba el Obispo en la homilía, “que incluso nos concede el perdón de los pecados, también la indulgencia plenaria para liberarnos de todas aquellas adherencias que nos mueven a pecar”; un Año de gracia “para darle gracias a Él porque nos ha elegido para ser su Iglesia de Segorbe-Castellón, la morada de Dios entre los hombres, para que Cristo Jesús llegue a todos”.
La misión de la trasmisión de la fe y del Evangelio, para el encuentro con el Señor
También le ha agradecido al Señor “por todos los que os han precedido en la tarea de catequistas o de profesores de Religión, pero también por vosotros”. Los catequistas tienen una tarea muy especial, les ha indicado, en el acompañamiento durante el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos, en su encuentro con Jesucristo; también los profesores de Religión en la transmisión de la fe de la Iglesia, del Evangelio, llevando a los alumnos al encuentro con el Señor.
“Acojamos este Año Jubilar – les ha exhortado – para convertirnos al Señor, para dejarnos renovar en nuestra fe y en nuestra vida cristiana, en nuestra tarea, para salir de nuevo a la misión”, pues todos estamos llamados a ser discípulos misioneros del Señor, ha recordado el Obispo, pero de un modo especial los pastores, los catequistas y los profesores de religión.
«Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»
Es por ello que hoy, a pesar de las dificultades, son “enviados por la Iglesia y en comunión con la Iglesia”, para anunciar la buena noticia de la salvación de Jesucristo. “Solos no podemos caminar”, ha dicho, y “el envío que recibís hoy es un envío específico, una responsabilidad, pero ha de vivirse desde el Señor y en comunión con la Iglesia, para que Él llegue a todos”.
«Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos»
Es verdad que “son tiempos recios”, ha señalado D. Casimiro recordando la aprobación por el Parlamento de legislaciones que debilitan la defensa de la vida y de la familia, como las relacionadas con el aborto y la eutanasia, así como el adoctrinamiento en “ideologías sectarias y contrarias a nuestra propia fe cristiana”.
Pero ante ello les ha animado “a ir a la fuente, al Señor, para acoger su Palabra y para dejarse acompañar por Él, que se nos ofrece en la Iglesia, en la comunidad parroquial”.
Sirviendo a la Iglesia en su tarea evangelizadora
Tras la celebración de la Eucaristía, el Obispo ha enviado a los catequistas y ha entregado la missio canónica a los profesores de Religión y Moral Católica, quienes han renovado su compromiso bautismal y han profesado la fe de la Iglesia.
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