Carta del Obispo D. Casimiro: “Cristo resucitado es nuestra Esperanza”.
Los fieles de la Diócesis de Segorbe-Castellón acompañan a Cristo en su entrada triunfal en Jerusalén en la celebración del Domingo de Ramos que marca el inicio de la Semana Santa.
Los templos y las calles de algunos municipios se convierten en escenario para representar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor en un ambiente lleno de fe y devoción.
La Diócesis de Segorbe-Castellón celebra, con solemnidad y una profunda comunión eclesial, la Santa Misa Crismal en la Concatedral de Santa María.
Celebración de las Bodas de Oro sacerdotales de D. Casimiro con la curia diocesana.
Entrevista a Rafa Lloret, miembro de Nueva Jerusalén y Jesucristo en La Pasión de Borriol.
El Papa de carca: «La esperanza no es una ilusión ¡es verdad!».
Cada año, en la mañana de Pascua resuena en toda la cristiandad el anuncio antiguo y siempre nuevo: “¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!”. Cristo Jesús ya no está en la tumba, en el lugar de los muertos. Su cuerpo roto, enterrado con premura el Viernes Santo ya “no está aquí”, en el sepulcro frío y oscuro, donde las mujeres lo buscan al despuntar el primer día de la semana. ¡Cristo ha resucitado! (cf. Mc 16,6).
El cuerpo de Jesús ya no está en la tumba porque haya sido robado o puesto en otro lugar, o haya sido devuelto a esta vida para volver a morir. El cuerpo de Jesús no está en la tumba porque ha resucitado, es decir, porque ha pasado a la vida gloriosa de Dios. En Él ha triunfado la vida de Dios sobre el pecado y la muerte. El Señor resucitado une de nuevo la tierra al cielo y restablece la comunión de los hombres con Dios. Jesús, entregándose en obediencia al Padre por amor a los hombres, destruyó el pecado de Adán y la muerte. La resurrección es el signo de su victoria, es el día de nuestra redención.
¡Cristo ha resucitado! Esta es la gran verdad de nuestra fe cristiana. Aquel, al “que mataron colgándolo de un madero” (Hech 10, 39) ha resucitado verdaderamente. Ante quienes lo niegan o lo ponen en duda hay que afirmar con fuerza que la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que ha sucedido realmente en la historia: El Jesús Nazareno que murió bajo Poncio Pilato, éste y no otro, es el Cristo resucitado de entre los muertos: Jesús vive ya glorioso y para siempre. La resurrección de Jesús no es fruto de una experiencia mística, ni una historia piadosa; es un acontecimiento que sobrepasa la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas del pecado y de la muerte, que ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad, del Bien y de la Belleza.
En la Pascua de Cristo está la salvación de la humanidad. Si Cristo no hubiera derramado su sangre por nosotros y por nuestros pecados, y si no hubiera resucitado, no tendríamos ninguna esperanza: la muerte sería inevitablemente nuestro destino final y el pecado, la división, el odio, el egoísmo, la mentira, la avaricia y el poder del más fuerte tendrían sin remedio la última palabra en la vida de los hombres. Pero la Pascua ha invertido la tendencia: Jesús, muriendo destruyó el pecado y resucitando restauró la Vida. La resurrección de Cristo es una nueva creación: es la nueva savia, capaz de regenerar toda la humanidad. Y por esto mismo, la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, a nuestro anhelo de felicidad y a todo proyecto de progreso verdaderamente humano. La última palabra no la tienen ya ni la muerte ni el pecado sino la Vida, la Verdad, el Bien y la Belleza de Dios.
Cristo ha muerto y ha resucitado, y lo ha hecho por todos los hombres, por cada uno de nosotros. Él es la primicia y la plenitud de una humanidad reconciliada y renovada. En Él todo adquiere un sentido nuevo. Cristo ha entrado en la historia humana cambiando su curso. Nuestra historia personal, la historia de la humanidad y del mundo no están abocadas a un final fatal, a la nada o al caos. Cristo es nuestra Esperanza, la esperanza que no defrauda (cf. 1Tim 1,1; Rm 5,5). La vida gloriosa del Señor resucitado es un inagotable tesoro, destinado a todos; todos estamos invitados a acogerla con fe para participar de forma anticipada de esta vida gloriosa ya desde ahora.
Todo bautizado participa ya por su bautismo de la vida nueva del Resucitado. Todo bautizado está llamado a vivir esta nueva vida y a dar testimonio de la salvación en Cristo mediante una vida renovada tras las huellas de Cristo. Vivamos con alegría nuestra condición de bautizados. Será el mejor testimonio de nuestra fe y nuestra mejor contribución a la necesaria regeneración espiritual y moral de nuestro mundo.
La alegría pascual será verdadera si nos dejamos encontrar en verdad por el Resucitado, si nos dejamos llenar de la vida y la paz, que vienen de Dios y generan vida y paz entre los hombres. El encuentro personal con el Resucitado teñirá toda nuestra vida, nuestra relación con los demás y con toda la creación. Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Caminemos con esperanza con la mirada puesta en la patria del Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo.
Esta tarde de Viernes Santo, la Catedral Basílica de Segorbe ha acogido con solemne silencio la Celebración de la Pasión del Señor, que ha estado presidida por D. Casimiro. Esta liturgia, profundamente austera y cargada de significado, es el momento culminante de la contemplación del misterio de la Cruz, fuente de la salvación de la humanidad.
Imagen: José Plasencia
Sin altar adornado, sin canto de entrada ni saludo inicial, la celebración comenzaba con el Obispo postrado ante el altar, en un gesto de humildad y profunda reverencia. Este signo ha marcado el tono de toda la acción litúrgica, que se ha centrado en la adoración de la Cruz y en la meditación sobre el misterio de la redención, pues siguiendo una antiquísima tradición, hoy no se celebra la Eucaristía, y Cristo crucificado es el centro de la liturgia.
Imagen: José Plasencia
Las lecturas proclamadas han guiado a los fieles en la contemplación de la Pasión de Jesucristo. El cuarto cántico del Siervo del Señor (Is 52,13—53,12) ha presentado la figura de Áquel que fue traspasado por nuestras rebeliones. El canto conmovedor del salmo responsorial –“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”-, ha resonado como eco del grito de Jesús en la Cruz. La carta a los Hebreos (Heb 4,14–16; 5,7–9) ha mostrado a Cristo como Sumo Sacerdote obediente, autor de salvación eterna. Finalmente, la Pasión según san Juan (Jn 18,1–19,42), proclamada con profundidad y solemnidad, ha llevado a los fieles participantes a lo más íntimo del Misterio Pascual: el sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Imagen: José Plasencia
El Obispode Segorbe-Castellón ha realizado una profunda homilía centrada en el misterio de la cruz y el amor redentor de Cristo. Partiendo del poema del siervo de Yahvé, descrito por Isaías como el “varón de dolores”, el Obispo ha recordado que Jesús fue traspasado por nuestras rebeliones y pecados.
Imagen: José Plasencia
“En la oscuridad del dolor aparece la luz de la esperanza. Desde el primer momento se apunta ya a la victoria final”, ha afirmado.El siervo doliente, ha explicado D. Casimiro, es a la vez víctima expiatoria y mediador: “Jesús es el Sumo Sacerdote y la víctima. El oferente y la ofrenda. Él es nuestro único mediador con Dios”. Así, en contraposición al Antiguo Testamento, donde el Sumo Sacerdote entraba una vez al año en el santuario, Cristo entra al Cielo “con su propia sangre, una vez para siempre”.
Imagen: José Plasencia
En su pasión, ha subrayado el Obispo, Jesús se presenta como un verdadero Re. Se deja arrestar voluntariamente, declara su realeza ante Pilato y es exaltado en la cruz como testigo de la verdad. “La cruz es el trono real desde el que atrae hacia sí a todos los hombres”, ha destacado.
Desde la cruz, Jesús funda su Iglesia, entrega a su Madre al discípulo amado y al morir entrega el Espíritu Santo, que será derramado en Pascua. “Incluso la cruz queda transfigurada”, ha explicado, “pues desde que Cristo redimió a los hombres en el leño, se ha convertido en objeto de adoración”.
D. Casimiro ha exhortado a los fieles a no ser meros espectadores de la Pasión, sino a reconocernos como sus beneficiarios: “Nuestros pecados personales y estructurales son el origen de los sufrimientos de Cristo. Él sigue padeciendo cuando no acogemos el amor de Dios, cuando nos avergonzamos de ser cristianos o cuando negamos ser sus discípulos”.
Imagen: José Plasencia
Ha enumerado situaciones concretas de dolor en las que Cristo sufre hoy: desde el abandono de ancianos y enfermos hasta la explotación de niños, la violencia contra las mujeres, el drama de los inmigrantes o el sin sentido que afecta a tantos jóvenes.
En medio de esta realidad, D. Casimiro ha recordado que Cristo también sufre con nosotros y da sentido a nuestras penas. “Sufrió tristeza y angustia para que acudamos a Él cuando la desesperanza se cruce en nuestra vida. Él es nuestra esperanza, nuestra fuerza para no desfallecer”.
La homilía ha concluido con la mirada puesta en María, al pie de la cruz, como modelo de entrega y fe. “Si con Él sufrimos, reinaremos con Él. Si con Él morimos, viviremos con Él”.
Uno de los momentos más significativos fue el rito de adoración de la Santa Cruz, momento en el que el Obispo, seguido por los ministros concelebrantes y los fieles, se acercó a venerarla con un beso, adorando al Redentor que dio su vida por todos.
La celebración culminó con la comunión eucarística, distribuida con sobriedad desde el pan consagrado el día anterior, recordando que este es el único sacramento que la Iglesia administra en este día, junto con la penitencia y la unción de enfermos.
Imagénes: José Plasencia
La celebración concluyó con la solemne procesión del santo entierro con la participación de las cofradías de la ciudad.
D. Casimiro nos exhorta a “acoger el amor de Dios y dejarnos reconciliar por Él”
Las celebraciones diocesanas de este Viernes Santo arrancaban a primera hora de la mañana en la Capilla de la Purísima Sangre de Castellón con nuestro Obispo arrodillado y en oración frente al monumento donde anoche se reservó el Santísimo Sacramento.
Mons. Casimiro López Llorente ha presidido el tradicional Vía Crucis que ha partido desde la Capilla de La Sagre y ha recorrido la Avenida de Lidón hasta la Basílica.
Junto a nuestro Obispo, sacerdotes, seminaristas, miembros de diferentes Cofradías de la ciudad y fieles de diferentes comunidades parroquiales y realidades eclesiales, se han sumado al rezo de las estaciones y la meditación del Via Crucis redactado por el Cardenal Ratziger, siendo en ese momento Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en 2005 y que incluye una meditación que reflexiona profundamente sobre el sufrimiento humano y la cercanía de Cristo en el dolor.
Siendo así, hoy los fieles han experimentado cómo Jesús se convierte en el compañero de todos los hombres, pues el sufrimiento de Jesús en la cruz no es solo un sufrimiento físico, sino que abarca también la dimensión espiritual al asumir el sufrimiento de todo hombre. En Él, todos los sufrimientos encuentran su eco.
Las estaciones del Vía Crucis no solo representan los pasos de Jesús hacia la cruz, sino que también simbolizan el camino de la humanidad a través del sufrimiento y la prueba, pero siempre con la mirada puesta en la redención.
Al finalizar el recorrido y ya en el interior de la Basílica del Lledó, D. Casimiro ha dirigido a los fieles una meditación cargada de sentido espiritual y de invitación a vivir en clave pascual. Sus palabras han invitado a profundizar en el misterio del amor redentor de Cristo, que no se queda en el dolor sino que conduce a la vida verdadera. El Obispo ha animado a los fieles a permanecer en el recogimiento interior, para que ese silencio fecundo “fortalezca nuestra esperanza y nos impulse a vivir desde el amor de Dios hacia los hermanos”.
Más tarde, nuestro Obispo se ha desplazado hasta Segorbe donde también ha presidido el rezo junto a los sacerdotes, miembros de cofradías y fieles en general. Se ha desarrollado en un ambiente de recogimiento, marcado por la austeridad del día y el sonido profundo de los cantos penitenciales, que ha ayudado los presentes a entrar en el misterio de la Pasión del Señor. A lo largo de las estaciones, no solo se ha ido desgranando el relato evangélico, sino también la profunda enseñanza espiritual, que el camino de la cruz junto a Jesús sirve para iluminar la vida de cada fiel.
“La Eucaristía es el manantial de vida y de amor de Dios para la humanidad”
En esta tarde del Jueves Santo, la S. I. Catedral de Segorbe ha acogido la solemne Misa de la Cena del Señor, presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón. Con esta celebración, la Iglesia ha dado comienzo al Triduo Pascual, el corazón del año litúrgico, que culminará con la resurrección de Jesucristo en la Vigilia Pascual.
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Junto al Obispo han concelebrado miembros del Cabildo Catedralicio y sacerdotes de la parroquia de Santa María, acompañados de diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas de distintas comunidades, así como numerosos fieles laicos. Entre los asistentes se encontraban también miembros de las cofradías, con especial representación de la Cofradía de la Verónica, encargada de la organización de esta jornada dentro de la Semana Santa segorbina.
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La celebración ha estado caracterizada por una profunda reverencia y recogimiento, destacando el rito del lavatorio de los pies, signo del amor humilde y servicial de Cristo hacia sus discípulos. Nuestro Obispo ha realizado este humilde gesto con doce fieles cofrades de la Cofradía de la Verónica y Cristo de la Misericordia de Segorbe, en representación de los apóstoles, recordando el gesto de Jesús que, sabiendo que iba a ser entregado, «los amó hasta el extremo», como narra el evangelio de san Juan.
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En su homilía, Mons. López Llorente centró su reflexión en los tres grandes misterios que se celebran en este día santo: la institución de la Eucaristía, del sacerdocio ministerial y del mandamiento nuevo del amor. “En esta celebración se nos invita a ir al Cenáculo y contemplar el amor inmenso de Cristo, que sabiendo que había llegado su hora, amó a los suyos hasta el extremo”, afirmó.
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“El Señor no se limitó a dejar palabras”, continuó el Obispo, “sino que quiso quedarse con nosotros de manera real y permanente en la Eucaristía, que es memorial de su entrega en la cruz, alimento del alma, y sacramento de unidad y caridad”. Subrayó además que la Eucaristía no es simplemente un recuerdo simbólico, sino una actualización sacramental del sacrificio de Cristo, que se ofrece cada vez que se celebra la Santa Misa.
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En este contexto, recordó también el don del sacerdocio ministerial, instituido por Cristo en la Última Cena al encomendar a los apóstoles: “Haced esto en conmemoración mía”. “Sin sacerdotes no hay Eucaristía”, afirmó con fuerza, animando a los fieles a rezar por las vocaciones sacerdotales, especialmente en nuestra Diócesis, y a apoyar a los seminaristas que se preparan para ese ministerio al servicio del Pueblo de Dios.
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Asimismo, el Obispo destacó el mandamiento nuevo del amor, proclamado y ejemplificado por Jesús al lavar los pies a sus discípulos: “Amar como Cristo nos ha amado implica una vida de entrega, de servicio humilde, de atención al otro, especialmente al más necesitado”. En este sentido, recordó que la comunión eucarística no puede separarse de la comunión fraterna: “No podemos acercarnos al altar si no estamos dispuestos a compartir nuestra vida, nuestro tiempo y nuestros bienes con los demás”.
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La celebración culminó con el traslado solemne del Santísimo Sacramento al Monumento, preparado con esmero por la comunidad parroquial, donde quedó reservado para la adoración de los fieles durante la noche. En un clima de profundo recogimiento, los asistentes permanecieron unos instantes en oración ante el Señor, iniciando así el tiempo de la Hora Santa, en recuerdo de la agonía de Jesús en Getsemaní.
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Así, la Diócesis de Segorbe-Castellón se adentra en el Misterio Pascual, acompañando al Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección, fuente de esperanza y salvación para toda la humanidad.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha lanzado su tradicional Concurso de Fotografía bajo el lema «Si cuidas el planeta combates la pobreza». Este certamen tiene como objetivo sensibilizar y visibilizar la belleza del entorno natural de la provincia de Castellón, al mismo tiempo que fomenta el cuidado de nuestra Casa Común, un compromiso profundamente ligado a la mejora de las condiciones de vida de las personas.
Las fotografías presentadas podrán reflejar cualquier aspecto relacionado con el necesario cuidado de la creación, siguiendo la invitación del Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’. A través de este concurso, se busca que los participantes capten imágenes que nos inspiren a reflexionar sobre nuestra responsabilidad frente al medio ambiente y la pobreza.
El concurso está abierto a todas las personas interesadas, quienes podrán presentar sus trabajos entre el 1 y el 30 de abril de 2025. Con esta iniciativa, Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón continúa promoviendo la conexión entre el respeto por la naturaleza y el compromiso con el bienestar social.
Este Miércoles Santo, la Santa Iglesia Catedral Basílica de Segorbe será escenario, un año más, del tradicional Concierto de Música Sacra “Miserere”, una cita muy esperada por los amantes de la música religiosa. El concierto tendrá lugar a las 20 horas y será interpretado por la Capilla Musical de la Catedral.
Organizado por el Ilustrísimo Cabildo Catedralicio y la Capilla Musical de la Catedral, el concierto ofrecerá una experiencia única de recogimiento y belleza, con un repertorio de piezas sacras que invitan a la contemplación y al recogimiento interior. Esta cita se enmarca dentro de los actos litúrgicos de la Semana Santa segorbina.
Dada la limitación de aforo, se recomienda a los asistentes llegar con antelación para poder acceder al templo y disfrutar de esta propuesta musical que se ha convertido en un referente de la Semana Santa en Segorbe.
El pasado 11 de marzo, el Santo Padre aprobó definitivamente la puesta en marcha de un itinerario de acompañamiento y evaluación de la fase de implementación del proceso sinodal. Ya en la Nota de acompañamiento del Documento final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco había precisado que las Iglesias locales y las agrupaciones de Iglesias están llamadas ahora a desarrollar, en los diversos contextos, las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por el derecho y por el Documento mismo.
Según explica la Secretaría general del Sínodo, en carta remitida por el Card. Grech, este camino implicará a las diócesis, a las conferencias episcopales de todo el mundo, así como a sus agrupaciones continentales, que cuidarán de implicar también a los institutos de vida consagrada, a las sociedades de vida apostólica, a las asociaciones laicales, a los movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades presentes en sus territorios.
El resultado final será la celebración de una Asamblea Eclesial en el Vaticano en octubre de 2028. El camino que conducirá a toda la Iglesia a la celebración de la Asamblea eclesial en octubre de 2028 estará pautado de modo que ofrezca un tiempo adecuado y duradero para comenzar a poner en práctica las indicaciones del Sínodo, e incluirá algunos eventos significativos de evaluación:
marzo de 2025: anuncio del proceso de acompañamiento y evaluación;
mayo de 2025: publicación del Documento de apoyo para la fase de implementación con las indicaciones para su puesta en práctica;
junio de 2025 – diciembre de 2026: itinerarios de implementación en las Iglesias locales y sus agrupaciones;
24-26 de octubre de 2025: Jubileo de los equipos sinodales y de los órganos de participación;
primer semestre de 2027: Asambleas de evaluación en las Diócesis y Eparquías;
segundo semestre de 2027: Asambleas de Evaluación en las Conferencias Episcopales nacionales e internacionales, en las Estructuras Jerárquicas Orientales y en otras agrupaciones eclesiales.
primer semestre de 2028: Asambleas continentales de evaluación;
junio de 2028: publicación del Instrumentum laboris para los trabajos de la Asamblea eclesial de octubre de 2028;
octubre de 2028: celebración de la Asamblea eclesial en el Vaticano.
Desde ahora, la Secretaría General del Sínodo se compromete a acompañar y apoyar a las Iglesias en este camino.
A este fin, la Secretaría del Sínodo considera de fundamental importancia garantizar que la fase de aplicación sea ocasión para involucrar nuevamente a las personas que ya han contribuido y para devolver los frutos de la escucha de todas las Iglesias y del discernimiento de los Pastores en la Asamblea sinodal: de este modo continuará el diálogo ya iniciado en la fase de escucha.
El proceso se valdrá del trabajo de los equipos sinodales formados por presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, laicos y laicas, acompañados por su obispo: los equipos sinodales son instrumentos fundamentales para acompañar de manera ordinaria la vida sinodal de las Iglesias locales. Por esta razón, los equipos existentes deben ser reforzados y eventualmente renovados, y los equipos suspendidos deben ser reactivados y debidamente integrados.
En línea con las indicaciones del Documento final, el objetivo es concretar la perspectiva del intercambio de dones entre las Iglesias y en la Iglesia entera. A lo largo del camino, todos podrán beneficiarse de la riqueza y la creatividad de los pasos dados por las Iglesias locales, recogiendo los frutos en sus agrupaciones territoriales (Provincias, Conferencias Episcopales, Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales, etc.).
El itinerario será también la ocasión para evaluar juntos las decisiones tomadas a nivel local y reconocer los progresos realizados en materia de sinodalidad (cf. n. 9). Gracias a este itinerario, el Santo Padre podrá escuchar y confirmar las orientaciones consideradas válidas para la Iglesia entera (cf. nn. 12 y 131). Por último, este proceso constituye el marco en el que situar las múltiples iniciativas de aplicación de las orientaciones del Sínodo, en particular los resultados de los trabajos de los Grupos de Estudio y las aportaciones de la Comisión de Derecho Canónico.
Este 2025 es el III Año Mariano de Lledó y una exposición con obras de artistas castellonenses ya puede visitarse en la plaza de Las Aulas
El sábado 12 de abril, el Casino Antiguo de Castellón acogió la presentación del Boletín Anual de la Real Cofradía de Nuestra Señora del Lledó, que recoge las principales actividades realizadas durante el año. En este número, se destacan momentos de gran trascendencia como la celebración del Centenario de la Coronación de la Virgen del Lledó y el reconocimiento de la ciudad de Castellón, que otorgó a la Mare de Déu del Lledó la Medalla de Oro, un honor firmado por el Secretario de la Junta de Gobierno. Además, el boletín incluye artículos de autores de renombre de la ciudad que invitan a los cofrades a vivir con devoción los principales momentos del III Año Mariano de Lledó.
La presentación estuvo acompañada de la revelación del programa de actos y celebraciones del Triduo de este III Año Mariano, que se celebrará entre el 1 y el 4 de mayo. Entre los eventos más destacados se encuentran:
Exposición “Mirant a Lledó” en Espai Obert Les Aules, abierta del 10 de abril al 5 de mayo.
Cantate Mariae, con la Banda Municipal, el 16 de abril a las 19:30 h. en el Auditorio.
Pregonet anunciador el 26 de abril.
Certamen Literario “Flor Natural de Lledó” el 28 de abril en el Teatro Principal, a las 19:30 h.
Cantate Mariae en Santa María el 1 de mayo a las 22:00 h.
Serenata a la Mare de Déu en la Plaza Mayor, el 2 de mayo a las 22:00 h.
Concierto de Campanas desde el Fadrí en la Plaza Mayor, el 3 de mayo a las 12:00.
Pinta Lledó para niños en la Plaza Mayor, en la mañana del sábado 3 de mayo.
Misa de la Lledonereta en la Basílica, el 25 de mayo a las 11:00 h, con el coro de voces blancas.
Por su parte, la exposición “Mirant a Lledó”, organizada por la Diputación Provincial de Castellón, ofrece una visión única de la Basílica del Lledó, con obras de artistas castellonenses. Esta muestra, que se puede visitar en el Espai Cultural Obert ECO – Les Aules hasta el 5 de mayo, presenta las distintas versiones de este emblemático lugar, abordado por pintores como Juan Bautista Porcar, Álvaro Bautista, Pepe Sabat, y muchos otros.
Con esta exposición y el variado programa de actividades, la Real Cofradía de Nuestra Señora del Lledó invita a los castellonenses y a los visitantes a celebrar juntos este III Año Mariano, reafirmando el vínculo entre la ciudad y su patrona.
El pasado sábado 12 de abril, Castellón se llenó de color, alegría y vida con la llegada de más de 150 jóvenes del movimiento Juniors procedentes de Castellón, Paiporta y Valencia, que participaron en un encuentro que quedará para el recuerdo.
Desde primera hora de la mañana, el parque de Rafalafena se convirtió en el epicentro de la energía juvenil. Allí, niños, niñas y monitores disfrutaron de una gran variedad de juegos para todas las edades, donde no faltaron las risas, la emoción y el espíritu de equipo. Fue el inicio perfecto para una jornada en la que la diversión y los valores fueron de la mano. Tras la mañana de juegos, el grupo se trasladó al IES La Plana para compartir una comida en comunidad, un momento de descanso que también sirvió para seguir conociéndose y fortalecer los lazos entre centros.
La tarde continuó con nuevas dinámicas donde tanto niños como monitores participaron activamente en actividades pensadas para crear conexiones, jugar y compartir momentos únicos. La mezcla de caras nuevas y conocidas dio lugar a un ambiente mágico que reflejaba el verdadero espíritu Juniors: acogida, alegría y unidad.
El broche de oro llegó con un momento muy especial: la celebración de la Eucaristía del Domingo de Ramos, donde la emoción se hizo visible en los rostros de todos los presentes. Durante la misa, se vivió uno de los instantes más significativos del día: la bendición de las pañoletas, un símbolo lleno de identidad y compromiso con el movimiento.
Este encuentro no solo fue una oportunidad para divertirse y conocerse, sino también para vivir la fe de forma compartida, creciendo juntos como comunidad. Un día que demuestra, una vez más, que ser Juniors es mucho más que una actividad: es una forma de vivir, de sentir y de transformar el mundo desde lo cotidiano.
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