Desde el año 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó que cada 20 de junio fuera el Día Mundial de los Refugiados. Con este motivo, los obispos de la Subcomisión para las Migraciones y movilidad humana de la Conferencia Episcopal Española han llamado la atención sobre este colectivo de población de más de 30 millones de personas, y que es uno de los más afectados por las consecuencias derivadas de la crisis del coronavirus. En cada continente millones de familias y personas se ven obligadas a huir, entre otros tantos peligros, del hambre, la guerra, la pobreza y la explotación, con el anhelo de buscar un lugar seguro donde poder construir una vida mejor para ellos y sus seres queridos.
El sacerdote Juan Crisóstomo Nangagahigo, Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, nos ha hablado de este problema:
La Iglesia nos invita a curar a quien está herido y a buscar a quien está perdido. ¿Crees que nos dejamos llevar por el miedo o los prejuicios en la acogida al refugiado?
La Iglesia, en septiembre dedica una jornada especial para recordar especialmente los migrantes y refugiados. El Papa emite un mensaje y las conferencias episcopales de todo el mundo organizan Jornadas con materiales, lo mismo que las diócesis.
Cada año la Iglesia nos invita a buscar y curar las heridas de nuestros hermanos. Es un trabajo bastante importante de sensibilización a la sociedad en general y a la comunidad cristiana en particular, para que sea consciente que son hermanos y hermanas que vienen a nuestro encuentro, como Jesucristo, como estuvo muchos años de refugiados en Egipto. Los cuatros verbos, acoger, proteger, promover e integrar, del Papa deben seguir resonando en nuestros corazones.
Entre los refugiados encontramos a víctimas de la trata, de la guerra y la violencia, de la pobreza… ¿Cómo podemos darles a conocer el amor de Dios?
El tema de las víctimas contra la trata es una preocupación para la Iglesia, porque detrás de cada víctima hay una historia de sufrimiento, una familia destrozada.
A nivel de la Conferencia Episcopal se está trabajando en comisión, que se encarga de la trata y entrega material a las diferentes diócesis. Ninguna guerra es justa, cada vez que se lleve el ser humano. No podemos quedar indiferentes ante la violencia, porque Cristo es quien sufre en la carne del hermano. Tenemos que levantar la voz y hablar por los que no tienen.
¿Cómo trabajáis desde el Secretariado con estas personas?
Desde el Secretariado de Migraciones de nuestra Diócesis trabajamos dentro de la mesa de pastoral, integrada por diferentes realidades de los grupos diocesanos.
De momento estamos en contacto con la comisión de la Conferencia Episcopal, que nos envía los materiales necesarios con el objetivo de sensibilizar a la comunidad cristiana sobre el tema de los refugiados. Trabajamos también con otras delegaciones y entidades civiles, con la que que compartimos las mismas preocupaciones. Todo para sensibilizar a la sociedad de la seriedad del tema de los refugiados, de los motivos por los que una persona decide abandonar su tierra, de los retos y problemas que se encuentran, y sobre todo de la necesidad de una buena acogida.
El Papa Francisco habla de la necesidad de una cultura del encuentro como objetivo común, ¿qué es la cultura del encuentro?, ¿por qué es tan necesaria hoy?
En muchas ocasiones, el Papa ha hablado de la cultura del encuentro como objetivo común, y nos ha animado a ser intrépidos en la forma en que miramos mas allá de nosotros mismos y a las necesidades de los demás.
Una cultura del encuentro es el hábito que cada ser humano en general, y cada cristiano en particular, debe cultivar para ir hacia su propio hermano, viendo en él a Jesucristo. Esta cultura es muy necesaria, hoy más que nunca porque los problemas de la humanidad son problemas que solucionaremos en el momento en el que empecemos a mirarnos con otros ojos. Cuando empecemos a ver al otro como Jesucristo, entonces muchas cosas cambiarán.
Coincidiendo con el «Año de la familia» se ha convocado, desde la fraternidad de «Familias invencibles» un encuentro de verano que se va a celebrar del 2 al 4 de julio en el Seminario Mater Dei y está dirigido, según confirman desde la organización «a todo tipo de familias: con hijos adolescentes; esperando el primer hijo; cuidando a los abuelos; padres de un hijo especial; de todas las edades; o familias numerosas».
Bajo el lema «Porque el Señor ama a su pueblo» (Salmo 149), el encuentro está basado en la reunión de las familias para compartir sus experiencias de vida familiar y vida de oración, en respuesta a la insistente llamada de S. Juan Pablo II en favor de la evangelización de las familias y desde las familias.
En estos encuentros, las familias descubren cómo el Espíritu Santo alienta la vida familiar y la riqueza que tiene la oración, la convivencia, compartir las experiencias, así como la vida con otras familias y entre ellas mismas. Es una gracia espiritual que no hay que dejar pasar. «Oramos, dialogamos, compartimos, celebramos, jugamos, recibimos formación los adultos, los niños, los jóvenes», haciendo posible que estos encuentros se conviertan en un retiro o vacaciones para fortalecerse.
Para reservar plaza, basta con cumplimentar el formulario que se puede descargar aquí (FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN). Las plazas están limitadas a un aforo de 80 personas, y se desarrollara de viernes a domingo con un interesante programa:
De viernes (cena) a Domingo (comida) Adultos: 80 € Niños de 7 a 11 años: 60 € Niños de 3 a 6 años: 44 €
Por día Adultos: 40 € Niños de 7 a 11 años: 30 € Niños de 3 a 6 años: 22 €
Niños de 0 a 2 años: 0 €
INSCRIPCIÓN por FAMILIA: 30 €
– Comida extra: 8 € –
«Familias invencibles» son una fraternidad de familias cristianas católicas del siglo XXI que han experimentado la acción renovadora del Espíritu Santo en su Iglesia y sugraciapoderosa en el Sacramento del Matrimonio haciendo de nuestros hogares verdaderas Iglesias domésticas en las que se vive la oración en común, la hospitalidad, el servicio y la evangelización.
A mediados del mes de marzo comenzaron las obras de construcción del nuevo complejo que albergará al centro parroquial de los Santos Evangelistas de Vila-real y al Centro de Promoción Social de Cáritas diocesana, “El Pati”.
Los trabajos iniciales consistieron en el vallado del solar, en demoliciones de restos de edificación, en la excavación y retirada de materiales, y en el replanteo de la cimentación superficial y de las vigas riostras.
Desde la empresa constructora, Teknos, han informado que actualmente están encofrando el primer forjado, es decir, poniendo el hormigón en el armazón que, al endurecerse, formará la estructura del edificio. Concretamente, esto se ha hecho ya en la planta baja y en la primera planta, además se han cajeado los dos ascensores.
La semana pasada, los fieles de la parroquia de San Jaime Apóstol de Oropesa del Mar celebraron el Triduo al Sagrado Corazón de Jesús.
Los tres días, por la tarde, realizaron la Exposición del Santísimo, Santo Rosario y una Eucaristía, tras la cual rezaron la oración de consagración al Sagrado Corazón. Además, el día de la solemnidad se impusieron un total de 110 medallas a las socias de la Cofradía.
“Es la primera vez que se hace de esta forma”, ha explicado el párroco, José Miguel Sala, “y la comunidad parroquial ha respondido con alegría a este nuevo impulso a la Cofradía”. Tanto la Junta como el párroco también han querido agradecer esta buena respuesta de la gente, de las celadoras y de las socias, “haciendo posible, un año más, que se haya podido celebrar esta fiesta”.
Como cada día 17 de mes, hoy celebramos la “Jornada de oración por la vida”, una petición que nos hizo nuestro Obispo, D. Casimiro, ante la aprobación de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, que entrará en vigor en España el próximo 25 de junio, convirtiéndose nuestro país en el cuarto de Europa – tras Holanda, Bélgica, y Luxemburgo – y en el séptimo del mundo que permite poner fin a la vida de las personas.
La nueva norma se consuma en forma de dos modalidades: con la intervención de un profesional de la salud, administrando al paciente una dosis letal (eutanasia), o en forma de suicidio asistido, recetándose un medicamento al paciente para que se lo autoadministre, en su domicilio si así lo estima oportuno.
Desde sus defensores, impulsores y legisladores, se nos ha vendido el drama de la eutanasia como un derecho: “derecho a morir”, “derecho a una muerte digna”, “derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida”, “derecho a morir sin sufrimientos”… Son derechos inventados, y sin demanda social, pues la realidad es bien distinta, ya que, en lugar de acabar con el sufrimiento de la persona, con esta Ley se permite matar a la persona que está sufriendo.
Aprobada por el Congreso de los Diputados en diciembre del año pasado con gran celeridad, sin debate social, tramitada en mitad de una pandemia y en Estado de alarma, no es la solución al sufrimiento, es parte del problema, porque matar es lo contrario de cuidar, porque el sufrimiento sí se puede aliviar.
Ante ello, los Obispos de España publicaron una Nota que lleva por título `La vida es don, la eutanasia un fracaso´, y convocaron a una Jornada de ayuno y de oración para pedir el Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana. En dicha Nota calificaron este hecho de “especialmente grave, pues instaura una ruptura moral; un cambio en los fines del Estado: de defender la vida a ser responsable de la muerte infringida; y también de la profesión médica, llamada en lo posible a curar o al menos a aliviar, en cualquier caso a consolar, y nunca a provocar intencionadamente la muerte”.
También indicaban la respuesta a la que estamos llamados: “a no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza”. Del mismo modo, D. Casimiro dirigió una carta a toda la comunidad diocesana que llevaba por título `No podemos callar´. “Ante esta tropelía – nos decía- los católicos, los cristianos en general, los creyentes de otras religiones y las personas de buena voluntad no podemos callar. Cada uno verá cómo mostrar su desacuerdo”. Además, ordenó que las banderas de las casas episcopales en Segorbe y en Castellón ondeasen a media asta y con crespón negro, y nos pidió “seguir rezando todos los días, y de forma especial los días 17 de cada mes”.
Asimismo, han sido numerosas las organizaciones, asociaciones y sociedades (médicas y no médicas), que se han posicionado contra esta Ley. Es el caso del Comité de Bioética de España, máximo asesor del Gobierno en el tema, que entre sus conclusiones aclara que “legalizar la eutanasia y/o auxilio al suicidio supone iniciar un camino de desvalor de la protección de la vida humana cuyas fronteras son harto difíciles de prever, como la experiencia de nuestro entorno nos muestra”. Además, estos “no son signos de progreso sino un retroceso de la civilización, ya que en un contexto en que el valor de la vida humana con frecuencia se condiciona a criterios de utilidad social, interés económico, responsabilidades familiares y cargas o gasto público, la legalización de la muerte temprana agregaría un nuevo conjunto de problemas”.
Recientemente, el Dr. Manuel Martínez-Sellés, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, en una ponencia destinada al clero joven de nuestra Diócesis explicó que con esta norma se vulnera el Juramento Hipocrático Médico (“Velar con el máximo respeto por la vida humana”) y el Código de Deontología Médica (“El médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”). No solo eso, sino que también es incompatible con lo que recoge el artículo 15 de la Constitución Española: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”.
Y lo que es más importante. El quinto mandamiento deja claro que sólo Dios es el Señor sobre la vida y la muerte: «No matarás» (Ex. 20, 13). Este mandamiento incluye: el asesinato y la complicidad en el asesinato, los crímenes de guerra, la interrupción voluntaria del embarazo, el suicidio y la eutanasia.
Cuidados paliativos
La Diócesis ha editado un tríptico, disponible en todas las parroquias, sobre los cuidados paliativos que recoge con riguroso detalle cómo conservar el valor y la dignidad de la vida humana en cualquier condición, y con el objetivo de informar respecto a la posibilidad de comprometerse con la «terapia de la dignidad», tal y como asegura el Papa Francisco, alimentando, como cristianos, «el amor y el respeto por la vida».
Los cuidados paliativos son aquellas atenciones y cuidados dirigidos a las personas con enfermedades avanzadas y a sus familias cuando la expectativa médica ya no es la curación. Su objetivo principal es mejorar la calidad de vida, controlando o minimizando el sufrimiento, y proporcionando una atención integral brindada por equipos de trabajo interdisciplinarios.
Cabe recordar que 228.000 personas mueren cada año en España con necesidad de cuidados paliativos. Por ello es necesario reclamar a la Administración sanitaria más inversión para que nadie se pueda ver privado de ellos, y para que nadie se vea forzado a pedir la eutanasia o el suicidio asistido.
También está disponible en las parroquias de la Diócesis un tríptico informativo, y un modelo a cumplimentar, sobre la importancia de formalizar el Documento de Voluntades Anticipadas, también conocido como Testamento Vital. Es la expresión escrita de la voluntad de un paciente sobre los tratamientos médicos que desea recibir, o no está dispuesto a aceptar, en la fase terminal de su vida. También especifica que se administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos, pero que no se aplique la eutanasia.
Ayer por la tarde, en una celebración que tuvo lugar en la Arciprestal San Jaime en Vila-real, nuestro Obispo, D. Casimiro, admitió como candidatos a las órdenes sagradas a 7 seminaristas, 6 de ellos del Seminario Redemptoris Mater, y 1 del Seminario Mater Dei. Se trata de Isaac Huguet, Pablo Durán, Pablo Ruiz, José Salas, Armando Zapata, Martín Vera y Samuel Albaladejo.
Con este rito, el que aspira al diaconado o al presbiterado manifiesta públicamente su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia para ejercer el orden sagrado; la Iglesia, por su parte, al recibir este ofrecimiento, lo elige y lo llama para que se prepare a recibir el orden sagrado, y de este modo sea admitido regularmente entre los candidatos al diaconado.
Este rito litúrgico de Admisión es un primer reconocimiento oficial de los signos positivos de la vocación al diaconado, que debe ser confirmado durante los siguientes años de formación.
Tras escuchar la llamada del Señor, “fuisteis a su encuentro”, dijo el Obispo en la homilía dirigiéndose a los 7 candidatos, “hay una invitación y hay un encuentro, que es fundamental para comenzar el camino de formación hacia el sacerdocio”.
Este es un camino “largo, que supone superar los miedos” para “dejarse formar y configurar por Él”, continuó, “para ser un día sacerdotes según el corazón del Buen Pastor, reflejo suyo”. Pero para ello es necesario dejar de lado “la mundanidad, la superficialidad y los egoísmos”, a lo que les ayudará “la oración, la limosna y el ayuno”.
D, Casimiro señaló varios peligros que corren los sacerdotes hoy en día, como “es quedar bien ante la gente, y no tanto llevar a las personas al encuentro con el Señor, de no transmitir la Palabra de Dios”, de “hablar más nosotros que dejarnos hablar e interpelar”, o de “creerse más que los demás”, y todo eso “hay que purificarlo en este tiempo de preparación”, les decía.
“Hoy es un día de alegría”, continuó, pero ello no puede hacernos olvidar la preocupación ante el “desierto vocacional que estamos sufriendo a todos los niveles”, no solo al sacerdocio, sino también a la vida consagrada y al matrimonio, y “tenemos que despertar, porque la mies es abundante y los obreros son pocos”.
Nuestra tarea, la de toda la Iglesia, es ayudar y “llevar a las personas al encuentro con el Señor, que es el camino, la verdad y la vida, y que es el único capaz de saciar ese de deseo de amar y ser amados que llevamos dentro de nuestro corazón”, indicó exhortando a la interpelación de toda la Iglesia diocesana.
Esta mañana se han instalado dos nuevos lienzos del pintor y escultor burrianense Vicente Traver Calzada en el presbiterio de la Concatedral de Santa María, en Castellón.
Los cuadros representan el descendimiento de Cristo (“Descendimiento”) y la Visitación con la Anunciación (“Bendito el fruto de tu vientre”), instalándose bajo la supervisión del Obispo, D. Casimiro López Llorente, y la diputada provincial de Cultura, Ruth Sanz.
Pintados en temple y óleo sobre tabla de 300×375 cm, Traver Calzada ha explicado que su intención es “actualizar la iconografía religiosa, dándole un trasfondo actual a las escenas, introduciendo en ellas a las personas que observen y contemplen el cuadro”.
En la Visitación, el autor indica que ha pintado las figuras de la Virgen con su prima santa Isabel sobre un fondo de la región de Judea, y “entre las montañas transcurre el río Jordán, en alusión al bautismo de Jesús por Juan el Bautista”. La Anunciación está pintada “como si fuese un dibujo renacentista”.
En el Descendimiento aparece Cristo, “que es descendido por un grupo de ocho personas, entre ellas tres mujeres, la Virgen María, María Magdalena y una tercera figura, que es una mujer con mantilla, simbolizando la actualidad de esta escena”, ha explicado.
Es un escenario “con colores tistes, se ven los relámpagos y en el fondo aparece el Templo de Jerusalén”, simbolizando el pasaje evangélico narrado en Lc. 23, 44-45: «y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio».
Además, Traver Calzada explica que esta escena está pintada durante el año pasado, en todos los meses más duros de la pandemia, lo que también “refleja mi estado de ánimo en los tonos y colores”, contrastando con la Anunciación y la Visitación, pintado en el 2019.
Como todas las semanas, ayer martes se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar los casos presentados por las Cáritas en el territorio.
En esta ocasión se han presentado solicitudes por parte de la Cáritas Parroquial de Santa María de Castellón, de la Cáritas Parroquial de San Bartolomé de Onda, y de La Asunción de Ntra. Sra. y del Santo Ángel Custodio a través de la Cáritas Interparroquial de La Vall d´Uixó.
Las ayudas se han destinado a cubrir necesidades de alquileres y de suministros de agua y luz. La cantidad económica ha ascendido a un total de 1.844,52 €.
Escuela de Verano de Cursillos de Cristiandad en Oporto del 7 al 15 de Agosto
Los jóvenes del Movimiento Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Segorbe-Castellón han organizado esta «Escuela de Verano» para pasar unos días de convivencia.
Según confirma Elena Machí, responsable de la organización, «contaremos con momentos de rollos, compartir, dinámicas, desiertos y visitaremos todos los lugares que aparecen en la imagen. Es una oportunidad muy buena para descansar, para pasarlo bien, conocer gente y crecer en amistad».
Para ello ya se ha abierto el plazo de inscripción cuya fecha máxima es el 30 de junio. Para formalizar la solicitud es necesario cumplimentar el formulario (click aquí).
El viaje incluye habitación doble en pensión completa, desplazamientos en autobús todos los días y entradas a los diferentes lugares que visitemos. La Escuela de Verano tiene un precio de 450€ y cuando el solicitante reciba el email de confirmación de la inscripción, se le facilitará un número de cuenta donde realizar el primer ingreso de 150€ (hasta el 30 de Junio). La cantidad restante se abonará 15 días antes del viaje.
En Cursillos, afirma Elena Machí, «no queremos que el dinero sea un impedimento para ir así que si alguien tiene interés en venir y tiene algún tipo de dificultad que se ponga en contacto con nosotros a través del: 648 51 62 62». En este sentido agradecen las generosidad de quienes puedan «aportar más y contribuir a ayudar a quienes no puedan». La Escuela de Verano está abierta a cualquier joven entre 18 y 35 años. Las plazas son limitadas y, debido a la demanda, han tenido que ampliar el número de plazas.
Los jóvenes de Cursillos de Cristiandad invitan a todos los jóvenes interesados a «prepararse espiritualmente mediante la oración y los sacramentos e ir llenando la mochila de ilusión, entrega y espíritu de caridad”.
Cabe destacar que, de acuerdo con la situación actual de pandemia, se tomarán estrictamente todas las medidas de distanciamiento social e higiene, cumpliendo además con aquellas otras requeridas en el país de destino (Portugal). Del mismo modo será necesario disponer de la tarjeta sanitaria europea.
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