La misión de los Padres Blancos en África: “la gente se convertía al ver a una comunidad cristiana que se amaba y se quería”
Con motivo del Domund 2021, que celebraremos el próximo domingo 24 de octubre, los Misioneros de África, Padres Blancos, desde su comunidad en Benicàssim también han querido contarnos lo que han visto y oído durante sus años de misión en varios países del continente africano.
El P. Agustín Arteche ha estado 20 años en Burkina Faso y 10 años en Sudán, “con dos contextos completamente diferentes”, explica. En Burkina Faso “había un deseo de convertirse al cristianismo muy grande, y en la zona en la que yo estaba había como una especie de oleada de conversiones al cristianismo”, y según indica, “lo hacían porque veían que la comunidad cristiana era una comunidad que se amaba y se quería, era solidaria entre sí, cantaba, rezaba y se reunía todos los domingos”.
En Sudán, con los Hermanos Musulmanes existía un contexto muy difícil, continua el P. Agustín. En una ocasión, “la policía que vigilaba nuestros pasos como misioneros, porque tenían miedo a que hiciéramos proselitismo y convirtiéramos a la gente al cristianismo, me llamaron y me sometieron a un interrogatorio”, pero él, recordando las palabras de Jésus en el Evangelio, «sed astutos como serpientes y prudentes como palomas», cuenta que “con toda sencillez respondí a lo que me preguntaban, y les apaciguó”.
Allí, “las comunidades cristianas estaban sometidas a una persecución muy potente, habían huido de la guerra, eran muy pobres, no tenían nada, habían dejado su tierra, sus posesiones, su ganado”, sin embargo, “los domingos, fieles a la Eucaristía se transformaban”, y “eran unas comunidades que a pesar del sufrimiento cantaban y bailaban”. Ese “era un testimonio extraordinario de cohesión y de amor entre ellos”.
El P. José María Alcober estuvo 35 años en el Congo, “los años más plenos y más felices de mi vida”, recuerda. Cuenta que en los primeros meses de su estancia allí fue a visitar a una persona mayor “que estaba muy enferma y que quería ver a un sacerdote”. Al llegar “vi que la choza en la que vivía esta viejecita estaba rodeada de todo el pueblo, acompañándola”. Pudo hablar con ella, la confesó, y luego entró todo el pueblo a despedirse de ella, “cantamos, leímos la Biblia, le di la comunión y cuando me iba a ir la viejecita empezó a cantar `Me voy, me voy hacia nuestro pueblo, al lado de nuestro Padre Dios´». “Me quedé impresionado tremendamente”.
El P. José María explica que “cuando todos nosotros vamos a África creemos que vamos a convertir a África, que vamos a salvar a África, y creo que son los africanos los que me han enseñado muchísimas cosas de mi propia fe”. “Estamos de camino hacia la casa del Padre – indica – y eso es un incentivo para hacer de este mundo un mundo de hermanos, porque tenemos un mismo Padre que se llama Dios”. “En este mundo de sufrimientos, de injusticias, de rechazos, de divisiones, nuestra misión como cristianos es hacer un mundo de hermanos”, concluye, y “esto lo he comprendido en África”.