Ayer, día 10 de mayo, en el contexto de la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, y en el marco del Año Jubilar diocesano, la parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles de Betxí acogió el rito de Admisión a órdenes de un seminarista, de tres candidatos al Diaconado Permanente, y el rito de institución de cuatro lectores. La celebración estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
La recepción por parte de la Iglesia del compromiso público de cuatro candidatos y la asunción de un ministerio de servicio a la Palabra de Dios por parte de otros cuatro son motivos para dar muchas gracias a Dios, que actúa en los corazones y los empuja al servicio, sea a través del diaconado o del presbiterado.
“El Señor resucitado, que es el Buen Pastor, nos quiere llenar de su amor y de su vida para que seamos sal de la tierra y luz del mundo”, decía el Obispo en la homilía. “Él sale a nuestro encuentro para llenar nuestro corazón de la alegría del encuentro con el Señor”, “la alegría de ser cristianos y discípulos del Señor, de ser miembros de su Iglesia peregrina, la familia de los hijos de Dios en esta tierra”.
“Vivimos tiempo de escasez vocacional”, indicó D. Casimiro, “al ministerio ordenado y a la vida consagrada, pero también al matrimonio cristiano, porque esta generación de un cristiano discípulo misionero del Señor no la sabemos cultivar como se merece”. Ante ello, y a pesar de las dificultades, exhortó a llevar a los niños, en la familia y en la parroquia, al encuentro con el Señor, “es fundamental para que el bautizado viva su condición de hijo de Dios”.
Ministerio del Lectorado
Los cuatro seminaristas que fueron instituidos lectores por el Obispo, del Seminario Redemptoris Mater, fueron Armando Zapata, Pablo Ruiz, Samuel Albaladejo y Martín Vera.
«El lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el Evangelio. Puede también proponer las intenciones de la oración universal, y, en ausencia del salmista, proclamar el salmo responsorial» (IGMR n°99). Es este uno de los pasos que se administran, junto al acolitado, en el camino hacia la ordenación diaconal y sacerdotal. Se confiere a los candidatos a medida que van completando su formación y van configurando su vida con las dimensiones básicas del ministerio presbiteral del servicio de la Palabra y del altar.
Rito de Admisión a órdenes
El seminarista que fue admitido a órdenes es Álvaro González, del Seminario Mater Dei.
La Admisión es un rito que se realiza con la finalidad de manifestar el propósito y deseo, de aquellos que se preparan para el ejercicio del sacerdocio ministerial, de ser aceptados entre los candidatos a las Sagradas Órdenes.
Y con este Rito, la Iglesia, a través de los responsables del seminario, reconoce en el candidato las cualidades y aptitudes necesarias para que algún día pueda ser ordenado. Por lo tanto, es recibido oficialmente como candidato para que continúe su formación para el sacerdocio.
Rito de Admisión al Diaconado Permanente
Los tres laicos que fueron admitidos como candidatos al Diaconado Permanente, dos de ellos casados, fueron Abraham Saera, Vicent Meneu y Paco Rubio.
En el Rito de Admisión, los aspirantes al Diaconado Permanente manifiestan públicamente su deseo de abrazar la vocación a la que el Señor los ha llamado, a la que quieren responder con generosidad, y representa de manera oficial la voz de la Iglesia constatando y acogiendo la vocación de estas personas. También, las esposas de los candidatos casados manifestaron públicamente su consentimiento al compromiso asumido por sus esposos.
Pablo Ruiz, tiene 25 años y es natural de Caravaca de la Cruz (Murcia). Llegó a nuestra Diócesis siendo adolescente e ingresó en el Seminario Diocesano Redemptoris Mater, en Betxí. Cursó Bachillerato en el Seminario Diocesano Mater Dei y emprendió los estudios de Filosofía y Teología que terminará este año. El próximo curso académico saldrá a la misión a hacer la itinerancia previa a su ordenación sacerdotal, que también forma parte de su formación. Con motivo de la Solemnidad de San José, Pablo Ruiz ha estado en «El Espejo de Segorbe-Castellón» (Cadena Cope)
¿Qué te llevó a ingresar en el Seminario? ¿Cómo descubriste tu vocación? Con 16 años estaba en una situación difícil por no encontrarle sentido a mi vida. La enfermedad de mi madre hizo mella en mí y ese verano una compañera de clase me invitó a un campamento organizado por monjas. Había dicho mil veces que no pero aquel año dije que sí y durante el campamento, en una exposición del Santísimo, le pregunté al Señor que si de verdad existía me lo confirmase. En ese momento, yo era una persona muy inquieta, tenía los nervios descontrolados pero me sentí muy querido y experimenté un amor enorme de Dios. Pensé que eso era lo que yo quería para mí. Ese verano también asistí a un encuentro del Camino Neocatecumal en Italia donde se nos dio destino a un Seminario. En mi caso tenía que ser un Seminario en España porque no había cursado todavía el Bachiller y aquí me destinaron. Primero estudié bachillerato en el Mater Dei y luego Teología.
¿Cómo se desarrolla tu día a día en el seminario?, ¿qué aporta la formación para el sacerdocio? Desde fuera siempre había visto la vida del Seminario muy aburrida pero es todo lo contrario. Nos levantamos a las 6 de la mañana y tras la oración de las 7h, desayunamos y asistimos a la Universidad en el Mater Dei. Cuando acaban las clases regresamos al seminario y rezamos la hora intermedia. Tras un rato de descanso y deporte, dedicamos unas horas al estudio. Antes de cenar tenemos un rato de oración y ya por la noche, si se da el caso, podemos acudir a las actividades parroquiales en Castellón. A partir de las 22.30h de la noche se hace silencio y cada uno en su habitación puede leer, meditar…. cada uno lo que quiera.
¿Cómo crecéis en la formación espiritual?,¿cuánto de renuncia hay en el día a día?, tal vez pesa más lo que recibes que lo que se queda atrás ¿no? La verdad es que sí!…, se recibe mucho más de lo que se deja atrás porque a nivel espiritual nos alimentamos de los Sacramentos en el Seminario pero es verdad que nuestra vocación se ha gestado en una comunidad del Camino Neocatecumenal, movimiento al que estamos enraizados, y es a través de esa vivencia de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la historia de sanación de los hermanos como poco a poco, sin forzar nada, el Señor, a través de ese alimento espiritual te va tocando el corazón y te das cuenta que la vocación viene del Señor, porque antes que la formación espiritual que es fundamental, el Seminario no es una fábrica de curas, sino que el pilar fundamental es que tu seas persona, una persona cristiana… y antes de ser cura, eres persona. También tenemos la ayuda del Rector, del Padre espiritual y poco a poco se va viendo esa formación espiritual que, como digo es fundamental, y a partir de ahí nace la vocación.
¿Qué te está ayudando a descubrir que el sacerdocio es el plan que Dios tiene para ti? Lo que más me ayuda es ver lo contento que estoy en el Seminario. Yo era una persona muy triste, muy tímido y me costaba relacionarme con la gente. Una de las cosas que he descubierto en este tiempo es la alegría que me da hacer su voluntad. Muchas veces he tenido la tentación de abandonar por la presión y no ser capaz de aguantar el ritmo y el sufrimiento… y el Señor me confirma que es su voluntad porque a mi los estudios siempre me han costado muchísimo y la serenidad que me ha dado el Seminario me ha ayudado a sacar los estudios adelante que para mí era imposible. Recuerdo la primera vez que me llamó mi madre y me dijo: ¡pero muchacho qué te han hecho, que hablas tanto?!…. Son cosas que el Señor, poco a poco me va diciendo… tengo serenidad y paz…. es lo que el Señor me va confirmando mediante detalles de amor conmigo.
¿Cómo te imaginas el día que el Obispo te imponga sus manos para ordenarte sacerdote?
La verdad es que el Rector, cuando vamos a una ordenación presbiteral, siempre nos dice que no la vivamos como una Gracia para el que se ordena, sino que lo vivamos también como una Gracia para nosotros… de ver cómo hombres débiles como yo, hombres que han dudado, hombres que han sentido miedo… ver cómo el Señor a partir de ese día te regala una Gracia por el Sacramento… es impresionante… y de ver cómo el Señor confirma de verdad esa vocación y, en la debilidad, te levanta… Es una alegría ver como el Señor, confirma que no me violenta para nada sino que me deja completamente libre.
¿Quién es tu San José en la tierra? A mí me ayuda mucho la figura de José de Egipto que siendo vendido por sus hermanos no se defiende y precisamente San José enseña a Jesús esa figura de no defenderse, de aprender a cargar con el pecado del otro. Y esta figura en el Seminario a mí me ayuda a ver que lo único que me ha hecho feliz es aceptar la voluntad de Dios y que todo lo demás da igual. Es cierto que todo lo demás importa, todo es fantástico, pero de verdad lo único que me ha hecho feliz es seguir al Señor y seguir su voluntad… y aunque aparentemente, desde fuera, parece que se renuncia a mucho, el Señor te da el doble o el triple.
Hoy, festividad de San José, se celebra el «Día del Seminario». Bajo el lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino» se hace un guiño al proceso que la Iglesia está viviendo en el Sínodo de los Obispos que se inició en 2021 y finalizará en 2023, haciéndoles partícipes del camino que la Iglesia Universal está llevando a cabo.
En su encuentro con seminaristas el año pasado, el Papa Francisco aseguró que le gusta imaginar el Seminario “como la familia de Nazaret, donde Jesús fue acogido, custodiado y formado con vistas a la misión que le encomendó el Padre”. El Día del Seminario es una ocasión especial para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.
En el momento actual, 22 son los seminaristas que están en proceso de discernimiento vocacional o formándose en los dos seminarios que hay en la Diócesis. Uno de ellos, el Redemptoris Mater, en Betxí, donde residen 9 chicos, más otros dos que ya han finalizado los estudios y están «en misión» o itinerancia por un periodo de tiempo previsto por su rector, D. Pablo Vela. A ellos se suman otros 11 candidatos que preparan su formación en el Seminario Diocesano Mater Dei, en Castellón, cuyo rector es D. Juan Carlos Vizoso. Cuatro lo hacen en el Seminario Mayor y los siete restantes (3 ya en Bachillerato) en el Seminario Menor.
El proceso de acceso habitual al seminario para cualquier joven que sienta la llamada de Dios al sacerdocio, es vivir el periodo de discernimiento vocacional en comunidad como lugar de referencia para la fe. De esta forma el primer intermediario para discernir la vocación es la persona que le acompaña en la fe (presbítero, catequista o su propia comunidad parroquial). Otro recurso es dirigirse a los rectores de los seminarios de la Diócesis o a través de la Delegación Diocesana para la Pastoral Vocacional que, en palabras de su delegado, D. Juan Carlos Vizoso, «es el momento en el que el candidato solicita a la Iglesia que le acompañe en el discernimiento y buscar luz para saber si aquello que siente en su corazón, es realmente una llamada al sacerdocio». El Seminario, asegura D. Juan Carlos Vizoso, «es la institución donde el candidato se siente acompañado por formadores y compañeros en la búsqueda de la voluntad de Dios».
Dimensiones de la formación de los seminaristas de la Diócesis
Cuatro son las dimensiones de la formación de los seminaristas en las que la Iglesia se apoya:
Dimensión intelectual: se adquiere a través de los 5-6 cursos académicos de formación universitaria y de manera profunda y sistemática sobre la Filosofía, la Teología y la Sociología entre otras materias, que les permiten conocer la realidad de Dios y del ser humano.
Dimensión espiritual: consiste en gestar su personal relación con el Señor, pues darle la vida a Cristo implica hacerlo, en persona, con absoluta libertad, con transparencia y atravesado completamente por esa decisión.
Dimensión comunitaria: consiste en vivir ese discernimiento acompañado, compartiendo tiempo, dificultades, anhelos y sufrimientos con otros candidatos en el Seminario porque se puede ver la llamada de Dios a través de la llamada de los otros.
Dimensión pastoral: a pesar de que, como seminaristas no tienen una tarea pastoral concreta, forman parte de la misma, porque la pastoral de la Diócesis contribuye a su discernimiento vocacional y porque la viven día a día viendo lo que la Iglesia está haciendo en medio de ellos y con ellos.
La jornada, que se celebró ayer en el Seminario Redemptoris Mater, en Betxí, se centró en la realización de propuestas para animar y favorecer la presencia, la acción pastoral y misionera de la Iglesia en las parroquias pequeñas y en zonas rurales.
Esta jornada, que lo fue de comunión, estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro, que junto a los 21 sacerdotes asistentes trataron el tema por grupos, para posteriormente realizar una puesta en común.
D. Casimiro exhortó a los sacerdotes y a los arciprestazgos a trabajar en este sentido. Además, se trata de un tema que se trabajará en el próximo Consejo Presbiteral.
En la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, fecha en la que se clausuraba esta semana el Año de San José, el apostolado de Emaús adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, trasladó su actividad semanal al Seminario Redemptoris Mater, en Betxí.
Allí, el rector, D. Pablo Vela, celebró la Eucaristía tras la que, como hacen cada martes en la Parroquia que las acoge, se celebró la Adoración ante el Santísimo Sacramento dejando en manos del Señor las intenciones personales y, especialmente, las de aquellas personas que están atravesando un momento de especial dificultad, rezando el Santo Rosario amparándose en la poderosa intercesión de la Santísima Virgen.
Como cada semana, la actividad de este apostolado, concluyó con una charla que bajo el título. «San José, a ti Dios confió a su Hijo» ofreció el Padre Pablo Vela. A partir del escaso contenido que sobre San José nos cuentan las Escrituras, la meditación se fundamentó «en el combate de José para aceptar el plan que Dios tenía para él». Así, desgranó los momentos cruciales en la vida del padre putativo de Jesús, en los que, siempre con humildad y entrega aceptó la voluntad de Dios. La charla supuso una constante interpelación a las participantes respecto a la confianza, la fe y el pecado para, siguiendo el modelo de José, aceptar el camino de la santidad que Dios ha elegido para cada uno de nosotros y no buscar el modelo de santidad que más se nos acopla.
El apostolado de Emaús, cuyo carisma es «servir y amar» para, siguiendo el ejemplo de Jesús, «llevar la Palabra de Dios y su presencia en nuestra vida a cualquier rincón y persona» inicia ahora la preparación del IV Retiro de mujeres y el II de hombres que se celebrarán durante la primera quincena del mes de marzo.
Ayer se celebró la reunión mensual del clero joven, que estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, y tuvo lugar en el Seminario Redemptoris Mater, en Betxí.
En esta ocasión, los sacerdotes pudieron conocer y contemplar el icono que dos pintores han compuesto para la capilla de dicho seminario. Se trata de Daniele Giordano y de Francisco Olivares (Pancho), peritos en obras y en bellas artes.
Pancho habló de la propuesta de una nueva estética del pintor español Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal, un itinerario de iniciación cristiana que surge con los más pobres de Madrid en 1964, en tiempos del Concilio Vaticano II y, que por la necesidad pastoral desarrolla una renovación artística en la Iglesia Católica, basada en la creación de nuevos espacios arquitectónicos y en la recuperación del icono para el arte occidental al servicio de la comunidad cristiana.
Según explicó, todo ello ayuda a sentirse amado y acogido cuando se entra en la capilla para participar en la liturgia, “vienes aquí con el peso de la vida y del mundo, necesitado de pasar a la vida, de escuchar la Palabra y al hermano, esperando consuelo por parte de la Iglesia”.
Vivimos en el mundo de las imágenes, un mundo cada vez más visual, indicó el pintor, “las imágenes son fundamentales porque tienen un impacto inmediato en el espíritu, te pueden dar un golpe muy fuerte en el corazón”, y las imágenes, la iconografía, “es muy importante en la tradición de la Iglesia”, que nace de modo anónima y se desarrolla poco a poco, por parte del Pueblo.
La representación de la fe cristiana en el arte, tiene siempre que ser un reflejo del alma, un anuncio celeste. “Para representar el mundo espiritual” es fundamental “abrir el cielo a la persona, abrirle a la trascendencia”, hacerle llegar la Buena Noticia que se actualiza en el momento en el cual se contempla, “Jesucristo te ama y ha dado la vida por ti”, recalcó el artista. Y para ello es necesario que el arte sea bello, “Dios ha creado la belleza, es muy importante la estética, porque el arte bien hecho tiene la capacidad de tocarte el corazón y de despertar el alma”.
Los pintores realizaron una explicación del icono que han pintado en la capilla, la “Aparición a los discípulos”: la Resurrección de Cristo es la victoria que destruye la muerte. El cuerpo glorioso del Hombre Nuevo reaparece en este mundo sin estar atado a sus leyes. Puede pasar a través de la puerta cerrada y desaparecer delante de los ojos de los discípulos. El Resucitado deshace todas las divisiones, está en total comunión. Los dos apóstoles en primer plano son San Andrés y San Pedro, que representan respectivamente la Iglesia de Oriente y la de Occidente. Cabe indicar que en estas pinturas se siguen las huellas de Rublev, intentando también abrir un puente a través del arte entre las Iglesias Católica y Ortodoxa.
El pasado día 16 de mayo, tres seminaristas del Seminario Diocesano Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”recibieron el Orden del Diaconado. Se trataba de David Vázquez, que tiene 27 años y es natural de Morón de la Frontera (Sevilla); de Wilson González, tiene 31 años y es de Santo Domingo (República Dominicana); y de Jae Kang Albino Hong, tiene 37 años y es de Corea del Sur. Comenzaron así una vida de servicio al Señor y a la Iglesia siendo servidores de la caridad, de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.
Mañana, día 9 de octubre a las 11:00 horas, nuestro Obispo, D. Casimiro, les administrará el sagrado Orden del Presbiterado en la S. I. Concatedral de Santa María, Castellón. Será una ceremonia cargada de emoción, y estarán acompañados de familiares, de hermanos de comunidad y de amigos, en un día que quedará grabado en la memoria de estos tres jóvenes que, a partir de mañana, en comunión con el Obispo y con la gracia de Dios, harán presente a Jesucristo sirviendo a la Iglesia, cumpliendo con la misión de ser sal de la tierra y luz del mundo entre las gentes de la Diócesis, y anunciando el Evangelio como ministros de los sacramentos y de la Eucaristía.
Estas ordenaciones sacerdotales podrán seguirse en directo por el canal diocesano en Youtube (Diócesis Segorbe-Castellón). En el siguiente enlace:
Entrevista a David Vázquez, Wilson González y Albino Hong
¿Cómo afrontáis este momento tan importante?, ¿quiénes os acompañarán?
David: Yo lo intento afrontar desde la oración. Porque en este tiempo de preparación de la ordenación es muy fácil distraerse con los preparativos y los quehaceres del día a día. Y creo que es fundamental tener más momentos de intimidad con el Señor, por eso hemos organizado alguna vigilia, retiro etc. Y también creo que es importante afrontarlo con humildad, sabiendo quién soy, siendo consciente de mis debilidades y pobrezas, para que así pueda aparecer la gracia de Dios, que es quien lleva a cabo la misión. Como dice san Pablo: “la fuerza se realiza en la debilidad”. Gracias a Dios me podrán acompañar mis familiares y amigos de Morón que, con esto de la pandemia, estaba más en el aire. Y también mi comunidad y parroquia en la que he vivido la fe estos años de Seminario.
Wilson: Con mi fuerza no, sino con la ayuda de Dios. Esto lo digo, porque viéndome a mí, que soy una persona débil que le cuesta hacer la voluntad de Dios, puedo decir que esto lo estoy afrontando con la ayuda de Dios, concretamente con la oración y con los sacramentos. Me acompañaran mis padres, mis hermanos de comunidad de Santo Domingo, mis hermanos de comunidad de Castellón, el Obispo, los presbíteros, el seminario, mis amigos y los feligreses de la parroquia de Nules. Para mí es importante que todas estas personas me acompañen en el momento más importante de mi vida, porque ahí se ve la comunión de los santos y la comunión de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Albino: Estoy muy bien, y muy contento. En este momento primero me acompaña el Señor, me ayuda y me anima para seguir su voluntad. Y me acompaña D. Manolo Agorreta, párroco de Nules, y Wilson González, el diácono que está conmigo en esta parroquia, con mucho amor y paciencia. También los fieles de Nules me acogen con mucho cariño y me ayudan a aprender sobre el amor.
Es largo el recorrido realizado para llegar al sacerdocio. ¿Cómo habéis vivido las diferentes etapas formativas, en el Seminario?
David: En mi caso han sido 10 años, pero creo que han sido necesarios. Y si lo miras bien no son tantos años para lo que vas a realizar después. Yo he vivido las etapas formativas como un regalo, porque he ido viendo la actuación de Dios en mi vida, y tengo la experiencia de que el Señor me ha ido sanando y preparando para la misión que me quiere dar. De todos estos años la conclusión que saco es que Dios siempre te da lo que necesitas.
Wilson: La verdad que, para mí, el tiempo de formación en el seminario fue y es una ayuda, porque gracias a la formación que recibí puedo decir que Dios tiene poder de sacar a una persona de la muerte y llevarlo a su Iglesia; eso es lo que ha hecho el Señor conmigo. El tiempo del seminario lo he vivido como una gracia.
Albino: Antes del tiempo del seminario yo era un chulo, un orgulloso y un gran soberbio. Pero no me conocía mucho. Por el tiempo del Seminario, el Señor me iluminó a conocerme, me bajó en la realidad y me ayudó a entender toda mi historia desde su amor. Ahora ya sé que soy soberbio y no soy nada, pero el Señor siempre me acompaña para vivir en la vida. Todo lo lleva Él, es lo mejor para mi salvación. También sé que soy incapaz de ser un pastor, hay dificultades, el idioma por ejemplo, por eso siempre le pido al Señor que me acompañe, que me mande el Espíritu Santo, que abra mi boca y mueva mi corazón. Y la oración me anima mucho a seguir la Voluntad de Dios, me ayuda a hacer las cosas por amor a Dios.
En este tiempo habéis recibido vuestro primer destinado pastoral, ¿dónde estáis?, ¿qué balance hacéis de este tiempo?
David: Mi destino es Benicàssim, donde llevo varias semanas viviendo. Ya he empezado a conocer los distintos grupos, catequistas, feligreses etc. Y veo que el trato que me dan es muy bueno, sobretodo del párroco y del vicario, que me están cuidando y ayudando mucho. Aun me tengo que asentar y conocer mejor a la gente, pero estoy contento.
Wilson: Estoy en la parroquia de San Bartolomé y San Jaime de Nules. Mi experiencia es la siguiente: estar en una parroquia es para mí algo nuevo, porque es la primera vez que estoy en una parroquia ya no como seminarista sino como diácono, y luego como presbítero. Esto para mí es un regalo porque me ayuda a salir de mi mismo. La verdad, estoy muy contento por esta misión que Dios me ha dado.
Albino: Estoy en la parroquia San Bartolomé y San Jaime de Nules. Allí estoy aprendiendo las cosas de la parroquia, conociendo a la gente de Nules, sirviendo a la Iglesia.
En el 2019, en un encuentro que tuvo el Papa Francisco con los seminaristas de Bolonia, decía que el sacerdocio no es una carrera profesional, sino una vocación de servicio. ¿A qué o a quién queréis servir en vuestro ministerio?
David: En mi ministerio quiero servir a la Iglesia y a toda la gente que el Señor me ponga delante. La vocación al sacerdocio no es una carrera profesional, pues sin una llamada de Dios no puedes entrar en ese servicio. Porque con la vocación puedes confiar en la gracia y te nacerá de forma automática el ponerte al servicio.
Wilson: Partiendo de mi experiencia, puedo decir con toda sinceridad que Dios me ha elegido para servirle a Él a través de los feligreses de la parroquia. Yo quiero servir a Cristo, porque ha sido Él quien me ha salvado y me ha sacado de la muerte en la que estaba metido.
Albino: El sacerdote no es un líder de la Iglesia y de la parroquia, sino que es un servidor de la Iglesia en el Señor. Hay que servir a la Iglesia, a la parroquia, al Papa y al Obispo, al Pueblo de Dios. Es escuchar a la gente y los que sufren, acompañarles, anunciar la Buena Noticia de que Jesucristo ha resucitado, anunciar la Resurrección y la salvación de los hombres. No es porque habla bien, porque es inteligente, porque sabe mucho, porque es santo, sino que es un servidor que está para servir al Señor y seguir la voluntad de Dios, para servir a la Iglesia, al Pueblo de Dios y para servir a todos los hombres para que se acerquen y conozcan al Señor.
¿Tenéis ya fecha para vuestras primeras misas?
David: Si, mi primera Misa será el 10 de octubre por la tarde en la parroquia de Ntra. Sra. de la Merced de Burriana, que es la parroquia donde he vivido la fe con mi comunidad los 7 últimos años de Seminario.
Wilson: Sí. Mi primera Misa será el 10 de octubre en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, a las 12h del medio día, y luego el 11 de octubre haré una primera Misa en Nules, a las 19 h.
Albino: Sí. Voy a celebrar mi primera Misa el día 10 de octubre a las 13:00 h. en el convento de Nules.
Ayer por la tarde, en una celebración que tuvo lugar en la Arciprestal San Jaime en Vila-real, nuestro Obispo, D. Casimiro, admitió como candidatos a las órdenes sagradas a 7 seminaristas, 6 de ellos del Seminario Redemptoris Mater, y 1 del Seminario Mater Dei. Se trata de Isaac Huguet, Pablo Durán, Pablo Ruiz, José Salas, Armando Zapata, Martín Vera y Samuel Albaladejo.
Con este rito, el que aspira al diaconado o al presbiterado manifiesta públicamente su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia para ejercer el orden sagrado; la Iglesia, por su parte, al recibir este ofrecimiento, lo elige y lo llama para que se prepare a recibir el orden sagrado, y de este modo sea admitido regularmente entre los candidatos al diaconado.
Este rito litúrgico de Admisión es un primer reconocimiento oficial de los signos positivos de la vocación al diaconado, que debe ser confirmado durante los siguientes años de formación.
Tras escuchar la llamada del Señor, “fuisteis a su encuentro”, dijo el Obispo en la homilía dirigiéndose a los 7 candidatos, “hay una invitación y hay un encuentro, que es fundamental para comenzar el camino de formación hacia el sacerdocio”.
Este es un camino “largo, que supone superar los miedos” para “dejarse formar y configurar por Él”, continuó, “para ser un día sacerdotes según el corazón del Buen Pastor, reflejo suyo”. Pero para ello es necesario dejar de lado “la mundanidad, la superficialidad y los egoísmos”, a lo que les ayudará “la oración, la limosna y el ayuno”.
D, Casimiro señaló varios peligros que corren los sacerdotes hoy en día, como “es quedar bien ante la gente, y no tanto llevar a las personas al encuentro con el Señor, de no transmitir la Palabra de Dios”, de “hablar más nosotros que dejarnos hablar e interpelar”, o de “creerse más que los demás”, y todo eso “hay que purificarlo en este tiempo de preparación”, les decía.
“Hoy es un día de alegría”, continuó, pero ello no puede hacernos olvidar la preocupación ante el “desierto vocacional que estamos sufriendo a todos los niveles”, no solo al sacerdocio, sino también a la vida consagrada y al matrimonio, y “tenemos que despertar, porque la mies es abundante y los obreros son pocos”.
Nuestra tarea, la de toda la Iglesia, es ayudar y “llevar a las personas al encuentro con el Señor, que es el camino, la verdad y la vida, y que es el único capaz de saciar ese de deseo de amar y ser amados que llevamos dentro de nuestro corazón”, indicó exhortando a la interpelación de toda la Iglesia diocesana.
Ayer se celebró la última reunión del clero joven de este curso. Estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, y tuvo lugar en el Seminario Redemptoris Mater, en Betxí.
En esta ocasión, el encargado de la meditación fue Pablo Vela, Rector del Seminario, que habló de la figura de San José, patrono de los seminarios y de la Iglesia Universal. Lo hizo a partir de cuatro textos bíblicos en los que aparece el esposo de la Virgen María.
Mt. 1, 18-19: Cuando José se entera del embarazo de María sabe que el hijo no es suyo y no entiende nada de lo que está pasando. Sin embargo, “es precioso lo que hace”, porque ante el `escándalo´ y la `injusticia´ busca el consuelo en Dios y le remite a Él la justicia, eligiendo “no poner en riesgo la vida de María y la vida del niño”.
Mt. 1, 20-25: José aquí “acepta y acoge un hijo que no es suyo en la total novedad y gratuidad de Dios para con él”, del mismo modo que a nosotros se nos da el Hijo, “un hijo que no nace de ti, de tu esfuerzo, de tu voluntad, sino que nace de una iniciativa totalmente gratuita del Señor”. Esto es aceptar y “acoger el proyecto de santidad de Dios para con nosotros”.
Mt. 2, 41-52: en este pasaje, en el que José y María `pierden´ a Jesús, reconocen un sufrimiento, pero José descubre “la paternidad de Dios en los acontecimientos”.
Mt. 2, 13-23: José “se dejó sorprender”, “se puso en camino” y siempre fue “detrás de la voluntad del Señor”, con obediencia y disponibilidad.
Tras esta meditación, los sacerdotes realizaron una exposición del Santísimo, pudieron venerar una reliquia del Custodio de la Sagrada Familia, y rezaron la letanía de San José, con la que en este Año de San José se obtiene Indulgencia plenaria («A los fieles que recen la letanía de San José en favor de la Iglesia perseguida ad intra y ad extra y para el alivio de todos los cristianos que sufren toda forma de persecución»).
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