Las Comisiones Episcopales de Seminarios y Universidades y del Clero de la Conferencia Episcopal Española han organizado de manera conjunta el III Encuentro con los directores espirituales de los seminarios, en el que participaron el rector del Remptoris Mater, D. Pablo Vela, y el vice-rector del Mater Dei, D. Juan Carlos Vizoso. Las Jornadas, que se celebraron en el Colegio Español de Roma, tuvieron por tema la “Formación afectiva y madurez humana”.
Estos dos jóvenes seminaristas recibirán el próximo sábado, 11 de junio el diaconado en la parroquia de de la Asunción de Onda y manifestarán públicamente su vocación de servicio para toda la vida, ahora como diáconos, después como sacerdotes.
» Que la existencia sacerdotal de ustedes sea servicio: servicio a Jesucristo, servicio a la Iglesia, servicio a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados. No seáis diáconos de alquiler’ ni funcionarios. La Iglesia no es una ONG. Que en el servicio les vaya la vida. Pongan la carne sobre el asador»
(Papa Francisco a un grupo de diáconos por su ordenación)
David Escoín Rubio
Castellón
Seminario Mater Dei
– ¿Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Para agradecer al Señor todo lo que ha hecho en mi vida, ponerme al servicio de la Iglesia y llevar su Palabra al mundo. A mí me ha cambiado la vida y también puede cambiarla a los demás. El mundo necesita de Dios.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
La llama al sacerdocio es algo que no se descubre de la noche a la mañana sino que es un proceso en el que te vas dando cuenta poco a poco. Comienza como un susurro, al cual uno no le da mucha importancia, hasta que al final te vas dando cuenta, se va fraguando esa llamada y entonces entré al seminario. Lo que más me interpeló fue la Palabra de Dios, la oración, la meditación de la palabra y la participación en la Eucaristía que me fue introduciendo en la vida sacramental y me ha ido ayudando en el sí al Señor.
Cuando le dije a mi novia que la dejaba, le expliqué que Dios me estaba llamando a entregarme no solo a una persona, sino a todos. Estoy aquí porque Dios me ha llamado, podía haberme casado y tener una familia, pero Dios me ha llamado.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama ser?
Un amigo en medio de la comunidad dispuesto a acoger los sufrimientos, las alegrías y poder orientar la vida según la verdad de Cristo a modo de pastor, que se preocupa por las ovejas, que busca acompañarlas, guiarlas y mirar por ellas para que no se pierdan. Un pastor que va delante, en medio y detrás para que no se pierda ninguna.
– ¿Has tenido algún referente como sacerdote?
He tenido varios. Me he ido fijando en las cosas buenas de muchos sacerdotes. San Francisco de Asís ha sido un referente porque se hizo pobre entre los pobres, acogiendo en su casa a gente para darles de comer y su conversión fue también por los enfermos, los necesitados.
– Como sacerdote del s. XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
A la secularización que se está viviendo en la sociedad y que ha calado tan hondo y que ha desestructurado pilares tan fundamentales como la familia, el derecho de elegir la educación para los hijos y la religión en los colegios. Y sobre todo, ése ambiente en contra del mensaje evangélico y la poca participación de la juventud, ante una sociedad de consumo que tiene un gran reclamo y que aparta mucho de Dios.
Frente a esto el sacerdote no debe dejar de evangelizar desde la acogida, dejar las puertas abiertas y estar atento a las necesidades que tengan. Sobretodo mostrarles el rostro de misericordia de Dios y hacerles palpable a ese Señor que quiere hacerles vivir una vida plena, auténtica.
– Se acerca tu ordenación diaconal, ¿Cómo lo estás viviendo?
Con mucha alegría y también como un gran regalo. Es un don que el Señor ha querido mantener durante todos estos años de llamada y que sigo viviendo. Para mi es el comienzo de una nueva etapa al servicio de la Iglesia.
Francisco Javier Phuc Pham Van
Ninh Binh/ Vietnam
Seminario Redemptoris Mater
– ¿ Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Quiero ser sacerdote porque quiero corresponder a la llamada que Dios me regala por puro amor y misericordia. Su Santo Espíritu me urgió en mi corazón a sentirme querido por Él y luego apareció en mí un deseo de continuar la misión de Cristo dando testimonio de su amor.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
Yo era monaguillo en mi pueblo natal en Vietnam, y viendo que mi párroco era un sacerdote muy bueno tanto de espíritu como de ejemplos de vida y era muy querido por sus fieles, surgió en mí una idea de querer ser sacerdote como él para que la gente me quisiera. Era una idea de niño que no sabía exactamente cómo era el sacerdote pero para mí es una semilla de la vocación. Mis padres me educaron en la fe junto con mis 10 hermanos y me animaron a seguir descubriendo si Dios me llamaba de verdad. También los sacerdotes de mi pueblo me ayudaron tanto con sus consejos como sus ejemplos de vida, esta idea de ser sacerdote iba creciendo y fortaleciendose en mí. A través de los acontecimientos de mi vida y ante la incertidumbre, hubo momentos de debilidad, de pasión de la carne, quería retroceder abandonándola pero el Señor tiene misericordia de mí, su gracia prevalece a las tentaciones y a la debilidad. Con su ayuda, yo pude superar las crisis para seguirle. Mi vocación fue confirmada cuando yo veía el sufrimiento de la gente y al recordar la palabra de «las ovejas sin pastor», surgió en mí un deseo de ayudar.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama a ser?
Seguidor del Buen Pastor, vivir el celibato para poder entregar por completo al servicio de la Iglesia de Cristo y obedecer al obispo ayudándole a pastorear el rebaño que Dios le encomienda, no solo a cuidar a las ovejas del redil y sino a salir en busca de las de fuera a través de la evangelización.
La formación que estoy recibiendo de vivir el Trípode en el camino neocatecumenal (la palabra, la liturgia y la comunidad); También del Seminario Redemptoris Mater que destaca en 3 características: diocesano – misionero – internacional, es decir, venimos de diferentes países y además de servir a la diócesis, también tenemos la disponibilidad para salir a evangelizar adonde la Iglesia nos necesita. Y así me gustaría ser, un sacerdote que no solo vive la fe con los fieles en la parroquia, si no poder participar en la evangelización de la Iglesia universal de Cristo.
– ¿Has tenido algún referente cómo sacerdote?
San Francisco Javier, patrono de mi pueblo, también mi santo patrono, es un modelo de sacerdote misionero al que siempre le pido su intercesión ante el Señor para que me capacite a seguirle.
Gracias a la santidad que tenía el sacerdote de mi pueblo cuando vivía, tanto de vida espiritual y pastoral cómo de vida cotidiana, surgió en mí el deseo de ser sacerdote ministerial.
Los sacerdotes itinerantes también me impactan por su entrega a Cristo, entregan a la evangelización, dejando todo para salir a cualquier parte del mundo por amor a Cristo.
– Como sacerdote del siglo XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
El siglo XXI es el tiempo de evangelizar y reevangelizar. ¿qué está pasando en la sociedad contemporánea? Mirad cómo vive la gente actual, una sociedad muy afectada por la secularización. Mucha gente no encuentra la alegría en Dios, sino en el mundo tecnológico, buscando ser feliz en el mundo material, en el sexo, en la droga,…
La misión de la Iglesia es hacer presente a Cristo en el mundo, haciendo volver la gente a la Verdad original que es Dios, la fuente de la felicidad plena.
El sacerdote del s.XXI, como todos los cristianos somos llamados a hacer testigos de Cristo, viviendo en el mundo pero no ser contaminados por el mundo. Debemos apoyarnos fuertemente a Cristo para no desviarnos, si no en vez de evangelizar al mundo seremos «catequizados» por el mundo.
Además de cuidar el rebaño, formándolo en la fe, hace falta evangelizar, saliendo en buscar de las ovejas, dando testimonio de amor de Dios, no solo por la predicación sino por la misma vida.
– Se acerca tu ordenación diaconal ¿cómo lo estás viviendo?
Tenía mucha ilusión, también con muchos nervios y miedo, a veces sentía indigno frente a una cosa tan importante y grande que El Señor me llama a ser, un servidor de la Iglesia. Desde el retiro previo de la ordenación, el Señor me ayudó y me tranquilizó. Estoy contentísimo y muy agradecido al Señor por su Amor que tiene conmigo y por lo que está haciendo en mi vida.
El próximo día 11 de junio, D.m., en la iglesia parroquial de la Asunción de Onda, ordenaré de diáconos a dos jóvenes seminaristas. Estos dos diáconos, que después de un tiempo serán ordenados presbíteros, son dos nuevos dones de Dios a nuestra Iglesia diocesana, que acogemos con mucha alegría y con profundo agradecimiento, y más, si cabe, en tiempos de escasez de vocaciones al sacerdocio. Recordemos que diácono viene de diakonía, que significa servicio; el diacono es, por lo tanto, ‘servidor’. Mediante la imposición de las manos y la oración consagratoria, el Señor resucitado derramará sobre cada ordenando su Espíritu Santo y le consagrará diácono. Así quedarán constituidos para siempre en signo e instrumento de Cristo, siervo, que no vino “para ser servido sino para servir”. Los diáconos habrán de ser con su palabra y con su vida signo de Cristo, siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz para la salvación de todos. Todas las funciones del diácono se sintetizan en una palabra “servicio”: servicio en “el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad” (LG 29) para que todos los hombres se encuentren en Cristo, la misericordia encarnada de Dios.
Cristo, «se ha hecho diácono de todos», escribía un Padre de la Iglesia (San Policarpo, Ad Phil. V,2). Como ha hecho él, del mismo modo están llamados a actuar sus discípulos, los diáconos. La actitud de servicio es una de las características que Jesús, nuestra Iglesia y nuestro mundo piden y esperan de los diáconos siempre -también cuando sean ordenados presbíteros. Para mantener viva esta actitud, el diácono ha de ser un discípulo enamorado del Señor, siervo, y un ardoroso misionero en el servicio. Es algo que debe cuidar y aprender a vivir día a día con sumo esmero. El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que, si quiere anunciar la buena Nueva, que es Jesucristo, debe imitarlo, debe aspirar a ser siempre un servidor como él. Servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde y obediente al Padre hasta la cruz.
El papa Francisco acaba de decir a los diáconos (Homilía 29.05.21016) que para ser siervos hay que comenzar por vivir la disponibilidad a tiempo total; hay que ser solícitos para el hermano y estar siempre abiertos a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios; y que hay que vivir la mansedumbre y la humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarse, hacerlos sentirse acogidos en casa y en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve. Así crecerá el diácono como ministro de la caridad y de la misericordia.
Nuestra sociedad y nuestro Pueblo de Dios tienen necesidad de diáconos, que sean discípulos configurados con el corazón de Cristo, siervo, y ardorosos misioneros de la nueva Noticia: servidores de la misericordia de Dios ejercitando las obras de misericordia corporales y espirituales, atentos siempre a las necesidades de los más pobres, frágiles y necesitados, y promotores de una cultura del encuentro, de la reconciliación, de la fraternidad y de la misericordia. Esta actitud del servicio a todos tiene como primer objetivo vivir en todo momento fieles a Cristo Siervo e imitar al Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos y deseoso de curar y sanar, de comunicar Vida y Salvación.
Pidamos a Dios por estos dos nuevos diáconos: para que imiten siempre en su vida a Cristo, Siervo, y como él sean servidores con entrañas de misericordia para con todos, en especial para con los más pobres y necesitados de pan, de cultura y de Dios.
Esta mañana la diócesis ha celebrado el 50 aniversario del Seminario Mater Dei. Tras los numerosos actos que se han ido sucediendo durante todo este curso en toda la diócesis, hoy se ha puesto punto final a los festejos con la eucaristía, que ha tenido lugar a las 11h. en la capilla del Seminario y que ha estado presidida por Mons. Casimiro López y concelebrada por unos 40 sacerdotes. También han participado unas 150 personas.
En su homilía, el obispo ha confesado que este 50 aniversario es, por un lado, motivo de “gozo, de alegría por los frutos y el trabajo para que la llama de la llamada no se apague”, y por otro lado, motivo también de “preocupación por la distancia del seminario de las comunidades cristianas y la escasez de vocaciones. Que el corazón de la diócesis, que es el seminario, no deje de latir”, ha insistido el obispo. “El seminario no es sólo cosa del obispo o de los rectores, es cosa de todos. Aquí se forman los futuros pastores de la diócesis y la diócesis dejaría de existir si no hay sacerdotes”. Ante esta gran preocupación, mons. López Llorente ha pedido intensificar el cariño y la cercanía al Seminario, y seguir rezando por los sacerdotes con confianza.
El prelado ha dado a gracias a Dios por los 140 sacerdotes que se han formado en el Mater Dei y no se ha olvidado de rectores, formadores y profesores que han formado parte de este seminario y han puesto en él “su empeño y su cariño”. Mención especial ha hecho mons. Casimiro López a su predecesor, mons. José Pont i Gol, quien erigió canónicamente el Seminario en 1966 tras la nueva conformación de la diócesis: “él sabía que aquí estaba la esperanza y el futuro de la diócesis”, ha reconocido López Llorente.
Tras la celebración eucarística, se ha presentado el libro “Apuntes para la historia del seminario Mater Dei”, del sacerdote don Pere Saborit Badenes y el arquitecto Ángel Albert Esteve.
A TODOS LOS FIELES CRISTIANOS DE SEGORBE-CASTELLÓN:
SACERDOTES, DIÁCONOS, CONSAGRADOS Y SEGLARES
Amados todos en el Señor:
El próximo día 7 mayo se cumplen 50 años de la bendición de las instalaciones de nuestro Seminario Diocesano Mater Dei por Mons. Pont i Gol en 1966, destinadas a albergar los Seminarios Diocesanos Mayor y Menor. Como es conocido, durante el presente curso hemos estado celebrando este 50º Aniversario con distintas acciones con el fin de dar a conocer y acercar a toda la Iglesia diocesana nuestro Seminario diocesano, que, como han dicho los Papas, es “el corazón de la Diócesis”.
La celebración de esta efeméride ha suscitado en nosotros un doble sentimiento: por un lado, el gozo y la acción de gracias por esos 50 años dando buen fruto; y, por otro, la preocupación ante la escasez actual de seminaristas y de nuevas vocaciones sacerdotales. La situación de hace cincuenta años, caracterizada por un «considerable aumento de alumnos, provocado por el cambio de límites» de la Diócesis (Mons. Pont i Gol), era bien distinta a la actual sequía vocacional; pero esto no nos debe llevar a la tristeza o al pesimismo paralizante y estéril, sino al compromiso cargado de esperanza en la promoción de nuevas vocaciones.
Si nuestro Seminario es el corazón de la Diócesis, cuantos la formamos -sacerdotes, religiosos y seglares- hemos de cuidarlo con sumo esmero y con cariño, porque de su estado de salud depende también el estado de salud de todo el cuerpo, de nuestra Iglesia diocesana. El momento actual nos urge a implicarnos todos en la vida de nuestro Seminario y en la promoción de nuevas vocaciones al sacerdocio para que no se seque el corazón de la Diócesis. Es nuestro Seminario. Es la comunidad donde se forman nuestros futuros sacerdotes, que la hemos de sentir y amar como algo muy nuestro estando cercanos y compartiendo sus alegrías, preocupaciones y desvelos.
Por todo ello os invito a todos a la Misa de acción de gracias el sábado, día 7 de mayo, a las 11:00 horas en la Capilla Mayor del Seminario Mater Dei en Castellón. A continuación se presentará el libro Apuntes para la Historia del Seminario Diocesano Mater Dei. Terminaremos compartiendo un vino de honor.
Ruego que la presente carta sea dada a conocer en todas las parroquias de la Diócesis en la Misas del Domingo, día uno de Mayo, también en la Misas de Víspera, para que llegue a todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón. Unámonos a esta celebración de acción de gracias y de oración a Dios por intercesión de la Virgen María por nuestros Seminarios Menor y Mayor Mater Dei y por las vocaciones al sacerdocio.
Desde que en octubre comenzó el recorrido de la exposición itinerante sobre los 50 años del Seminario Mater Dei, muchos fieles, y entre ellos numerosos grupos de jóvenes, han vuelto los ojos a esta institución que es como el pulmón de la Diócesis. Conocer, compartir experiencias y orar han sido los ejes fundamentales. El 7 de mayo mons. López Llorente concluirá las celebraciones con una eucaristía.
El viernes 6 de mayo, habrá un nuevo encuentro con ellos para un encuentro de oración por la vocaciones a las 20h30 en el Mater Dei. Dos horas después, tomará el relevo la Adoración Nocturna con una Vigilia.
Al día siguiente, coincidiendo con los 50 años de la inauguración oficial del complejo del Mater Dei, el Obispo presidirá una eucaristía a las 11h. En esta celebración también se recordará la consagración del templo, que se realizó en octubre de 1966 y de la que se ha encontrado documentación gráfica inédita gracias al archivo de D. José Aguilella
Entrevista D. Miguel Abril, rector Seminario Mayor Mater Dei
«No se puede entender una diócesis sin seminario»
Don Miguel Abril, rector del Seminario Mayor Mater Dei
– ¿Qué balance hace de estos 50 años del Seminario?
Va a la par del balance de la vida de la Iglesia diocesana, en el sentido de que el Seminario es reflejo de lo que se vive en la diócesis. La cercanía del seminario a las parroquias y las familias es algo que se ha ido trabajando.
No se puede entender una diócesis sin seminario y a la par, el Seminario es reflejo de la diócesis.
– Usted en su día también fue seminarista del Mater Dei y ahora de nuevo aquí, aunque de rector…
Ves que Dios es el Señor de la historia y que va conduciéndolo providencialmente todo y lo ves como un servicio. La Iglesia a través del señor obispo te pide esto como antes te ha pedido otras cosas.
Cuando se celebró el 25 aniversario yo estaba entonces de seminarista aquí.
– ¿Cómo vivió sus años de seminario?
Entonces éramos 12 ó 13. Teníamos un ambiente majo, como también ahora lo hay. Yo recuerdo que una de las cosas que vivíamos con bastante normalidad era el buen humor, las bromas.
– Cada uno con su carisma, con su manera de ser… ¿Cuáles tienen que ser las características del sacerdote de hoy?
Ya nos lo dice el papa Francisco: sacerdotes cercanos, pastores con olor a oveja, hombres de Dios, enamorados de Jesucristo por supuesto, accesibles, que formen comunidades vivas, que genere comunión, que cuiden la fraternidad sacerdotal, capaces de corregir fraternalmente y con una devoción fuerte a la Virgen María.
– ¿Qué pueden hacer las familias, los laicos por las vocaciones?
Las vocaciones no salen por arte de magia, salen de las familias cristianas. En primer lugar con la apertura a la vida, con una iglesia doméstica. Y luego, sabiendo valorar a los sacerdotes, viéndolos como servidores de la Palabra de Dios, de los sacramentos…
– ¿Qué es Amigos del Seminario?
Una asociación para todas las personas que quieren tener una colaboración con el Seminario, estar informadas y vivir esa cercanía. Alentar y animar a que se incremente el número de socios. Es una manera de apoyar y animar una iglesia viva e ir acompañando a los seminaristas hacia el sacerdocio.
– ¿A qué retos se enfrenta el Seminario?
El reto más grande que tenemos es la apertura del Seminario Menor, cuyas obras ya están a punto de terminarse; la consolidación del Seminario mayor y la necesidad de nuevas vocaciones.
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