Con motivo de la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, nuestro Obispo D. Casimiro presidirá la celebración de la Eucaristía, en el Cementerio de San José de Castellón, el miércoles día 1 de noviembre a las 10:30 h.
También, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, presidirá la Santa Misa en el Cementerio Nuevo de la ciudad a las 12.00 h.
En el Cementerio Municipal de Segorbe, la celebración presidida por el Obispo comenzará con el rezo del Santo Rosario, a las 16.00h., y la posterior Eucaristía.
En este sentido, D. Casimiro ha remitido una carta a los sacerdotes de Castellón y de Segorbe pidiéndoles que se unan a ambas celebraciones. Además, deberán anunciarlas al final de las Misas vespertinas del sábado, día 28 de octubre, y en las del domingo día 29, animando a los fieles a participar.
La Delegación diocesana para la Infancia y la Juventud a ha organizado «Holywins y la noche de evangelización», que se realizará la víspera de Todos los Santos en la parroquia de El Salvador en Castellón. El día 31 de octubre a partir de las 17:30 h. en los salones parroquiales.
Los más pequeños podrán participar en dinámicas por la tarde, antes de la celebración de la Misa, que será a las 19.00h. A continuación, desde las 20.00h hasta las 1.00h harán una noche de Adoración y de Evangelización llamada «Una luz en la oscuridad».
Para una correcta organización puedes inscribirte AQUÍ. También puedes ponerte en contacto en el teléfono 635 85 03 61.
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El lunes pasado, en la víspera de Todos los Santos, los jóvenes de Hakuna se reunieron en la parroquia de El Salvador de Castellón, donde celebraron una Hora Santa y la Eucaristía. Previamente pudieron escuchar la charla del párroco, D. Samuel Torrijo, que llevaba por título «La vida que viene de la muerte».
Para nosotros, los cristianos, “la vida es importantísima, porque tiene un final”, y “no nos reímos de la muerte”, decía. A partir del Evangelio de la parábola del grano de trigo, que si no muere no puede dar fruto (Jn. 12, 20-28), explicó el camino cristiano que nos salvará, nos dará la alegría y nos conducirá a la vida: tomar la cruz y negarse a sí mismo, sirviendo y muriendo para poder dar fruto.
“Cuando la sociedad vuelve de nuevo al paganismo afloran las fiestas paganas”, dijo en referencia a Halloween, pero “Dios ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia”, de forma que podamos darla a los demás, amando al otro, “dando la vida, amando a fondo perdido”. Pero para ello “hay que morir a nuestra humanidad, a nuestro ser mortal, que nos lleva a considerar al otro como un medio para obtener un fin”. “Cristo ha entrado en esa muerte, en la muerte de sentirse usado”.
tic“Nuestra vida está para amar y ser amada, y el amor no cansa”, señaló. Además, la vida “es un combate contra las fuerzas del mal, que quieren arrastrarnos”, pero el Señor nos llama “a disfrutar de morir a nosotros mismos, a querer vivir el momento presente, no querer vivir otra vida, a disfrutar de la vida que Cristo nos quiere ofrecer, que es la vida eterna”.
D. Casimiro ha presidido la Eucaristía en el camposanto de Castellón por la mañana, y por la tarde en el de Segorbe
“Hoy celebramos el triunfo de tantos y tantos que han llegado a la meta y contemplan ya la gloria del Padre”. Con estas palabras de nuestro Obispo, D. Casimiro, daba comienzo esta mañana la Misa, en el cementerio de San José de Castellón, en la solemnidad de Todos los Santos. También ha sido así por la tarde en el camposanto de Segorbe, donde previamente se ha rezado el Santo Rosario en memoria de los fieles difuntos.
En la Santa Misa de esta mañana en Castellón, han concelebrado numerosos sacerdotes de la ciudad, entre ellos el capellán del cementerio, D. Juan Manuel Enrich, y el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, acompañados de varios diáconos y de los seminaristas de la Diócesis.
Un gran número de fieles y de familias ha acudido a la celebración en el camposanto, así como la alcaldesa, Dña. Amparo Marco, junto a varios miembros de la corporación municipal y a otras autoridades.
Por la tarde, en Segorbe, tras el rezo del Santo Rosario se ha celebrado también la Eucaristía, también presidida por D. Casimiro y concelebrada por el Deán de la Catedral, D. Federico Caudé, el Rvdo. José Manuel Beltrán, y el secretario, D. Ángel Cumbicos, acompañados por el diácono.
«Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas»
La liturgia de hoy, indicaba el Obispo en sendas homilías, “nos invita a compartir la alegría y el gozo de todos los santos, que son todos aquellos que son felices para siempre”, ellos son “una multitud inmensa que nadie puede contar”, son los santos reconocidos por la Iglesia, “pero también esa inmensa mayoría de santos desconocidos que supieron acoger la santidad de Dios en su vida, y que siguiendo a Cristo Jesús han podido llegar también a la gloria para siempre”.
Ellos eran padres, “que supieron entregar su vida por los hijos, educándoles en la fe, y que supieron vivir el amor de Dios en su matrimonio”; también “sacerdotes, religiosos y religiosas, que entregaron su vida para que el amor de Dios pudiera llegar a los demás”; eran “trabajadores, que supieron colaborar con el bien común con honradez”; también “políticos, que supieron trabajar desinteresadamente por el bien común, por la paz y por la justicia”; “empresarios, que entregaron su vida y su dinero para colaborar en el desarrollo de la sociedad”; “personas mayores, sencillas, que supieron orar para que la Iglesia del Señor siguiera caminando hasta el encuentro definitivo con el Señor”, ha explicado D. Casimiro.
«Veremos a Dios tal cual es»
“Los cristianos no celebramos la muerte, ni la ocultamos, celebramos la vida porque por el Señor la muerte ha quedado vencida para siempre”, y así, como San Pablo podemos decir: “Nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo”.
El Obispo también ha respondido a la pregunta de qué es la santidad. “Dios es el único santo, y la santidad es la síntesis de la plenitud de Dios, que es amor, que se derrama enviándonos a su Hijo Jesucristo”.
Solo a través de Él podemos participar de la santidad de Dios, “y esa es nuestra vocación, ser santos”. Como nos enseña la Iglesia, “todos los cristianos, de cualquier estado o condición, estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en el amor”, ha señalado.
«Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo»
Por lo tanto, “son santos los que viven unidos a Cristo Jesús, cultivando el estado de gracia y la vida nueva que el Señor ha implantado en nosotros, desde el mandamiento nuevo del amor”. “Ellos son para nosotros un ejemplo de como es posible la santidad, don de Dios”.
D. Casimiro ha exhortado a celebrar el día de hoy “con alegría, pero también con esperanza, porque ellos nos muestran que el final de nuestro recorrido por esta vida no es el muro de la muerte y la oscuridad, sino el encuentro con el Padre, para participar de su luz por los siglos de los siglos junto a tantos que nos han precedido”.
Tras la Eucaristía, el pasillo central del cementerio ha acogido la procesión hasta la Cruz, donde el Obispo de la Diócesis ha rezado un responso por el descanso eterno de todos los fieles difuntos. Además, la Alcaldesa ha depositado una corona de flores en memoria de todos ellos.
Mons. Casimiro López Llorente presidirá la Eucaristía en el cementerio de Castellón y en el de Segorbe
Varias son las actividades que se van a celebrar en la Diócesis de Segorbe-Castellón con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos.
Esta tarde en la parroquia de Nuestra Señora de La Merced, en Burriana, con el objetivo de conmemorar el verdadero sentido de la celebración que no es otro que recordar a todos aquellos que nos precedieron en la santidad, se ha organizado para los más pequeños un Holywins.
También, lejos de aquellas otras tradiciones que no siendo originarias de aquí y no teniendo ninguna relación con la fe, festejan la oscuridad y la muerte, la convocatoria de «Holywins» en La Merced, pretenden centrar la importancia de la solemnidad en la celebración de la luz, el paso a la vida eterna y la santidad. Así se ha organizado una celebración con disfraces de santos para los máspequeños en la Capilla del Santísimo que incluye una reflexión catequética sobre el origen cristiano de la fiesta.
Por otra parte, la asociación de jóvenes católicos Hakuna, celebrará en la Parroquia de El Salvador de Castellón una charla ofrecida por el párroco, D. Samuel Torrijo, que bajo el título «La vida que viene de la muerte», tratará también de poner el interés de la celebración en la búsqueda de la santidad y la promesa de vida eterna. La convocatoria incluye la tradicional «hora santa» que todos los lunes tiene lugar en la Parroquia y la celebración de la Misa de Todos los Santos.
Misa de Todos los Santos
Ya mañana, día de la conmemoración, el Obispo de la Diócesis, Mons. Casimiro López Llorente presidirá la Eucaristía en el Cementerio de San José, en Castellón, a las 10.30h.
Por la tarde se desplazará hasta Segorbe donde, a las 16.00h se rezará el Santo Rosario en el cementerio y, a continuación, en torno a las 16.30h dará cominezo la Eucaristía.
En un par de días celebramos la Solemnidad de todos los Santos. En este día, la Iglesia nos invita a compartir el gozo celestial de los santos. Los santos no son una pequeña casta de elegidos, sino “una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua” (Ap 7, 9). Son los santos del Antiguo y del Nuevo Testamento, los numerosos mártires del inicio del cristianismo y los santos de los siglos sucesivos, y son los mártires y testigos de Cristo de nuestro tiempo. A todos los une la voluntad de encarnar en su vida el Evangelio, bajo el impulso del Espíritu Santo. En esa muchedumbre no sólo están los santos reconocidos de forma oficial, sino también los bautizados de todas las épocas y naciones; son todos aquellos que se han esforzado por cumplir con amor y fidelidad la voluntad de Dios en su vida terrena. De gran parte de ellos no conocemos ni el rostro ni el nombre, pero con los ojos de la fe los vemos resplandecer en el firmamento de Dios.
San Bernardo, en una homilía en el día de todos los santos, escribe: “Nuestros santos no necesitan nuestros honores y no ganan nada con nuestro culto. Por mi parte, confieso que, cuando pienso en los santos, siento arder en mí grandes deseos”. El significado de esta fiesta consiste, pues, en que el recuerdo y la contemplación del ejemplo de los santos, suscite en nosotros el gran deseo de ser como ellos: felices por vivir en Dios, en su amistad y en la gran familia de los amigos de Dios para siempre. Ser santo significa vivir en Dios y con Dios, es decir vivir en su amistad y en su familia.
Todos los bautizados estamos llamados a la santidad. No es cosa para unos pocos elegidos. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II: “Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor” (LG 42). Hace poco nos lo recordó el papa Francisco, en su exhortación “Gaudate et exultate”; es decir, “Alegraos y regocijaos”, porque ser santo es ser feliz y bienaventurado.
Pero, ¿cómo podemos llegar a ser santos? Para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. La santidad es ante todo y antes de nada un don. El motivo de la llamada a la santidad es que Dios es santo. “Sed santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Lev 19, 2). La santidad es, en la Biblia, la síntesis de todas las atribuciones de Dios; indica la plenitud de Dios. En Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, se encuentra la santidad misma de Dios:
El es “el Santo de Dios!” (Jn 6, 69; Lc 4, 34), y por Él nos llega a nosotros. El bautismo nos hace hijos de Dios y hermanos en Cristo; por el bautismo participamos ya de la santidad de Dios, de su misma vida, de su amor, de su gracia y de su amistad. Es una vida nueva que pide ser acogida con fe, que está llamada a crecer en el encuentro personal con Cristo, la fe en Él, la acogida de su Palabra y de sus Sacramentos, y su seguimiento en el seno de la Iglesia viviendo en el día a día el mandamiento nuevo del amor a Dios y al prójimo por el sendero de las bienaventuranzas, sin desalentarse ante la dificultad. Ser santo es estar y vivir unidos a Jesucristo.
La experiencia de la Iglesia muestra que toda forma de santidad, aun siguiendo sendas diferentes, pasa siempre por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo. Quien quiere guardar su vida para sí mismo la pierde, y quien se entrega, quien se pierde, encuentra la vida (cf. Jn 12, 24-25). La santidad consiste en dejar que Dios lleve nuestra carga. Es una forma de expresar la primacía de la gracia, pero también muestra la confianza de quien se sabe totalmente en manos de Dios. Los santos, dóciles a los designios divinos, han afrontado pruebas y sufrimientos, persecuciones y el martirio. Ellos han perseverado en su entrega y sus nombres están escritos en el libro de la Vida (cf. Ap 20, 12); su morada eterna es el Paraíso, la unión eterna y feliz con Dios.
Los santos son un estímulo a seguir el mismo camino y experimentar la alegría de quien se fía de Dios. Porque la única verdadera causa de tristeza e infelicidad para el ser humano es vivir lejos de Dios. La santidad exige un esfuerzo constante, pero es posible a todos, porque Dios nos dará siempre los medios. Dios nos ha amado primero. Respondamos al amor del Padre celestial con una vida de hijos agradecidos. Acojamos su vida, su gracia y su amor. Seamos santos. Y esto nos impulsará a amar también a nuestros hermanos. Este es el camino de la renovación pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana.
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