Los seminaristas de la Diócesis celebran a San José, su patrono
Esta tarde, víspera de la solemnidad de San José, la Concatedral Santa María de Castellón ha acogido una Misa con la que los Seminarios diocesanos Mater Dei –Mayor y Menor- y Redemptoris Mater, han celebrado a su patrono.
Presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, y concelebrada por los rectores y formadores, se ha celebrado teniendo presente este año dedicado a san José al cumplirse el 150 aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia universal por el papa Pío IX en 1870.
La figura de san José, decía D. Casimiro al inicio de la homilía, siempre tiene algo que decirnos, y para descubrirla más a fondo les ha remitido a la lectura de la Carta Apostólica “Patris Corde”, del Papa Francisco, a la Exhortación Apostólica “Redemptoris Custos”, de San Juan Pablo II, y al libro “La sombra del padre”, de Jan Dobraczynski.
El Obispo ha hecho hincapié en tres palabras: fe, escucha y servicio. “San José es un hombre de fe que cree en Dios y está siempre abierto a su voluntad”, ha explicado. El quiso ser un hombre fiel a la fe recibida, siempre siguiendo “la intención y el deseo de encontrar el camino de Dios en su vida”, ha continuado, “abierto a la vocación que Dios le iba a mostrar”.
“Es el hombre de la escucha, esta siempre atento a las circunstancias y a las indicaciones que Dios, a través de los sueños, le iba mostrando”, ha dicho D. Casimiro. “Escuchaba lo que le quería decir Dios, porque sabía que lo mejor que le podía ocurrir era vivir con docilidad y con obediencia lo que le iba mostrando”, “eso es la vocación”, ha añadido, “todos estamos llamados al amor, a vivir el amor, por el camino que nos va mostrando”.
Y es el hombre del silencio, “porque desde el silencio contemplaba su vida desde Dios, y también porque de forma callada fue cumpliendo el encargo, la misión, la vocación que se le había encomendado, la de esposo y la de padre”. Junto a María y a Jesús formaron la Sagrada Familia de Nazaret, “esa escuela en la que el Hijo de Dios se fue preparando a la misión que el Padre le había encomendado”, de ser el Mesías, el Redentor del mundo.
“Todos estamos llamados a fijar nuestra mirada en Dios”, ha exhortado, “nuestra vida no la podemos entender sin esa apertura permanente a Dios, creyendo en Él, fiándonos de su Palabra, acogiendo su voluntad en nuestra vida, que es lo mejor que nos puede ocurrir”.
El sacerdocio, les decía a los seminaristas y a sus formadores, “es entregarse a Dios y donarse a Dios para ponerse al servicio de los demás”, para llevarles a Cristo Jesús y “ayudarles a vivir la llamada de Dios que cada uno tiene”, como puede ser también a la vida consagrada o al matrimonio.
Este “es un día para orar a San José por vosotros”, decía al final de la homilía. “El domingo celebraremos el Día del Seminario, y toda la comunidad diocesana está llamada a orar por vosotros”. Por último, el Obispo le ha pedido al Señor, por intercesión de San José, “que envíe vocaciones, de una forma especial al Ministerio Ordenado”, y también que “proteja a nuestra Iglesia, a nuestra sociedad, y para que nos abramos cada vez más a la voluntad de Dios”.
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