La XXXI Asamblea Nacional del Apostolado del Mar y la Jornada Técnica sobre Comités de Bienestar Portuario se celebraron en Vigo del 17 al 20 de octubre, bajo el tema «Stella Maris en marcha». Este encuentro fue organizado por el departamento de Stella Maris de la Conferencia Episcopal Española (CEE), integrado en la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, y contó con la participación de la Diócesis de Segorbe-Castellón, concretamente de dos voluntarios, Xose Filgueira y Javier Peris, y del Director de Stella Maris de Castellón, D. Albert Arrufat.
El día 18 de octubre, la primera ponencia fue ofrecida por el presidente de Puertos del Estado, Álvaro Rodríguez, quien habló sobre «Los Comités de Bienestar en la red de puertos del estado español». A continuación, Stuart Rivers, consejero delegado del Merchand Navy Welfare Board en el Reino Unido, presentó el tema «La red de Comités de Bienestar Portuario y el nacional en Reino Unido».
El director del departamento Stella Maris de la CEE, Ricardo Rodríguez-Martos, expuso sobre «Los Comités de Bienestar en España. El puerto de Barcelona», mientras que Rosa Quintana, portavoz de la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación y diputada nacional, habló sobre la aportación de Galicia a la cooperación al desarrollo, enfocándose en el tema «Mejorando la vida de la gente de mar».
Por la tarde, Tim Hill, director ejecutivo de Stella Maris en el Reino Unido, ofreció una ponencia sobre la estructura y organización de Stella Maris en Reino Unido, así como sobre su enfoque en la salud mental de los marinos. La última ponencia del día 18, titulada «El Programa de Bienestar en puerto, del Instituto Social de la Marina», fue presentada por Gloria Riesco, del Instituto Social de la Marina de Vigo y miembro de la Sociedad Española de Medicina Marítima.
El sábado 19 de octubre, tras la jornada técnica del día anterior, se llevó a cabo la XXXI Asamblea Nacional de Stella Maris. Mons. Luis Quinteiro Fiuza, obispo promotor de Stella Maris en la CEE, y Ricardo Rodríguez-Martos, director del departamento, ofrecieron unas palabras de bienvenida, mientras que la inauguración de la Asamblea estuvo a cargo de Mons. Antonio Valín, obispo de la diócesis de Tui-Vigo.
La primera ponencia de la Asamblea, presentada por José Vidal, vicario de Pastoral de la diócesis de Tui-Vigo, abordó las «Razones teológicas de la misión evangelizadora de Stella Maris». En la segunda ponencia, se discutieron «Las necesidades del marino hoy», a cargo de responsables de diferentes áreas de Stella Maris en Tarragona, Castellón, Barcelona y Vigo. Finalmente, varios ponentes trataron sobre la gestión de los centros de marinos y la formación de voluntarios y colaboradores.
La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ha anunciado una nueva sesión de formación online titulada «La cultura vocacional y la vocación laical». Este evento se enmarca dentro de las Jornadas nacionales de delegados y responsables de Apostolado Seglar, así como de Movimientos y Asociaciones.
La conferencia contará con la participación de destacados ponentes, entre ellos Jorge Sierra, Hno. de La Salle y delegado vocacional de su institución en España y Portugal, y Estrella Moreno, directora del Instituto Teológico y Pastoral de Bilbao. La moderación estará a cargo de Sandra Várez, directora de Comunicación de la Fundación Pablo VI.
La cita formativa se llevará a cabo el sábado 26 de octubre, de 10:30 a 13:30 horas, y está dirigida a delegados de Apostolado Seglar de las diócesis, movimientos, asociaciones y vida consagrada, así como a laicos de cualquier edad, sacerdotes y religiosos interesados en el tema.
La participación es gratuita y exclusivamente online, y para inscribirse es imprescindible completar el formulario disponible AQUÍ
Con el inicio del mes de octubre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el don de la diversidad en la Iglesia: “Oremos para que la Iglesia siga apoyando por todos los medios un estilo de vida sinodal, bajo el signo de la corresponsabilidad, promoviendo la participación, la comunión y la misión compartida entre sacerdotes, religiosos y laicos”.
El título del Congreso habla de la “llamada” a “caminar juntos”, situando el tema en el contexto más amplio de la sinodalidad. El camino que Dios está indicando a la Iglesia es precisamente el de vivir de manera más intensa y concreta la comunión, y caminar juntos. La invita a superar los modos de obrar autónomos o como las vías paralelas del tren, que nunca se encuentran: el clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de algunas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los matrimonios y las familias poco implicadas en la vida de las comunidades, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, por citar sólo algunos. Esta es la tentación más grave en este momento. Todavía queda mucho camino por recorrer para que la Iglesia viva como un cuerpo, como verdadero Pueblo, unido por la única fe en Cristo Salvador, animado por el mismo Espíritu santificador y orientado a la misma misión de anunciar el amor misericordioso de Dios Padre.
Este último aspecto es decisivo: un Pueblo unido en la misión. Y esta es la intuición que siempre debemos custodiar: la Iglesia es el santo Pueblo fiel de Dios, según lo que afirma Lumen Gentium en los nn. 8 y 12; no populismo ni elitismo, es el santo Pueblo fiel de Dios. Esto no se aprende teóricamente, se entiende viviéndolo. Después se explica, como se puede, pero si no se vive no se sabrá explicar. Un Pueblo unido en la misión. La sinodalidad encuentra su origen y su fin último en la misión, nace de la misión y está orientada a la misión. Pensemos en los orígenes, cuando Jesús envió a los apóstoles y ellos volvieron muy contentos, porque los demonios “huían de ellos”; fue la misión la que dio ese sentido eclesial. De hecho, compartir la misión acerca a los pastores y a los laicos, les da un propósito común, manifiesta la complementariedad de los diversos carismas y, por eso, suscita en todos el deseo de caminar juntos. Lo vemos en Jesús mismo, que desde el comienzo se rodeó de un grupo de discípulos, hombres y mujeres, y vivió con ellos su ministerio público. Pero nunca solo. Y cuando envió a los Doce a anunciar el Reino de Dios, los mandó “de dos en dos”. Lo mismo vemos en san Pablo, que siempre evangelizó junto a otros colaboradores, también laicos y parejas de esposos; nunca solo. Y así fue en los momentos de gran renovación e impulso misionero en la historia de la Iglesia. Pastores y fieles laicos juntos. No individuos aislados, sino un Pueblo que evangeliza, el santo Pueblo fiel de Dios.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los agentes de pastoral laicos, por el fomento de los ministerios laicales en la Iglesia y por su compromiso en la vida pública”.
Los laicos, desde el bautismo, han recibido una vocación, que los ha de hacer sentirse corresponsables en la vida y misión de la Iglesia. La Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Pueblo santo de Dios. Los laicos no son cristianos de segunda categoría o meros colaboradores de los pastores en la misión salvífica de la Iglesia. Del mismo modo que los pastores, obispos y sacerdotes o la vida consagrada experimentan que su entrega al Señor y a la Iglesia es vocación, necesitamos en la Iglesia que haya laicos por vocación, que descubran esa fuerza de lo alto, esa efusión del Espíritu Santo que los impulsa a la misión.
Es muy importante que los laicos se sientan protagonistas, corresponsables y partícipes de la misión salvífica de la Iglesia (cf. LG n. 33). Los laicos os tenéis que sentir llamados por Jesús y acoger su llamada a ser misioneros en la Iglesia y en el mundo.
Por estar inmersos en las realidades temporales, los laicos estáis llamados, de un modo particular, a ser misioneros en medio del mundo. Os corresponde sobre todo “la evangelización de las culturas, la inserción de la fuerza del Evangelio en la familia, el trabajo, los medios de comunicación social, el deporte y el tiempo libre, así como la animación cristiana del orden social y de la vida pública nacional e internacional” (San Juan Pablo II). Ante el avance del fenómeno de la secularización, estáis llamados a vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas y a todos los ambientes.
En el interior de la Iglesia, los laicos estáis llamados por Jesús a participar activamente en tareas como la catequesis, la liturgia, la Eucaristía dominical, las cáritas, los consejos y otras muchas más de la vida y misión de la Iglesia. Os corresponde por derecho propio, y no por concesión de los sacerdotes.
Cada año, la Iglesia Católica dedica un día especial para recordar y reflexionar sobre el drama que viven millones de personas obligadas a abandonar sus hogares en busca de un futuro mejor. En este 2024, la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado se celebra bajo el lema “Dios camina con su pueblo”, un mensaje lleno de esperanza y de invitación a la solidaridad cristiana.
No en vano, el Papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada nos exhorta a tomar de la mano a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables para reconocer en ellos el rostro de Jesús y recorrer juntos el camino. La Conferencia Episcopal Española ha actualizado la identidad y el marco de referencia de la pastoral con personas migradas. Y ofrece, desde la diversidad aportada por las migraciones, algunas claves para afrontar los desafíos del futuro. Con este objetivo, la CEE ofrece la Exhortación pastoral “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, que fue aprobada por la Asamblea Plenaria del pasado mes de marzo.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia ha entendido que su misión es estar junto a los más vulnerables, y en nuestros días, los migrantes y refugiados encarnan esta realidad de sufrimiento y exclusión. Jesús mismo fue un refugiado junto con su familia, cuando huyeron a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Esta experiencia de desarraigo y huida, vivida por el Hijo de Dios, sigue siendo una realidad para millones de personas en todo el mundo.
La Iglesia, en su misión de caridad y justicia, acompaña a aquellos que se ven forzados a dejar su tierra a causa de guerras, persecuciones, pobreza extrema o desastres naturales. A través de sus instituciones y organizaciones como Cáritas, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) y otras entidades católicas, la Iglesia proporciona asistencia humanitaria, refugio, educación y apoyo espiritual a quienes más lo necesitan.
El Papa Francisco ha sido una voz profética en defensa de los migrantes, llamando repetidamente a la acogida y al respeto de su dignidad. Su invitación a «construir puentes y no muros» resuena como un llamado a la compasión cristiana y a la acción concreta frente a una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo.
Un mensaje de esperanza
El lema de este año, “Dios camina con su pueblo”, nos recuerda que, en medio del sufrimiento, Dios nunca abandona a su pueblo. Como lo hizo con los israelitas durante el Éxodo, Dios sigue presente en los caminos de los migrantes y refugiados, acompañándolos en su travesía y dándoles la fortaleza para seguir adelante.
La Iglesia, como parte del pueblo de Dios, tiene la responsabilidad de hacer visible esta presencia de Dios. Está llamada a ser signo de esperanza, mostrando a través de su acción que nadie está solo en su camino. Este acompañamiento se traduce en gestos concretos de ayuda, pero también en una actitud profunda de acogida y escucha. La acogida es una de las actitudes más esenciales del cristiano frente a la realidad de los migrantes y refugiados. Esta acogida no se limita a abrir las puertas físicas, sino que es un compromiso de abrir el corazón, de derribar prejuicios y miedos, y de reconocer en el otro, sin importar su origen, raza o religión, la imagen de Dios. La actitud cristiana también debe incluir el acompañamiento. No basta con recibir a las personas que huyen de situaciones difíciles; es necesario caminar junto a ellas, conocer sus historias, sus heridas, y ofrecerles un apoyo integral que incluya tanto la ayuda material como el acompañamiento espiritual y psicológico. Los migrantes y refugiados necesitan ser escuchados y comprendidos, y la Iglesia, a través de sus comunidades, puede ofrecerles un espacio donde se sientan acogidos, respetados y valorados.
La Jornada en nuestra Diócesis
Desde el Secretariado para las Migraciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón se ha remitido una carta a todos los sacerdotes invitándolos a compartir la Jornada. Arrancará este viernes, día 27 de septiembre, en la Parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Castellón, donde se celebrará una Vigilia de Oración que servirá de preparación y como punto de partida de la celebración.
Ya el domingo 29, a las 11 h en el edificio Menador (Plaza Huerto Sogueros) con una mesa informativa. A continuación, está prevista una ponencia que bajo el título «Dios camina con su pueblo» ofrecerá el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, y el Director del Secretariado para las Migraciones, D. Juan Crisóstomo. La Jornada proseguirá a las 17 h en la Plaza de las Aulas con un festival de folklore internacional.
La clausura estará presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, que celebrará una Eucaristía a las 19.30h en la Concatedral de Santa María. Desde el Secretariado para las Migraciones también se ha difundido el material específico para la celebración de la Jornada en todas las parroquias.
Con el inicio del mes de septiembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el clamor de la tierra: “Oremos para que cada uno de nosotros escuche con el corazón el clamor de la Tierra y, de las víctimas de las catástrofes ambientales y de la crisis climática, comprometiéndonos personalmente a cuidar el mundo que habitamos”.
Desgraciadamente, asistimos a una crisis social y medioambiental sin precedentes. Si realmente queremos cuidar nuestra casa común y mejorar el planeta en el que vivimos, son imprescindibles cambios profundos en los estilos de vida, son imprescindibles modelos de producción y de consumo. Deberíamos escuchar más a los pueblos indígenas y aprender de su forma de vida para comprender adecuadamente que no podemos continuar devorando codiciosamente los recursos naturales, porque “la tierra se nos ha confiado para que pueda ser para nosotros madre, la madre tierra, capaz de dar lo necesario a cada uno para vivir” (cf. Videomensaje a la Conferencia de 500 representantes nacionales e internacionales: “Las Ideas de la Expo 2015 – Hacia la Carta de Milán”, 7 febrero 2015). Por tanto, la contribución de los pueblos indígenas es fundamental en la lucha contra el cambio climático. Y esto está comprobado científicamente.
Hoy más que nunca son muchos los que reclaman un proceso de reconversión de las estructuras de poder consolidadas que rigen en la sociedad, en la cultura occidental y, al mismo tiempo, transforman las relaciones históricas marcadas por el colonialismo, la exclusión y la discriminación, dando lugar a un diálogo renovado sobre la forma en la que estamos construyendo nuestro futuro en el planeta. Necesitamos con urgencia acciones mancomunadas, fruto de una leal y constante colaboración, porque el desafío ambiental que estamos viviendo y sus raíces humanas tienen un impacto en cada uno de nosotros. Un impacto no sólo físico, sino psicológico y cultural.
Por ello pido a los Gobiernos que reconozcan a los pueblos indígenas de todo el mundo, con sus culturas, lenguas, tradiciones, espiritualidades, y que se respete su dignidad y derechos, con la conciencia de que la riqueza de nuestra gran familia humana consiste precisamente en su diversidad. Sobre esto voy a volver después.
Ignorar a las comunidades originarias en la salvaguarda de la tierra es un grave error, es el funcionalismo extractivista, ¿no?, por no decir una gran injusticia. En cambio, valorar su patrimonio cultural y sus técnicas ancestrales ayudará a emprender caminos para una mejor gestión ambiental. En este sentido, es encomiable la labor del FIDA por asistir a las comunidades indígenas en un proceso de desarrollo autónomo, gracias sobre todo al Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas, si bien estos esfuerzos se deben multiplicar todavía y acompañar con más decidida y clarividente toma de decisiones, en una transición justa.
Me quiero detener en dos palabras que son claves en esto: El buen vivir —o el vivir bien— y la armonía. El vivir bien, no es el “dolce far niente”, la “dolce vita” de la burguesía destilada. No, no. Es el vivir en armonía con la naturaleza, el saber buscar, no tanto el equilibrio, sino más bien la armonía, que es superior al equilibrio. El equilibrio puede ser funcional; la armonía nunca es funcional, es soberana en sí misma.
Saber moverse en la armonía, eso es lo que da la sabiduría que nosotros llamamos el bien vivir: La armonía entre una persona y su comunidad; la armonía entre una persona y el ambiente; la armonía entre una persona y toda la creación. Las heridas contra esta armonía son las que evidentemente estamos viendo que destruyen los pueblos. El extractivismo, en el caso de la Amazonía, por ejemplo; la desforestación o, en otros lugares, el extractivismo de la minería.
Entonces, siempre buscar la armonía. Cuando los pueblos no respetan el bien del suelo, el bien del ambiente, el bien del tiempo, el bien de la vegetación o el bien de la fauna, ese bien general, cuando no respetan esto, caen en posturas no humanas, porque pierden ese contacto con —voy a decir la palabra— la madre tierra. No en un sentido supersticioso, sino en un sentido de aquella que nos da la cultura y nos da esa armonía.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por todas las actividades que comienzan en las parroquias y comunidades cristianas, especialmente las relacionadas con el ámbito de la catequesis, para que a todos se pueda ofrecer una formación sólida y un testimonio fiel de Cristo, el Señor, y vivir lo en la Iglesia”.
En el ámbito de la catequesis, en nuestra Iglesia diocesana vamos dando pasos en la dirección correcta. Pueden parecer pocos, pequeños o lentos, pero son innegables. Ahí está el mayor cuidado de la formación y el acompañamiento de catequistas en su ser y en su quehacer con el fin de que sean cada día más fieles a Cristo Jesús y a su misión evangelizadora, así como a su destinatario, el hombre actual en su contexto cultural concreto. Ahí están también los avances en la catequesis de iniciación cristiana, algunas experiencias en catequesis de adultos, la mayor sensibilidad por la catequesis de muchos -sacerdotes, laicos y consagrados-, y de comunidades cristianas.
Pero no podemos ocultar las dificultades. Vivimos en tiempos de profunda secularización y de globalización, de indiferencia religiosa y de alejamiento de la vida de fe y de la Iglesia de muchos bautizados. Vemos, por desgracia, que la catequesis sigue siendo entendida por muchos como un medio para recibir un sacramento y no como un proceso de crecimiento y maduración en la fe y vida cristiana, desde el encuentro personal con Jesús, la adhesión personal a Él, el cambio de vida, que lleve a un compromiso para ser discípulo misionero suyo, inserto en la comunidad eclesial. La experiencia nos dice que es escasa la acogida de la catequesis de iniciación cristiana como un proceso continuado; son muchos los niños que no que continúan después de la primera Comunión y la mayoría se alejan después de su Confirmación.
[…] En el momento actual no podemos dar por supuesto que nuestros niños, cuando piden la primera Comunión, y los adolescentes, jóvenes o adultos, cuando solicitan la Confirmación, hayan recibido el primer anuncio y hayan tenido una experiencia personal de fe. Esta situación pone de relieve la necesidad de una catequesis kerigmática, cuyo corazón sea hacer presente y anunciar la persona de Jesucristo. La catequesis, insiste el Directorio, “está llamada a ser ante todo un anuncio de la fe y no debe delegar en las demás acciones eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la belleza del Evangelio. Es fundamental que sea, precisamente a través de la catequesis, que cada persona descubra que vale la pena creer. De este modo, ya no se reduce a ser un momento de crecimiento de la fe más armonioso, sino que ayuda a generar la propia fe y permite descubrir su grandeza y credibilidad. Por tanto, el anuncio no puede ser considerado solo como la primera etapa de la fe, previa a la catequesis, sino más bien la dimensión constitutiva de cada momento de la catequesis” (n. 57).
La finalidad primera de la catequesis es el encuentro vivo con el Señor que transforma la vida y genera, con la ayuda de la gracia, un cristiano, es decir, un creyente discípulo misionero del Señor en el seno de la comunidad de la Iglesia. No tengamos miedo. Dejémonos alentar por el Espíritu del Señor Resucitado, que está y actúa entre nosotros.
Con el inicio del mes de agosto se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los líderes políticos: “Oremos para que los líderes políticos estén al servicio de su pueblo, trabajando por el desarrollo humano integral y el bien común, atendiendo a los que han perdido su empleo y dando prioridad a los más pobres”.
En un discurso a los jóvenes del “Proyecto Policoro” de la Conferencia Episcopal Italiana (marzo de 2023) Francisco decía lo siguiente:
Hoy la política no goza de buena fama, sobre todo entre los jóvenes, porque ven los escándalos, tantas cosas que todos conocemos. Las causas son múltiples, pero ¿cómo no pensar en la corrupción, en la ineficiencia, en la distancia de la vida de la gente? Precisamente por esto hay todavía más necesidad de buena política. Y la diferencia la marcan las personas. Lo vemos en las administraciones locales: una cosa es un alcalde o un asesor disponible, y otra es quien es inaccesible; una cosa es la política que escucha la realidad, que escucha a los pobres, y otra es la que está cerrada en los edificios, la política “destilada”.
Me viene a la mente el episodio bíblico del rey Acab y de la viña de Nabot. El rey quiere apropiarse de la viña de Nabot, para agrandar su jardín; pero Nabot no quiere y no puede venderla, porque esa viña es la herencia de sus padres. El rey está enfadado y “se enfurruña”, como un niño consentido. Entonces su mujer, la reina Jezabel —¡que es un diablillo!— resuelve el problema haciendo eliminar a Nabot con una falsa acusación. Así Nabot es asesinado y el rey toma su viña. Acab representa la peor política, la de ir adelante y hacer hueco echando a los otros, la que persigue no el bien común sino intereses particulares y usa cualquier medio para satisfacerlos. Acab no es padre, es patrón, y su gobierno es el dominio. San Ambrosio escribió un librito sobre esta historia bíblica, titulado La viña de Nabot. En un determinado momento, dirigiéndose a los poderosos, Ambrosio escribe: «¿Por qué expulsáis a quienes comparten los bienes de la naturaleza y reclamáis para vosotros la posesión de los bienes naturales? La tierra fue creada en comunión para todos, para ricos y para pobres. […] La naturaleza no sabe qué son los ricos, ella que genera todos igualmente pobres. Cuando nacemos no tenemos ropa, no venimos al mundo cargados de oro y plata. Esta tierra nos pone en el mundo desnudos, necesitados de comida, de ropa y de bebida. La naturaleza […] nos crea a todos iguales y a todos igualmente nos encierra en el vientre de un sepulcro» (1, 2). Esta pequeña pero preciosa obra de san Ambrosio será útil para vuestra formación. La política que ejerce el poder como dominio y no como servicio no es capaz de cuidar, pisa a los pobres, explota la tierra y afronta los conflictos con la guerra, no sabe dialogar.
Como ejemplo bíblico positivo podemos tomar la figura de José hijo de Jacob. Recordad que fue vendido como esclavo por sus hermanos, que tenían envidia de él, y fue llevado a Egipto. Allí, tras algunas vicisitudes, es liberado, entra al servicio del faraón y se vuelve una especia de virrey. José no se comporta como un patrón, sino como padre: cuida del país; cuando llega la carestía organiza las reservas de grano para el bien común, tanto que el faraón dice al pueblo: «Haced lo que él [José] os diga» (Gen 41,55) —la misma frase que María dirá a los siervos en la boda de Caná refiriéndose a Jesús—. José, que ha sufrido la injusticia personalmente, no busca el propio interés sino el del pueblo, paga en persona por el bien común, se hace artesano de paz, teje relaciones capaces de innovar la sociedad. Escribía don Lorenzo Milani: «El problema de los otros es igual al mío. Salir de él todos juntos es la política. Salir de él solos es avaricia» (Carta a una profesora, Florencia 1994, 14). Es así, es sencillo.
Estos dos ejemplos bíblicos, uno negativo, el otro positivo, nos ayudan a entender qué espiritualidad puede alimentar la política. Tomo solo dos aspectos: la ternura y la fecundidad. La ternura es «el amor que se hace cercano y concreto […]. Es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes. En medio de la actividad política, los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen “derecho” de llenarnos el alma y el corazón» (Enc. Fratelli tutti, 194). La fecundidad está hecha de compartir, de mirada a largo plazo, de diálogos, de confianza, de comprensión, de escucha, de tiempo gastado, de respuestas preparadas y no pospuestas. Significa mirar hacia el futuro e invertir sobre las generaciones futuras; iniciar procesos en vez de ocupar espacios. Esta es la regla de oro: ¿tu actividad es para ocupar un espacio para ti? No va bien. ¿Para tu grupo? No va bien. Ocupar espacios no va bien, iniciar procesos va bien. El tiempo es superior al espacio.
Queridos amigos, quisiera concluir proponiéndoos las preguntas que todo buen político debería hacerse: «¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?» (ibid., 197). Que vuestra preocupación no sea el consenso electoral ni el éxito personal, sino involucrar a las personas, promover el espíritu emprendedor, hacer florecer sueños, hacer sentir la belleza de pertenecer a una comunidad. La participación es el bálsamo sobre las heridas de la democracia. Os invito a dar vuestra contribución, a participar y a invitar a vuestros coetáneos a hacerlo, siempre con el fin y el estilo del servicio. El político es un servidor; cuando el político no es un servidor es un mal político, no es un político.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por todos los cristianos, para que con su testimonio de vida y con su palabra anuncien el Evangelio de Jesucristo en las actividades de cada día, y también en el tiempo del ocio vacacional”.
En nuestra Iglesia diocesana se nos envía a dar testimonio del Evangelio y a vivirlo día a día con nuestras obras de amor. Así es como la Iglesia lleva a cabo su misión de evangelizar. De este modo contribuye a construir una sociedad más humana y fraterna, justa y solidaria.
En la raíz de la actual crisis económica, moral, social, familiar e institucional está sin duda el abandono de Dios y de sus mandamientos, inscritos en la naturaleza humana. Como decía Juan Pablo II, cuando Dios desaparece del horizonte de los hombres, comienza el ocaso de su dignidad. Anunciando, celebrando y viviendo con fidelidad el Evangelio de Jesucristo, nuestra Iglesia contribuirá sin duda alguna a la superación de la crisis actual.
Nuestra Iglesia es un don del amor gratuito de Dios y una tarea encomendada a cuantos la formamos. Como don de Dios, la hemos de acoger con gratitud y la hemos de amar de corazón. Querida por Cristo y alentada por la fuerza del Espíritu Santo es el lugar de la presencia del Señor y de su obra salvadora entre nosotros. El mismo Cristo nos ha encomendado la hermosa tarea de anunciar el Evangelio, de celebrar los sacramentos, de vivir el amor para que la obra de su Salvación llegue a todos. Su vida y su misión dependen de todos y de cada uno de los que formamos parte de esta gran familia.
A los católicos nos urge redescubrir, valorar y vivir sin complejos y tibiezas nuestra identidad cristiana y eclesial. Ambas son inseparables. No se puede ser cristiano al margen de la Iglesia. Amar, sentir y vivir la Iglesia como algo propio no será posible si no existen un conocimiento objetivo y desde dentro de la Iglesia misma, así como una vivencia personal de la propia fe en el seno de la Iglesia. Ser cristiano no se reduce a recibir el bautismo y el resto de los sacramentos, o a practicar ocasionalmente. Cristiano es quien se ha encontrado con Cristo, cree y confía en Él, y se adhiere a Él con toda su mente y todo su corazón; es cristiano quien acoge y vive el don de la fe y la nueva vida del bautismo, formando parte de la Iglesia y participando en los sacramentos.
Es cristiano quien deja que Jesús y su Evangelio conformen su pensar, sentir y actuar, y quien da testimonio de su fe y se compromete en la transformación de la sociedad y del mundo. Cristiano es, quién unido a Cristo en el seno de la Iglesia, participa en su vida y misión.
La Conferencia Episcopal Española (CEE) celebró ayer una Asamblea Plenaria extraordinaria, convocada la semana pasada por su Comisión Permanente. En esta Asamblea Plenaria se han aprobado tres documentos: las Líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia Católica en España; el Plan de Reparación Integral a menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de abusos sexuales; y los Criterios orientadores para la reparación integral.
Junto a los obispos de la Conferencia Episcopal y dada la cuestión que se abordaba participaron en la Asamblea Plenaria Fr. Jesús Díaz Sariego OP, presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y Jesús Miguel Zamora, Secretario General. El presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, y el presidente de la CONFER han informado, después, en rueda de prensa.
Asamblea plenaria extraordinaria
En la sesión, presidida por Mons. Luis Argüello, han participado 70 obispos, entre ellos el de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. Una vez presentados los tres documentos a los obispos de la Plenaria ha comenzado un diálogo entre los asistentes con diversas aportaciones y propuestas. Al finalizar el diálogo, los tres documentos, las Líneas de trabajo, el Plan de Reparación Integral a las víctimas (PRIVA) y los Criterios orientadores, se han sometido a votación.Los tres documentos han sido aprobados.
1.- Líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia católica en España
Las cinco líneas de trabajo expresan lo que las instituciones eclesiales ya están realizando e indican los principios que orientan el trabajo de la Iglesia en adelante. Son las siguientes:
Reconocer y reparar. En esta línea se encuadra el reconocimiento y la reparación simbólica a través de la adhesión al acto público de reconocimiento a las víctimas; el reconocimiento y reparación de las víctimas de abusos sexuales prescritos o en los que el victimario ha fallecido; y el reconocimiento y reparación de aquellos casos en los que la acción penal no ha prescrito. Esta línea de trabajo incluye la elaboración del Plan de Reparación Integral a los menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de abusos sexuales.
Atender a las víctimas y/o supervivientes. La propuesta trata de asegurar la atención integral de las víctimas y/o supervivientes en particular a través de las Oficinas de Atención a las Víctimas.
Prevenir. Continuar la difusión en los centros educativos de la Iglesia de la “Guía para la prevención y reparación de abusos sexuales a menores en centros educativos” publicada por Escuelas Católicas; y trabajar en la implantación en los centros de la figura del coordinador de bienestar y protección.
Formar y sensibilizar. En esta línea se busca la formación de los profesionales en contacto con personas menores de edad en materia de violencia sexual; y la sensibilización con la difusión de las medidas de prevención y protocolos de las instituciones educativas de la Iglesia.
Informar e investigar. Mediante la promoción de estudios sobre la prevalencia de violencia sexual en la infancia y la adolescencia.
2.- Plan de Reparación Integral a los menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de Abusos sexuales (PRIVA)
La realización de un Plan de Reparación a las Víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica fue aprobada por la Asamblea Plenaria del pasado mes de noviembre en que se aprobó también la estructura de este trabajo. El Plan ha sido elaborado por el Servicio de Asesoramiento de las Oficinas, y en él han trabajado de manera conjunta la CEE y la CONFER, con diversas aportaciones del Secretariado para Asuntos Jurídicos de la CEE y del órgano de Compliance de la CEE.
El Plan ha sido definitivamente aprobado esta mañana junto con las líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia católica en España y los criterios orientadores para la Reparación integral a los menores de edad o personas equiparadas, víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica.
La Iglesia Católica en España promueve la denuncia de los abusos ante las autoridades correspondientes, confiando a la justicia ordinaria el establecimiento ordinario del marco de reparación oportuno. Pero cuando el cauce legal no es posible, por la prescripción legal del delito o por el fallecimiento del victimario, la Iglesia sostiene que toda víctima, también en estos casos, debe ser acogida, atendida y reparada de manera integral. Esto es lo que se atiende desde el Plan de Reparación Integral para las Víctimas de Abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia.
Para su ejecución, el Plan recoge la creación de un órgano que coordinará la respuesta integral a las víctimas mediante un procedimiento no judicial. Este organismo tratará de verificar individualmente cada caso para ver la condición de los hechos y establecer el marco de reparación oportuno. La reparación parte de lo que la víctima solicita para su sanación, afecta al victimario y a la institución a la que este pertenecía y busca la reparación integral de la víctima en todos los aspectos.
La CEE y la CONFER respaldarán subsidiariamente la reparación establecida de modo que ninguna víctima pueda quedar sin la reparación correspondiente establecida por el órgano de coordinación.
Principios que informan los ejes del PRIVA
El Plan de atención y reparación a las víctimas tiene cinco ejes de los que se derivan las acciones que siguen, referidas al reconocimiento de la víctima, la reparación y la prevención.
La víctima en el centro de la reflexión y la acción de la Iglesia. La búsqueda de la verdad y la realización de la justicia requieren centrar la mirada en quienes han sido víctimas directas o indirectas de abusos. Se deben crear las condiciones para su acogida, escucha y atención. Se les debe ofrecer la tutela y la protección de la Iglesia, y una asistencia adecuada en todo lo que pudieran necesitar.
La búsqueda de la verdad y de la justicia, que se explicitan en la investigación y el esclarecimiento de los hechos, así como en el enjuiciamiento y determinación de las responsabilidades jurídicas.
Acción coordinada en lo que se refiere al tratamiento de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, de manera que las medidas adoptadas resulten similares y que la diversidad institucional no redunde en perjuicio de las víctimas.
Asumir los cauces de reparación, para que, tratando de dar una respuesta integral al fenómeno de los abusos, no olvidemos la reparación económica, espiritual o psicológica cuando esta sea necesaria.
Evitar toda revictimización, por lo que el trabajo partirá de la información que la víctima haya aportado ya, en las oficinas diocesanas, de congregaciones o del Defensor del Pueblo.
En el tratamiento jurídico de los casos de abusos, se seguirá lo establecido en la Instrucción de la CEE sobre abusos sexuales, de abril de 2023.
Propuesta de acción para la puesta en marcha del PRIVA
El Plan prevé tres campos de acción: la víctima, la reparación y la prevención.
En relación a la víctima, todas las diócesis e institutos de vida consagrada y otras instituciones eclesiales han creado oficinas de acogida, atención y acompañamiento a las víctimas de abusos en la Iglesia. En ellas se ha de procurar:
Acoger a las víctimas y ofrecer servicios específicos como parte de una asistencia integral.
Prestar orientación y asistencia legal y mejorar la información ofrecida en los tribunales eclesiásticos.
Dotar a las víctimas de recursos o personas que puedan acompañar y seguir los distintos procesos que quieran iniciar para poder sanar su situación.
Contribuir a crear entornos seguros favoreciendo que estos se desarrollen en todos los ámbitos de la Iglesia.
Promover una cultura de pleno rechazo hacia los abusos sexuales y crear mapas de riesgos y de daños que puedan servir de orientación a la hora de atender a las víctimas.
En relación a la reparación, el compromiso que se adquiere es:
La asistencia debe ser integral, según la necesidad de cada uno: pastoral y espiritual; médica, terapéutica, psicológica y social; y legal, jurídica y económica.
Los victimarios son los principales responsables de la reparación. Subsidiariamente, la Iglesia tiene una responsabilidad moral de reparar, cuando el agresor no pueda hacer frente a ello.
La reparación material puede ser: económica en forma de indemnización a partir de una sentencia; económica en especie, en forma de prestación de servicios médicos o terapéuticos; y económica en forma dineraria reconocida y asumida voluntariamente por la Iglesia al término del procedimiento establecido al efecto.
la Iglesia, por medio de la CEE y la CONFER, debe arbitrar los medios para que se pueda propiciar un resarcimiento de los daños ciertos y reales.
En ámbito canónico, la prescripción o el fallecimiento del victimario no impedirá buscar la convicción acerca de la certeza o, al menos, de un juicio de verosimilitud.
En relación a la prevención, se propone:
Proponer medidas y protocolos de actuación en las actividades con menores y personas equiparadas en derechos.
Ofrecer formación inicial sobre el tema de abusos a menores al inicio de cada curso pastoral en los diversos ámbitos de la pastoral.
Realizar desde la Iglesia un examen sobre las causas que desencadenan el abuso y pautas y orientaciones para la vida y misión de la Iglesia.
Procurar el tratamiento a los victimarios con los programas de intervención basados en la evidencia que se usan para otros abusadores por parte de profesionales de la Psicología.
Próximos pasos
Para la puesta en marcha del PRIVA se establecerá una Comisión Asesora que tendrá como objetivo evaluar cada caso de manera singular para analizar los daños causados a las víctimas y definir las vías de reparación a las entidades que deban llevarlas a cabo.
Esa Comisión estará formada por diez personas: cuatro expertos del ámbito médico forense, cuatro del ámbito jurídico y un representante de la CEE y otro de la CONFER. La Comisión podrá convocar a un representante de las víctimas o de las asociaciones que trabajan con víctimas.
La Comisión recogerá toda la información ya elaborada por las personas que han atendido a esa víctima, para no revictimizar. Con todos los datos, la Comisión ofrecerá un informe de los casos presentados, que se circunscriben a aquellos que no pueden ser juzgados por el fallecimiento del victimario o por la prescripción del delito.
La Comisión, con la ayuda de la Vicesecretaría para Asuntos Económicos, elaborará un posible baremo o sistema de valoración de los daños y perjuicios padecidos. Para ello se tendrán en cuenta los baremos propuestos por la ley civil y los criterios orientadores de otras Conferencias episcopales del entorno.
Palabras de clausura del presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello
La Asamblea Plenaria extraordinaria finalizó con una sesión de clausura en la que el presidente de la CEE señaló que la aprobación de estos documentos “supone una llamada a la conversión, a la comunión, de lo que hemos recibido del señor de la cruz”.
Mons. Argüello recordó que en estos años se han puesto en marcha casi 300 oficinas en las diócesis y en las congregaciones religiosas. Muchas de ellas, precisó, han dado el paso de ser también oficinas que acompañan en la prevención, la formación y la reparación.
El presidente de la CEE precisó que el PRIVA que se ha aprobado esta mañana “no significa el comienzo de este trabajo» porque, “ya llevábamos tiempo trabajando”. Pero “creíamos conveniente dotarnos de criterios comunes». También precisó que este Plan es subsidiario para «cuando se han acabado las vías judiciales”.
La Iglesia, afirmó “mantiene la puerta abierta para escuchar a las víctimas”. Con este Plan, queremos escucharlas y acompañarlas. Además, pidió respeto a la sociedad y a las administraciones públicas porque la Iglesia en España “tiene sus reglas de funcionamiento”.
“No firmamos un decreto que obligue”, precisó, sino “unos criterios de comunión para que las personas que crean que deben ser reparadas puedan acudir a cada diócesis y cada congregación o también acudir a una comisión asesora para que les ayude”.
El presidente señaló que este compromiso “decidido de acompañar y reparar” brota de la responsabilidad moral y del dolor que “acogemos como propio”. Además, pidió perdón a las víctimas y respeto a su propio caminar. “Lo que hemos aprobado – concluyó- no ha supuesto el comienzo del trabajo de la Iglesia en España a la hora de abordar la problemática de las víctimas de abusos, pero tampoco es el final”. La Iglesia “tiene las puertas abiertas para acoger a quienes quieran venir a nuestra casa. La respuesta de la Iglesia quiere ir más allá de lo que la legalidad nos pide”.
Palabras del presidente de la CONFER, Jesús Díaz Sariego, OP
Tras unas palabras de agradecimiento del Nuncio, el presidente de la CONFER también señaló que la Iglesia viene trabajando, “por su solidaridad con el sufrimiento”, desde hace varios años en todo lo relativo a los abusos sexuales a menores. Pero hoy, la Iglesia en su conjunto “da un paso grande en España”. Una muestra “pública y visible”, de un discernimiento común. Sin perder el objetivo, que son las víctimas, “ellas son el centro de nuestro trabajo”.
También destacó que aún queda mucho trabajo por hacer, “pero ya partimos de una base muy desarrollada y vivida en comunión”.
La Comisión Permanente celebró su 267º reunión los días 2 y 3 de julio en la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en Madrid. Ha sido la primera reunión de la Permanente tras la renovación de cargos en la Plenaria de marzo, y ha contado con la participación del Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente.
El secretario general de la CEE, Mons. Francisco César García Magán, informó en rueda de prensa, el jueves 4 de julio, sobre los trabajos de esta Permanente.
Plan de reparación integral de víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia
La Comisión Permanente ha estudiado el “Plan de Reparación Integral a las Víctimas de Abusos sexuales a menores y personas equiparadas en derecho” (PRIVA). En el diálogo participó, junto a los obispos, el secretario general de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hno. Jesús Miguel Zamora, FSC.
La Permanente estudió el Plan y realizó diversas aportaciones al texto. Se le dio el visto bueno y se aprobó su pase a estudio en la próxima Asamblea Plenaria. Para ello, la Comisión Permanente acordó convocar una Asamblea Plenaria extraordinaria, que tendrá lugar este martes 9 de julio, con el fin de que todos los obispos conozcan el texto definitivo y, si procede, den su aprobación.
El PRIVA ha sido elaborado por el Servicio de Asesoramiento de las Oficinas para la protección de menores, y ha ido incorporando las observaciones de los obispos en sus distintas reuniones; las ideas recogidas en el Mensaje al Pueblo de Dios «Enviados a acoger, sanar y reconstruir» (Plenaria noviembre 2023); las indicaciones del Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos, del que D. Casimiro es el Presidente; del órgano de Compliance de la Conferencia Episcopal; y de la CONFER.
El Plan está orientado a la reparación integral de las víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia, principalmente en los que ha fallecido el victimario o el caso ha prescrito, para ofrecer una reparación adecuada que responda a la demanda que cada caso particular requiere.
Implementación de los criterios para la reforma de los seminarios en España
El presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, Mons. Jesús Vidal, llevó a la reunión el borrador del Plan de aplicación de los criterios para la reforma de los seminarios en España.
La base de este borrador es el documento “Algunos criterios para la actualización de la formación sacerdotal inicial en los seminarios mayores de las Iglesias particulares que conforman la Conferencia Episcopal Española”, que recibieron los obispos españoles en su encuentro, del pasado 28 de noviembre, con el Papa y el Dicasterio para el Clero.
Los miembros de la Comisión Permanente valoraron el documento y realizaron sus aportaciones. El documento será estudiado en la próxima Asamblea Plenaria de noviembre.
Propuesta de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe
Por su parte, el presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Mons. Francisco Conesa, propuso la redacción de una Declaración con ocasión del 1700º aniversario del Concilio de Nicea, como una invitación a renovar la fe de Nicea. Esta Declaración se realizaría en el ámbito de una celebración ecuménica basada en el Credo, coordinada con la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso.
Además, compartió una reflexión sobre el papel de la CEE en el proceso de discernimiento de fenómenos sobrenaturales y apariciones a la luz del documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe titulado “Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales” a fin de determinar cuál sería el organismo competente de la CEE para intervenir en dichos casos.
Dos eventos eclesiales en 2025: Congreso Nacional de Vocaciones y Jubileo
El secretario técnico de la Comisión de la Conferencia Episcopal Española para el Jubileo 2025, Francisco Romero, explicó los objetivos y actividades que se están llevando a cabo, en relación con los responsables diocesanos y la Santa Sede, de cara al Jubileo 2025, que ha convocado el papa Francisco.
Además, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, como responsable del Servicio de Pastoral Vocacional, presentó un informe sobre la preparación del Congreso Nacional de Vocaciones “¿Para quién soy? Asamblea de llamados a la misión”, que va a tener lugar en Madrid del 7 al 9 de febrero de 2025.
En la página web del Congreso (https://paraquiensoy.com/) se están actualizando los materiales del congreso y ya están disponibles los recursos que se ofrecen a las diócesis para estos meses previos de preparación: el documento de trabajo y cuatro fichas para el discernimiento.
Otros temas del orden del día
Entre otros temas tratados, la Permanente dio su visto bueno al calendario de los órganos de la CEE para el año 2025, recibió información sobre distintos temas de seguimiento y económicos; y realizó una serie de nombramientos.
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